Documento de trabajo 9/2019 - 30 de mayo de 2019 - Real
Instituto Elcano
Carmelo Mesa-Lago |
Catedrático de servicio distinguido emérito en Economía y
Estudios Latinoamericanos en la
Universidad de Pittsburgh
Pavel Vidal Alejandro |
Profesor asociado del Departamento de Economía de la
Universidad Javeriana Cali,
Colombia
Resumen
Históricamente, Cuba ha padecido la dependencia económica de otros
países, un hecho que continúa después de 60 años de la revolución. La
dependencia con la Unión Soviética en 1960-1990 dio lugar al mejor período económico-social
en la segunda mitad de los años 80, pero la desaparición del campo socialista
fue seguida en los años 90 por la peor crisis desde la Gran Depresión. Este
documento de trabajo analiza de manera profunda la dependencia económica cubana
de Venezuela en el período 2000-2019: (1) antecedentes de la relación económica
entre ambos países; (2) análisis de la severidad de la crisis venezolana; (3)
evolución del comercio exterior cubano con Venezuela; (4) medidas de Donald
Trump contra Venezuela y Cuba; (5) efectos del shock venezolano en Cuba;
(6) ¿viene otro Período Especial en Cuba?; (7) posibilidad de que otros
países (Rusia o China) substituyan a Venezuela; y (8) alternativas viables a la
situación.
Introducción
La constante fundamental en seis décadas de la economía socialista
cubana ha sido su dependencia económica con alguna otra nación. Comenzó con
España en la época de la colonia, continuó con EEUU durante la primera
república, se expandió de manera significativa con la Unión Soviética y
finalmente con Venezuela desde el inicio de este siglo.
En 1960-1990 la URSS otorgó a
Cuba 65.100 millones de dólares, tres veces el total de la ayuda que durante la
Alianza para el Progreso de John F. Kennedy, EEUU concedió a toda América
Latina. De la suma total, 39.400 millones fueron subsidios –no reembolsables– a
los precios de exportaciones cubanas (la URSS pagaba entre dos y 11 veces el
precio del azúcar por encima del precio mundial y el precio del níquel un 50%
más) y a los precios de las importaciones del petróleo soviético (que cubrían
el 96% de las necesidades cubanas) que suministraba por debajo del precio mundial.1 Por otra parte, 17.100 millones de dólares
fueron préstamos para cubrir los déficit anuales de Cuba en su comercio con la
URSS y 8.600 millones fueron préstamos blandos para el desarrollo; estos
préstamos eran reembolsables, pero Cuba sólo pagó 500 millones (un 0,7% de lo
debido) y la deuda con los soviéticos, heredada por los rusos, fue mayormente
condonada en 2017. Esa enorme ayuda resultó en el mejor período
económico-social de Cuba bajo la revolución, en la segunda mitad del decenio de
los 80; no obstante, no transformó la estructura económica a fin de que fuese
capaz de financiar sus importaciones con sus exportaciones. La desaparición del
campo socialista provocó en los años 90 una gravísima crisis en Cuba –la peor
desde la Gran Depresión, por ejemplo–, con una caída del 35% en el PIB y el
deterioro de todos los indicadores económicos y sociales (para un análisis
detallado véase Mesa-Lago, 2002).
Desde el año 2000 Venezuela comenzó a ayudar económicamente a Cuba,
jugando un papel crucial en la parcial recuperación del país; en la cúspide de
dicha relación económica ésta equivalía a alrededor del 20% del PIB cubano. A
pesar de un cambio sustancial de la exportación de materias primas hacia
servicios, Cuba continuó dependiendo de los
subsidios externos para financiar sus importaciones. En 2019 Venezuela sufrió
la peor crisis económica, política y social de su historia y en los últimos
cinco años perdió el 50% de su PIB, mucho más que la caída del 35% en Cuba en
1990-1994. Como resultado, el intercambio comercial con Cuba disminuyó a la
mitad en 2017 y en ocho puntos porcentuales del PIB. Una caída del gobierno de
Nicolás Maduro provocaría en Cuba otra grave crisis económico-social, aunque no
de la magnitud de la de los años 90. En la actualidad no hay otro país (Rusia o
China) capaz de reemplazar a Venezuela, lo cual pondría presión en el
presidente Miguel Díaz-Canel para acelerar y profundizar las reformas
estructurales iniciadas por Raúl Castro, pero entorpecidas por su lentitud,
restricciones y estancamiento.
1 El petróleo importado de la URSS que no consumía
Cuba era reexportado a terceros países y vendido en divisas: entre 1 y 2
millones de toneladas métricas entre 1984 y 1987.
Este documento estudia la relación económica de Cuba con Venezuela en
siete secciones: (1) antecedentes de la relación económica cubano-venezolana;
(2) análisis de la severidad de la crisis económico-social venezolana; (3)
evolución del comercio exterior de Cuba con Venezuela (incluyendo exportación
de servicios profesionales e importación de petróleo y otros bienes) y la
inversión directa; (4) medidas de Trump contra Venezuela y Cuba; (5) los
efectos del shock venezolano en Cuba; (6) si ocurrirá otro Período
Especial en Cuba; (7) posibilidad de que otros países (Rusia o China)
sustituyan a Venezuela; y (8) alternativas viables para Cuba. El documento se
completó el 12 de mayo de 2019.
(1) Antecedentes de la relación económica entre ambos países
El papel de Venezuela como proveedor clave de petróleo a Cuba comenzó
con un acuerdo de cooperación firmado en Caracas el 30 de octubre de 2000 entre
los presidentes Fidel Castro y Hugo Chávez, por el que Venezuela se comprometió
a exportar 53.000 barriles diarios de petróleo a Cuba a cambio del suministro
cubano de profesionales en las áreas de salud, educación y deportes.2 Esto fue
un cambio de la práctica anterior de Cuba que enviaba tales profesionales
gratis a países necesitados. El primer acuerdo fue revisado en diciembre de
2004 aumentando el suministro a 93.000 barriles diarios desde 2005, así como
incrementando los servicios profesionales cubanos, con Venezuela cubriendo el
costo de flete y seguro.
El primer grupo de médicos
cubanos llegó a Venezuela en 2013 para el programa de Chávez de atención médica
a las zonas pobres: “Barrio Adentro”. Miles de maestros fueron enviados
también. En 2004, los dos países lanzaron la “Operación Milagro” para
proporcionar servicios oftalmológicos a los venezolanos más necesitados y, al
año siguiente, dicho programa se extendió a otros países de América Latina,
financiado por Caracas y atendido por cubanos. Entre 2000 y 2018, 219.000
profesionales cubanos sirvieron en Venezuela. Por su parte, unos 300.000
venezolanos viajaron a Cuba entre 2000 y 2006 para recibir atención médica
financiada por Chávez (Pérez López, 2008; Romero, 2018). El acuerdo inicial se
amplió con la creación del ALBA-TCP (inicialmente Alternativa Bolivariana de
las Américas-Tratado de Comercio de los Pueblos) firmado por Cuba, Venezuela y
Bolivia (más adelante Nicaragua), así como el TCP, que permitió el comercio sin
aranceles entre todos los miembros de ALBA (Romero, 2018). Los acuerdos se han ampliado varias veces, la última para el período 2010-2020 (Mesa-Lago, 2012).
2 Según Romero (2018), al inicio de la relación
Cuba pagaba el suministro petrolero un 50% dentro de los primeros 90 días y el
50% restante con una deuda a 25 años a un interés del 1%.
En algunos años al menos, los dos países firmaron una conciliación para
evaluar tanto el coste del petróleo crudo y derivados del petróleo
suministrados por Venezuela como el coste de los servicios profesionales
prestados por Cuba. En 2012, esa conciliación sólo para el período del 1 de
octubre al 31 de diciembre de 2011 ascendió a 1.275 millones de dólares,
resultando en una deuda a favor de Cuba de 272 millones que se pagó por
Venezuela (PDVSA, 2012). Si esa diferencia se proyectase a todo el año, Cuba
habría recibido más de 1.000 millones de dólares de Caracas.
(2) Análisis de la severidad de la crisis económica-social
venezolana
Venezuela era uno de los países más ricos de América Latina y tiene las
mayores reservas de petróleo del mundo. Entre 2004 y 2012 el país gozó del
mayor boom económico de su historia cuando los precios internacionales
del petróleo alcanzaron un récord histórico de 142 dólares/barril en 2008.3 Durante
esa bonanza, el gobierno gastó más que sus ingresos, aumentó la deuda externa y
cometió graves errores en su política económica interna y externa. Como resultado,
hubo un deterioro creciente en la economía, que en 2018 se contrajo un 18%
(mermándose un 50% en los cinco últimos años, el doble de la caída del PIB en
EEUU durante la Gran Depresión y peor que el 35% de descenso en el PIB cubano
en 1990-1993) y para 2019 el FMI proyecta una pérdida del 25%. La base
monetaria aumentó un 14.400% en 2018, la inflación fue de un 1.370.000% en 2018
(similar a los récords históricos de la República de Weimar en 1923 y Zimbabwe
a fines de los años 90) y el FMI proyecta 10 millones % en 2019 (sobrepasando
dichos récords). Entre 2015 y 2019 Venezuela retrocedió 18 puestos en su
ubicación de las economías latinoamericanas, ordenándose la cuarta inferior,
después de Haití, Honduras y Nicaragua (CEPAL, 2018; FMI, 2018; “Venezuela cae
18 puestos…,” 2019).
En el sector externo, la fuga
de capitales totalizó 126.498 millones de dólares entre 2009 y 2016, las
importaciones menguaron un 85% en el período 2012-2018, el déficit en el
balance global fue de 6.808 millones de dólares en 2016, los términos de
intercambio se deterioraron un 55% entre 2011 y 2016, la deuda externa creció
un 64% en el período 2009-2015 (llegando a 138.000 millones de dólares en 2015)
y las reservas internacionales cayeron un 75% entre 2009 y 2018. No hay información
sobre la mayoría de los indicadores macroeconómicos para los años 2017 y 2018
(CEPAL, 2018).
La producción petrolera cayó
un 41% entre 1998 y 2017, de 3,4 a 2 millones de barriles diarios y continuó su
descenso en 2018 (Espinasa y Sucre, 2017),4 agravado
por un declive de 40% en el precio mundial del petróleo en el período
2003-2019. El sistema eléctrico se colapsó en 2019, reduciendo el suministro de
agua. Además, como las exportaciones de petróleo generan el 95% del ingreso impositivo, éste descendió de 8.000 a 1.000 millones de dólares anuales. Hay una severa escasez de alimentos y medicinas. Más de tres millones de habitantes han abandonado el país, el 10% de la población (Haussman, 2019). El desempleo abierto aumentó del 27,1% en 2017 al 34,3% en 2018 y se proyecta que aumentará hasta el 39% en 2019 (FMI, 2018).
3 Puente (2016) muestra la relación entre los
precios mundiales del petróleo y la evolución del PIB cubano.
4 Según estos autores, la caída en la producción
petrolera se debió al despido de la mitad de los empleados de PDVSA y de dos
tercios de los profesionales, reemplazados y aumentados por nombramientos
políticos, a la corrupción y a la eliminación de la independencia de PDVSA, que
pasó a ser un brazo del Ejecutivo,
Michelle Bachelet (2019), ex presidenta de Chile y actualmente alta
comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicó un informe
que describe el colapso de la medicina, la educación y otros servicios en
Venezuela: “el sistema de salud sigue deteriorándose y afecta considerablemente
las mortalidades materna e infantil, así como la proliferación de enfermedades
infecciosas que anteriormente estaban bajo control”. Un millón de niños ha
dejado de asistir a la escuela debido a problemas económicos de sus familias y
a la falta de maestros, muchos de los cuales han emigrado. “La escasez de agua
y de gas natural, así como el colapso del transporte público siguen afligiendo
a muchas personas, y junto con la hiperinflación, generan terribles condiciones
económicas que han provocado miles de protestas sociales”. Después de este
informe, en abril de 2019, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres,
declaró que existía una crisis humanitaria en Venezuela y que 7 millones de
habitantes necesitaban ayuda urgente (Oppenheimer, 2019).
Según la última Encuesta
sobre Condiciones de Vida en Venezuela (ENCOVI, 2018), la pobreza total creció
del 48,4% al 87% entre 2014 y 2018 (y la pobreza extrema del 23,6% al 61,2%),
siendo más de la mitad pobreza reciente. La precariedad en la protección social
se expandió del 55% al 60% de la población. La frecuencia de agua en la
vivienda se deterioró entre 2017 y 2018: la reciben todos los días del 45% al
29%, algunos días a la semana del 38% al 31% y una vez por semana del 14% al
10%. La recepción de electricidad en 2018 fue diariamente del 25%, alguna vez
en la semana del 27% y alguna vez al mes del 29%. La asistencia escolar en las
edades entre tres y 24 años se contrajo del 78% al 70% entre 2014 y 2018,
debido a la ausencia de personal, comida, transporte, electricidad y/o agua. La
población atendida en salud en el programa “Barrio Adentro” menguó un 93% en
2015-2017, de 2,6 millones a 200.000.
Estudios recientes de la
Oficina Panamericana de la Salud (OPS) y del Centro de Salud Humanitaria de la
Universidad John Hopkins comprobaron que el sistema de salud pública venezolano
se ha colapsado, creando una catástrofe humanitaria. El gobierno oculta las
cifras y despide a los médicos que expresan su preocupación. Nueve de cada 10
venezolanos tienen dificultad para comprar comida, el 80% sufren inseguridad
alimenticia, tres de cada cuatro ha perdido peso (un promedio de 19 libras en
2017), el 48% de las mujeres embarazadas padece desnutrición, entre los niños
menores de cinco años la desnutrición creció del 10% al 17% entre febrero de
2017 y marzo de 2018, más del 2% de todos los recién nacidos murieron en sus
primeras cuatro semanas en 2015, creciendo desde el 0,02% en 2012, y la
desnutrición ahora supera el umbral de crisis calculado por la Organización
Mundial de la Salud (OMS). La tasa de mortalidad materna aumentó un 65% en 2016
y la de mortalidad infantil un 30%. La diabetes y la hipertensión se duplicaron
en el año 2017 y las vacunas han desaparecido. Hay brotes de paludismo (406.000
nuevos casos en 2017), tuberculosis (13.000), sarampión (7.300), difteria
(1.716) y VIH (6.500). El 85% de los 79.467 infectados no reciben tratamiento (antes no había casos de algunas de estas enfermedades o en
otras eran raras o sus tasas muchísimo menores).
La encuesta nacional de
hospitales en 2019 encontró que aproximadamente la mitad de los médicos
declaran que no tienen suministros básicos de emergencia, y el 35% de las salas
de cirugía carecen de los instrumentos y de los medicamentos necesarios. Las
personas mueren porque no funcionan los desfibriladores, los laboratorios y los
equipos de rayos X, 22.000 médicos –un tercio del total– han abandonado el país
en los últimos 12 años (un quinto del total) debido a sus sueldos míseros
(Human Rigths Watch, 2018; OPS, 2018; Wyss, 2019b). Caracas tiene la mayor tasa
de homicidios del mundo: 140 por 100.000 habitantes, superior a las de Bagdad y
Kabul (O’Neil, 2018).
La autodeclaración de presidente de Juan Guaidó en 2019 y el subsecuente
apoyo de 54 naciones en el mundo ha agravado la crisis política, lo cual a su
vez empeora la crisis económica. Sin embargo, a pesar de la gravísima crisis
venezolana, Nicolás Maduro ha seguido intentando mantener los acuerdos con
Cuba, aunque a niveles inferiores, lo que ha mitigado el efecto adverso sobre
la economía de la isla.
(3) Evolución del comercio exterior cubano con Venezuela
Bajo la Revolución Cubana ha ocurrido un déficit sistemático en la
balanza comercial de bienes (Pérez-López, 2017). La Figura 1 muestra que entre
2007 y 2017 dicho déficit alcanzó un cénit histórico de 10.372 millones de
dólares en 2008 y después disminuyó porque, a pesar de que las exportaciones
menguaron constantemente desde 2012, las importaciones fueron recortadas, lo
cual causó una falta de insumos y una escasez de bienes de consumo en la isla.
En 2017 las exportaciones de bienes estaban un 55% por debajo del nivel de 1989
y 2011, mientras que las importaciones habían aumentado respectivamente un 25%
y disminuido un 27%, por lo cual el déficit de bienes creció un 261% respecto a
1989 y se estancó respecto a 2011. La dualidad monetaria y cambiaria son graves
obstáculos al aumento de las exportaciones debido a que sus distorsiones
impiden conocer cuáles son las exportaciones rentables.5
A partir del siglo XXI, sin
embargo, Cuba comenzó a exportar servicios profesionales (principalmente
médicos, enfermeras y maestros) impulsado por el tratado con Venezuela, que
compra la mayoría de dichos servicios (se estima de manera gruesa que en un
75%). Como resultado, ocurre un superávit en el saldo de comercio de servicios
que alcanzó su cima en 2013. Este excedente no sólo compensa el déficit de
bienes, sino que genera un superávit en el saldo global de bienes y servicios (salvo
en 2008 por causa del enorme déficit en bienes) y dicho saldo alcanzó una
cúspide en 2014. Debido a la grave crisis económica de Venezuela, el referido
superávit disminuyó en un 38% entre 2014 y 2016, con un ligero ascenso en 2017.
La Figura 2 calcula el valor de la venta de servicios profesionales (restando a
los ingresos por exportaciones totales de servicios, el ingreso de los
servicios turísticos y una estimación del valor de los ingresos por
comunicaciones) y muestra que aquellos mermaron en 24% en el período 2013-2016 (con un ligero repunte en 2017), una de las causas del descenso en el PIB del 7,3% en 2007 al 1,2% en 2018 (ONEI, 2013 y 2018).
5 Dos monedas circulan en Cuba: el peso nacional
(CUP) y el peso “convertible” (CUC) que no se tranza internacionalmente y su
valor lo fija el gobierno cubano. Un CUC tiene paridad con el dólar e igual a
25 CUP.
Otros compradores de servicios profesionales como Brasil, Ecuador y
Argentina han cambiado sus gobiernos, terminado o recortado dichas compras o
indicado su intención de hacerlo. Angola y Argelia también las han rebajado,
Mozambique revocó acuerdos y el convenio de intercambio con Kenia está
amenazado por el suicidio de un médico que estudiaba en Cuba y la crítica de la
Unión de Médicos y Dentistas y del Senado keniano (Mesa-Lago, 2018; González,
2019). Por el contrario, México ha contratado 3.000 médicos cubanos (Gámez,
2018). Sin embargo, los servicios profesionales siguen siendo la fuente
principal de divisas de Cuba: su aporte a las exportaciones totales (bienes y
servicios) se mantuvo en alrededor del 55% en 2013 y en 2017, aunque con un
valor disminuido, lo cual muestra que la política económica cubana no ha
logrado avanzar en la diversificación del comercio exterior a pesar de que era
necesario reducir la vulnerabilidad con Venezuela.6
6 Palacios (2019) desarrolla un modelo
econométrico para medir las restricciones externas que limitan el crecimiento
económico cubano.
Figura
1. Cuba: saldo comercial externo de bienes y servicios, 2007 a 2016 (millones de
dólares) (1)
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
2011
|
2012
|
2013
|
2014
|
2015
|
2016
|
2017
|
|
Bienes
|
|||||||||||
Exportaciones
|
3.966
|
3.940
|
3.020
|
4.754
|
6.170
|
5.899
|
5.566
|
5.149
|
3.572
|
2.546
|
2.704
|
Importaciones
|
10.118
|
14.312
|
8.938
|
10.689
|
14.019
|
13.869
|
14.773
|
13.101
|
11.745
|
10.302
|
10.212
|
Saldo
bienes (2)
|
-6.152
|
-10.372
|
-5.918
|
-5.935
|
-7.849
|
-7.970
|
-9.207
|
-7.952
|
-8.173
|
-7.756
|
-7.508
|
Servicios
|
|||||||||||
Exportaciones
|
7.952
|
8.566
|
7.819
|
9.765
|
11.149
|
12.760
|
13.027
|
12.663
|
11.369
|
11.144
|
11.379
|
Importaciones
|
215
|
494
|
656
|
711
|
1.060
|
1.019
|
829
|
764
|
860
|
924
|
1.098
|
Saldo
servicios
|
7.732
|
8.072
|
7.163
|
9.054
|
10.089
|
11.741
|
12.198
|
11.899
|
10.509
|
10.222
|
10.281
|
Saldo
global
|
1.585
|
-2.300
|
1.901
|
3.119
|
2.240
|
3.771
|
2.991
|
3.947
|
2.336
|
2.466
|
2.773
|
Ingresos
turismo
|
2.236
|
2.346
|
2.082
|
2.218
|
2.503
|
2.613
|
2.607
|
2.546
|
2.819
|
3.069
|
3.302
|
Servicios
|
5.512
|
6.010
|
5.533
|
7.348
|
8.449
|
9.939
|
10.163
|
9.844
|
8.252
|
7.758
|
7.763
|
profesionales (3)
|
|||||||||||
Participación
|
4.134
|
4.508
|
4.150
|
5.511
|
6.337
|
7.454
|
7.623
|
7.383
|
6.189
|
5.819
|
5.822
|
Venezuela (4)
|
(1) Las cifras oficiales son dadas en “pesos” sin
especificar cual, existe un consenso que se trata de CUC que es similar al
dólar.
(2) En el cuadro 8.3, el Anuario 2017 tiene
una serie distinta del saldo de bienes con un déficit mayor que en el cuadro
5.17, por lo que el saldo global resulta menor.
(3) Exportaciones de servicios menos ingresos por
servicios turísticos y un estimado del valor de ingresos por comunicaciones.
(4)
Estimado grueso basado en un 75% anual del total
del valor de los servicios profesionales.
Fuentes:
elaboración propia basada en ONEI, Anuarios, 2014, 2015 y 2018.
La Figura 2 muestra que no sólo la exportación de servicios
profesionales se ha visto afectada por la crisis venezolana, sino que se ha
producido un fuerte recorte en el comercio de bienes entre los dos países. La
cima se alcanzó en 2012, cuando llegó al 44% del intercambio total de
mercancías cubano (exportaciones más importaciones), pero en 2016 había
declinado al 17,6%, lo cual resultó en un desplazamiento de Venezuela del
primer al segundo lugar, mientras que China se convirtió en el primer socio de
Cuba en el intercambio comercial, pero con sólo un incremento del 5,7% respecto
al valor de 2007 y su participación en el intercambio total sólo fue del 20,5%.
Además, téngase en cuenta que en 2012 las exportaciones cubanas a Venezuela
eran de 2.484 millones de dólares (principalmente medicinas y petróleo
refinado) mientras que las importaciones de Venezuela sumaban 6.079 millones
(principalmente petróleo), por lo que el déficit comercial era de 3.595
millones de dólares (el 44% del déficit cubano total), mientras que en 2016 el
déficit con Venezuela menguó hasta 940 millones, una reducción del 74% (un 12%
del déficit cubano global).
Figura
2. Dependencia cubana de Venezuela en el comercio de bienes, 2012-2017 (millones
de dólares)
Cambio (%)
|
|||||||
Bienes
|
2012
|
2013
|
2014
|
2015
|
2016
|
2017
|
2017/2012
|
Intercambio
|
8.563
|
7.067
|
7.258
|
4.232
|
2.224
|
2.214
|
-74
|
%
del total
|
44,1
|
35,4
|
40,5
|
28,1
|
17,6
|
17,6
|
-26
|
Exportaciones
|
2.484
|
2.266
|
2.069
|
1.437
|
642
|
375
|
-84
|
Importaciones
|
6.079
|
4.802
|
5.188
|
2.794
|
1.582
|
1.838
|
-70
|
Déficit
|
-3.595
|
-2.536
|
-3.119
|
-1.357
|
-940
|
-1.463
|
-59
|
%
del total
|
43,7
|
26,9
|
38,1
|
16,2
|
12,0
|
19,0
|
-24
|
Fuentes:
elaboración propia basada en ONEI, 2018.
En 2017 se revirtió la situación, pues la participación de Venezuela en
el intercambio total se mantuvo en el 17,6% mientras que la de China disminuyó
al 16,1%, por lo cual Venezuela volvió a ser el primer socio comercial de Cuba.
Debe notarse que el intercambio comercial con China en 2017 mermó un 22%
respecto a 2016 y estaba un 17% por debajo de 2011, cuando alcanzó su cima,
pues las importaciones chinas se redujeron debido a atrasos de pagos de Cuba.
7 Según un informe del ministerio de Economía y
Planificación de Cuba, el promedio de entrega de petróleo en abril de 2019 era de
solo 30.000 barriles diarios (“Cubanos en el exterior…”, 2019).
Figura
3. Valor y participación de importaciones de combustibles venezolanas en Cuba,
2007 a 2017 (millones de dólares)
Importaciones de combustibles (1)
|
Participación de
|
|||
Años
|
Total
|
Venezuela (2)
|
Venezuela (%)
|
|
2007
|
2.383
|
2.243
|
94,1
|
|
2008
|
4.562
|
4.473
|
98,0
|
|
2009
|
2.650
|
2.608
|
98,4
|
|
2010
|
4.530
|
4.302
|
95,0
|
|
2011
|
6.370
|
5.902
|
92,6
|
|
2012
|
6.475
|
6.079
|
93,8
|
|
2013
|
6.643
|
4.802
|
72,3
|
|
2014
|
5.617
|
5.189
|
92,4
|
|
2015
|
3.058
|
2.794
|
91,4
|
|
2016
|
1.990
|
1.583
|
79,5
|
|
2017
|
1.838
|
|||
2017/2012
(%)
|
-69,4
|
-66,8
|
-8,2
|
NOTA:
Cúspide (2012) en negrita.
(1)
Combustibles, lubricantes, minerales y otros
productos relacionados.
(2)
Exportaciones totales, básicamente combustibles.
Fuentes:
elaboración propia basada en ONEI, 2018, total del Cuadro 8.12, Venezuela del
Cuadro 8.6.
Según los acuerdos con Venezuela, Cuba paga la importación de petróleo y
sus derivados con la venta de servicios profesionales. Pero el precio de los
servicios vendidos por Cuba estaba inflado (un médico cubano era pagado 27
veces lo que recibía un médico promedio venezolano), por lo que había un
subsidio disfrazado (Mesa-Lago, 2012). Además, una suma considerable de
petróleo crudo procedente de Venezuela se procesaba en la refinería de
Cienfuegos y los productos refinados se reenviaban a Venezuela y quedaba un
remanente que Cuba exportaba con una jugosa ganancia en divisas (como hacía con
la URSS). Ese suministro se redujo a la mitad en 2016 y dañó el monto refinado
y las exportaciones. Espinasa y Sucre (2017) calculan que Venezuela perdió un
ingreso petrolero potencial de 29.400 millones de dólares en su trueque con
Cuba entre 1996 y 2017. La pérdida del suministro directo o indirecto de
petróleo venezolano, aún con la merma experimentada en 2017, le costaría a Cuba
1.838 millones de dólares.
Entre 2001 y 2014 la Comisión Intergubernamental Cuba-Venezuela aprobó
475 proyectos de inversión en Cuba por un valor de 8.000 millones de dólares:
76 proyectos por 1.400 millones en 2008, 173 por 2.000 millones en 2009
–incluyendo la expansión al doble de la refinería de Cienfuegos–, 116 por 1.600
millones en 2011, 54 por 2.000 millones en 2013, y 56 por 1.200 millones in
2014. El Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela asignó 1.500
millones de dólares para financiar proyectos en Cuba entre 2007 y 2010,
mientras que el Fondo Autónomo de Cooperación Internacional otorgó créditos
cercanos a los 1.000 millones a 11 empresas cubanas (Mesa-Lago, 2012; Romero,
2018). Si bien algunos de estos proyectos no se llevaron a cabo y aparentemente
cesaron después de 2014, la inversión directa de Venezuela ha sido importante,
especialmente la refinería de Cienfuegos, aunque en 2017 Venezuela cedió el 49%
de las acciones de la empresa mixta de dicha refinería, aparentemente para
compensar los impagos que acumulaba con el gobierno cubano por la prestación de
los servicios médicos.
Como resultado de todos estos acuerdos, la economía cubana, sin ser un
país petrolero, se volvió vulnerable a los cambios en los precios
internacionales del petróleo. La correlación más alta entre la tasa de
crecimiento del PIB cubano y los cambios en el precio del petróleo se evidenció
en el período que va desde 2008 (cuando comienza a operar la refinería de
Cienfuegos) y 2014, con un valor del 71%. Ello configuró una realidad diferente
para la economía cubana en comparación con lo que sucedía en décadas
anteriores, donde un aumento del precio del crudo tendía a empeorar la balanza
de pagos cubana dada su posición de importador neto. Sin ser un exportador neto
y sin haber transformado la matriz energética, la cual sigue en gran parte
subordinada a los combustibles fósiles importados, el país comenzó a
beneficiarse de los aumentos del precio del crudo.
El aumento y cambio de signo de la correlación entre la tasa de
crecimiento del PIB cubano y el precio del petróleo se explica porque dos de
las principales fuentes de ingresos en divisas de Cuba dependen directamente o
indirectamente del mercado petrolero y sus precios: la exportación de petróleo
crudo y sus derivados, y la exportación de servicios médicos y otros servicios
profesionales. La correlación entre el precio internacional del petróleo y el
valor de las exportaciones de crudo y sus derivados cubanos fue del 78% en el
período 2008-2017 (véase la Figura 4). Por otra parte, los movimientos del
precio del petróleo se han conectado con los ingresos de las exportaciones de
servicios médicos y profesionales, debido a que existe un mecanismo de
indexación con Venezuela entre estos flujos y el precio del crudo. La
correlación entre las series de exportaciones totales de servicios médicos y
profesionales (incluye Venezuela y otros países) y el precio internacional del
petróleo es del 66% en el período 2005-2017 (véase la Figura 5).
Sin embargo, desde 2015 la
correlación con el precio del petróleo comenzó a disminuir. Primero, porque la
economía cubana logró no decrecer a pesar de la depresión económica venezolana
y la caída del precio del crudo. Los acuerdos entre ambos países han mostrado
cierta resiliencia a los problemas en Venezuela, primero debido a que el
gobierno venezolano se ha esforzado en dar prioridad y preservar una parte de
sus compromisos con La Habana a pesar de su agotamiento financiero, lo que ha
evitado un mayor impacto en el PIB cubano. Segundo, porque en 2018 y 2019 el
precio del petróleo ha comenzado a recuperarse sin que ello se haya reflejado
en un aumento significativo de los flujos comerciales entre Cuba y Venezuela.
Las autoridades cubanas no pueden apostarle a una recuperación impulsada por el
precio del crudo, debido a que los problemas estructurales y políticos
venezolanos y porque las sanciones estadounidenses le han impedido aprovechar
esta nueva tendencia en los mercados petroleros.
Figura
5. Cuba: exportación de servicios médicos y otros servicios profesionales,
2005-2017 (miles de millones de dólares).
(4) Las medidas de Trump contra Venezuela y Cuba
Las
primeras medidas de Donald Trump contra el gobierno de Maduro fueron prohibir
la entrada en EEUU de altos dirigentes venezolanos acusados de corrupción y
ordenar la confiscación de sus propiedades en territorio estadounidense.
Un decreto de la Asamblea
Nacional de Venezuela (donde la oposición tiene mayoría) promulgado el 12 de
marzo de 2019, teniendo en cuenta los apagones eléctricos en Venezuela,
suspendió el envío de petróleo venezolano a Cuba. Trump respaldó esta medida y
el asesor de seguridad nacional John Bolton advirtió a las compañías
aseguradoras de barcos que Washington hará cumplir la orden presidencial (“EEUU
a navieras…”, 2019). El Departamento del Tesoro sancionó a dos compañías de
transporte y un barco que llevaban el petróleo y bloqueó la propiedad de otros
34 buques tanque que pertenecen a PDVS, así como a dos compañías con base en
Liberia y Grecia. EEUU ya ha impuesto esta sanción a compañías que comercian
con Corea del Norte e Irán. Sin embargo, la medida contra Caracas parece ser
inefectiva, pues justo después de anunciada, Maduro envió a Cuba un millón de
barriles de petróleo en dos barcos; el canciller venezolano se burló de Trump
diciendo que ellos son “expertos en guerrilla” y cumplirán los compromisos con
Cuba (Delgado, 2019). Por otra parte, Trump ordenó la incautación del ingreso
por ventas de petróleo venezolano en EEUU, pero Caracas desvió esas
exportaciones a otros países y traspasó las cuentas de sus empresas petroleras
al banco ruso Gazprombank (“Reuters afirma…”, 2019).
Otra amenaza es la incautación de activos de PDVSA en EEUU; en mayo de
2018 Conoco Phillips comenzó a embargar sus activos de dicha compañía estatal
en el Caribe para cobrar un laudo arbitral de 2.000 millones de dólares, lo
cual impidió el acceso a instalaciones en la refinería en Curaçao y la terminal
en Bonaire, desde las cuales Venezuela despachaba casi una cuarta parte de sus
exportaciones. Además, existe el riesgo de que si triunfan varias demandas
judiciales en EEUU contra PDVSA podrían incautarse las gasolineras CITGO en
territorio estadounidense, una fuente clave de divisas (Descifrado,
8/VIII/2018; “La posible sustitución…”, 2018).
La Oficina del Control del
Patrimonio del Tesoro de EEUU ha sancionado a la compañía minera de Venezuela
(Minerven) congelando su patrimonio en EEUU y prohibiendo a ciudadanos y
residentes estadounidenses hacer negocios con aquella (Wyss, 2019a). La venta
de oro en el extranjero ha sido uno de los negocios más lucrativos del gobierno
de Maduro. Por ejemplo, Uganda está investigando la entrada de 7,4 toneladas
del metal en el país (García, 2019). El Departamento del Tesoro de EEUU
sancionó al Banco Central de Venezuela por la venta de oro en divisas (Gámez,
2019a).
Trump también ha advertido
que “todas las opciones están abiertas”, insinuando una intervención militar.
Si bien sería relativamente fácil destruir el poderío militar de Maduro, mucho
más difícil sería ocupar el enorme país (el doble del tamaño de Iraq) para lo
cual se necesitarían 150.000 o más tropas (O’Neil, 2018). A comienzos de mayo
de 2019 el riesgo parecía haberse esfumado porque dicha opción no fue usada ni
con el fracaso de la ayuda “humanitaria” a Venezuela, ni con la prisión del
jefe de gabinete de Juan Guaidó, ni con la eliminación de su inmunidad
parlamentaria (lo que parecen medidas previas a su aprisionamiento), ni con el
suministro venezolano a Cuba de un millón de barriles de petróleo burlándose de
la medida trumpista para impedirlo, ni con el aterrizaje de dos bombarderos
rusos capaces de portar armas nucleares y el arribo de un centenar de militares
para servir aviones de guerra de propulsión a chorro Sukhoi y un sistema
misilístico S-300 de protección antiaérea. El embajador de Moscú en Caracas se
mofó que dicha colaboración, tildándola de “perfectamente legal”, a pesar de la
prohibición de EEUU de vender armas a Venezuela (Goodman, 2019). Todo indica
que Trump es un “tigre de papel” y que el verdadero objetivo de sus medidas es
ganar el estado de la Florida en las elecciones de 2020 cortejando a los
exiliados cubanos y venezolanos.
Las acciones de Trump contra
Cuba comenzaron con el Memorando Presidencial 5 de Seguridad Nacional anunciado
en una reunión con exiliados cubanos en junio de 2017 en que hizo los primeros
cambios en la política del presidente Barack Obama: prohibió a los turistas
estadounidenses alojarse en hoteles y comer en restaurantes administrados por
las fuerzas armadas, y alertó a dichos turistas del peligro de los “ataques
sónicos” que se dice experimentaron diplomáticos de EEUU y Canadá en La Habana.
A ese efecto se confeccionó por el Ejecutivo una “lista de entidades cubanas
restringidas” en la que se incluyeron las empresas de militares y de los
servicios de inteligencia y la que fue subsecuentemente ampliada dos veces. 8
Después recortó considerablemente el personal de su embajada en La Habana, así
como el otorgamiento de visas a los cubanos (en 2019 canceló los visados por cinco años con múltiples entradas).
8 Según el ministro de relaciones exteriores de
Cuba Bruno Rodríguez (2019), a fines de abril de 2019 había 200 empresas
cubanas en dicha lista.
Trump ha fortalecido la imposición de sanciones a bancos internacionales
que hacen operaciones con Cuba: a fines de 2018 el Banco de la Reserva Federal
multó a Societé General 1.340 millones de dólares por violaciones de sanciones
estadounidenses contra Cuba, Sudán e Irán (Sputnik, 19/XI/2018). En 2019
el banco panameño Multibank cerró múltiples cuentas bancarias de empresas
cubanas con las que tenía transacciones (Piqueras y Rodríguez, 2019). En 2019
se estipuló la imposición de multas a las transacciones financieras (U-turn)
en dólares por bancos internacionales, en las cuales el gobierno o un ciudadano
cubano recibe fondos transferidos desde el extranjero (“Explained…”, 2019).
También Trump ha amenazado con un retorno de Cuba a la lista de países
patrocinadores del terrorismo, de la cual la sacó Obama en 2015, después de 33
años. El 17 de abril de 2019 un periodista preguntó a la subsecretaria de
Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental Kimberly Breier si retornaría a
Cuba en dicha lista y ella contestó de forma vaga: “creo que van a ver mucho
más de nuestra parte” (“Declaraciones a la prensa…”, 2019).
El 19 de marzo de 2019 Trump ordenó la aplicación del título III de la
Ley Helms-Burton (embargo o bloqueo), autorizando a ciudadanos estadounidenses
a que demanden en los tribunales de EEUU a empresas cubanas (registradas en la
lista citada de empresas mayormente controladas por las fuerzas armadas o
servicios de inteligencia) que confiscaron las propiedades de sus dueños (dicho
título se había suspendido cada seis meses desde Clinton a Trump). Se exceptuó
temporalmente las reclamaciones contra compañías extranjeras que “traficaron”
con bienes confiscados. Pero a partir del 2 de mayo se eliminó la excepción
autorizando a los estadounidenses a plantear demandas contra dichas compañías,
lo cual afectará principalmente a empresas de Canadá, como Sherritt
International Corp. en níquel, españolas de turismo como Meliá, Iberostar y Barceló
(que generan 300 millones de euros anuales), otras en Francia, México y el
Reino Unido e incluso aerolíneas y cruceros de EEUU.9 También,
basado en el título IV de la ley del embargo, se ordena al Departamento de
Estado a negar visados estadounidenses a extranjeros que trafiquen con
propiedades confiscadas por Cuba o ejecutivos o accionistas de empresas que han
conducido esas actividades (Gámez, 2019b; Spetalnick, 2019; Williams, 2019).
El 17 de abril, John Bolton anunció que las remesas a cubanos desde el exterior se limitarán a 1.000 dólares por persona por trimestre (4.000 dólares anuales) la mitad del límite de 2.000 por trimestre impuesto por el presidente George W. Bush en 2004 y suprimido después por el presidente Obama. Esta medida probablemente no tendrá un impacto muy fuerte porque la mayoría de los cubanos en el exterior no envía esa suma, pero si afectará a los microempresarios en la isla (trabajadores por cuenta propia), muchos de los cuales se establecen o amplían sus actividades con dinero enviado desde el extranjero por socios, parientes o amigos. Bolton también informó que el departamento del Tesoro estadounidense reducirá los viajes “no familiares” a Cuba, una medida que podría eliminar las visitas por cruceros que son las que han crecido en los dos últimos años (Gámez, 2019c; para un análisis del impacto adverso sobre el turismo véase Mesa-Lago, 2018). Se dice que también se restablecerá el tope al per díem de gastos a los turistas norteamericanos que había impuesto Bush.
Con motivo del frustrado intento de algunos militares de apoyar a Guaidó
el 30 de abril, Trump declaró: “Si las tropas y milicias cubanas no cesan
inmediatamente operaciones militares y de otra naturaleza con el propósito de
causar muerte y destrucción de la Constitución de Venezuela, se impondrá a la
isla de Cuba un embargo completo, junto con sanciones del más alto nivel”
(citado por Rogers, 2019). Por su parte, Pompeo advirtió que “una acción
militar es posible y si eso se requiere, EEUU lo hará” (citado por Casey,
2019).
Por tanto, el retroceso en las relaciones con EEUU ya no es cuestión de
declaraciones y de medidas aisladas y simbólicas, sino que se comienzan a tomar
acciones que le dificultan más a Cuba afrontar el shock venezolano y
reducen las posibilidades de evitar una aguda recesión económica. Son acciones
que atacan en todas direcciones y sin importar quiénes son los afectados. No
solo le restan ingresos al gobierno y a las empresas estatales, sino que dañan
seriamente al sector privado, amenazan a empresas de países aliados al gobierno
estadounidense, a las propias empresas estadounidenses, y sobre todo, a las
familias cubanas de todos los niveles de ingresos y de cualquier afiliación
política.
(5) Los efectos del shock venezolano
El shock venezolano sobre la economía cubana no es un
acontecimiento futuro, sino algo que ya viene sucediendo desde 2015, como
muestran los valores del intercambio en la Figura 6. La caída del intercambio
comercial con Venezuela ya ha acumulado un valor equivalente al 8% del PIB
cubano. Forzada por las propias circunstancias, la economía ha venido
disminuyendo la dependencia a la economía venezolana, aunque sigue siendo alta
y deja a Cuba en una situación bastante vulnerable, sobre todo por la
naturaleza de los intercambios comerciales que son de difícil recolocación en
otros mercados.
De 2012 a
2017 las importaciones de bienes desde Venezuela cayeron en 4.241 millones de
dólares, las exportaciones cubanas de bienes a Venezuela decrecieron en 2.109
millones, mientras que las exportaciones de servicios profesionales cayeron en 1.632 millones. Esto lleva a que el valor del intercambio comercial de
bienes y servicios pasara de representar el 20,8% del PIB cubano en 2012 al
12,4% del PIB en 2017, medido a precios constantes (se ajusta por el deflactor
de las importaciones).10
Figura
6. Valor del intercambio con Venezuela en el PIB cubano, 2012-2017 (millones de
dólares corrientes)
2012
|
2013
|
2014
|
2015
|
2016
|
2017
|
|
Exportación
de bienes
|
2.484
|
2.266
|
2.07
|
1.438
|
642
|
375
|
Importación
de bienes
|
6.079
|
4.802
|
5.188
|
2.794
|
1.582
|
1.838
|
Exportación
de servicios
|
7.454
|
7.623
|
7.383
|
6.189
|
5.819
|
5.822
|
Intercambio
de bienes y servicios
|
16.017
|
14.691
|
14.641
|
10.421
|
8.043
|
8.035
|
Intercambio
de bienes y
|
20.8
|
18.8
|
20.6
|
17.0
|
11.5
|
12.4
|
servicios/PIB
a precios constantes
|
||||||
(%)
|
Fuente:
elaboración propia de los autores; servicios profesionales de Cuadro 1; PIB de
ONEI, 2013 a 2018.
A pesar de la complicada
coyuntura, sorprende ver cómo el crecimiento del PIB cubano se ha mantenido en
terreno positivo, aunque a bajos niveles. Mientras el principal socio
comercial, Venezuela, ya ha perdido la mitad de su PIB, el crecimiento cubano,
según los datos oficiales, se mantiene en un promedio del 1,77% en los últimos
cinco años (véase la Figura 7), aunque es probable que la ONEI esté escondiendo
una recesión moderada. Con la dependencia que mantiene Cuba de Venezuela para
la exportación de servicios profesionales y para la importación de petróleo,
sigue pareciendo increíble que se haya evitado la recesión, tal y como indican
las cifras oficiales.
Uno de los factores que mantienen el PIB cubano en terreno positivo es
la manera en que la ONEI interpreta y contabiliza la situación de los flujos
comerciales con Venezuela. La ONEI los asume como una situación temporal de
liquidez cuando realmente es permanente y estructural debido a la depresión
económica venezolana. La disminución de la capacidad de importación venezolana,
en especial el no pago de los servicios médicos cubanos, no ha sido reflejada
completamente en las cuantas nacionales cubanas. El ajuste a la baja de la
exportación de servicios profesionales ha sido mucho menor que la caída que
presentó el precio del petróleo (véase la Figura 5) y el PIB venezolano. Ello
lleva a un ajuste contable incompleto de las exportaciones cubanas y mitiga el
impacto estadístico en la tasa de crecimiento del PIB cubano. De hecho, los
enormes problemas financieros que tienen las empresas estatales cubanas para
cumplir con los financieros internacionales y la escasez sistemática de
productos básicos en los mercados de consumo son dos muestras de que el PIB
cubano anda peor de lo que cuenta la ONEI.
No toda la explicación del crecimiento económico positivo es contable.
La economía cubana ciertamente logró encontrar algunas vías para suavizar el
impacto del shock venezolano: en primer lugar, el impulso que alcanzó
desde 2015 el arribo de turistas. El crecimiento promedio de alrededor del 16%
por tres años ayudó a obtener mayores ingresos externos (aunque no alcanzó para
hacer crecer el total de las exportaciones), y dinamizó el sector privado y la
inversión extranjera directa. En segundo lugar, la política fiscal expansiva ha
funcionado también como amortiguador. Desde 2015 viene aumentando el gasto del presupuesto del Estado y el déficit fiscal como
proporción del PIB. Tal política fiscal anticíclica ha amortiguado la caída del
PIB (véase la Figura 8).
Sin embargo, los factores que han venido funcionando como amortiguadores
del shock venezolano se están agotando, por eso 2019 ha comenzado con
síntomas de llegada de una crisis más generalizada, mayores tensiones en la
balanza de pagos y episodios de escasez sistemática de bienes de consumo. La
política económica y la diplomacia cubana, hasta el momento, no han logrado
encontrar nuevos amortiguadores al shock venezolano. No se distinguen factores
y socios alternativos que permitan reorientar el comercio internacional y
dinamizar la economía doméstica.
El otro amortiguador que viene perdiendo dinamismo es el turismo. El
sector se está desacelerando y comenzó el primer trimestre de 2019 sin signos
de recuperación. En ello influyó primero el huracán Irma a finales de 2017 y
luego ha sido determinante la caída del arribo de visitantes estadounidenses
tras las medidas restrictivas de la Administración Trump. Los datos del arribo
de visitantes del primer trimestre de 2019, cuando se les descuenta el efecto
estacional, quedan un 12% por debajo de los valores del último trimestre de
2018 (Cuba Standard, 2019, primer trimestre). Si a ello se añade el deterioro
que presentan otros indicadores de eficiencia del sector, las proyecciones de
los ingresos no serían muy alentadoras. En los últimos datos de la ONEI para
fines de 2018, se reportaba que la tasa de ocupación de los hoteles quedó en
apenas el 38,5% (la más baja desde los años 90, cuando existen registros en el
Anuario Estadístico), reflejando el cambio en la composición de la demanda
hacia una mayor llegada por vía de cruceros. De hecho, los ingresos por
alojamiento en los hoteles cayeron un 14,3% en 2018, según los datos de la ONEI
(2019).
Los acuerdos comerciales con Venezuela están en riesgo de colapso si
ocurre un cambio de régimen en dicho país. Y aún con la permanencia de Maduro,
las recientes sanciones impuestas por EEUU podrían seguir haciendo mella sobre
los flujos de petróleo hacia Cuba y sobre los ingresos por venta de servicios
médicos. La capacidad de pagos de Venezuela va a seguir disminuyendo y
continuará impactando sobre una balanza de pagos cubana sumamente frágil. Hoy
no se sabe exactamente qué pueda suceder en Venezuela, pero en cualquiera de
los escenarios posibles la economía cubana saldrá más debilitada.
Una caída del régimen de Maduro tendría consecuencias muy dañinas sobre
la producción nacional cubana, el consumo de las familias y la estabilidad
monetaria y financiera, aun cuando no se llegue a los niveles del Período
Especial en los años 90. Los principales canales de transmisión vendrían dados
por:
•
Una caída significativa de la venta de servicios
profesionales.
•
La suspensión del suministro de petróleo en
condiciones financieras favorables.
•
Una crisis de balanza de pagos e interrupción
generalizada de los pagos internacionales en el corto plazo.
•
Un severo recorte en las importaciones,
paralización de una parte de la industria y de la producción agrícola más
dependiente de insumos importados.
•
El regreso de los apagones y un deterioro del
abastecimiento de alimentos y del servicio de transporte.
•
Una inflación de dos dígitos y depreciación de
la tasa de cambio.
En escenarios de disminución gradual de los vínculos con Venezuela, la
caída acumulada del PIB cubano podría ubicarse entre el 4% y el 8%, con menguas
de más del 20% en las inversiones y los términos de intercambio (Vidal, 2014).
Estimaciones más recientes de Hernández Catá (2019b) también proyectan caídas
en el mismo rango, en el orden del 7%. Sin embargo, la magnitud y duración real
del impacto dependerá del tipo de respuesta de política económica que pongan en
práctica las autoridades y de la capacidad de encontrar nuevos amortiguadores
antes de que acontezca este impacto. Los resultados de las elecciones
estadounidenses en 2020 influirán en las posibilidades de diversificación de la
economía cubana y van a ser determinantes para su evolución a mediano plazo.
Se especula si, de caer
Maduro, ocurriría un segundo Período Especial o una crisis similar a la de los
años 90. En nuestra opinión, el impacto no sería tan fuerte por las razones
siguientes: (1) Cuba ha diversificado sustancialmente sus socios comerciales,
pues su intercambio comercial con la URSS alcanzó el 72% en 1987, mientras que
con Venezuela fue del 44% en su cúspide (el 17% en 2017); (2) en 1990 no había
remesas enviadas por cubanos en el exterior, pero las mismas aportaron 3.515
millones de dólares en 2017 (la segunda entrada en divisas de Cuba); (3) el turismo
internacional era exiguo y también el ingreso correspondiente, pues en 1989
hubo 270.000 turistas que dejaron 168 millones de dólares mientras que en 2018
hubo 4,7 millones de turistas que aportaron 3.325 millones (el tercer ingreso
en divisas); (4) la producción de petróleo ha aumentado tres veces, de 718.000
toneladas en 1989 a 2.500.000 toneladas en 2018, reduciendo la dependencia en
la importación del 98% al 50% –aunque la producción menguó desde 2010–; (5) el
sector privado era muy pequeño y hoy equivale al 27% de la fuerza laboral y
aporta alrededor del 12% del PIB, aunque sería afectado por la falta de insumos
(Mesa-Lago, 2018); y (6) antes de la debacle, en 1990, las relaciones
comerciales con la URSS representaban el 28,2% del PIB (Vidal, 2014) mientras
que actualmente con Venezuela representan el 12,4%, es decir, alrededor de 16
puntos menos. Este último indicador sólo nos sugiere que, en principio, un
rompimiento de los vínculos con Venezuela debería tener un impacto negativo significativo sobre la economía cubana, pero menor que el experimentado
en los años 90 tras la desaparición de la URSS.
(7) Posibilidad de que otros
países (Rusia o China) sustituyan a Venezuela
Actualmente no hay en la comunidad internacional un país con la
capacidad y la voluntad de reemplazar a Venezuela en su apoyo económico a Cuba (esta
sección está basada en Mesa-Lago, 2019). Por citar sólo algunos ejemplos, Irán
tiene petróleo y una buena relación con Cuba, pero sufre una severa crisis
económica y sus prioridades ahora mismo se encuentran en Oriente Medio. En
México, país rico en petróleo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha
dicho que contratará 3.000 médicos cubanos, pero es difícil pensar que con los
problemas que afronta su país hoy día (incluyendo una disminución del PIB en el
primer trimestre de 2019, la primera en muchos años), pueda permitirse un
dispendio de miles de millones de dólares anuales para ayudar a Cuba.
Probablemente, la población mexicana no aceptaría este gasto público.
Por lo que se refiere a Rusia, es el séptimo socio comercial de Cuba, su
intercambio de bienes llegó al 3,4% del total en 2017, su déficit en la balanza
comercial de bienes ascendió a 393 millones de dólares, el mayor desde que se
creó la Federación Rusa (Cuba importó 414 millones y sólo exportó 21 millones)
y no compra servicios profesionales cubanos. No obstante, en 2017 el
intercambio de bienes con Rusia aumentó un 95%, después de una disminución y
estancamiento de cuatro años –el incremento fue sólo del 20% sobre 2007 (ONEI,
2018)–. En noviembre de 2018 La Habana firmó varios convenios con Moscú en los
siguientes ámbitos: modernización de la producción de energía eléctrica y
acero; suministro de medios de transporte ferroviario; exploración de depósitos
de petróleo bituminoso; y recuperación de la producción de cítricos. No obstante, se desconocen los montos de dichos proyectos y varios de ellos habían sido acordados antes y están todavía en estudio. Rusia ha suministrado petróleo a Cuba, pero pagado por Venezuela. A Putin le encantaría reabrir la punta de lanza que tenía la URSS en Cuba en los años de la Guerra Fría frente a EEUU, pero es virtualmente imposible que Cuba pueda financiar esta relación económica asimétrica: ¿con qué va a pagar Cuba el valor de las importaciones rusas? Las producciones de azúcar, níquel, cítricos, tabaco y pesca –que constituían las exportaciones cubanas en los años 80– han declinado notablemente, y es improbable que Cuba pague el petróleo ruso con envío de médicos y otros profesionales, los cuales tendrían que aprender el idioma. Además, Venezuela paga a los médicos cubanos hasta 27 veces más de lo que cobra un médico venezolano de promedio. Por último, la crisis económica que padece actualmente Rusia hace más difícil que pueda reemplazar a Venezuela.
11 Hay una severa escasez de huevos, aceite, pollo,
pan, harina, leche en polvo y otros alimentos básicos, los cuales no pueden
comprarse incluso con divisas o en el mercado negro; esto ha provocado largas
colas con frecuentes peleas, robos por empleados y acaparamiento por el temor a
la repetición del Período Especial. El desabastecimiento ha sido admitido
también por el ministro de Economía Alejandro Gil, funcionarios de la
corporación estatal CIMEX y Granma (“La escasez…”, 2019). La ministra de
Comercio Interior Betsy Díaz informó en abril 2019 que las ventas en el primer
trimestre de 2019 estaban 500 millones de pesos por debajo de la meta (Frank,
2019b). El 11 de mayo, ella reestableció el racionamiento del pollo, los
huevos, el arroz, los frijoles, el jabón y otros productos de primera necesidad
(New York Times, 12 mayo, 2019).
China seria otro posible
candidato: es el segundo socio comercial de Cuba (el primero en 2016), con una
participación del 16% en el intercambio total de bienes, pero en 2017 descendió
un 22% respecto a 2016 y menguó un 6% sobre 2008 en el inicio de la Gran
Recesión. El déficit comercial con China fue de 1.295 millones de dólares (Cuba
importó 1.659 millones y exportó sólo 364 millones), por tanto, es un déficit
similar al de Venezuela (ONEI, 2018). En los últimos años las relaciones entre
Pekín y La Habana se han reforzado, con un acuerdo firmado en 2017 por valor de
164 millones de dólares destinado a adquirir equipos de construcción chinos.
Pekín también donó 129 millones de dólares para ciberseguridad. Sin embargo,
estas sumas son minúsculas si se comparan con las enormes inversiones chinas en
América Latina, sobre todo en grandes países que producen materia prima
abundante y esencial para China. Por el contrario, Cuba no tiene productos que
exportar a China –salvo 400.000 toneladas de azúcar que Pekín exige anualmente–
y es aún más difícil que le exporte servicios profesionales, por razones de
lengua y cultura, y además porque China no tiene un sistema público sanitario
gratuito y hay copagos por el servicio. Cabe también tener en cuenta que China
atraviesa una desaceleración económica –la tasa de crecimiento de 2018 fue la
menor desde 1990– y el aumento de tarifas de la Administración Trump dificulta
un nuevo despegue de la economía china. Ante estas circunstancias no parece
probable que China se convierta en el socio económico que Cuba necesita.
(8) ¿Hay alternativas viables para Cuba?
Ante la ausencia de un nuevo socio que reemplace a Venezuela, Cuba
afrontaría de nuevo –como en los años 90– una crisis económica severa, de la
cual no la salvaría el continuismo. En aquel entonces Fidel Castro, a
regañadientes para paliar la crisis, introdujo reformas moderadas –el turismo
extranjero. el trabajo por cuenta propia. el envío de remesas, la circulación
del dólar y los mercados libres agropecuarios–. Puede argumentarse que la
dirigencia cubana actual podría retomar las políticas de Fidel como ejemplo
para intentar enfrentar la que se avecina a fin de evitar el colapso económico
y la explosión social.
Frente al
complicado escenario internacional y las pocas opciones externas para impulsar
la economía, la política económica podría intentar buscar impulsos al interior
de la economía. El sector privado es una opción obvia. Este podría contribuir a
mejorarla productividad y el crecimiento si se diesen las condiciones para la
creación de pequeñas y medianas empresas, y se permitiese el acceso de los
profesionales y la incursión en actividades de mayor valor agregado e
intensidad tecnológica. Esta es una opción real del gobierno de Díaz-Canel ante
un escenario de crisis económica, que funcionó para la salida del Período
Especial en los 90 y mostró su dinamismo esta década cuando Raúl Castro le
ofreció nuevos espacios en la economía. El asunto entonces es de cálculos
políticos y de resistencias ideológicas frente a un mayor despegue del sector
privado. Será esta entonces una prueba para el nuevo gobierno que le permitirá
mostrar o no su autonomía y capacidad de aglutinar consensos, y servirá para
que pueda poner en práctica su propia agenda económica.
Pero por ahora la política y el discurso oficial nuevamente se enfocan
en decir que se debe sacar el máximo de las “reservas de eficiencia” del sector
estatal, y en aplicar un ajuste que afecte lo menos posible las inversiones y
los sectores con mayores posibilidades de sustituir importaciones y generar
ingresos externos. El Ministerio de Economía y Planificación intenta aplicar
con orden las medidas de austeridad indispensables y mantener la agenda de
cambios programada. Sin embargo, la magnitud de los impactos sobre las
exportaciones, los casi nulos espacios para aumentar el endeudamiento y la
escasez creciente de bienes en los mercados de consumo van mostrando, desde ya,
que las acciones previstas son insuficientes. Las medidas de austeridad son
importantes porque evitan que los desequilibrios económicos y los impagos vayan
más allá de unos límites inmanejables e irreversibles, y previenen un episodio
de hiperinflación, pero no garantizan la recuperación económica.
La estrategia oficial frente a la crisis. aprobada en la última sesión
de la IX legislatura extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular
(ANPP) el pasado abril, ofrece pocas esperanzas de que la aceleración y
profundización de cambios estructurales sea el camino por ahora considerado.
Raúl Castro (2019) en su discurso de clausura de la segunda sesión de la ANPP
declaró que: “Tenemos que estar alertas y conscientes de que enfrentamos
dificultades adicionales y que la situación pudiera agravarse en los próximos
meses [debido a la crisis en Venezuela y las medidas del gobierno de Trump –“a
cuyas amenazas Cuba no teme”–], aunque no se trata de regresar a la fase del
período especial de la década de los 90…, porque hoy es otro el panorama en
cuanto a la diversificación de la economía. Pero tenemos que prepararnos para
la peor variante. Por ello es preciso redoblar los esfuerzos por incrementar la
producción nacional, en particular la de alimentos, suprimir los gastos no
imprescindibles, elevar la eficiencia [en el uso] de los combustibles, lo que
incluye acabar con el robo existente…”.
En la tercera sesión de la IX legislatura extraordinaria de la ANPP,
clausurada el 13 de abril, cuatro días antes de que la Administración de Trump
anunciara la aplicación del título III y otras severas medidas contra Cuba, el
ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil (2019) identificó seis
sectores estratégicos frente a la severa crisis en
ciernes: turismo,
biotecnología-farmacéutica, producción de alimentos, electroenergético,
exportación de servicios profesionales y construcción. Según Gil, el incremento
de las exportaciones en las seis actividades (especialmente en las tres
primeras)12 representa más del 90% de los aumentos
previstos en 2030 y un 65% en la sustitución de importaciones proyectadas para
ese año. Sin embargo, reconoció que “no crecen las exportaciones con la
dinámica requerida, mientras que resultan bajos los niveles de inversión
extranjera y persiste un deficiente uso de los portadores energéticos e
incumplimiento en el plan de importaciones”. Aún con esas fuertes limitaciones
externas, afirmó que no se renuncia al crecimiento del plan de la economía
proyectado y que hay que recurrir a medidas de carácter interno (apretarse el
cinturón). Pero las medidas anunciadas para 2020 (¡no para 2019!) son muy
vagas, como “concretar proyectos para incrementar las exportaciones… incorporar
al plan las inversiones que estimulen la extracción de petróleo… buscar nuevos
rublos que posibiliten la sustitución
12 Nótese que la exportación de servicios
profesionales se ordena penúltima en la estrategia y no se incluye entre las
tres más importantes indicadas por Gil, probablemente porque el gobierno conoce
la enorme dificultad en mantenerla, muchos menos en expandirla.
de las
importaciones [y] asegurar la producción de bienes y servicios que satisfagan
la demanda interna sobre todo alimentos”. No hay una sola que sea nueva o
concreta, y que afronte con urgencia los problemas que se avecinan.
Tampoco fue preciso el ministro de Agricultura Gustavo Rodríguez (2019)
respecto a cómo resolver el grave problema del desabastecimiento alimentario.
Señaló que una de las metas para el plan del año 2030 es “asegurar diariamente
las 30 libras de viandas, hortalizas, granos y fruta por persona” y que “el
reto es producir el 60% de lo que el país importa”. Para alcanzar lo primero no
se especifica política alguna a corto o mediano plazo, mientras que lo segundo
se ha buscado por más de una década sin lograr reducir la importación anual de
1.500 millones de dólares en alimentos, un 75% de los cuales puede producirse
nacionalmente.13
Las estadísticas oficiales demuestran que los seis sectores
estratégicos, en vez de crecer en años recientes se han contraído. El arribo de
turistas que había crecido de forma consistente descendió entre 2017 y 2018
debido a las medidas de Trump, y las introducidas en 2019 lo afectarán aún más.
La biotecnología se desarrolló notablemente desde mediados de la década de los
80 pero entró en declive a fines de los 90 debido a que el Estado capturó sus
ganancias en vez de reinvertirlas en el sector y por el éxodo de sus técnicos,
mientras que la producción farmacéutica probablemente descendió en 2016 y 2017.
La producción de 14 productos agropecuarios y pesqueros decreció (respecto a su
cima en 2009-2017) en todos menos en hoja de tabaco lo cual, unido a la
reducción de las importaciones, ha desatado el desabastecimiento actual. La
producción de petróleo mermó un 16% en el período 2007-2017, mientras que la de
gas descendió el 14%. La exportación de servicios profesionales bajó un 22% en
2012-2017 y las exportaciones descendieron un 84% en dicho período (ONEI, 2008
a 2018; Mesa-Lago, 2018).
Pongamos un ejemplo de cómo la dirigencia cubana piensa resolver el
problema clave del suministro de petróleo. Cuba pretende diversificar sus
fuentes importadoras con Rusia, Argelia y Angola. El mayor suministro ruso que
se conoce fue en 2017 y fue financiado por PDVSA. La importación de Argelia
creció del 5% al 13,8% de la importación total petrolera en el período
2012-2017 (el volumen de hecho descendió, pero la participación creció por la
reducción del volumen total), pero está amenazada por la caída del gobierno de
Abdelazis Bouteflika –gran aliado de Cuba– en 2019. Las importaciones de Angola
eran sólo del 0,1% del total en 2017 (cálculos basados en ONEI, 2014 a 2018,
asumiendo que todas las importaciones argelinas y angoleñas son de
combustible). Por ello, el gobierno intenta reabrir la exploración de petróleo
en la Zona Económica Exclusiva en el Golfo de México, que se estima puede tener
15.000 millones de barriles de crudo. La compañía cubana estatal de petróleo
CUPET ha iniciado un proceso de licitación de 24 de los 59 bloques que componen
dicha zona; se espera firmar unos cinco contratos en los próximos tres años (se
menciona a empresas rusas, chinas, francesas y británicas) y que en 2021-2022
ocurra el primer descubrimiento. En este momento sólo PDVSA y la compañía
angoleña SONANGOL tienen contratos en esa área (“Petróleo…”, 2019). Sin
embargo, la experiencia pasada ha sido negativa porque Repsol y otras diversas
compañías extranjeras (incluyendo rusas y chinas) exploraron por años el área sin encontrar petróleo que fuese rentable económicamente; además, las sanciones trumpistas pudieran desalentar a posibles inversionistas.
En su discurso de cierre de la legislatura, el presidente Díaz-Canel
(2019) ratificó el modelo de plan central y predominio de la empresa estatal
ordenando “en primer lugar, la actualización del Plan de la Economía para
situaciones más complejas” y “el fortalecimiento de la empresa estatal
socialista que es nuestra mayor fuerza productiva”.14 Concluyó
afirmando: “Ya no tenemos el derecho a demorar los cambios más tiempo que el
absolutamente imprescindible. Asumimos el mandato de cambiar todo lo que deba
ser cambiado y corregir todo lo que entorpezca y atrase el camino a la
prosperidad posible en el menor tiempo”. Pero sólo se refirió muy brevemente a
lo que debería ser el cambio fundamental y prioritario en la estrategia: el
“fortalecimiento de las formas de gestión no estatales”, entre las cuales
aludió a las cooperativas agropecuarias y no agropecuarias y al trabajo por
cuenta propia.
Marino Murillo (2019), jefe de la comisión de la implementación de las
reformas, fue un poco más explícito que Díaz-Canel sobre el futuro del sector
no estatal. Informó que “próximamente saldrán normas jurídicas para
flexibilizar el trabajo por cuenta propia… También se darán a conocer las
normativas para las cooperativas no agropecuarias, mientras que ya fueron
modificadas [en 2018, por tercera vez] las condiciones para la entrega de
tierras en usufructo”.
Varios economistas cubanos han criticado la estrategia del gobierno para
afrontar la crisis, puntualizando los obstáculos que encaran, la falta de
imaginación y audacia para atacarlos, la inadecuación del plan frente a los
problemas enormes que existen y se avecinan, la ausencia en la discusión de
temas clave de larga data, el consenso amplio sobre las reformas a las que no
se les da la prominencia que demandan y que son postergadas u obstruccionadas,
la importancia de aplicar las políticas exitosas de China y Vietnam, el
silencio sobre la propiedad privada y las microempresas que deberían ser
prioritarias y el ínfimo suministro interno de alimentos que pronostica un
segundo Período Especial.
Por ejemplo, el ex director
del Centro de Estudios para la Economía Cubana Omar Everleny Pérez Villanueva
analizó las estrategias propuestas: “No es la primera vez que se plantean ideas
y proyectos de largo plazo pero hay problemas macroeconómicos, deformaciones de
la economía interna que no se resuelven con darle prioridad a determinados
sectores”; Cuba carece de fuerza suficiente para afectar los factores externos
por lo que habría que poner énfasis en una mayor apertura interna, por ejemplo,
en expandir las pequeñas y medianas empresas. Seguidamente notó las
dificultades que varios de los sectores estratégicos afrontan: (1) la calidad
del turismo, que “está muy por debajo de la que obtiene en otros países de la
región”, con lo que habría que dedicar parte de los fondos planificados para
construir una gran cantidad de habitaciones con la calidad necesaria; (2) en la
industria biotecnológica y farmacéutica la mayor parte de las empresas son
transnacionales y muchas de ellas estadounidenses, lo cual choca con la política obstruccionista de Trump; y (3) la producción de alimentos afronta el ineficiente acopio pero se sigue apostando por este instrumento centralizado, por lo que el sector no estatal debería acceder directamente al comercio internacional a buscar insumos y tecnologías con sus propios recursos (entrevista de R.D. Rojas, 2019).
14 También Marino Murillo (2019) priorizó “mejorar
la eficiencia de la empresa estatal socialista, principal actor de la economía
nacional”.
Julio Carranza (2019), un destacado economista y coautor de un libro
abridor de surcos en 1995, planteó que hay un debate con gran coincidencia de
ideas y planteamientos esenciales, “todos preocupados por la falta crónica de
eficiencia del modelo económico, todos abogando por cambios necesarios para
superar los problemas, pero con un bajo nivel de atención por parte de los
entes gubernamentales”. Y se pregunta: “¿qué sucede para que se tropiece con
esta falta de innovación y audacia política?... Estamos ante una nueva
encrucijada en nuestra historia que sólo se puede superar… con una salida
revolucionaria y ágil que no incluye la parálisis, ni la falta de imaginación,
ni el dogmatismo… El fantasma de la ‘improvisación’ no puede ser un argumento
para prolongar indefinidamente cursos de acción que están más que estudiados y
fundamentados”.
Otro conocido economista y
coautor del libro citado, Pedro Monreal (2019), considera que debería haberse
enfocado la estrategia primero en 2019, en vez de 2020, debido al deterioro de
la economía en el primer trimestre del año y la crisis que se avecina, los
cuales ponen en duda que el PIB crezca un 1,5% y la inversión un 20% en 2019.
Resalta el tema “invisible” en la política económica a corto plazo: el sector
privado que representa el 36,4% de la inversión y la creación de 417.000
empleos entre 2010 y 2016. Propone que en vez de invertir tanto en la
construcción de habitaciones de turismo (ya que hay una bajísima ocupación e
incide poco en el PIB) se use parte de esos recursos para impulsar el sector
privado, la agricultura y la vivienda fabricada por la población.
Joaquín Benavides (2019), que fue ministro de gobierno y presidente del
ente planificador en 1986-1991, apuntó la ausencia en el debate del tema
crucial de la doble moneda y de la tasa de cambio, al cual tampoco se refirió
Murillo, Gil, la ministra de Finanzas y la presidente del Banco Central. Pero
su mayor reproche fue el silencio sobre la propiedad privada: “La Constitución
[aprobada en febrero de 2018] establece que la propiedad privada es tan legal…
como la estatal socialista… Sin la empresa privada va a ser muy difícil y
demorado sanear la empresa estatal y va a extenderse extraordinariamente en el
tiempo resolver el problema de la tasa de cambio empresarial… No debemos ver a
la empresa privada como un problema, sino como una solución, que nos ayude a
salvar el socialismo y ganar tiempo”.
Por su parte, Esteban Morales, un conocido economista de larga
trayectoria, se sorprendió de “la tranquilidad con que se habla del Plan
Económico de 2019... lo considero un desastre… porque no es un plan que impacte
duramente sobre los problemas que nos frenan. No es nada atrevido, riesgoso,
con nada que empuje realmente hacia el crecimiento de la economía… es de un
conformismo que asusta… no veo que encaje con lo que el momento exige… [y] la
situación se tornará muy tensa, lo que nos llevará a la adopción de medidas
urgentes y desesperadas ¿a qué esperamos?”. Agregó que “no parece haber
respuesta ante el consenso que existe, casi generalizado, sobre qué es lo que
se debe hacer” las reformas económicas. Con respecto a la empresa estatal dijo “no termina de poner sus pies en el
terreno, que realmente la haga avanzar. Todo lo contrario, le superponemos
estructuras burocráticas que limitan su necesaria independencia para moverse
hacia las formas que le permitan ser realmente eficiente…”. Seguidamente
analizó la situación en el sector no estatal: “No acabamos de plantar pie firme
con las cooperativas… El trabajo por cuenta propia no termina de liberarse de
las ataduras burocráticas… que lo harían avanzar de manera más flexible y
eficiente… Nuestro problema principal no es económico… es esencialmente
político… Se trata de no acabar de hacer funcionar las formas de propiedad
privada…, cooperativa, pequeña y mediana empresa, dándoles el lugar que les
corresponde dentro del modelo económico”. Tras referirse a la falta generalizada
de muchos alimentos, así como de los altos precios y los bajos salarios, se
preguntó: “En medio de esta situación ¿a qué conclusión es posible arribar? Sin
duda que nos aproximamos a un nuevo, eufemísticamente llamado Período
Especial”.
El exprofesor de economía de la Universidad de La Habana Juan Ferrán
(2019) dijo que “los grandes problemas de la economía exigen grandes remedios”.
Puso como ejemplo los casos exitosos de China, Vietnam y Laos, los cuales
“partieron de niveles ínfimos” y “consideran que el modelo soviético no es
reformable”. Agregó: “no es posible clonarlos, pero debemos seguir su
pragmatismo” porque “lo planificado perpetúa las penurias… las deficiencias de
la economía nos llevan a un callejón sin salida. Persiste la preeminencia de una
mentalidad de asignación propia de las entidades burocráticas y la economía
estatal… En el sector cooperativo los controles [estatales] limitan la
creatividad productiva… Más grave aún es el desabastecimiento minorista,
quebranto endémico que dura más de medio siglo. Hace crisis en estos momentos.
La oferta minorista es una de las más pobres del mundo, quizá la peor… La
oferta interna debería añadirse a las prioridades establecidas, es muy probable
que sea la llave de la eficiencia…”.
Muchos economistas y científicos sociales cubanos y extranjeros
–incluyendo a los autores de este artículo– han pronosticado en situaciones
adversas anteriores que las reformas económicas orientadas hacia el mercado,
como las aplicadas por el socialismo de mercado en China y Vietnam, son la
única alternativa viable, pero se han equivocado hasta ahora. El análisis en
este estudio sugiere que hay una alta probabilidad de que esto no ocurra,
esperemos que los pocos atisbos positivos indicados lleven por ese camino.
(9) Conclusiones
Este estudio ha aportado
evidencia abundante y sólida (respecto a Venezuela) que ratifica la histórica
dependencia económica cubana de otra nación y la necesidad de subsidios y ayuda
sustanciales para poder subsistir económicamente. A pesar del gran peso de la
beneficiosa relación económica externa, Cuba no ha logrado financiar sus
importaciones con sus propias exportaciones. La ayuda externa resulta, al menos
por un tiempo, en un crecimiento económico adecuado (en 1985-1989 con la URSS y
en 2005-2007 con Venezuela), pero cuando desaparece o entra en crisis el país
subsidiador, ocurre una grave crisis en Cuba. La dependencia sobre Venezuela ha
sido menor que la relativa con la Unión Soviética y hay además otros factores
que podrían atenuar la crisis resultante de la debacle en el primer país; aun
así, Cuba ya ha sufrido desde 2012 una pérdida equivalente al 8% de su PIB y una caída del
régimen de Maduro agregaría otro 8%.
La reacción de la dirigencia cubana frente a la crisis que se agrava ha
sido el continuismo, de lo que no ha funcionado por seis décadas; muy poco se
dice oficialmente (aunque se destaca por los académicos economistas del patio)
sobre la urgente y necesaria profundización de las reformas económicas fallidas
de Raúl Castro, a fin de adoptar algunas de las políticas del socialismo de
mercado practicado con éxito en China y Vietnam. Para que Cuba pueda encarar la
dura crisis que se avecina a corto plazo y conseguir escapar de la dependencia
económica externa a largo plazo, esa es la alternativa más viable.
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