No pude evitar recordar con cierta nostalgia y algo de tristeza, cuando era niño
y mi padre regresaba de la zafra de 1970, y yo, con la barba que traía, no lo reconocí hasta
que me habló. Habían pasado seis meses desde que se fué a Camagüey de
voluntario.
Las 93 medidas aprobadas para salvar la agroindustria azucarera incluyen la producción de caña, la zafra, los derivados, la generación de electricidad, pero también cuestiones bancarias, de financiamiento y logística, así como de gestión empresarial y potencial humano, ciencia, tecnología e innovación.
No obstante, la prioridad del momento tiene que ser la presente zafra, porque de ella dependerá el resto del sector, por no decir, su futuro. Con eso en mente, y en el calor de la implementación de estas acciones, funcionarios del Gobierno, directivos del grupo empresarial Azcuba, además del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros y de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, encabezados por el vice primer ministro Jorge Luis Tapia, realizaron un recorrido por varias empresas agroindustriales del Occidente del país.
El propósito es analizar la compleja situación por la que atraviesa la contienda actual y, de conjunto, buscar alternativas para atenuar el déficit de los recursos materiales, alimentando principios como la cohesión, la unidad y la aplicación de la inteligencia colectiva.
Santiago Pérez Castellano, funcionario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, llamó la atención sobre varios aspectos esenciales. Lo primero, para reanimar el sector azucarero hay que salvar la zafra.
«Si no lo logramos ahora, cómo tendremos dinero para la próxima, cómo garantizamos las 500 000 toneladas de azúcar de la canasta básica del año; o la atención a los retoños, si el esfuerzo de hoy para controlar la hierba en las plantaciones ya es enorme, el bejuco y el pasto afectan las áreas porque el país hace dos años que no cuenta con herbicida ni fertilizante para aplicarles», reflexionó.
Recomendó, además, moler la caña de cada provincia en el propio lugar, para que el beneficio se quede en los pobladores vinculados y sus familiares, que reanime al territorio. «Hay que poner a trabajar a los centrales al máximo de su capacidad».
Recordó que, por ejemplo, la garantía del combustible, si bien ha atravesado por cierto estrés, no ha sido un problema comparado con la campaña anterior.
De igual manera, alertó que no existen más recursos que con los que se cuenta hoy, a excepción de la llegada de insumos relativamente sencillos como cierto nivel de neumáticos o las baterías de la industria nacional, por lo que la principal fortaleza o reserva estará en la voluntad de quienes conducen y realizan la zafra.
Lograr que los jefes o alguien de la junta directiva de las unidades productoras estén presentes en el frente de corte y que las decisiones no se tarden dos o tres horas, beneficia al central porque eso se traduce en aprovechamiento de la cosecha al máximo, por un lado, y en tiempo de molida que no se debe perder, por el otro.
Santiago Pérez Castellano coincidió con el presidente de Azcuba, Julio García Pérez, quien agregó que toda la caña es cortable y molible, esa es una regla común para todos, que debe cumplirse.
DENTRO DEL INGENIO Y CON LA MIRADA EN LA CAÑA
De manera general se pudo constatar, durante las visitas a los centrales y a la tierra, que en esta temporada los ingenios sufren la obsolescencia tecnológica de siempre, pero carecen de organización para trabajar y sobra la tibieza, mientras que en el campo algún que otro jefe de pelotón no exige un mejor corte, porque de todas formas «la caña no es suya».
Así sucedió en Villa Clara, cuyo compromiso este año es de 120 000 toneladas de azúcar y, de forma general, tenía más de un mes de atraso en la zafra, por lo que de las 37 471 toneladas del producto que debían entregar hasta la fecha, solo han logrado poco más de 12 000.
Específicamente, durante la visita a la empresa Carlos Baliño –único central en el país que además de la zafra convencional, realiza una orgánica– fue notable que, aunque estuvo bien planificado el inicio de la contienda, el atraso en los resultados es innegable.
Las razones giran en torno a la falta de caña, pero en el campo es visible el desaprovechamiento de las capacidades de corte, mientras que en el tiro se están promediando dos viajes al día debido a la insuficiencia de remolques; al tiempo que seis frentes de corte para la empresa Washington, cuya caña se vincula al Baliño, tampoco es suficiente.
En esta provincia, también las dificultades con el ferrocarril han afectado todo el proceso, y por ello el Presidente de Azcuba alertó que su refuerzo es inmediato e imprescindible, pues que se pare o no la zafra en la región depende, en gran medida, de la resolución de los problemas en este aspecto.
En ese sentido, se abundó sobre las roturas de las locomotoras, en la falta de carros jaula, y en la afectación que todo ello significa para que el tren con la carga salga a su hora y el central pueda lograr una arrancada temprana.
Siendo justos, también está presente el esfuerzo de sol a sol de muchos obreros y varias unidades, no solo en Villa Clara, aunque una ktp demore en arrancar hasta el anochecer, o no cuenten con la cantidad y calidad de camiones, tractores o remolques activos que necesitan.
Mas, los problemas se suman para restarle eficiencia a la zafra. En el central Mario Muñoz, de Matanzas, hay muchos derrames, salideros, y hasta sobreconsumo de agua por tonelada de caña, pero el principal freno está en el tiempo perdido por rotura industrial.
La búsqueda de la solución para la segunda centrífuga de este central, que solo llegó con las indicaciones de ponerle urgencia al asunto, demuestra que a las direcciones de los ingenios –y esto es un asunto común en todos los territorios recorridos– les falta la visión emprendedora, propia de una gestión empresarial con una autonomía otorgada hace poco tiempo, pero que es definitiva y real.
LA DESORGANIZACIÓN Y EL DESESTÍMULO CONLLEVAN Al FRACASO
La incapacidad de resolver los problemas desde la propia instancia se repite en Mayabeque, y del central Boris Luis, en específico, brotaron unos cuantos temas medulares.
Por ejemplo, la sala de control del ingenio no funciona, por lo que la molida se hace a ciegas, por decirlo en buen cubano. ¿De qué manera entonces controlan los parámetros? Pues no hay cómo, la posible solución propuesta es el tradicional boletín que, mediante mensajeros internos, puede hacer llegar la información a todas las áreas del ingenio, pero… ¿por qué no se había implementado antes?
Es que a esta situación, para nada subestimable, se le añaden problemas con el capital humano, que van desde ausencias –unas debidas a la covid y otras no– hasta llegadas tardes o carencia de personal, como mecánicos y electricistas, e incluso, en la propia dirección.
Algunas soluciones deben encaminarse, y con inmediatez: buscar apoyo de otras empresas, realizar una operación de rescate del personal, incluyendo a los trabajadores de experiencia ya retirados o a quienes por otras causas ya no están en el central, así como la capacitación y especialización de quienes laboran en el ingenio, son algunas de las alternativas pensadas de conjunto.
Por otro lado, en Artemisa, región que debe cerca de 10 000 toneladas de azúcar, otras cuestiones salieron a la luz. La atención consciente a la fuerza de trabajo no es notable, y detrás se esconden las carencias económicas que todos conocemos y que no se resuelven solo con el empeño, pero también habita una gestión empresarial insuficiente.
Arodys Caballero Núñez, funcionario de la oficina del Vicepresidente de la República, recalcó que, precisamente, un elemento esencial es considerar al central como una empresa, y entender las capacidades de su gestión. En la misión de cada ingenio está la búsqueda de variantes para hacer una mejor zafra, organizar las inversiones a largo plazo y acompañarlas de un profundo análisis.
La recomendación la hizo específicamente a la empresa Agroindustrial Harlem, donde el atraso de unos 24 días en la arrancada estuvo relacionado con la reparación de una caldera, pero en el intercambio a camisa quitada se concluyó que hay dificultades con la atención a los trabajadores en términos de alimentación, y existe insatisfacción con las ropas y los zapatos para los obreros.
Estos aspectos, aconsejó Caballero Núñez, deben solucionarse con acompañamiento, pero necesita de la labor diaria de la dirección de la empresa, de agotar todas las posibilidades para encontrar respuestas.
La atención al hombre, acotó, es esencial, porque conlleva al estímulo que se traduce en producción, sobre todo, en los meses de zafra, e igualmente debe ser un sistema sostenible, y solo lo será cuando la base sea capaz de resolverlo con su propia fuerza.
Tenemos que volver a la época donde a la gente no había que decirle lo que tenía que hacer, porque eso se ha perdido, pero la manera de lograrlo es con el trabajo directo en la base productiva y en entender que cortar caña y producir azúcar es una oportunidad de ganancias para todos.
Es solo parte del Occidente y muchas debilidades afloraron durante el recorrido. No obstante, sirve de incentivo el intercambio para comprender que los problemas de esta contienda necesitan prontas soluciones, la agroindustria azucarera toda depende de ello. ( negritas y subrayados son nuestras)
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