Muchos analistas coinciden en que el Covid-19 dejará un mundo distinto, afianzando
una nueva repartición de las esferas de influencia y las fuerzas dominantes.
Una de las principales debilidades bajo
la pandemia fue su interconexión sin límites, que hizo del planeta un mercado sin fronteras
y el fetiche de la iniciativa privada que anuló casi por completo la inversión
pública; los estados nacionales perdieron
casi todos sus elementos constitutivos y los agentes neoliberales endosaron a la humanidad
con su promesa del paraíso terrenal inminente fruto del libre mercado, al grado
que se abandonó su rol protagónico; sus empresas estratégicas y servicios
públicos fueron desestatificados, en muchos casos. Llegó la desgracia con impactos
y secuelas que aún están lejos de constatarse y ha dado un protagonismo
repentino a los gobiernos, en el que subyace un cambio de paradigma.
El ministro de Finanzas francés fue uno de los primeros en
alertar la dependencia que tienen de China los países occidentales y aseguraba
que “habrá un antes y un después del coronavirus”, que llevará a repensar el
sistema económico y la globalización, con una mejor organización de la cadena
de valores y relocalización de ciertas actividades estratégicas.
La crisis sanitaria global transforma el entorno
geopolítico, Estados Unidos, Francia, España, Italia, Alemania, y otro grupo de
países han perdido su protagonismo, se hacen visibles los aprietos capitalistas
y por eso la guerra comercial o las respuestas proteccionistas de Trump,
Brexit, Bolsonaro y varios regímenes derechistas, que son llevadas adelante
bajo las banderas del neoliberalismo
Europa como unión protectora ha fallado,
ha sido incapaz de responder de manera conjunta y multilateral al drama humano
y social que la abate y ante un desafío sanitario tan crucial y con la primera
secesión de la Unión Europea (el Brexit
del Reino Unido), el sueño europeo no ha funcionado y era probablemente la
última oportunidad. A esa Unión
insolidaria con sus socios más frágiles y carcomida por dentro por los
populistas y extremistas de derecha, se le pronostica que va a experimentar una
recesión del 7,7 % este año, acompañada de una caída de la inflación (0,2%) y
un aumento del desempleo (9,6 %), donde mostrarán una caída del PIB: Grecia con
9,7%, España 9,4%. e Italia 9,5%.
En política internacional, la pavorosa
gestión del presidente Donald Trump asesta un golpe muy duro a su país que no
ha sabido ayudarse ni ayudar a nadie. El país norteño ha renunciado a encabezar
la lucha sanitaria, a ayudar a los enfermos, está causando decenas de miles de
muertos y la situación se puede agravar porque unos veintisiete millones de
personas (8,5% de la población) no poseen seguro médico y otros once millones
son trabajadores ilegales, sin documentos, que no se atreven a acudir a los
hospitales.
El devenir del nuevo orden podría estar
jugándose en estos momentos. Cambiará el mundo para siempre, se detendrá la
globalización, provocará el ocaso estadounidense, aumentarán ideas
nacionalistas, creará un régimen más sostenible y cuanto más tiempo dure la
situación, menos se parecerá el futuro al pasado. No se sabe cuánto tiempo
estará deprimida la actividad económica, cuánto tardará en recuperarse o si se
recuperará.
La mayoría de los análisis coinciden en que lo posterior será
diferente y entre los cambios trascendentales se fomentará o acelerará la
transición de un orden uni polar y globalista a uno nuevo, pluri polar y multi céntrico,
en el que China, Rusia y Estados Unidos definirían grandes zonas de predominio
y sistemas de alianza con otros menores de carácter regional.
Los Estados Unidos pudieran continuar siendo gigantescos, conservarían
ambas orillas del Atlántico y de la mano de sus aliados europeos, sobre África
y la cuenca del Mediterráneo, con la complicidad de Israel y las monarquías del
golfo, una presencia clave en el occidente de Asia, garantizando el dominio sobre buena parte del petróleo y por otro lado
con Japón, Corea del Sur y Australia y de ser así estarían cediendo el control en
las rutas comerciales más importantes y
los recursos minerales que se encuentran en territorio continental asiático.
El mejor escenario para Rusia y China, que han consolidado
su rol internacional prestando asistencia a muchos países desbordados por el
colapso de su sistema sanitario, restringiría a Estados Unidos hasta la llamada
anglo esfera que significaría básicamente el Atlántico norte con Canadá y México,
el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y sus territorios extra continentales,
siempre en sociedad con Japón y Corea del Sur, que por razones históricas no
girarían geopolíticamente, teniendo con el resto de Europa una relación más
tensa y distante.
Esta reconfiguración implicaría que Rusia además de reinar en
el Ártico recuperaría buena parte de influjo en Europa oriental, India
abandonaría su postura ambivalente y terminaría de alinearse y el norte de
África en alianza con Irán, aunque con la notable excepción de Israel; el
gigante asiático recuperaría Taiwán, consolidaría sus dominios en el mar de
China en un tenso equilibrio con Japón y Corea del Sur y al menos una parte de
África. Ambos tendrían además relaciones
estratégicas que permitirían la consolidación del cinturón y la ruta,
controlando de esta forma el centro de la economía global.
Para América Latina hay dos posibilidades: En la primera,
seguiría siendo el patio trasero de los “gringos”, condenada a
las relaciones de dependencia económica y sumisión política y social y en la
segunda, es muy probable que continúe
como aliada sumisa e incondicional la mayoría de Centroamérica, Colombia, Perú
y Chile con la posible excepción de Ecuador y Bolivia, aunque no es
descartable la esperanza de Chile y Colombia, en los que sus pueblos luchan, se levantan y un milagro es posible.
La esperanza de una Latinoamérica con un rol más importante
en el nuevo orden, depende de salvar y consolidar el progresismo en Cuba,
Nicaragua, Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina y avanzar hacia una verdadera
integración social, política, económica y militar, que permita crear y
controlar una zona que cubra el Caribe con el triángulo Cuba-Nicaragua-Venezuela
y en el Atlántico central y sur con el eje Venezuela-Brasil-Uruguay-Argentina y
además requerirá integración extra continental.
Rusia y China han demostrado ser sustancialmente diferentes, al ser más
respetuosos de la soberanía, la identidad y la libre determinación, brindando
oportunidades reales de desarrollo de la producción e industrialización
nacional, con transferencia tecnológica y sin injerencia en los asuntos internos,
y actualmente representa una mejor oportunidad para ir construyendo la patria
grande y para alcanzar el merecido lugar en la historia.
Son terribles las implicaciones y mayúsculo el desafío en lo
político, económico y social para Latinoamérica por su flaqueza, debilidad en
la mayoría de los medios de salud, desplome de los precios de las materias
primas, masivas salidas de capital, devaluaciones de las monedas y caídas de
las bolsas. El impacto en las cadenas globales de valor hará que el
desempleo crezca, aumentando también la pobreza y esté condenada a la recesión
para este año.
China, ha conseguido recobrarse, parece sobreponerse al
trauma y podría reducir sus vastas tenencias de bonos
del tesoro estadounidenses en respuesta al resurgimiento de las tensiones
comerciales y a una guerra de palabras sobre los orígenes y el manejo del brote
del coronavirus y se dice que funcionarios de la Casa Blanca han debatido
varias medidas para compensar el costo de la plaga, incluyendo la eliminación
de parte o toda la deuda de casi 1,1 billones de dólares que tienen con China. Mientras
tanto, el economista jefe de Deloitte recomendó que "Rusia y China se
alejaran del dólar" porque "puede ser convertido en un arma del gobierno
americano, refiriéndose a la práctica de excluir a individuos, empresas y
gobiernos extranjeros del sistema mundial de liquidación de transacciones
financieras en dólares, lo que complica enormemente su capacidad para realizar
negocios.
El comercio internacional se ha reducido
y se estima caerá en 2020 entre un 13 y un 32%, los precios de las materias
primas se han desfondado y para las economías de los países exportadores del sur
-donde viven los dos tercios de los habitantes del planeta- es una coyuntura
devastadora. Al derrumbe de las exportaciones, hay que añadir, el cese de los
aportes del turismo, con una caída en
el primer trimestre de 22%, que podría incrementarse entre 60 y 80% al
finalizar el año y la drástica disminución de las remesas de los emigrantes
afectados por la pérdida de empleo en los países ricos paralizados por la plaga;
los tres principales recursos de los países del Sur se desploman y los que
habían conseguido integrar la clase media corren ahora el peligro de recaer en
la pobreza.
En ese contexto tan poco alentador, los
capitales también han empezado a desertar en masa de los países en desarrollo,
se estima que, desde el 21 de febrero de 2020 hasta finales de marzo, unos 59
mil millones de dólares huyeron, muchas monedas se han hundido y todas las
importaciones, valdrán ahora más caras.
Lo más previsible es que cuando pase la
pandemia en varias de las naciones fragilizadas y arruinadas se produzcan fuertes
sacudidas sociales y una desesperada estampida de emigración salvaje hacia países
donde se estará lidiando con las dolorosas consecuencias; los nuevos emigrantes
no serán bien recibidos, se alimentará la xenofobia y los odios de los grupos en
ascenso de extrema derecha.
El politólogo Ignacio Ramonet señala que
las presiones antiglobalizadoras van a ser muy fuertes, en muchos lugares se
cuestiona el principio de una economía basada en las importaciones y diversos
sectores industriales serán sin duda repatriados, relocalizados. En todo caso
la hiper globalización parece herida de gravedad y no es descabellado vaticinar
su debilitamiento e incluso su continuidad, bajo la forma ultra liberal del
propio capitalismo.
Se abre un peligroso vacío, el juego de
tronos se relanza peligrosamente. La
tragedia empujará sin duda hacia un nuevo orden económico por lo que es tiempo
de debatir con urgencia la situación de los servicios y empresas privatizadas y
plantear la nacionalización de los mismos.
Un nuevo orden es inevitable, dependerá
de la capacidad de lucha de los pueblos para conquistar sus espacios,
convertirse en sujetos de su propia historia y ganarse el derecho de escribir y
construir su futuro, con la mayor felicidad posible.
Hasta Pronto
Lic. Michael Vázquez
Montes de Oca
Mayo del 2020
Es importante que tengamos muchos temas como el de Sucursales Citibank con cada una de las sucursales que tenemos para poder elegir el mejor para nosotros.
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