Ciego de Ávila, 24 ene (ACN) Alrededor de 40 millones de pesos aportaron las casas de cultivos protegidos de la Empresa Agroindustrial Ceballos, en Ciego de Ávila, durante los últimos dos años, lo que demuestra un paso de avance en la producción de hortalizas cuando los cosecheros estatales y campesinos hacen suyas las siembras y también la labranza y parte de los acopios.
Esta iniciativa tecnológica se creó en el territorio avileño en 1995 y poco a poco aumentó hasta llegar a más de 30 hectáreas en pleno desarrollo, distribuidas por municipios, con hombres y mujeres que promedian a unos mil 500 pesos mensuales per cápita, según especialistas de la Agricultura.
Ellos atienden los viveros, fomentan tomate, melón, ajíes, pepino, pimiento, col, ajo, cebolla y otros vegetales de amplia demanda para el turismo, el comercio local, las placitas y los puntos de venta, con precios que fluctúan de acuerdo con la calidad de las plantas hortenses.
Las denominadas casas resguardadas en las cercanías de los poblados son unidades cubiertas con una tela que disminuye, en más del 30 por ciento, la radiación solar y permiten obtener verduras y legumbres todo el año, incluyendo los meses de intenso calor, expresó el ingeniero Edel Barbosa Menéndez, director de esa unidad empresarial de base.
Para los techos y laterales se utilizan tejidos llamados antiáfidos, con los cuales se preservan las plantaciones ante fuertes lluvias o vientos mediante estructuras maderables o metálicas, mientras las frondosas hileras de pimientos u otros frutos se sostienen erectas para que no toquen el suelo.
Su tecnología permite la introducción del riego de agua localizado junto al fertilizante, con lo cual se obtienen hermosos frutos de enero a diciembre.
La productividad de estas instalaciones se sustenta en la estrategia del manejo de su labranza, de manera tal que no haya afectaciones por los organismos nocivos y sea eficiente el uso de plaguicidas y también impedir la contaminación del ambiente, agregó Barbosa.
Entre sus ventajas se encuentran las siembras fuera de época, control de plagas y enfermedades, ahorro de agua y especialización empresarial y técnica, todo ello en función de atesorar alrededor de dos mil toneladas de hortalizas de primera calidad cada año, en opinión de Arturo Gómez Ramos, subdelegado de la Agricultura en la provincia.
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