Michael Roberts, Sin Permiso
16/01/2021
Primera parte: el dilema principal
La conferencia anual de la Asociación Estadounidense de Economía ( ASSA 2021) fue inusual este año, por razones obvias. En lugar de que 13.000 economistas académicos y profesionales acudieran a una ciudad estadounidense para presentar y discutir cientos de artículos enviados durante unos días, debido a la pandemia de COVID-19, ASSA 2021 fue virtual. A pesar de eso, se presentaron una gran cantidad de artículos, junto con sesiones plenarias de los “grandes y buenos” de la teoría y la política económica convencionales.
Cada año, hay un tema que tiende a dominar en las presentaciones convencionales. En años anteriores ha sido la economía del aumento de la desigualdad y el año pasado fue la economía del cambio climático. No es de extrañar que este año haya sido el impacto económico del COVID-19 y las políticas para hacer frente a la crisis de la pandemia.
Hubo dos grandes paneles sobre su impacto económico. El primero fue sobre lo que le estaba sucediendo a la economía estadounidense y hacia dónde se dirigía. El ex gobernador del banco central de la India, Raghuram Rajan, de regreso en su cátedra neoclásica en la Universidad de Chicago, planteó el riesgo de que el aumento de la deuda corporativa se convierta en "problemas corporativos". Calculó que el actual apoyo monetario y fiscal ofrecido a las pequeñas y grandes corporaciones "tendrá que terminar eventualmente" y "en ese momento, emergerá el verdadero alcance de la angustia". Rajan cree que es necesario un "apoyo específico" para reducir la acumulación de deuda y así evitar futuras deudas incobrables en el sistema bancario, una política para banqueros recientemente defendida por el llamado Grupo de los Treinta banqueros.
Carmen Reinhart, recientemente nombrada economista en jefe del Banco Mundial y autora conjunta con Kenneth Rogoff del enorme (y controvertido) libro sobre la historia de la deuda pública, también se hizo eco de la preocupación de Rajan por el aumento de la deuda, no solo en las empresas de EEUU, sino en particular en las llamadas economías emergentes. En la Gran Recesión, el dólar estadounidense se apreció fuertemente frente a otras monedas, ya que se lo consideró un "refugio seguro" para el dinero en efectivo y los activos. Pero en esta recesión pandémica del COVID-19, el dólar se ha depreciado significativamente porque parece que los inversores temen que el gasto fiscal estadounidense sea demasiado grande mientras que las tasas de interés en dólares se han desplomado. Pero, ¿qué sucederá con la capacidad de las economías emergentes para pagar su deuda en dólares si el dólar comienza a subir de nuevo?
Lawrence Summers, el gurú del estancamiento secular, reconoció que la recesión pandémica ha prolongado la duración del estancamiento en las economías avanzadas. Los tipos de interés habían caído en territorio negativo y el estímulo fiscal se había elevado a nuevas cimas. Pero eso no acabará con el estancamiento a menos que “se adopten políticas estructurales”. No detalló cuáles debían ser, pero argumentó en contra del gasto fiscal no focalizado como la propuesta de cheque de 2.000 dólares por persona para todos los estadounidenses, que consideró simplemente un aumento de los ingresos de aquellos que realmente habían incrementado sus ingresos durante el COVID. Summers ha sido atacado por la izquierda por rechazar el pago de esos 2.000 dólares. Pero es una prueba de que la corriente convencional de la teoría económica está cada vez más preocupada de que el estímulo fiscal y monetario esté creando niveles de deuda descontrolados (a pesar de los bajos costes de interés) que tendrán que ser controlados en algún momento, y también que la generosidad de la Reserva Federal ha terminado principalmente por impulsar el mercado de valores y beneficiar a los más acomodados.
El economista de izquierda liberal y premio Nobel, Joseph Stiglitz, pidió un reajuste de la economía estadounidense cuando termine la pandemia. Quería revertir los recortes de impuestos a las corporaciones y privilegios implementados por Trump; incrementar las regulaciones ambientales; romper el poder de los monopolios tecnológicos y realizar inversiones públicas productivas. ¿Cuál es la probabilidad de que ocurra algo así con la administración Biden durante los próximos cuatro años?
Por el contrario, el ortodoxo de derecha John Taylor, de la Universidad de Stanford quería que la Fed acabara sus compras de bonos COVID de emergencia y otras facilidades crediticias lo antes posible, y que la nueva administración Biden fuera prudente a la hora de implementar un mayor gasto público. Para Taylor, el sistema de mercado es innovador y funciona. Durante el COVID, los negocios y las compras en Internet se han disparado y este era el camino a seguir, reemplazando las viejas formas por las nuevas. Pero eso no necesita más regulación, sino menos, de empresas como Uber o Amazon.
Quizás el artículo más interesante de esta sesión fue el de Janice Eberly, de la NorthWestern University, quien mostró que durante la caída de COVID, las empresas habían ahorrado enormes cantidades de gastos de capital en oficinas, viajes y otros equipos físicos, ya que el personal trabajaba desde casa (a su cargo). Esto ha brindado una oportunidad para que las empresas impulsen la productividad de la fuerza laboral sin gastos de capital adicionales y menos mano de obra: ¿una salida para el capitalismo después de la pandemia?
La segunda gran sesión fue sobre la economía mundial. Se mire como se mire, los panelistas coincidieron en que la crisis del COVID-19 es la peor en la historia del capitalismo. Pero lo que es peor aun, las economías podrían tardar algún tiempo en volver a sus niveles anteriores a la pandemia, si es que lo hacen alguna vez. Según las proyecciones actuales, la OCDE reconoce que eso no sucederá hasta 2022 e incluso entonces, el PIB mundial estará por detrás de su tendencia prepandémica.
El impacto en el comercio mundial ha sido aún más perjudicial. Según la Organización Mundial del Comercio, el crecimiento del comercio mundial nunca volverá a su trayectoria anterior.
Y como se argumentó en la sesión económica estadounidense, los niveles de deuda global se encuentran en niveles récord.
Dale Jorgenson, de la Universidad de Harvard, es un experto en el crecimiento de la productividad global y sus componentes. En su presentación, estimó que se recuperarían los diferenciales de crecimiento de la producción y la producción por trabajador entre las economías del G7 y las 'economías emergentes' de China e India. "El crecimiento en las economías avanzadas se recuperará de la crisis financiera y económica de la última década, pero se restablecerá una tendencia a largo plazo hacia un crecimiento económico más lento". Curiosamente, argumentó que la opinión de consenso de que el crecimiento económico de China se desacelerará porque su población en edad laboral está disminuyendo puede no ser la correcta, si China puede mejorar la calidad de su fuerza laboral a través de la educación y extender la edad laboral. Eso podría generar una tasa de crecimiento anual más cercana al 6% que el 4-5% pronosticada por muchos.
Kenneth Rogoff, la otra mitad del equipo de historiadores de la deuda Rogoff-Reinhart, presentó nuevamente su posición de que el nivel de la deuda global está cerca de un punto de inflexión. Sí, las tasas de interés son muy bajas, lo que hace que el servicio de la deuda sea sostenible. Pero el crecimiento económico también es bajo y si los costes de interés (r) comienzan a exceder el crecimiento (g), entonces podría sobrevenir una crisis de deuda. Por lo tanto, el problema de la sostenibilidad fiscal no ha desaparecido, como muchos argumentan. Por supuesto, Rogoff solo habla de la deuda del sector público (gráfico), cuando el problema de la deuda corporativa récord es mucho más preocupante para la sostenibilidad del crecimiento económico futuro en las economías capitalistas.
La respuesta de Joseph Stiglitz a la crisis de la deuda mundial posterior a la pandemia es cancelar las deudas de los países más pobres. Esto debe hacerse "creando un marco internacional que lo facilite de manera ordenada". ¿Qué posibilidades hay de que esto sea acordado e implementado por el FMI y el Banco Mundial, y mucho menos por todos los acreedores privados como los bancos y los fondos de cobertura?
Mi impresión general de estos paneles es que la corriente principal de la teoría económica es bastante pesimista sobre una recuperación económica suficiente de la pandemia, tanto en los EEUU como a nivel mundial. Pero los “grandes y buenos” se debaten entre el requisito obvio de mantener el estímulo monetario y fiscal para evitar un colapso de la economía mundial y los activos financieros; y la inminente necesidad de poner fin a ese estímulo para evitar niveles de deuda insostenibles y una nueva crisis financiera. Ese es el dilema para la teoría economica capitalista.
Ese dilema también empuja a algunos artículos de economistas de la corriente principal a buscar maneras de pronosticar futuros colapsos financieros. Un documento nos recordó que en lo más profundo de la Gran Recesión, la Reina de Inglaterra visitó la London School of Economics. Cuando se le mostraron gráficos que enfatizaban la escala de los desequilibrios en el sistema financiero, hizo una pregunta simple: "¿Por qué nadie se dio cuenta?" Pasaron varios meses antes de que recibiera una respuesta oficial de los economistas. Acusaron la falta de previsión de la crisis a la “psicología de la negación”. Hubo un "fallo a la hora de prever el momento, el alcance y la gravedad de la crisis y evitarla"(Las causas de la Gran Recesión). Ahora, en este artículo, los autores intentan lidiar con esta falta de previsión con el aprendizaje automático. Utilizando estas técnicas modernas, calculan que ahora pueden predecir crisis financieras sistémicas con 12 trimestres de antelación.
En AnsweringTheQueen_MachineLearningAn_preview van más allá al sugerir que el trabajo empírico puede ofrecer 'pistas preciosas' sobre por qué hay crisis financieras regulares y recurrentes en las economías modernas, aunque yo no pude ver cuáles eran.
En otro artículo, los autores analizan cinco grandes crisis financieras durante los últimos 200 años del capitalismo para ver qué políticas fueron más efectivas para recuperarse de las crisis. En TwoHundredYearsOfRareDisasters_Fin_powerpoint descubren que las crisis tenían “efectos persistentes tanto en los mercados financieros como en la actividad económica”. ¡Sorpresa! Sin embargo, también encontraron que desde el fin del patrón dólar-oro "las caídas en la actividad económica tras una crisis en el centro financiero continúan siendo bastante prolongadas, los efectos en los mercados financieros son mucho menos persistentes". En otras palabras, las inyecciones monetarias de los bancos centrales en monedas fiduciarias flotantes pueden preservar el valor de los activos financieros pero no ayudar a los activos productivos. Tal como hemos visto durante la recesión de COVID.
La otra preocupación sobre el impacto de COVID para la corriente principal es el posible colapso del comercio y las 'cadenas de valor globales'. Un documento establece claramente que las guerras comerciales internacionales y la reducción de la distribución óptima de proveedores internacionales por razones políticas era perjudicial. CuttingGlobalValueChainsToSafeguard_preview (1) recorta el PIB de EEUU un 1,6% "pero apenas cambia la exposición de EEUU a una crisis extranjera" .
El impacto del COVID-19 no fue el único problema que concentró las mentes de la corriente principal de la teoría económica. No se ignoró la economía del cambio climático. Otro documento mostró que las soluciones de mercado de la teoría económica dominante para hacer frente al calentamiento global están fallando. El precio del carbono no estaba funcionando. Quizás es hora de acabar gradualmente con la propia teoría económica dominante. Un artículo planteó la posibilidad de que la inteligencia artificial pueda reemplazar pronto a los economistas y hacer todos los cálculos que hacen actualmente los humanos ( WillArtificialIntelligenceReplaceCom_powerpoint)
Segunda parte: las respuestas radicales
En la conferencia anual de la Asociación Estadounidense de Economía (ASSA), hay sesiones organizadas por la Unión para la Economía Política Radical (URPE) para que economistas marxistas y otros economistas heterodoxos presenten trabajos.
En la ASSA 2021, muchas de las sesiones de URPE se centraron en el impacto económico del COVID-19 y el cambio climático, al igual que las sesiones principales, pero, por supuesto, desde una perspectiva diferente. Pero antes de analizar esas sesiones, permítanme comenzar con la conferencia anual David Gordon, a cargo de un economista radical diferente cada año.
Este año fue Michael Hudson quien dio la conferencia. Hudson es un economista radical de larga data con una gran reputación. Se considera un economista clásico. El tema de la conferencia fue ¿El capitalismo financiero ha destruido el capitalismo industrial? Hudson argumentó que el capitalismo comenzó como una fuerza progresiva en el desarrollo de las fuerzas productivas porque era capitalismo industrial. Pero desde la década de 1980, el "capitalismo financiero" había reemplazado al capitalismo industrial. Y esto es en realidad un regreso al feudalismo, sistema en el que el excedente económico es extraído por terratenientes (renta) y financieros (intereses y ganancias de capital), no mediante la explotación de la fuerza de trabajo (beneficios).
El feudalismo había sido originalmente criticado por los grandes economistas clásicos como Adam Smith y David Ricardo, quienes consideraban que los terratenientes y los financieros frenaban la productividad del trabajo al reducir el excedente que llegaba a los capitalistas industriales. Hudson argumentó que Marx también apoyó el capitalismo industrial como progresista, siendo "el último de los grandes economistas clásicos".
Hudson argumentó que Marx tenía la visión de que el capitalismo eventualmente creará las condiciones objetivas para una transición al socialismo. En cambio, en los últimos 50 años, el capital financiero ha bloqueado esa visión con una forma de 'neofeudalismo' representada por monopolios que extraen 'rentas' y banqueros que extraen intereses y ganancias de capital. Y ahora el principal enemigo de los trabajadores no son los propietarios capitalistas de las empresas industriales, sino los capitalistas rentistas que nos explotan a través de hipotecas, tasas de préstamos, alquileres de viviendas, etc. La deuda creciente es la causa de las crisis capitalistas y no la tendencia descendente de la tasa de ganancia del capital productivo. Aquí es donde David Harvey y Hyman Minsky nos llevan más allá de Marx.
Estoy en desacuerdo. Esta tesis clásica de la financiarización de Hudson tiene muchos agujeros, en mi opinión. Primero, el capitalismo moderno difícilmente puede describirse como 'neofeudalismo' porque el feudalismo nunca fue un modo de producción basado en rentas monopolísticas o la usura. Bajo el feudalismo, el excedente creado por los siervos y los campesinos era apropiado por la aristocracia terrateniente directamente del producto de la tierra. La actividad comercial y financiera era un complemento, no la actividad dominante del feudalismo.
Sí, los economistas clásicos se opusieron a los terratenientes y monopolios y apoyaron el capitalismo industrial, pero el objetivo de la crítica marxista era revelar la nueva forma de explotación bajo el modo de producción capitalista, a saber, la explotación de la fuerza de trabajo con fines de lucro por parte de los capitalistas (capitalistas industriales). De hecho, El Capital de Marx tiene como subtítulo: Una crítica de la economía política; y allá por 1842, Engels escribió un artículo titulado Un bosquejo de una crítica de la economía política. Ambos atacaron la posición de la economía política clásica porque respaldaba los mercados y la explotación de los trabajadores con fines de lucro en la industria.
En ningún momento Marx o Engels sugirieron que el "capitalismo industrial" pudiera evolucionar suavemente hacia el socialismo sin antes poner fin a la contradicción entre trabajo y capital mediante la lucha de clases. La idea de una progresión fluida hacia el socialismo fue de revisionistas posteriores como Eduard Bernstein. Sin embargo, Hudson parece sugerir que las conquistas que los trabajadores lograron en los servicios públicos, los salarios y el bienestar en la "edad de oro" después de la Segunda Guerra Mundial fueron posibles porque redundaron en interés de los capitalistas industriales "progresistas". ¡Dile eso a los trabajadores que tuvieron que luchar tanto por estas conquistas! Estos avances sólo fueron posibles porque los capitalistas industriales se vieron obligados a ceder a golpe de conflictos laborales; y pudieron hacerlo sólo porque la rentabilidad del capital era relativamente alta. Pero cuando la rentabilidad comenzó a caer en la década de 1970, marcando el comienzo de la era del "neoliberalismo", hubo una reversión de esas conquistas y un aumento relativo del capital financiero.
De hecho, la idea de que podemos dividir el capitalismo en capitalismo industrial progresivo y capitalismo financiero monopolista reaccionario no solo no es la visión marxista, sino que empíricamente es errónea. Existe una integración muy alta entre las funciones financieras e industriales en las empresas capitalistas modernas; no están separadas. Y lo que es más importante, la función de creación de plusvalía industrial sigue siendo la sección más grande de capital desde cualquier punto de vista.
Josh Mason del John Jay College fue el comentarista de la conferencia de Hudson y expuso algunos puntos reveladores. Cuestionó la afirmación de Hudson de que los capitalistas industriales apoyaban mejores servicios públicos porque elevaban la calidad de la fuerza laboral. Mason argumentó que el principal objetivo de los capitalistas industriales es siempre reducir los costes salariales y, para ellos, los servicios públicos son un coste, no un ahorro. En el período neoliberal, los patronos industriales apoyaron la austeridad, aplastaron a los sindicatos y exigieron recortes del gasto público tanto como los banqueros. Y hay monopolios tanto en los sectores industriales como en las finanzas. Además, ¿Jeff Bezos es solo un extractor de rentas? Amazon explota a los trabajadores con fines de lucro en su distribución y servicios web como un capitalista industrial, no como un financiero 'neofeudal'.
Para mí, la tesis de la "financiarización" de Hudson no solo debilita y distorsiona la crítica de Marx al capitalismo al remplazar su ley del valor por la teoría de extracción de rentas monopolística poskeynesiana. También es empíricamente incorrecta. Y deja la puerta abierta a una política reformista: si regulamos o controlamos el sector financiero y los monopolios y volvemos al 'capitalismo industrial competitivo' (algo que nunca existió realmente), entonces podemos pasar gradualmente al socialismo.
Pero continuemos. Hubo algunos artículos importantes sobre China en las sesiones de URPE. Minqi Li, de la Universidad de Utah, presentó un modelo empírico convincente de que China no es un país imperialista en términos marxistas. Li argumentó que, aunque China ha desarrollado una relación de explotación con el sur de Asia, África y otros exportadores de materias primas, seguía transfiriendo una mayor cantidad de plusvalía a los países centrales del sistema mundial capitalista que la que recibe de la periferia. Solo un puñado de países son economías imperialistas rentistas que obtienen superbeneficios de los trabajadores del sur global y China no es uno de ellos.
China tiene un stock neto de inversión financiera de alrededor de 2 billones de dólares, pero se trata principalmente de reservas de divisas mantenidas en bonos del tesoro estadounidenses ($ 3,5 billones). El stock bruto de IED es de 1,7 billones de dólares, pero solo una pequeña parte se invierte en África o América Latina. ¡Está principalmente en paraísos fiscales! Así que el 90% no se ha invertido para obtener superbeneficios imperiales. De hecho, la rentabilidad de la IED de China es menor que la rentabilidad de la inversión extranjera en China, es decir, los ingresos netos de inversión de China en el extranjero son negativos.
Zhonglin Li y David Kotz llegan a una conclusión similar en su artículo IsChinaImperialist_EconomyStateAnd_preview (1). China está gobernada por un Partido Comunista que llegó al poder a través de una revolución socialista. China todavía tiene un sector significativo de grandes empresas estatales y el partido y el estado ejercen un control considerable sobre la economía. El papel de China en otras partes del mundo no se ajusta al concepto marxista de imperialismo. En China no opera una economía de mercado libre, ya que el PCCh todavía dirige las inversiones y el empleo en gran medida.
Li y Kotz argumentaron que la facción pro mercado no ha triunfado en China. De hecho, esta es también la conclusión de otro artículo de Isabelle Weber de la UMA. Su HowChinaEscapedShockTherapy_TheMar_preview (2) considera que la orientación de 'más mercado' era dominante entre los reformadores chinos al comenzar el proceso de reforma en la década de 1980, pero que la cuestión de cómo introducir mecanismos de mercado en la economía dirigida de China seguía siendo muy controvertida y aún no está resuelta.
Otros dos académicos chinos brindaron más apoyo empírico a la opinión de que China no es imperialista (Comprensión del nuevo “DualCirc_preview ). Utilizando la base de datos mundial de insumos y productos, Su, de la Universidad de Nanking, y Liang, de la UMA, calculan que China transfiere hasta el 10% de su valor agregado a través del comercio a Estados Unidos y otras economías imperialistas. De hecho, existe una relación comercial asimétrica con los EEUU, de modo que si EEUU y China cortaran por completo y transfirieran su comercio bilateral de mercancías a otros lugares, la economía china perdería 2.5 puntos porcentuales en su tasa de crecimiento y más de diez millones de empleos, mientras que Estados Unidos ganaría 1,3 puntos porcentuales en crecimiento y unos 700 mil puestos de trabajo. Por eso el presidente Xi está buscando adoptar una estrategia de "circulación dual" para apoyarse más en el mercado interno.
Todos estos estudios confirman el trabajo empírico que G Carchedi y yo presentamos por primera vez en la conferencia de Materialismo Histórico en 2019. China no es un país imperialista según la definición marxista. Pero dos preguntas sobre China siguen, creo, sin respuesta. Todos los intervinientes consideraron que China era un estado capitalista de alguna forma, aunque no imperialista. En cuyo caso 1) ¿cómo es posible que esta economía capitalista funcionará tan bien durante el período neoliberal cuando las economías imperialistas y otras economías capitalistas periféricas lo hicieron tan mal?; y 2) si China es capitalista y, sin embargo, tan grande, ¿eventualmente se volverá imperialista? Pero ese debate es para otro día.
También hubo varios buenos artículos sobre el impacto del COVID y la economía del cambio climático. Ron Baiman de la Universidad Benedictina destacó la enorme pérdida de hielo del Ártico en el período reciente que ahora se había convertido en un punto de inflexión en su impacto sobre el calentamiento global. InSupportOfARenewableEnergyAndMat_powerpoint (1) mantiene que detener el aumento de las emisiones no es suficiente. Necesitamos reducir la acumulación de carbono existente. Si pudiéramos reducir las existencias acumuladas en el Ártico, podríamos darle al planeta 17 años más de margen para cambiar las cosas. Es utópico resolver la crisis buscando solo lograr cero emisiones. Calculó que había soluciones técnicas que podrían reducir los niveles acumulados, incluida el triaje climático del hielo marino del Ártico y la recuperación del ciclo del carbono climático. "Eso nos llevaría rápidamente a evitar impactos climáticos cada vez más catastróficos". Curiosamente, no mencionó la necesidad de eliminar también la producción de combustibles fósiles.
Robert Williams, del Guilford College, nos explicó cómo la pandemia del COVID aumentaría los ya altos niveles de desigualdad de riqueza e ingresos en las principales economías capitalistas. Incluso antes del COVID, las políticas de la Reserva Federal “han derrochado cientos de miles de millones de dólares anuales transfiriéndolos a los ricos. A pesar de una tasa de desempleo celebrada por muchos como la mínima en 50 años, estas fuerzas y políticas estructurales han dejado a la gran mayoría de los hogares estadounidenses indefensos ante el repentino ataque del coronavirus ".
Chyrs Esseau, Tomar Galaragga y Sherif Khalifa mostraron en sus presentaciones cómo las epidemias anteriores han afectado a la desigualdad de ingresos. Según sus análisis, un shock epidémico / pandémico aumentaba la desigualdad de ingresos en 4,6 puntos (coeficiente de Gini). “Llegamos a la conclusión de que las epidemias y pandemias de principios del siglo XXI contribuyeron al estancamiento, e incluso al empeoramiento, de las tendencias, por lo demás ligeramente decrecientes, de la desigualdad global de ingresos ”.
Sergio Cámara de la Universidad Autónoma Metropolitana de México proporcionó un marco marxista general para la pandemia del COVID, dividiendo la crisis en sus partes cíclica, estructural y sistémica. Cíclicamente, la economía mundial ya estaba “a punto de caer en una nueva crisis cíclica por los desequilibrios acumulados tras la crisis cíclica 2007-2009”. Estructuralmente, las principales economías capitalistas no estaban equipadas para manejar la pandemia porque habían agotado los servicios sanitarios, médicos y públicos necesarios para hacerla frente. Y sistémicamente, la pandemia había demostrado que el afán de lucro del capitalismo por encima de la necesidad conduce a crisis recurrentes de la humanidad, el clima y la naturaleza.
Finalmente, hubo una sesión sobre "futuros post-capitalistas" que, creo, expuso cómo las economías de mercado no pueden hacer frente a las pandemias y defendió la necesidad de una planificación socialista democrática de las economías. Robin Hahnel y Mitchell Szczepanczyk presentaron los resultados de su innovador intento de modelar la planificación anual democrática en una economía poscapitalista (ComputerSimulationExperimentsOfParti_powerpoint). A través de simulaciones informáticas iterativas del proceso de planificación desde el nivel local al central y viceversa, utilizando una nueva técnica de codificación por computadora, encontraron que no implicaría mucho tiempo elaborar un plan anual factible y práctico para satisfacer las necesidades sociales con los recursos disponibles, contando con la participación y decisión democrática de las personas.
Esta fue otra refutación convincente de la crítica de los teóricos neoclásicos pro mercado como Von Mises y Hayek; y de los socialdemócratas keynesianos favorables al mercado como Alec Nove, que sostenían que la planificación socialista era inviable porque había demasiados cálculos que hacer. Solo la mano invisible del mercado y los precios del mercado podían hacerlo. Esta contribución demostró que no es cierto, especialmente ahora con los avances en la programación de computadoras. La planificación socialista democrática puede funcionar y puede reemplazar el caos del mercado.
es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.Fuente:
https://thenextrecession.wordpress.comTraducción:G. Buster
No hay comentarios:
Publicar un comentario