Es cierto que en economía hay mucho que aprender, no solo de China, también de Vietnam y de otros muchos países, incluyendo algunos de nuestra región. Pero también es cierto que aún tenemos mucho que aprender de nuestra propia experiencia. El turismo es quizás de esos sectores de la economía nacional de donde más lecciones podemos obtener.
Rescatado prácticamente de la nada desde mediados de los 80, sin condiciones para competir con los grandes destinos de la región, habiendo perdido la “cultura turística”, lejos de los estándares de calidad de la región y el mundo, bloqueado por los gobiernos estadounidense, sin infraestructura para el sector, sin aeropuertos adecuados (aún sin ellos), enfrentando grandes prejuicios ideo-políticos y con reglamentos migratorios poco amigables, el turismo “nació con fórceps” y creció en un ambiente no poco hostil. Pero hoy nos permite sacar algunas conclusiones válidas para otros sectores.
1- Los recursos naturales no son una maldición, son una gran fortaleza
Clima, sol y buenas playas, más cierta diversidad territorial, son atributos regalados por la naturaleza. Bien aprovechados, pueden ser una gran fortaleza para el presente y para el futuro. Nuestro país, ya desde mediados de los años 40 se había convertido en un destino turístico importante; además de los atributos anteriores, por su especial posición geográfica y cercanía a Estados Unidos, junto a conexiones de transporte fáciles por mar y aire, y la relativa modernidad de La Habana.
Esas ventajas, casi todas asociadas a bondades naturales, junto a la ambición y corrupción de los gobiernos de turno, fue lo que despertó el gran interés de la mafia estadounidense para “invertir” en el país.
Esas mismas condiciones naturales son la que nos permitieron iniciar el despegue turístico cubano. Son ventajas comparativas, es cierto, pero son ventajas que hay que aprovechar con sabiduría y moderación. Y se hizo. No por casualidad el despegue turístico comenzó en Varadero y después se fue extendiendo hacia otros territorios.
2- Respaldo explícito del liderazgo nacional es indispensable para el desarrollo de un sector
El rápido despegue del turismo en los años finales de los 80 y los 90, fue también resultado del interés de la alta dirección de Cuba, en especial de Fidel Castro, quien personalmente atendió este sector y su relanzamiento.
3- Tener una estrategia (visión global) del papel del sector en la economía nacional es decisivo
Hoy se podrá discutir mucho sobre los aciertos y desaciertos en el sector, pero lo que no es posible discutir es que ya en los 80 existiera una visión estratégica de este y de su rol en la economía del país, ante la desaparición de la URSS.
El turismo sustituiría o complementaría al sector azucarero como “motor” de la economía nacional. En mi opinión, ese propósito se cumplió, en especial en los años 90 y nuevamente ahora desde hace unos cuatro o cinco años hasta la fecha.
4- La coordinación de políticas (con los outsiders) es esencial
Hay dos posiciones extremas en cuanto a las políticas de desarrollo productivo: aquellas que defienden que nada hay que hacer excepto dejar que el mercado decida cuál es el sector ganador, y aquellas que asignan al Estado ese rol.
Entre ambos extremos se sitúan todas aquellas que defienden algún tipo de combinación. Las políticas de desarrollo sectorial (productivo, industrial etcétera) requieren de un efectivo sistema de coordinación de políticas debido a la multiplicidad de actores que participan en ese esfuerzo. Coordinar políticas es ante todo alinear regulaciones e incentivos, es potenciar la capacidad de arrastre del sector y favorecer a través de esas políticas esa capacidad. Regular no es controlar, es abrir espacio y crear un ambiente de transparencia que disminuya la incertidumbre y potencie la confianza sobre la base de reglas claras y explícitas.
5- Es posible desarrollar un sector con muy poco personal administrativo
Quizás de los más importantes aprendizajes que debemos hacer de la moderna historia del turismo en Cuba, en sus primeros momentos, fue esa capacidad para recrear un sector, casi de la nada, desde una posición competitiva muy desventajosa, sin acceso previsible a su más cercano e importante mercado.
El sector turístico que tenemos hoy es el resultado de la acción de un puñado de mujeres y hombres, apenas unas decenas. Si lo comparamos con otros sectores donde la abundancia de personal directivo es notable y cuyos resultados siempre han estado lejos de las necesidades del país, entonces pudiéramos, sin ir a China, aprender algunas cosas. Es cierto que hoy todo ha cambiado, que se ha pasado de unas decenas a centenares de directivos; es cierto que quizás haya que volver a aprender del pasado.
6- La disponibilidad de fuerza de trabajo instruida es una fortaleza
Una de las grandes discusiones de aquellos tiempos fue la de la “atracción fatal” que el turismo ejerció sobre el personal de alta calificación de otros sectores y el “drenaje de cerebros” que provocaba. Así fue. Pero a favor del turismo habría que decir que no fue este la causa de la depresión salarial de inicios de los 90, ni fue el factor desencadenante de la crisis.
También habría que decir que la expansión del sector y los incentivos creados en él permitió la relocalización de fuerza de trabajo muchas veces redundante en otros sectores y evitó, durante un tiempo, la emigración de la misma fuera del país. Y esta fuerza de trabajo de alta instrucción fue un elemento decisivo en el éxito del turismo en Cuba.
7- Capacitar la fuerza de trabajo instruida y crear habilidades propias del sector es indispensables
El turismo también nos permitió entender la diferencia entre tener una fuerza de trabajo instruida y tener una fuerza de trabajo calificada. Lograr que la fuerza de trabajo instruida se convirtiera en una fuerza de trabajo calificada, requirió sobre todo capacitación, para crear las habilidades específicas que exigía el sector.
A diferencia de otros sectores donde esos “gastos en capacitación” no han tenido como correlato lógico mejoras en la calidad y en los ingresos, en el turismo, en sus inicios, sí ocurrió ese efecto.
Un parte de esa capacitación vino de la mano de las empresas extranjeras. No obstante, a pesar del éxito relativo, aún estamos lejos de la frontera de rendimiento que se debe lograr, en una buena parte, debido a “factores del entorno”.
8- La competencia tanto a escala nacional como internacional contribuye positivamente a la fuerza del sector
Raro para Cuba, para nuestra cultura y nuestras maneras de hacer economía, el sector nació en un entorno de fuerte competencia y con grandes desventajas en relación a sus competidores en la región (Miami, Cancún, Santo Domingo, Puerto rico, Riviera Maya, Costo Rica). Fuertes barreras creadas por el bloqueo estadounidense parecían obstáculos infranqueables; no obstante el turismo creció.
Pero también hacia dentro la competencia demostró sus virtudes. Cadenas como Gran Caribe, Horizontes, Cubanacán, pujaron entre ellas por el mercado y lograron cierta diferenciación de productos y servicios. Es cierto que Isla Azul fue de alguna manera “reservada” para el llamado turismo nacional, y fue convertida en algo así como la “Cenicienta” del turismo en aquella época en que aún las autoridades del sector no habían descubierto que el turismo nacional también generaba ingresos y que eran muy necesarios. Y esta es otra enseñanza: el mercado nacional es importante y debe ser tratado igual que el mercado internacional, como mínimo.
9- Descentralización, autonomía de las organizaciones empresariales y confianza en los directivos son muy importantes
Quizás se haya estudiado muy poco y probablemente se ha escrito menos sobre el impacto de la concepción de desarrollar un sector sobre la base de la descentralización y la autonomía de las empresas, en aquella época inicial en que los hoteles eran empresas (ahora no sé si son UEBs). Pero el reverdecer del turismo en Cuba estuvo asociado a esa descentralización y a esa autonomía.
En aquellos tiempos los directores de los hoteles podían tomar decisiones que hoy les están prohibidas o están en manos de otros niveles de decisión lejos de la realidad del hotel.
10- El respaldo financiero es una garantía para el crecimiento del sector y para lograr encadenamientos verdaderamente eficientes
Uno de los mejores ejemplos fue Finatur, que promovió los encadenamientos hacia el sector a partir de garantizar financiamientos a las empresas nacionales en condiciones de competencias con suministradores extranjeros.
Hay que incentivar a la empresa nacional, pero hay que hacerlo de forma tal que los incentivos no se conviertan en desincentivos para mejorar la calidad y la eficiencia.
“Consumir productos cubanos es hacer patria” decía aquel eslogan de los años 60, pero obligar a consumir malos productos cubanos no es exactamente la mejor manera de hacer patria. Al final daña la imagen y provoca la pérdida de mercados, además de no promover la mejora en eficiencia, de la productividad y de la calidad de los productos de las empresas nacionales. El apoyo financiero, más necesario hoy, debería rescatar aquella filosofía inicial.
11- La IED en sus diferentes variantes puede ser fundamental, no sólo aportando capital, sino transmitiendo know-how y mercados
Fue parte de la regla de oro de la relación con la IED. El turismo fue pionero. Teníamos los recursos (playas, sol, clima), el capital extranjero aportó know-how, mercados y también capital. Aprovecharlo aún mejor sigue siendo una asignatura pendiente.
Crear mejores condiciones para facilitar los negocios con capital extranjero en la forma de inversión directa o de contratos de administración con aporte financiero es todavía una asignatura pendiente, no solo en el turismo sino en todos los sectores de nuestra economía.
Se pueden hacer otras cosas. Pocos socios extranjeros ponen el dinero de su bolsillo para desarrollar un proyecto en Cuba; casi todos recurren a terceros, a Fondos de Inversión o Bancos, que son los realmente aportan el capital necesario. Para nosotros ese tema aún no está dentro del programa de estudio.
¿Por qué sacrificar la poca liquidez que tenemos hoy en proyectos que demorarán años en recuperarse, cuando puede hacerse a través de un préstamo o haciendo un acuerdo con una institución financiera internacional y honrándolo después a partir de los ingresos percibidos por la explotación de ese proyecto? ¿Es algo tan disparatado?
12- Las alianzas público-privadas pueden ser un complemento importante y contribuyen a hacer más diversa la oferta
En los inicios algo totalmente impensable. Todavía no se van del recuerdo las prohibiciones a que las “guaguas” de turismo parquearan o dejaran turistas en los restaurantes privados, ni qué decir de la presión sobre los arrendadores privados de habitaciones y casas.
Solo a partir de las reformas introducidas por el ex presidente Raúl Castro, casi veinte años después de comenzado el desarrollo del sector, es que se logró “cambiar” aquella manera de pensar.
Hoy casi sorprende cuando escuchamos a las autoridades del turismo afirmar que el sector no estatal constituye un aliado importante en la estrategia de desarrollo del turismo nacional.
No es que todo transcurra hoy sobre un mar de pétalos de rosas, pero sin duda es el sector que mejor ha entendido la idea y que mejor la ha incorporado en su proyección futura.
Aún se puede hacer más, para ello las alianzas público-privada, casi un hecho en el turismo, pueden ser mejor formalizadas con ganancias para ambas partes.
Hay muchas otras lecciones, incluso algunas negativas o muy negativas de las cuales podemos aprender también y mucho, pero preferí enumerar estas, casi todas positivas o con resultados positivos.
Hay aún mucha distancia que recorrer para alcanzar las fronteras de productividad y eficiencia en el sector, pero el turismo pudo, a pesar de aquellas difíciles condiciones iniciales. La pregunta es: ¿Por qué otros no?
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