La disquisición condujo a una mini polémica
sobre las fuentes del gran rio, que los participantes ubicaban en lugares
distintos. Che permaneció callado hasta que consideró oportuno terciar en la
discusión que ya adquiría tintes bizantinos.
Fue entonces que explicó que junto con un
amigo había intentado demostrar que en época de lluvias las cuencas fluviales
sudamericanas se comunicaban de tal modo que resultaba posible navegar a través
de ellas desde el Amazonas hasta el rio La Plata. La balsa de que disponían
serviría para tal propósito, pero su naufragio lo impidió.
Hace pocos años se conoció la noticia de que
finalmente se había realizado esta proeza, creo que por dos argentinos. Estoy
seguro que de haber vivido, Che hubiera recibido con alegría esta demostración
de la hipótesis en cuestión. En tal momento, quizás, hubieran venido a su mente
aquellos versos barrocos de Calderón.
Los casos dificultosos
y con razón, envidiados,
inícianlos los osados,
termínanlos los dichosos.
Fin
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