♦ Este artículo está incluido en el No. 47 (julio-diciembre 2017) de la Revista Bimestre Cubana disponible en el Sitio Web www.seapcuba.cult.cu
El Che era un revolucionario muy honesto y
consecuente en la teoría y la práctica. Lo que pensaba, lo decía; y lo que
decía, lo hacía.
Una de sus enseñanzas,
especialmente para la Cuba de hoy, es su concepción y ejercicio de la cultura
del debate. Como era un intelectual muy creador, sus ideas generaban polémicas
con otros pensadores. Defendía sus ideas con firmeza y argumentos
fundamentados; pero respetaba las consideraciones de los demás aunque
discreparan de las suyas. Donde quiera que asumió altos cargos públicos,
enseguida creaba una publicación especializada. Fue fundador de Verde Olivo,
la revista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, donde, por cierto,
se recogen muchos artículos escritos por él pero publicados con pseudónimos. En
el Ministerio de Industrias editó Nuestra Industria, donde dejó sus
principales artículos de temas económicos. En esta revista se demuestra su
condición de polemista. Allí expuso sus concepciones sobre el sistema presupuestario
de financiamiento para la dirección de las empresas en el socialismo y también
se publicaban artículos de los defensores de otro método de administración
empresarial: el cálculo económico. Resulta enriquecedor releer las páginas
donde el Che publicaba sus ideas y, en la misma edición, los conceptos
discrepantes del francés Charles Bettelheim o del comandante Alberto Mora,
entonces ministro de Comercio Exterior de Cuba.
Ese ejemplo que el Che nos dejó de polemizar en
las ideas, fundamentándolas con argumentos, sin ataques personales contra quien
discrepaba y sin convertir la polémica en un torneo literario, tiene gran
importancia para la Cuba de hoy. La transición socialista en la que nos
encontramos y la complejidad del mundo contemporáneo requieren del concurso de
diferentes ideas para encontrar el camino más adecuado para el desarrollo
económico y social del país. El debate de ideas está a la orden del día en
nuestro proceso revolucionario y el tratamiento respetuoso en la polémica es
una de las enseñanzas que en este campo debemos asumir del Che.
Un tema que desarrolló ampliamente el Che es el
de la dirección de la economía. Al estudiar su pensamiento en esta materia hay
que tener muy en cuenta que en los más de 55 años transcurridos desde entonces,
el mundo y Cuba han cambiado radicalmente. Una de las características más
significativas que muestra la economía cubana de hoy es la diversidad de formas
de propiedad sobre los medios de producción. Ello se refleja en que más del 30
por ciento de la población económicamente activa labora en el sector no estatal
y la tendencia es a su incremento.
La etapa en la cual el Che
subrayó que la tendencia debería ser: “[...] a liquidar lo más
vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el
mercado, el dinero y, por tanto la palanca del interés material [...]”,[1]
ha dado paso a una época en la cual se utilizan
ampliamente dichas categorías. La red de relaciones monetario-mercantiles entre
las unidades productivas del país y su vinculación con el comercio exterior se
ha incrementado y complejizado muy por encima de cuando existían en la época
del Che.
El pensamiento económico del Che forma parte
intrínseca de su concepción sobre la forma en que se debía construir el
socialismo y marchar hacia la sociedad comunista; “[...] la nueva
sociedad donde los hombres tendrán características distintas: la sociedad del
hombre comunista”.[2] El
Che subrayaba que en el método aplicado para alcanzar estos objetivos no se
podía perder de vista “…la última y más importante ambición revolucionaria
que es ver al hombre liberado de su enajenación”.[3]
Con sus ideas, realizó un
aporte a la teoría de la construcción del socialismo en los países
subdesarrollados. No obstante su importancia, su pensamiento no ha sido investigado
y divulgado como merece. No se han cumplido plenamente las recomendaciones del
Comandante en Jefe Fidel Castro cuando expresó: “[...] yo lo que pido
modestamente, en este xx
Aniversario, es que el pensamiento económico del Che se conozca; se conozca
aquí, se conozca en América Latina, se conozca en el mundo: en el mundo
capitalista desarrollado, en el Tercer Mundo y en el mundo socialista, ¡que
también se conozca allí! [...]”.[4]
Y es que el núcleo duro de la concepción del
Che, el que destaca la importancia de la fuerza moral del hombre y de la fe que
hay que tener en el hombre, es aplicable en todas las circunstancias en que se
desarrolle la lucha popular revolucionaria.
La disyuntiva de los modelos de dirección
económica en Cuba ya no se dirime entre el sistema presupuestario de
financiamiento, que defendía el comandante Ernesto Guevara, y el del cálculo
económico, iniciado en la Unión Soviética y promovido básicamente, en aquellos
iniciales momentos de la Revolución, por el Dr. Carlos Rafael Rodríguez.
En sus consideraciones acerca del sistema que
promovía el Che, el Dr. Carlos Rafael Rodríguez subrayó: “El Sistema
Presupuestario está más cerca de lo que tiene que ser la sociedad en el futuro,
pero esto es solo una hipótesis y se refiere a un futuro algo distante, al
futuro comunista. Parto del criterio –que es el que nos ha llevado a aceptar
las deficiencias y manquedades derivadas del Cálculo Económico–, que este
Sistema Presupuestario exige condiciones y posibilidades que no podemos
alcanzar, no ya en el mediano plazo, sino incluso más allá [...] porque
se basa en formas de control más cercanas al comunismo. Eso es evidente. Es un
salto como el que se proponía Carlos Marx, del capitalismo a un socialismo
avanzado. Nosotros, todos lo sabemos, no hemos dado ese salto. Ni siquiera la
Unión Soviética ha dado ese salto”.[5]
Los aspectos de las ideas económicas del Che
que han perdido vigencia se refieren, principalmente, a cuestiones
organizativas y de métodos de dirección financiera. Ello se entiende mejor al
comparar el concepto de empresa en ambos sistemas y sus finanzas.
Para el cálculo económico,
un central azucarero es una empresa, la cual tiene fondos propios depositados
en el banco, del que recibe créditos por los que paga intereses y actúa con determinada
autonomía financiera. Para el sistema de financiamiento presupuestario, todos
los centrales azucareros del país y otras unidades relacionadas con el azúcar
constituyen una sola empresa: la Empresa Consolidada del Azúcar. Este sistema
se basa en un control centralizado de la actividad empresarial; su plan y su
gestión económica son controlados por organismos centrales, en una forma
directa; la empresa no tiene fondos propios, ni recibe créditos bancarios ni
tiene autonomía financiera.
El sistema que propugnaba el Che no consideraba
la categoría mercancía en el intercambio de productos entre las empresas
estatales. Los partidarios del cálculo económico sí la consideraban como tal.
Este último criterio es el que se aplica actualmente en nuestro país.
No obstante, el Che no desechaba las relaciones
monetarias en la economía. El registro contable que él proponía, se medía
mediante el dinero, así como también el presupuesto de cada empresa y su
relación con los organismos centrales. En el pago del salario y su control se
utilizaba dinero, así como en el comercio interior mayorista y minorista y en
el comercio exterior.
Un aspecto de mayor calado en el cual se
diferenciaban los sistemas en controversia era el acento en el uso del estímulo
material o del estímulo moral. El Che consideraba que los partidarios del
cálculo económico exageraban el papel del estímulo material en la producción y
lo situaban en un primer plano. En el sistema de financiamiento presupuestario,
el estímulo material tenía una participación menor y se destacaba el estímulo
moral. Esclareciendo su concepción, el Che planteó: “Precisa aclarar bien
una cosa: no negamos la necesidad objetiva del estímulo material, sí somos
renuentes a su uso como palanca impulsora fundamental”.[6]
Se oponía al predominio del uso de la
estimulación material directa porque “[...] significaría el retraso
del desarrollo de la moral socialista”.[7]
En un plano muy teórico, el Che abordó la
existencia de la ley del valor en la transición socialista. Hoy en Cuba la ley
del valor tiene una mayor incidencia en la economía y en el plan de lo que
concebía el Che. No obstante, tiene plena vigencia su aserto de que, en el
socialismo, el rumbo económico no puede dejarse a la acción espontánea de la
ley del valor por encima de la voluntad de los hombres, quienes deben
subordinarla a la dirección consciente de la sociedad mediante el papel rector
de la planificación.
Lo que más nos interesa destacar a continuación
se refiere a las numerosas ideas y planteamientos del Che en materia de
dirección de la economía que tienen plena vigencia en la actualidad.
Una de sus principales
consideraciones está relacionada con el estricto registro contable de los
hechos económicos, la plena utilización del sistema de información estadística
con datos exactos y el control de costos. Al respecto, subrayó:
“[...] nosotros consideramos que el costo de
producción es el elemento fundamental que hará que el administrador de la
unidad, de la empresa o el ministerio, en su caso, observar inmediatamente y a grandes
rasgos el funcionamiento de la unidad productiva”.[8]
También daba especial importancia a la
productividad al decir: “Todo se reduce a un denominador común en cualquiera
de las formas que se analice: al aumento de la productividad en el trabajo,
base fundamental de la construcción del socialismo y premisa indispensable para
el comunismo”.[9]
El Che fue un pionero en la aplicación de la
computación al procesamiento de los datos estadísticos y contables en las
unidades productivas, empresas y demás niveles de dirección económica.
También apuntó que “[...] el impulso más
formidable a la producción se dé por la vía del desarrollo tecnológico”.[10] El
desarrollo de la ciencia y la técnica alcanzadas en el capitalismo, decía: “…puede
ser utilizada por el camino socialista sin temor de contagio de la ideología
burguesa”.[11]
El Che se proyectó sobre
el futuro de los métodos de dirección económica en los términos siguientes: “Todo
nuestro trabajo debe estar orientado a lograr que la tarea administrativa, de
control y dirección, se vaya convirtiendo en algo cada vez más simple y los
esfuerzos de los organismos centrales se concentren en la planificación y el
desarrollo tecnológico [...] En ese instante [...] será posible
acercarse al ideal de que la economía se rija mediante análisis matemáticos [...]
sin olvidar, claro está que el ser humano, razón de ser de nuestra Revolución y
nuestros afanes, no puede reducirse a una mera fórmula”.[12]
El aporte de mayor
significación en el pensamiento económico del Che es haber destacado la
relación que existe entre la economía y la espiritualidad humana elevando la
importancia de esta última, a diferencia de concepciones que se aplicaban
entonces en la URSS y los países socialistas europeos. Quizás donde mejor está
expresada esta consideración del Che es en el párrafo siguiente: “Nosotros
no concebimos el comunismo como la suma mecánica de bienes de consumo en una
sociedad dada, sino como resultado de un acto consciente; de allí la
importancia de la educación y, por ende, del trabajo sobre la conciencia de los
individuos en el marco de una sociedad en pleno desarrollo material”.[13]
La conciencia a la que se refería el Che no
solo acompañaba al desarrollo económico, sino era un factor clave de influencia
en la economía. Así lo exponía: “Las esperanzas de nuestro sistema van
apuntadas hacia el futuro, hacia un desarrollo más acelerado de la conciencia
y, a través de la conciencia, de las fuerzas productivas”.[14]
Viene a colación lo planteado por el Comandante
en Jefe Fidel Castro en sus largas conversaciones con el intelectual y
periodista francés de origen español Ignacio Ramonet, director entonces del
influyente mensuario parisino Le Monde Diplomatique, y que fueron
publicadas bajo el título Cien horas con Fidel. Ante una pregunta de
Ramonet acerca de la polémica alrededor de las ideas sobre la dirección de la
economía del Che, el Comandante en Jefe destacó: “[...] el Che defendía el
método del financiamiento presupuestario y otros compañeros se inclinaban a
defender la autogestión financiera”.
“La preocupación del
Che no era simplemente el método de dirección de la economía; no se oponía a
determinados estímulos materiales, pero siempre advertía contra los riesgos que
supone el abuso de estos como motor fundamental de la producción, y la incidencia
de los mismos en la conciencia de los trabajadores”.
Y concluía Fidel: “[...]
le confieso que, en el tema aludido, me gustaban más las posiciones del Che,
muy afines a nuestro modo de vida guerrillero en las montañas. Me agradaba más
la apelación moral del Che, francamente. Che le daba gran valor a la conciencia
comunista y al ejemplo”.[15]
Hay otros muchos temas abordados por el Che que
tienen plena vigencia en la actualidad económica de Cuba, entre ellos, la
permanente valoración de los inventarios y sus normas, el cumplimiento de los
contratos y el uso adecuado del arbitraje para dirimir los litigios que surjan,
la capacitación de los dirigentes de la economía, la calidad en la producción
de bienes y la prestación de servicios, la necesidad de contar con un plan
perspectivo de desarrollo a 10 años y más, el complejo problema de los precios
y los salarios, la lucha contra la indisciplina financiera y por el
cumplimiento en fecha de los cobros y pagos incluyendo los aportes al
presupuesto estatal.
El Che fue también el creador del trabajo
voluntario en Cuba como parte de la formación política e ideológica de los
ciudadanos. Con su ejemplo personal, movilizó a millones de cubanos en esta
práctica.
En la aplicación en nuestro país de las
concepciones económicas del Che hay que tener en cuenta que las condiciones
actuales de Cuba, inmersa en un mundo capitalista globalizado y sin el apoyo
del otrora campo socialista encabezado por la Unión Soviética, han cambiado en
buena medida. Hoy la dirección de nuestra economía demanda una mayor
descentralización en las decisiones basada en la necesaria ampliación de las
formas de propiedad sobre los medios de producción, que incluye la estatal, la
cooperativa, el sector privado nacional y extranjero, y el de los trabajadores
por cuenta propia.
Todo ello determina una ampliación del uso del
mercado y sus categorías afines, como la ganancia, el crédito bancario, el
dinero como medio de control, la mayor flexibilidad en la toma de decisiones en
las empresas y que estas no dependan, en su gestión, de las aprobaciones
centralizadas de los ministerios.
En estas circunstancias es
necesario apelar al interés material de los propietarios y trabajadores. Al
aceptar esta realidad, también debemos identificar los riesgos que ello entraña
para la moral social, la cual debe basarse en el comportamiento ético y
solidario entre los participantes en el proceso de producción y, en general,
entre los ciudadanos. Al respecto, no podemos olvidar la advertencia del Che de
que la aplicación de la palanca del interés material “[...] no se convierta
en algo que obligue al individuo, en cuanto a individuo, a la colectividad de
individuos, a luchar desesperadamente con otros para asegurar determinadas
condiciones de producción o distribución que lo coloquen en condiciones
privilegiadas. Hacer que el deber social sea el punto fundamental en el cual se
apoya todo el esfuerzo del trabajo [...]”.[16]
Reforzando esta idea,
adquieren gran valor, en las actuales condiciones históricas de nuestro país,
las concepciones de Fidel en cuanto a la actitud personal de los cubanos, donde
quiera que desenvuelvan sus actividades, al señalar que: “Revolución es [...]
modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia,
inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos [...]”.[17]
[1] Ernesto Che Guevara:
“Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra
Industria, Revista Económica No. 5, La Habana,
febrero de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 272.
[2] Ernesto Che Guevara: “El
socialismo y el hombre en Cuba”, Marcha, Montevideo, 12 de marzo de 1965, tomado de Obras
1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La
Habana, 1970, p. 374.
[3] Ibídem, p. 375.
[4] Fidel Castro Ruz:
“Discurso en el XX Aniversario de la muerte de Ernesto Che Guevara”, El
Gran Debate, Ocean Press, 2006, p. 362.
[5] Carlos Rafael Rodríguez:
“Sobre la contribución del Che al desarrollo de la economía cubana”, en El
Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964. Ernesto Che Guevara, Ocean Press, Melbourne, New York, 2006.
[6] Ernesto Che Guevara:
“Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra
Industria, Revista Económica No. 5, La Habana,
febrero de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 263.
[7] Ibídem, p. 264.
[8] Ernesto Che Guevara:
“Consideraciones sobre los costos de producción como base del análisis
económico de las empresas sujetas a sistema presupuestario”, Nuestra
Industria, Revista Económica No. 1, La Habana,
junio de 1963, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, pp. 211-212.
[9] Ibídem, p. 215.
[10] Ibídem, p. 218.
[11] Ernesto Che Guevara:
“Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra
Industria, Revista Económica No. 5, La Habana,
febrero de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 259.
[12] Ernesto Che Guevara:
“Consideraciones sobre los costos de producción como base del análisis
económico de las empresas sujetas a sistema presupuestario”, Nuestra
Industria, Revista Económica No. 1, La Habana,
junio de 1963, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 217.
[13] Ernesto Che Guevara: “La banca, el crédito y el socialismo”, Cuba Socialista No. 31, marzo de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, pp.
299-300.
[14] Ernesto Che Guevara: “La
planificación socialista, su significado”, Cuba
Socialista, junio de 1964, tomado de Obras
1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana,
1970, p. 324.
[15] Fidel Castro Ruz: Cien
horas con Fidel, conversaciones con Ignacio Ramonet, tercera edición, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado,
La Habana, 2006, pp. 281-282.
[16] Ernesto Che Guevara:
“Sobre el sistema presupuestario de financiamiento”, Nuestra
Industria, Revista Económica No. 5, La Habana,
febrero de 1964, tomado de Obras 1957-1967, t. II, Casa de las Américas, La Habana, 1970, p. 284.
[17] Fidel Castro Ruz:
Discurso por el Día Internacional de los Trabajadores el 1 de mayo de 2000,
Plaza de la Revolución, La Habana, 2000.
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