NUEVA YORK – Después de múltiples intentos fallidos por "rechazar y reemplazar" la Ley de Atención Asequible de 2010 (Obamacare), la administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ahora espera obtener su primera victoria legislativa con un gigantesco regalo impositivo que ha formulado con el término de "reforma impositiva". Con ese fin, los republicanos en el Congreso norteamericano acaban de dar a conocer un proyecto de ley que, si se lo sanciona, podría ampliar drásticamente el déficit y aumentar la deuda pública en unos 4 billones de dólares en la próxima década.
Peor aún, el plan republicano está diseñado de manera tal que la mayoría de los beneficios iría a parar a manos de los ricos. Reduciría la tasa del impuesto corporativo del 35% al 20%, bajaría el impuesto sobre las ganancias de capital (beneficios por inversiones), eliminaría el impuesto de sucesiones e introduciría otros cambios que beneficiarán a los acaudalados.
Al igual que las propuestas de atención médica de los republicanos, es poco lo que su plan impositivo les ofrece a los hogares de clase media y clase trabajadora en dificultades. Trump sigue gobernando como un pluto-populista -un plutócrata que pretende ser populista- que no ha dudado en traicionar a la gente a la que engañó para que lo votara.
Antes de dar a conocer el plan actual, los republicanos del Congreso sancionaron resoluciones para reducir los impuestos en 1,5 billón de dólares en la próxima década. Pero el recorte impositivo real probablemente sea mucho mayor. La propuesta de reducir la tasa del impuesto corporativo al 20%, por ejemplo, implica un recorte impositivo de 2,5 billones de dólares, si se consideran otros recortes impositivos presentes en el plan. Para mantener los recortes impositivos por debajo del 1,5 billón de dólares, habría que mantener la tasa corporativa en un 28% o más y ampliar la base imponible.
Para compensar esta diferencia, el proyecto de ley propone un tope para la deducción de intereses hipotecarios para los propietarios de hogares, y para el monto deducible del impuesto sobre el patrimonio, así como la eliminación de otros beneficios impositivos para la clase media. Eliminaría o limitaría la deducción del impuesto a las ganancias para impuestos estatales y locales -nuevamente, estrujar a la clase media para cubrir los recortes impositivos para los ricos.
El problema es que eliminar la deducción de impuestos estatales y locales ofrecería apenas 1,3 billón de dólares en ingresos en los próximos diez años. Y como este cambio afectaría a las familias de ingresos medios, muchos republicanos en estados de alta carga tributaria como Nueva York, Nueva Jersey y California lo rechazarán. Si los republicanos en el Congreso y la administración Trump terminan manteniendo la deducción impositiva estatal y local, sus recortes impositivos sumarán 3, 8 billones de dólares a la deuda pública en la próxima década.
Es más, los republicanos quieren que sus recortes impositivos sean permanentes. Sin embargo, están intentando sancionar su proyecto de ley a través del proceso de reconciliación presupuestaria del Congreso, que exige que cualquier recorte impositivo que incremente el déficit después de 10 años sea temporario. Aún si el plan republicano realmente mantuviera los recortes en 1,5 billón de dólares, seguiría sin cumplir con esta regla.
Trump y los republicanos en el Congreso sostienen que los recortes impositivos impulsarán el crecimiento económico y, en consecuencia, los ingresos. Pero los modelos de scoring dinámicos estándar demuestran que un mayor crecimiento compensaría el costo sólo en una tercera parte, como mucho: Estados Unidos enfrentaría un billón de dólares, y no 1,5 billón de dólares, en ingresos perdidos.
Ahora bien, ¿cómo harán los republicanos para amañar estas reglas fiscales? Por empezar, al igual que la administración del presidente George W. Bush, estipularán que los recortes al impuesto a las ganancias personales expiren después de diez años. Esto les dará mucho tiempo para disfrutar de los réditos políticos de los recortes tributarios -empezando por las elecciones de mitad de período de 2018- mucho antes de que el proyecto de ley expire.
Sin embargo, los recortes del impuesto corporativo son otra cuestión, porque hacerlos temporarios anularía la intención. Las empresas operan con un horizonte de tiempo mucho más prolongado que los hogares, y es poco probable que fomenten la inversión en respuesta a recortes que sólo duran diez años.
Para sortear este problema, Trump y los republicanos podrían decidir doblegar o manipular las reglas parlamentarias. O podrían basarse en modelos económicos poco ortodoxos y aún no comprobados para decir que sus recortes, en verdad, no tienen incidencia en los ingresos y que tendrán un impacto mucho mayor en el crecimiento de lo que proyectan los modelos estándar.
La mayoría de los economistas de la tendencia dominante estimarían que un recorte impositivo del tamaño que se está proponiendo aumentaría el crecimiento potencial de Estados Unidos en 20 puntos básicos, como mucho, llevando la tasa de crecimiento de alrededor del 2% al 2,2% con el tiempo. Sin embargo, Trump y sus asesores se han aferrado al falso argumento de que el crecimiento aumentará al 3% o incluso al 4%.
Si esta proyección descabellada suena a solución mágica una vez más es porque lo es. Las soluciones mágicas entraron en el vocabulario durante la elección presidencial de 1980, cuando George H. W. Bush criticó a Ronald Reagan por decir que sus planes de recortes impositivos se pagarían solos. Bush resultó reivindicado pocos años después, cuando los recortes impositivos de la administración Reagan asestaron un inmenso agujero en las finanzas públicas de Estados Unidos.
Y aun así las administraciones republicanas han insistido en implementar recortes impositivos insostenibles e indeseables que benefician principalmente a los ricos, y derivan en déficits aún mayores y en billones de dólares de deuda pública adicional. La ansiedad de los republicanos por sancionar recortes impositivos imprudentes una vez en el poder desmiente sus argumentos de rectitud fiscal.
Para colmo de males, el presidente pluto-populista de Estados Unidos está promoviendo un plan impositivo que aumentará aún más la inequidad económica en un momento en el que las brechas de ingresos y riqueza ya se están ampliando, debido a los efectos de la globalización, el comercio, la migración, las nuevas tecnologías que ahorran mano de obra y la consolidación de mercado en muchos sectores.
Considerando que los ricos tienden a ahorrar más que la gente de clase media y de clase trabajadora, que deben gastar una proporción mayor de sus ingresos en necesidades básicas, el plan impositivo de Trump hará poco para favorecer el crecimiento económico; hasta puede disminuirlo. Y sumará mucho más a la carga de deuda pública excesivamente alta de Estados Unidos. Es una reforma ficticia, presentada por una administración de hechos alternativos y un partido que ha perdido su rumbo económico.
Nouriel Roubini, a professor at NYU’s Stern School of Business and CEO of Roubini Macro Associates, was Senior Economist for International Affairs in the White House's Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund, the US Federal Reserve, and the World Bank.
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