El empleo se ha recuperado globalmente en la OCDE a niveles anteriores a la crisis económica, pero no los salarios, que sufren un estancamiento sin precedentes que afecta en particular a países como Grecia y España y a los trabajadores precarios y que han pasado por periodos de paro.
El informe anual de perspectivas del empleo publicado hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) advierte además de que los empleos que se están creando no tienen la misma calidad que los destruidos con la recesión de hace un decenio.
El bajo nivel de crecimiento de la productividad (1,2% anual en los cinco últimos ejercicios, frente al 2,3% antes de la crisis) es uno de los factores que explica ese estancamiento salarial.
El ritmo de progresión nominal de los salarios, del 5,8% en el segundo trimestre de 2007, antes de la crisis, pasó al 3,2% en el último trimestre del pasado año.
Ese fenómeno no se ha producido de forma homogénea, ya que las remuneraciones del 1% de los asalariados más favorecidos han crecido a una cadencia mucho más elevada que la media de los trabajadores a tiempo completo, una tendencia de largo plazo que se refuerza.
En el otro extremo de la escala social, el porcentaje de pobres entre la población en edad de trabajar subió al 10,6% en 2015, frente al 9,6% de una década antes, en parte porque quienes perdieron su empleo han tenido una cobertura de paro más deficiente.
Menos de uno de cada tres reciben subsidios y muchos, al quedarse sin esa cobertura, se han visto obligados a aceptar puestos de peor calidad y remuneración.
España es uno de los casos que mejor ilustran el impacto de la inseguridad en el empleo sobre el salario. Si las remuneraciones del conjunto de los trabajadores se hubieran comportado como las de quienes han mantenido su empleo desde 2007, los salarios reales habrían sido un 3,1% superiores en 2014.
Todo eso pese a que la tasa de empleo a finales de 2017 llegó al 61,7% de la población de entre 15 y 74 años, lo que significa que había más gente trabajando que antes de la crisis. Ese porcentaje seguirá subiendo para alcanzar el 62,1% al terminar 2018 y el 62,5% a finales de 2019.
Para la OCDE, esta creciente polarización del mercado laboral necesita una respuesta sobre todo en forma de sistemas de formación de alta calidad dirigidos en particular a personas de baja cualificación.
El informe también analiza la brecha salarial entre hombres y mujeres, que aunque ha disminuido, seguía siendo del 39% de media en 2015 en sus países miembros.
Buena parte de esa brecha se genera en la primera parte de la carrera profesional, cuando muchas mujeres dedican más tiempo al cuidado de los hijos. Para corregirlo, la OCDE aconseja políticas familiares y cambios como facilitar la flexibilidad en el tiempo de trabajo. (El diario)
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