En 2014 la agricultura aportó al PIB el 3,8 %, cifra insuficiente según las necesidades actuales. En el 2007 la contribución agraria a la nueva riqueza creada fue del 5,2 %
Por Roberto Salomón 19 de junio de 2015
El despegue del sector agropecuario mediante un mayor uso de las tierras existentes y el incremento de los diversos tipos de masa ganadera, constituye un factor decisivo para el crecimiento económico del país y su ulterior desarrollo.
En más de una ocasión la dirección de la nación ha enfatizado en la importancia de la producción agrícola y llamado a desatar los nudos que atan las fuerzas productivas, particularmente en esta rama.
El vicepresidente del Consejo de Ministros y titular de Economía y Planificación, Marino Murillo, recién afirmó que macroeconómicamente la agricultura debe aportar más al país para el cambio estructural que se espera y poder alcanzar el crecimiento previsto del 4 % en el Producto Interno Bruto (PIB) este año.
En una intervención realizada en el XI Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), también señaló que se entregaron hasta la fecha, para ser explotadas, más de 1 700 000 hectáreas, a más de 200 000 personas.
Aclaró que la estructura de la propiedad de la tierra sigue en poder del Estado, en manos del cual está más del 80 % del fondo de la superficie agrícola. Según Murillo, en realidad lo que ha cambiado es la forma de gestión en las áreas productivas.
Expertos coinciden en que el uso adecuado de las tierras es fundamental en el progreso de cualquier país.
Actualmente, los campesinos individuales, las cooperativas de créditos y servicios, las de producción agropecuaria y los usufructuarios de tierras son los más productivos en la rama.
Duplican en este sentido los resultados de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, que son estatales y disponen del área mayor.
En los últimos años se trabaja en perfeccionar la actividad de esta forma productiva, afectada desde su surgimiento por insuficiente autonomía, entre las principales causas que entorpecieron su gestión.
En 2014 la agricultura aportó al PIB el 3,8 %, cifra insuficiente según las necesidades actuales. En el 2007 la contribución agraria a la nueva riqueza creada fue del 5,2 %.
El PIB se entiende como la nueva riqueza que un país es capaz de crear una vez descontado el gasto material.
Para recuperar espacio, la agricultura deberá crecer más rápido que el ritmo global de la economía, pero como no produce todo el alimento que demanda la nación, esta se ve en la necesidad de erogar 2 000 millones de dólares en importación de estos artículos todos los años.
Por muchos ingresos económicos que aporte la industria turística -uno de los sectores más dinámicos-, buena parte pierde su brillo si luego la Isla requiere realizar grandes adquisiciones de alimentos, los cuales puede producir aquí, para la estancia de viajeros en Cuba.
Esta realidad es otro elemento ilustrativo de la importancia económica de desarrollar el sector agropecuario, el cual, de explotarse bien todas sus potencialidades, podría reducir en no menos de 1 000 millones de dólares las importaciones de leche y otros alimentos, incluida gran parte de los destinados al desarrollo de la ganadería.
Según expertos del Centro de Estudio de la Economía Cubana no se trata de que el turismo o la exportación de servicios médicos puedan ocupar el lugar que otrora tuvo el azúcar, sino de desarrollar la diversificación de las ventas al exterior, a la que todas las empresas de producción o de servicios deben tratar de contribuir.
Por una eficiente ganadería
Como era de esperar, la ganadería centró gran parte de los debates de los más de 700 delegados del país participantes en el Congreso, al tratarse de una esfera alimentaria vital.
De acuerdo con especialistas del sector, al triunfar la Revolución en 1959 un objetivo importante era lograr una ganadería vacuna moderna, eficiente y adaptar nuevas razas a un clima tropical.
Durante el período 1965-85 se resolvieron innumerables problemas, excepto el principal: la alimentación con recursos propios.
En 1967 se acordó convertir en áreas de caña cientos de miles de hectáreas de pastos naturales. Se había decidido elevar la producción de azúcar y con ello la de derivados para la ganadería, cuyas necesidades actuales de alimentos están insatisfechas.
Se sabe que con el advenimiento de las difíciles condiciones que dieron lugar en la década de los 90 al llamado período especial, desapareció el soporte productivo con que contó la ganadería en los años 80.
Por entonces era normal la realización de zafras de ocho millones de toneladas de azúcar, lo cual posibilitaba además la disponibilidad en el período de seca de unos cuatro millones de toneladas de alimento animal a partir de los derivados de esa agroindustria, aunque el pienso fundamental se importaba de las naciones socialistas.
Afortunadamente esas potencialidades se recuperan hoy al calor de la reanimación de las zafras, en las que crecen las producciones de bagacillo digerido, bagazo hidrolizado, miel B y otros nutrientes aportados por el Grupo Azucarero Azcuba.
El país necesita el diseño de un programa de desarrollo ganadero a largo plazo y el financiamiento necesario para desplegar esa actividad, pero también requiere dejar atrás malas prácticas en el manejo de la masa animal, indisciplinas tecnológicas y otras dificultades.
Según remarcó Murillo, se adquiere en el exterior 40 000 toneladas de leche en polvo todos los años, casi el mismo volumen que alcanza la Isla en leche fresca, por lo cual se necesita producir el doble de los registros actuales para sustituir las importaciones.
Entretanto, en la rama se han instalado cerca de 1 000 termos refrigerantes en puntos de distribución, lo cual debe coadyuvar, además de a la mayor calidad del producto, a la comunicación entre todos los tenedores de ganado y los campesinos, la labor veterinaria y el control pecuario, y otros objetivos.
La ANAP, cuyos asociados son los mayores productores de carne de cerdo, viandas, tabaco, café, cacao, miel de abejas y otros renglones, deberá en lo adelante estar cada día más unida al campesino, alertarlo sobre cualquier tipo de fenómeno que pueda llegar a afectarlo y trasladarle acuerdos de la dirección del país y del Gobierno.
De los 313 lineamientos de la política económica y social del proceso de actualización, 38 están relacionados con la esfera agroindustrial y otros 138, de diferentes capítulos, se relacionan con el sector agrícola, otro elemento que dice mucho de la importancia de este, que está abierto a la inversión extranjera.
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