SINE DIE 2021
SEGUNDA
SERIE # 2
Enero
1 de 2021
Juan M Ferran
Oliva
La unificación monetaria si va. De hecho está yendo desde el primero de enero en curso. Su necesidad fue
proclamada en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba celebrado en abril
de 2011. En dicho cónclave se dieron pasos hacia el rescate del campesinado y
el trabajo autónomo, así como a la redención funcional del mercado; algunos lo consideraban un engendro capitalista pero su existencia
data de la comunidad primitiva. Es el obligado mecanismo de intercambio de
actividades. El capitalismo no lo inventó, sencillamente aprovechó el avance
tecnológico para sofisticarlo. No me canso de repetir que el
mercado es un mal amo, pero puede ser un buen empleado.
Han
sido numerosos los estudios, fórmulas y criterios sobre el tema
monetario. Los más se quejaban de la
demora en resolverlo -yo también- y finalmente ha llegado el momento. Las propuestas que conocí concebían la unificación
como un problema bancario: eliminar la dualidad estableciendo tasas de
cambio. La acción del Estado-Gobierno ha ido más allá.
Es integral y abarca los ingresos de la población y precios tendientes a
eliminar los subsidios estatales tomando en cuenta los aspectos sociales y
fiscales. Constituye una visión exhaustiva del problema.
Confieso que hubiera preferido que el delfín
hubiera sido el CUC. Nos acostumbramos a utilizarlo como patrón e incluso se
parece a las monedas duras sin alcanzarlas pues se deterioró. El tradicional
peso requiere engorrosos cálculos de 24x1
y sus volúmenes rebosan las
billeteras. La medida de igualarlo
contablemente con el dólar en los cálculos empresariales data de los últimos 20 años. No entro a
considerar las motivaciones que condujeron a tal esperpento que entraña, sin
dudas, un pésimo efecto para la economía. Simplemente anula los análisis de
gestión y de factibilidad. No sabemos cómo andamos ni qué proyectarnos. En lo
tocante a la población la unificación tuvo lugar factualmente cuando se abrió
la oportunidad de pagar en cup en el comercio mediante la multiplicación de los
precios en CUC por 25. Dicho sea de paso, estos últimos encierran un IVA
invisible pero enorme y tangible en los bolsillos. No queda otro remedio y es
parte de nuestra ineficiencia.
Todo parece indicar que el peso –el cup- no
tendrá convertibilidad por razones de disponibilidad de divisas. Lástima.
Continuará siendo un dinero de andar por casa –un vulgar token. Fuera de fronteras no tendrá valor alguno. No obstante, la
medida abre una perspectiva y en un futuro, aún incierto, será
efectivamente canjeable.
Durante
más de medio siglo vivimos en una campana de cristal aislados del mundo real
donde se produjeron cambios en salarios, precios y toda suerte de procesos
inflacionarios. Nosotros permanecimos estáticos y cuando el periodo especial
nos arrojó al mundo sobrevino el choque de nuestro estatismo con la realidad
foránea. Nuestros salarios se habían movido en un diapasón de unos 60 a 400
pesos mensuales. Los precios permanecieron casi estables. En el amplio e
inexcusable exterior todo era diferente.
El choque fue brutal.
El proceso de unificación iniciado es audaz.
Va más allá de eliminar una dualidad incongruente y aspira a insertarnos en la
dinámica mundial de precios y salarios. Ello equivale a promover una eficiencia
económica aún ausente.
Han transcurrido 9 años desde la
oficialización de la propuesta unificadora y según parece los estudios a tales
efectos son profundos. Como es natural en los próximos meses se producirán los
ajustes que imponga la práctica. Ya se han iniciado y la reducción en la
propuesta de tarifas eléctricas es un ejemplo.
Tengo fe en el equipo estatal que dirige al
país. Constituye una nueva generación calificada y acorde a los tiempos y
circunstancias. No se me ocurre otro
mejor. Incluso me horroriza pensar que nos gobernaran los personajes pretendidos
por Washington. Y este es un criterio absolutamente ajeno a débitos administrativos
o políticos. No los tengo.
Se ha
iniciado un proceso que va más allá de la unificación monetaria. Abarca toda la
economía y debe provocar transformaciones esenciales. Entraña peligros pero
también soluciones. Hay que quemar las naves. ¡Alea jacta es!
Al igual que el intento de producir 10 millones de Tm de azúcar en la zafra 1969-70, la tarea de "reordenar" los precios y los salarios y pensiones de millones de trabajadores, sin un precedente mundial de tal propósito, y el hecho de iniciarlo en medio de una crisis económica agravada por los efectos económicos negativos de una terrible pandemia y un aumento notable de las sanciones del embargo/bloqueo de nuestro más cercano y poderoso vecino, está provocando un malestar muy generalizado en nuestra población, que se ve afectada con la subida de los precios de los productos y servicios de primera necesidad, por encima del aumento de los salarios y de las pensiones. El hecho de haber tenido que disminuir algunos precios, aunque en mínima proporción, indica que los estudios realizados no contaron con la contraparte de los interesados, ni siquiera formalmente en su representación, la CTC, lo que indica el grado de descrédito acumulado por esta organización durante los últimos años.
ResponderEliminarEl problema a resolver está en el modelo económico de Capitalismo Monopolista de Estado que se resisten a modificar, atados a la consigna de "continuidad" cuando el propio Fidel Castro, máximo responsable de todo lo que tenemos y de todo lo que nos falta, había orientado "cambiar todo lo que debe ser cambiado" varios años antes de morir. Ese modelo dio muestras fehacientes de su ineficiencia e incapacidad de desarrollar el Socialismo, tarea que nunca intentaron realmente, cuando fracasó hace 30 años en la inmensa Unión Soviética y en casi todos sus estados satélites. La solución más beneficiosa para el pueblo trabajador está en desarrollar el Socialismo verdadero, que es un modo de producción donde los trabajadores toman la dirección de sus centros laborales para convertirse en "productores libres asociados" como vislumbró Carlos Marx, o como "cooperativistas cultos" como escribió el propio Lenin, precisamente el creador del Capitalismo Monopolista de Estado, en sus meses finales de vida, cuando ya Stalin se había apoderado del control del Partido, del Estado y del Gobierno para construir el "socialismo real", "marxismo-leninismo" o simplemente estalinismo.