Por
Fernando M. Garcia Bielsa
El 3 de febrero de 1962, hace exactamemte 60 años, el
presidente Kennedy anunció un embargo total sobre el comercio con Cuba, con lo
que amplió prohibiciones adoptadas en
los dos años precedentes y se iInició el carácter extraterritorial del bloqueo.
¿En qué consiste?
Una formulación oficial, el Memorando de Lester Mallory, Vicesecretario de
Estado Asistente para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado, que
se puso a la atención del presidente DwightEisenhower y fechado 6 de abril de
1960, sintetiza las intenciones para establecer el bloqueo, al señalar:
“La mayoría de los cubanos apoya a
Castro… No existe una oposición política efectiva… La influencia comunista está
impregnando el gobierno… Todos los medios posibles deben emprenderse con
prontitud para debilitar la vida económica de Cuba… Realizar los mayores
avances para negar dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios
monetarios y reales, para provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del
gobierno…”.
Con el espíritu
de aquella nota, y con la fuerza de una directiva llevada a cabo y reforzada
por doce administraciones, tanto demócratas como republicanas, la mayor
potencia que jamás haya existido ha
pretendido doblegar al pueblo de una pequeña isla durante casi sesenta y dos
años y destruir sus esfuerzos para desarrollarse y vivir en paz. ¿El pecado?: lo
que consideran un mal ejemplo, al persistir Cuba en sus empeños de defender su
independencia y soberanía.
El tenor
general de la posición de EE. UU. hacia Cuba es un enfoque de línea dura en lo
que considera su patio trasero al estilo de la Doctrina Monroe. Esa política ha
sido acompañada con agresiones militares, sabotajes, el uso de mercenarios y
renovados planes y acciones subversivas que intentan el llamado “cambio de
régimen”.
El bloqueo
económico, financiero, comercial, con pretensiones totalizadoras contra Cuba y
de alcance extraterritorial, es llamado por ellos eufemísticamente un
“embargo”. Aunque algunas medidas lo antecedieron desde 1960, fue establecido a
comienzos de 1962 y han generado pérdidas de entre dos y cuatro mil millones de
dólares anuales durante sesenta años. Al margen de las cifras es difícil
aquilatar la magnitud y todos los ámbitos en que el bloqueo estadounidense ha
ocasionado dificultades y sufrimientos a la población cubana. E incluso, de
manera sostenida, ha dificultado o impedido la obtención de medicamentos que se
necesitan para salvar vidas.
Jurídicamente
hablando es un crimen, por injusto, ilegal e inhumano; un conjunto de acciones
ilícitas de alcance extraterritorial que pretende rendir por hambre al pueblo
cubano. Por su forma son actos que exceden las facultades de un Estado integrante
de la comunidad internacional. Es una permanente saturación de acciones
hostiles de todo tipo, equivalente a una guerra, y sin apenas ropaje de
derecho.
Las sanciones (¡una
verdadera guerra económico-financiera contra Cuba!) fueron impuestas mediante
directivas del Ejecutivo y luego promulgadas por el Congreso. Este bloqueo es
una carga dolorosa para todos y cada uno de los cubanos. Durante un cuarto de
siglo, año tras año, con votaciones casi unánimes la Asamblea General de
Naciones Unidas ha apoyado resoluciones que emplazan a Estados Unidos por su
nombre y en las cuales se condena la política del bloqueo.
No es solo
porque Cuba no tenga acceso al mercado estadounidense. Debe tenerse en cuenta
que: + el asedio nos obliga a comerciar
con la mayor desventaja; estamos obligados al uso de costosos préstamos
comerciales a corto plazo; + no podemos realizar transacciones directamente en
dólares estadounidenses; + terceros países no pueden vender sus productos en el
mercado estadounidense si contienen insumos cubanos, + ni podemos comprar en
ningún lugar del mundo un producto en el que más del 20% de su valor total esté
representado por contenidos originarios de los Estados Unidos; + un barco que
hace escala en nuestras costas debe esperar seis meses antes de poder visitar
cualquier puerto de los Estados Unidos, lo que alza aún más los costos de
nuestro comercio; + no podemos acceder a tecnologías de los Estados Unidos ni,
a veces, a la de ningún otro país desarrollado;
Han perseguido
y tratado de frustrar cuanta oportunidad de negocio Cuba gestiona en el mundo. +
Aprietan las tuercas hasta el más mínimo detalle para impedir cualquier vía de
ingreso de divisas al país. +Funcionarios estadounidenses se dedican a
presionar, con amenazas y/o la aplicación de fuertes sanciones, a entidades
privadas, instituciones y gobiernos de todo el mundo para que se abstengan de
relacionarse con nuestro país. + Nos limita el marco de suministradores
disponibles y los encarece; + han propiciado el robo de nuestras marcas
comerciales, por ejemplo marcas de ron y de tabaco. + La embestida se extiende
en el campo de las nuevas tecnologías digitales y las telecomunicaciones. + Asimismo,
el gobierno de los Estados Unidos llego hasta el punto de recompensar a
elementos terroristas del exilio en Miami con activos y depósitos bancarios cubanos
congelados..., etcétera.
El marco de esa
política también se extiende a la prohibición de viajar a Cuba aplicada a los
ciudadanos estadounidenses, lo cual, con ese carácter permanente, no se
establece respecto a ningún otro país del mundo. Por otro lado, los visitantes
que llegan desde un aeropuerto cubano tienen muchas veces más probabilidades de
ser detenidos y sometidos a más inspecciones aduaneras que los visitantes de
otros países.
Al menos 10
agencias diferentes son responsables de hacer cumplir las diferentes
disposiciones del embargo y, según la Oficina de Responsabilidad Gubernamental,
el gobierno de EE. UU. dedica cientos de millones de dólares y decenas de miles
de horas hombre a administrar el embargo cada año. Las llamadas regulaciones
han venido complejizándose y detallan las sanciones, prohibiciones y los
blancos de sus ataques, tanto en Cuba como hacia entidades en terceros países
que entren en tratos con nuestro país.
En los últimos
tres años unas 250 nuevas medidas hostiles ha adoptado el gobierno estadounidense. Con cada nueva administración
se agregan nuevos pretextos y acciones hostiles en ámbitos que bordean y
amplían la política de bloqueo. Entre esos ámbitos están el migratorio y
cuestiones que deberían facilitar los vínculos entre Cuba y las personas de
origen cubano radicadas en Estados Unidos.
Tradicionalmente
la política inmigratoria ha sido instrumentalizada para atacar a Cuba o crear
dificultades bilaterales. A fines de 2016 y comienzo de 2017 miembros de la
Embajada de Estados Unidos en La Habana comenzaron a informar que sentían
síntomas extraños, sensaciones de debilidad, etc. En breve el gobierno de ese
país y otros medios aseguraron que se debían a ataques sónicos de naturaleza
desconocida. Eso les sirvió de pretexto para cerrar el Consulado en La Habana,
con lo que dejaron de cumplir la entrega de visados fijada en los acuerdos
migratorios bilaterales. Como consecuencia aumentaron las salidas ilegales,
ante lo cual la arrogancia y el cinismo de Washington ha sido lanzar amenazas:
si el gobierno cubano permite el flujo migratorio desordenado y masivo,
dijeron, se afecta así la seguridad nacional de ese país y se adoptarían muy
fuertes medidas contra Cuba.
¿Puede ser
eliminado el bloqueo?
Debido a
variedad de entidades que aplican las sanciones y las múltiples obligaciones
legales establecidas y sus vericuetos harán que se requiera una diversidad de procedimientos para
levantar el bloqueo.
El mismo está
codificado – consolidado como un cuerpo de leyes metódico y sistemático - y
solo lo puede eliminarlo el Congreso en votaciones por mayoría simple en cada
una de ambas cámaras, lo cual en la actualidad está muy lejos de ser posible dado
el ambiente hostil y la imagen caricaturesca que los políticos de Washington y
los grandes medios de difusión han construido acerca de Cuba.
Entre los
factores para que llegue a ser eliminarlo está, y es fundamental, que Cuba y el
pueblo cubano sigan adelante, sin ceder en lo esencial de su soberanía y
demostrando su capacidad económicamente e incrementar sus vínculos
internacionales y su inserción económica con el resto del mundo de crecer.
A la par con
ello, el gobierno cubano ha reiterado una y otra vez la disposición
para desarrollar un diálogo respetuoso y edificar un nuevo tipo de relaciones
con los Estados Unidos, sin pretensiones de que Cuba renuncie a los principios
de la Revolución y el Socialismo, ni que realice concesiones inherentes a su
soberanía e independencia, o ceda en el ejercicio de su política exterior
comprometida con las causas justas, la defensa de la autodeterminación de los
pueblos y el histórico apoyo a países hermanos.
Un importante factor
de política interna en Estados Unidos con el cual justifican y les sirve de
excusa para buena parte de la política hacia Cuba, es el peso que tiene, hasta
el momento, el Estado de la Florida en los cálculos electoreros y la
determinación del triunfo o derrota en las elecciones presidenciales
estadounidenses, donde se dan votaciones cerradas que pueden inclinar la
balanza electoral nacional. Esa situación potencia permanentemente la
influencia de la claque política y económica anti cubana de ese Estado sobre
los funcionarios electos y las maquinarias políticas de ambos partidos del
sistema y, por consiguiente, para los gobernantes de turno en Washington, en
sus prioridades y cálculos en cada ciclo electoral, y los llevan a cortejar
especialmente al electorado y los sectores pudientes en ese estado.
Al propio
tiempo, desde el gobierno aducen que el tema Cuba no es una prioridad y
ciertamente no se dan pasos para modificar la política vigente. Realmente la
oposición a la mejora de las relaciones bilaterales es central, en alguna
medida, solo en ciertos medios políticos influyentes en Washington y en estados
como la Florida y Nueva Jersey parte de. Varios elementos indican la existencia
de una situación diferente en la mayor la nación donde la opinión anticubana
predominante es bastante epidérmica y sería moldeable en caso de que se manifiesten
con mayor determinación los sectores empresariales, exportadores agrícolas, y
otros que pueden beneficiarse con la mejoría de las relaciones entre nuestros
países, se modifiquen los cálculos entre las elites del poder y su
correspondiente reflejo en los enfoque de la gran prensa que a ellas responden.
A la par con
ello, otro elemento influyente en alguna medida es la evolución política del
panorama latinoamericano y la ubicación de Cuba como un factor en la misma, y en los
cálculos del gobierno de Estados Unidos hacia la región.
Todo eso debe
reflejarse finalmente en una modificación de los alineamientos en el Congreso
que puedan generar un balance de fuerzas como para conformar una mayoría capaz
de votar por el levantamiento del bloqueo, que fue codificado y no depende solo
del Poder Ejecutivo.
Obviamente el
objetivo perseguido con el bloqueo de rendir por hambre al pueblo cubano y
provocar un alzamiento o derrocamiento de la Revolución no ha sido ni será
alcanzado.
Pero ello no
debe opacar que ese fracaso en lo político ha sido acompañado por un impacto
real, nefasto sobre nuestra sociedad y nuestra economía. Mucho daño y
sufrimiento ha generado para nuestra población, para el ciudadano de a pie, lo
cual testifica el carácter ilegal, cínico y criminal de esa política anticuada,
hipócrita y contraproducente.
Hace unos años,
el entonces presidente Barack Obama reconoció el fracaso de tal política. En
algunos aspectos, esa política, junto a las agresiones de todo tipo por parte
de la mayor potencia de todos los tiempos, les ha resultado contraproducente
pues ha catalizado la capacidad de resistencia de los cubanos, en una mayoría
de ellos ha afianzado las posiciones antiimperialistas, y ha concitado una
mayor simpatía y la solidaridad para con Cuba en el resto del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario