A pesar de las medidas adoptadas y un ligero crecimiento, aún no se satisfacen las necesidades diarias de tan vital alimento.
Narciso Fernández Ramírez29 Mayo 2022
narciso@vanguardia.cu
La llegada de la leche fluida a las bodegas produce tanto estrés y desasosiego en las familias villaclareñas como un apagón de los que ahora abundan, pues de este producto depende, en buena medida, la alimentación de niños menores de siete años, embarazadas y personas que reciben dietas médicas por las enfermedades que padecen.
Son tantas las causas y los azares que inciden —«cotidianas, invisibles», tomando la canción de Silvio como pretexto—, que intentar tratarlos todos constituye un asunto peliagudo, aunque de primer orden. A un año de implementadas las 63 medidas para dinamizar la agricultura, los resultados se quedan por debajo de lo esperado. De los 85 000 litros diarios de leche que se necesitan en Villa Clara para cumplir la demanda, solo llegan a la industria, como promedio, unos 68 000, y eso, tomando la cifra más alta, registrada en el mes de abril. En marzo apenas se alcanzó un volumen de 51 000 litros, según datos ofrecidos por Roberto López Hernández, director general de la Empresa Láctea Villa Clara.
(Ilustración: Alfredo Martirena)
No obstante, manifiesta el funcionario, la diferencia entre lo acopiado en enero del 2021 respecto al primer mes del año del 2022 asciende a casi 3 millones de litros de leche más; de 5 912 500 se pasó a 8 504 800, sin que, por supuesto, se lograra satisfacer la demanda mínima real. Como sabemos, la inmensa mayoría de la población no tiene acceso a tan necesario producto.
Este incremento cuantitativo podría parecernos contradictorio, pues tampoco se había estabilizado, durante los primeros cinco meses de 2022, la distribución del yogur de soya para niños mayores de siete años, por lo que no pocas han sido las ocasiones en que dicho alimento ha debido sustituirse por otro menos nutritivo y aceptado, como la mezcla para batido. En ello no solo han incidido las fluctuaciones en los volúmenes de la leche, sino también la carencia del frijol de soya, un componente importado, que está en déficit.
A esta situación se añade el no contar con una reserva del producto en polvo que posibilite cubrir la demanda. En años anteriores se disponía de dos toneladas diarias, que aseguraban 20 000 litros más, algo bien alejado de nuestra cotidianidad, afectadísima por las limitaciones financieras del país y un bloqueo recrudecido. En la actualidad, la tonelada en el mercado internacional se cotiza a 4013 dólares, el mayor valor después de 2013, cuando alcanzó los 4677.
¿Y las causas internas, las nuestras?, se pregunta el pueblo, ya que desde mayo de 2021 al productor se le paga el litro de leche al doble del precio anterior, que pasó de $10.00 a $20.00.
En este punto volvemos a caer en el viejo problema no resuelto del contrato, dado que en Villa Clara lo incumplen 1600 productores —un número nada despreciable—, en su mayoría, dueños de menos de diez vacas.
Aunque, siendo justos en el análisis periodístico y poniéndonos bajo la piel de los que madrugan cada día para ordeñar su ganado, tampoco la Empresa Láctea ha cumplido cabalmente la parte que le corresponde: el adeudo por pagos atrasados afecta a 6700 campesinos, a pesar de que en abril se disminuyó el tiempo de liquidación al ajustarse a los primeros diez días del mes.
Tampoco la Agricultura ha logrado establecer contratos con los 8141 productores de la provincia. En el momento en que se entrevistó a Raiza Espinosa Broche, jefa del Departamento de Ganadería de la Delegación Provincial, restaba por contratar la producción de 783 ganaderos. Estas razones, entre otras, provocan que, de un potencial de 49 millones de litros, solo se han podido convenir hasta la fecha 42 046 000, con un déficit de 7 millones, que escapan del control estatal.
Súmele a tantas adversidades, la morosidad que ha caracterizado el proceso de entrega de tierras a los propietarios de reses, el funcionamiento inadecuado de las comisiones agrarias en los municipios, los problemas con la genética —depauperada en los últimos años, con un abandono casi total de la inseminación artificial—, los altos precios de los insumos, el pésimo estado de caminos y carreteras, la deficiente alimentación del ganado, el bajísimo porcentaje de vacas paridas, que no supera el 47 %, cuando el indicador promedio de natalidad debe ser de un 60 %, así como el incremento del hurto y sacrificio ilegal… En fin, no pocas calamidades que gravitan de manera negativa sobre este asunto vital.
Otros factores también inciden y, por su impacto, no pueden ser obviados, como los relacionados con la subida descomunal y abusiva de los precios en el mercado informal. Los intermediarios pagan el litro por encima de los $20.00 y luego lo revenden a $30.00 o más; ya convertida en queso, la libra ronda los $200.00, y en yogur, los $120 el pomo de litro y medio.
De igual manera, la inexistencia de bolsas de nailon en la fábrica propicia que la leche llegue no solo a deshora, sino a granel, lo cual también repercute nocivamente en la inocuidad del alimento y en la cuantía que se le despacha al consumidor; solo en excepcionales bodegas se utiliza el litro como unidad de medida.
Ahora, con la etapa de primavera, sobreviene cierta bonanza, pues los volúmenes obtenidos aumentan, como ocurrió el pasado 16 de mayo, cuando fueron acopiados 88 300 litros. La capacidad de procesamiento de la Empresa Láctea de Santa Clara es de 150 000 litros diarios, aun a pesar de su obsolescencia tecnológica y de las restricciones financieras, que atrasan la modernización fabril. Los avances en ese sentido transitan con lentitud; la fase constructiva marcha al 76 % de su ejecución, pero lo concretado en la renovación del equipamiento resulta insignificante.
Según el director general de esa entidad, en el mes de mayo se deben entregar seis vueltas de leche fluida para las dietas médicas y, de continuar aumentando las cifras de recolección, podrían completar en junio las diez planificadas.
Las causas y los azares de los problemas con la leche se manifiestan no solo en Villa Clara, sino en el resto del país. No obstante, y a pesar de los pesares, nuestros niños, embarazadas y personas necesitadas reciben su leche a precios subsidiados, casi simbólicos, lo que dice mucho de la voluntad del Estado cubano para proteger a segmentos muy sensibles de la población; aunque queden tantos demonios que enfrentar y retos por vencer.
La solución podría ser. Que le vendan una vaca al cubano que la quiera tener.
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