Brindamos la visión de los reconocidos especialistas y miembros de Brookings Institution Richard Feinberg y Harold Trinkunas. Para estos investigadores, la política exterior de la actual Administración norteamericana ha tomado como excusa los ataques sufridos por el personal diplomático norteamericano para paralizar la agenda de acercamiento y diálogo alcanzada durante la Administración Obama. Además, para ellos estas “malas acciones de la Administración Trump hacia Cuba forman parte de un patrón más amplio de falta de respeto de esta Casa Blanca a la diplomacia estadounidense”. Richard Feinberg sirvió como Asistente Especial del presidente Clinton en Asuntos de Seguridad Nacional y fue Director Senior de la Oficina de Asuntos Interamericanos del Consejo de Seguridad Nacional. Harold Trinkunas, por su parte, sirvió como Profesor Asociado y jefe del Departamento de Asuntos de Seguridad Nacional en la Escuela Naval de Posgrados en Monterey, California.
¿Cuál es su análisis sobre las condiciones en las que el gobierno de Estados Unidos ha tomado estas medidas? ¿Está Ud. de acuerdo con ellas?
En una escalada de hostilidades hacia Cuba que está desmantelando rápidamente la distensión de la era de Obama, el gobierno de Trump el martes 2 de octubre ha expulsado 15 diplomáticos cubanos. La Administración también ha retirado bruscamente al personal de la Embajada de Estados Unidos en La Habana. La Administración argumenta que el gobierno cubano no ha brindado seguridad a los diplomáticos estadounidenses, 22 de los cuales fueron víctimas de una misteriosa erupción de enfermedades, aun cuando las causas precisas y los perpetradores aún no se han identificado. El gobierno de Estados Unidos no acusa al gobierno cubano de las enfermedades inexplicadas.
Una advertencia de viajes del Departamento de Estado precedió a las expulsiones diplomáticas, advirtiendo a los estadounidenses de no ir a Cuba, aunque ningún visitante ha sido afectado por estas enfermedades. Esta medida extraordinaria socavará la fuente de ganancias en divisas más rápida de la Isla. Muchos de nuestros diplomáticos profesionales, tanto los estacionados en La Habana como en el Departamento de Estado, se oponen a la dramática reducción de las misiones de Estados Unidos y Cuba. Si bien todos están preocupados por la seguridad del personal estadounidense, los incidentes de salud parecen estar en fuerte declive. Los diplomáticos estadounidenses en La Habana están orgullosos de los avances de los intereses estadounidenses en Cuba y desean seguir protegiéndolos y promoviéndolos.
Estas medidas punitivas son mucho más que proteger a los ciudadanos estadounidenses. Por el contrario, esta Casa Blanca y sus aliados pro-embargo en el Congreso han aprovechado oportunistamente estas misteriosas enfermedades que afectan a los diplomáticos estadounidenses para revocar las políticas pro-normalización de una Administración anterior, usando obstrucción burocrática y lenguaje imprudente cuando no pueden defender el cambio de política sólo por el mérito.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias de estos hechos para el estado actual de las relaciones entre los distintos actores no estatales de ambos países?
Estas medidas dañan a los cubanoamericanos y a sus familias al impedir los viajes y el flujo de fondos asociados a sus visitas, así como a los de otros visitantes estadounidenses, que han permitido que el sector privado cubano se fortalezca. También daña las relaciones de Estados Unidos con nuestros socios de la región, quienes han criticado durante mucho tiempo lo que consideran una hostilidad sin sentido entre Estados Unidos y Cuba. Y finalmente, el enfoque de la Administración Trump sirve para ampliar la puerta a los adversarios geopolíticos estadounidenses, como Rusia y Venezuela, para promover sus intereses en Cuba y en la región.
Al tomar estas precipitadas acciones, esta Casa Blanca está haciendo exactamente lo que nuestros adversarios en la región tratan de provocar. La franca hostilidad de Estados Unidos fortalece a los radicales anti-americanos en el régimen cubano, opuestos a las relaciones bilaterales más fuertes entre los dos países. Además, los viajes estadounidenses a Cuba benefician a los sectores privados del sector turístico cubano y fortalecen a la clase media cubana emergente. La reducción de los viajes perjudicará a estos segmentos progresistas de la sociedad cubana.
¿Cree usted que existe la voluntad política de ambos gobiernos para superar este obstáculo, o es el comienzo del deterioro (de nuevo) de la relación bilateral?
Podría haber habido una oportunidad para la diplomacia creativa en esta última crisis. El gobierno cubano ha colaborado excepcionalmente con Estados Unidos en la investigación de estos incidentes con diplomáticos estadounidenses. Cuba ha permitido al FBI operar de manera independiente en Cuba por primera vez en más de 50 años, una señal de la importancia que el presidente Raúl Castro asigna a mejorar las relaciones con Estados Unidos. Pero esta Casa Blanca parece obligada y decidida a continuar por el camino de obstrucción, a pesar de los costos. La hostilidad estadounidense corre el riesgo de dañar la próxima transición hacia un nuevo gobierno cubano después de que el presidente Raúl Castro dejase el poder a principios de 2018, al fortalecer la mano de los radicales anti-americanos que se oponen a la apertura económica en la Isla.
¿Cómo influiría este conflicto en el nuevo gobierno cubano que asumirá en 2018?
Además, una ruptura de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba permite a Rusia, China, Irán y Venezuela profundizar su influencia en Cuba y en la Cuenca del Caribe. Distanciando a Cuba, Estados Unidos está empujando hacia otros actores cuyos intereses no están alineados con los nuestros. Las malas acciones de la Administración Trump hacia Cuba forman parte de un patrón más amplio de falta de respeto de esta Casa Blanca a la diplomacia estadounidense, aparentemente sin una cuidadosa consideración de las consecuencias geopolíticas. Desde atacar el acuerdo para restringir las ambiciones nucleares de Irán, pasando por provocar una Corea del Norte nuclear, hasta atacar el acuerdo comercial del TLCAN con los dos mayores socios comerciales de Estados Unidos: México y Canadá. La Casa Blanca de Trump ha disminuido la influencia estadounidense y la credibilidad en el exterior.
Nuestros socios latinoamericanos dieron la bienvenida al cambio en la política de Estados Unidos hacia Cuba en 2014, como una señal de que la Guerra Fría había terminado finalmente en el Hemisferio Occidental. El retiro de la Administración de su apoyo a la normalización con Cuba alarma a nuestros amigos en las Américas y cuestiona el valor perdurable de los compromisos de Estados Unidos; así como las declaraciones beligerantes contra Irán y Corea del Norte perjudican nuestra credibilidad con nuestros aliados en Europa y Asia. Este patrón de animosidad imprudente hacia la diplomacia tiene un costo para la reputación internacional de Estados Unidos sin ningún beneficio aparente para nuestros intereses en el extranjero.
Nota: Entrevista realizada con permiso de Richard Feinberg a partir de un artículo original publicado en The Hill.
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