Por: Katia Siberia
Si los panes que se venden por la libre en Ciego de Ávila pudieran multiplicarse, como los peces del pasaje bíblico, las colas quedarían sin efecto y la Cadena del Pan no tendría que amasar hasta la última migaja para cocinar una oferta que sigue siendo la comidilla de cada madrugada.
Pero aquí no hay milagros. La operación que aplican los gobiernos locales va en dirección contraria; los dividen y así, paradójicamente, los multiplican. Obtienen más consumidores que lo adquieren controlado por su libreta de abastecimientos, una señal muy clara de lo equitativo de la medida… y de la escasez.
Porque 23 602 panes es una cifra ínfima, por más que Javier Fernández Sorí, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de la Cadena Cubana del Pan, aclare que ese es el número del municipio cabecera.
Javier sabe que esa oferta es “pan caliente” en un mercado que antes las expendía en cuatro de las cinco panaderías del municipio avileño y ahora diseminó por nueve unidades de Comercio.
Por eso también se reprodujeron las colas. “Evitamos que solo compraran los vecinos de esos cuatro lugares y abrimos las posibilidades, pero no es que estemos haciendo más pan”, afirma. De hecho, ni siquiera todos lo que producen se vende a la población de manera directa, pues “13 490 van a las bodegas, 6 912 se entregan a vendedores que las llevan a consejos populares determinados y a zonas en cuarentena, y 3 200 a las cafeterías”, dice con precisión de relojero, sin redondear los números.
Hace casi dos meses, cuando se anunció que la cadena cambiaría su esquema de comercialización, se dijo que, como promedio, expenderían 27 490 panes diarios, un dato que pudo haber variado (en unos 4 000 panes menos) en función de la cantidad que responda a un gramaje o a otro. Hoy venden el de 50 gramos, el de 100 y el de 200.
Lo que sí no ha variado es el volumen de la materia prima. Aunque el pasado jueves Sorí aseguraba que disponen de cobertura para 14 días, los niveles no experimentan un incremento. Es consciente de que el plan se cumple porque se diseñó a partir de los recursos existentes, de la capacidad de las panaderías y no de la demanda.
Como dato “curioso” dice que, incluso este año, el promedio ha sido mayor. Mientras en 2020 las cuotas oscilaban entre seis y siete toneladas cada día, este año no se han bajado de las ocho. “Y aún así se ve menos, porque la demanda es mayor”, sostiene el directivo.
En los otros municipios de la provincia la realidad es más crítica, pues excepto Baraguá, que tiene tres panaderías; y Chambas y Morón, dos cada uno; el resto solo dispone de una para moldear el pan liberado. Ese contexto ha obligado a que justamente un día después, los directivos de la Cadena del Pan realizaran un recorrido para definir con las autoridades locales, una venta más justa y equitativa. A semejanza, quizás, de la que hoy realiza la ciudad cabecera, por más que se siga vendiendo como “pan caliente”.
(Tomado de Invasor)
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