Por Lubia Ulloa Trujillo (ACN)
06 Julio 2023
Enrique Monte Conte pone a “parir” la tierra con el sudor de su frente, ese es el mejor abono que encuentra en tiempo de escasez para los 10 cordeles que desde hace unos cuatro años explota, con el objetivo de garantizar alimentos para su familia y también comercializar el excedente.
Ese terreno colinda con mi casa y es de un cuñado que lo adquirió en usufructo, pero al enfermar mi mamá de cáncer tuve que dejar el centro de trabajo para cuidarla y la opción de sustento en el hogar fue ponerle el alma a la labranza, a la cual no le tengo miedo porque nací en el campo y ayudé a mi padre, dice este hombre vecino de la zona rural La Poyera, del municipio de Majagua, en Ciego de Ávila.
Soy guajiro, natural de Vicente, comunidad de la ciudad capital avileña. Allí aprendí las labores del campo, entre ellas arar la tierra con tractor y también con yunta de bueyes y a cuidar a los animales, por eso estudié Técnico Medio en Avicultura, comenta Enrique al tiempo que limpia una mata de plátano en la parcela.
Mamá murió, pero pudo probar lo que planté, esa es la satisfacción que me queda, refiere y sus ojos se humedecen.
Aquí tengo plátano, maíz, calabaza, habichuela, yuca, mango, cereza, lima, limón, ciruela de dos variedades, aguacate, coco, guanábana y chirimoya, y el orgullo es visible en su rostro, mientras con sus manos señala la ubicación de cada cultivo en el área.
Tanto la familia como los vecinos han degustado chicharritas de plátano, tamales, ensaladas de habichuelas, yuca con mojo, batidos de mango y varios dulces, confeccionados a partir de mis producciones, afirma con naturalidad.
“Ahora estoy preparando el terreno donde voy a sembrar frijoles, en estos días lo aro con la yunta de bueyes, no hay combustible para usar el tractor, y aunque reconozco que se pasa un poco más de trabajo, es mejor porque las excretas de esos animales sirven de abono al pedazo de tierra”.
Las cosechas también las entrego a las diferentes unidades de la gastronomía de la localidad, satisface saber que gozan de aceptación, no solo porque las vendo a precios más baratos en comparación con otros, sino también por su calidad, asegura Enrique.
En noviembre venidero este avileño cumplirá 65 años, por lo que debe incorporarse muy pronto al sector estatal para luego de doce meses solicitar su jubilación y recibir los beneficios de la seguridad social.
Quizás no sea en la Empresa Avícola de la provincia, donde laboró como coordinador de alimentación por muchos años en la fábrica de pienso de Cienfuegos, pero en el lugar que se ubique lo hará con responsabilidad.
“En mis planes está seguir labrando la tierra, en ella estaré hasta que las fuerzas físicas y mentales me lo permitan, vale la pena dedicarle tiempo, porque sabe “parir” si quien la trabaja le pone empeño y voluntad”.
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