Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 3 de septiembre de 2020

Poder y sociedad

Por Rafael Alhama Belamaric 

Después de leer el excelente artículo de Rafael Hernández, con su proverbial poder de síntesis sobre el poder, me mueve a escribir algunas reflexiones, con los pies bien puestos sobre la tierra, como gustaban de subrayar los hacedores de políticas cuando de llamados a los investigadores de las ciencias sociales se trataba. Se trata del tema de aquí y ahora, sobre las complejidades de la sociedad real, aunque el título que lleva es predicciones. Sólo espero que no se sature más el entorno, sino que coadyuve a hacer análisis complejos de una situación compleja. 

Efectivamente son reiterativos en los últimos tiempos los llamados a superar las “malas maneras de dirigir y los problemas en el funcionamiento del sistema político, la necesidad imperiosa de descentralizar, para que las reformas económicas avanzaran, a superar formulaciones ideológicas anacrónicas y combatir la «vieja mentalidad», que no es sino la inercia burocrática“. 

Efectivamente, hay ocupación para muchas profesiones en tan complejo ambiente, y cuán agradecido se sentirían los profesionales, no por separado, sino de conjunto, con conocimientos y trabajo multi e interdisciplinario para poder llegar a formulaciones y recomendaciones que permitan no sólo destrabar mentalidades, sino participar en formación de nuevas, así como decir algo acerca de cultura organizacional, que no es privativo de la psicología. Pero creo que se trata más allá de estos temas mencionados. Aunque pudiera parecer suficiente, la cultura organizacional sólo define límites y normas para los miembros de una organización, que pueden facilitar su mejor desempeño, a través del compromiso e integración, lo que a su vez establece determinados controles que guían el comportamiento de los integrantes. 

Lo que no debe llevar dudas es que la cuestión del poder, como diría Foucault, sea para mantener o establecer el orden social o provocar cambios, se ha tratado casi siempre desde el punto de vista político y económico, centrándose en el gobierno y el Estado y sus estructuras, o desde la perspectiva marxista en la lucha de clases, y en esa misma medida se han desatendido en la práctica las transformaciones necesarias de las viejas estructuras del Estado moderno que tienen sus raíces y explicaciones en el lejano pasado del siglo XIX, con su distribución asimétrica del poder. 

Por lo tanto, rápidamente habría que que ir al concepto de “relaciones de poder“, relaciones sociales de poder, que son una multitud de interacciones y normas sociales, complicadas, puede ser, pero imprescindibles. Estas relaciones implican un sistema de ideas, un tipo de discurso diferente, y que se debe expresar en actos, actos cotidianos, prácticos, pero también de análisis de escenarios posibles. Es una nueva relación, a través de ideas y reflexiones, que ni son privativos de los políticos, o académicos, ni excluyentes. Aquí se complejiza el problema, pues el poder no lo ejerce un nivel o grupo social, sino está, o debería estar, en todos los niveles de la sociedad. Se trata de buscar equidad también del poder en la sociedad. 

La escena posrevolucionaria caracterízó altibajos en esta distribución, aunque las intenciones y declaraciones fueran siempre las mejores, pero muchas veces las circunstancias se imponían, desde dentro y fuera. Por cierto, estos condicionamientos no fueron superados en ninguna parte del llamado socialismo real, y determina la política de desarrollo social, económico, y político, en cada uno de los países. 

Sólo hay que conocer y leer los más avanzados análisis críticos, de filósofos, sociólogos y economistas, desde los años sesenta del siglo pasado, a la par de las reformas, o transformaciones si se quiere, que se proponían, que eran imprescindibles respuestas a la época, a los conocimientos y la tecnología, entre otros, y las respuestas, o la falta de éstas, y hasta rechazo abierto o velado de los políticos, y las políticas. Pero ahora a la distancia, se pueden analizar las faltas de preparación de unos, y falta de voluntades para hacer cambios en las relaciones de poder. Realmente, el sistema social global, en el mejor de los casos, estaba formado por subsistemas, entre otros, el político y el económico, considerados, y defendidos a ultranza, como un monolito inseparable, organizado sobre el principio de la jerarquización, jerarquización democrática revolucionaria se pudiera decir, pero que desde el punto de vista sociológico, politológico, pero práctico , era una jerarquía en la que los niveles inferiores obedecen plenamente las directivas formuladas y las decisiones del nivel superior en cada caso. 

De esta filosofía, ideología, y prácticas se estuvo bebiendo, preparando cuadros y funcionarios, especialistas y profesionales, durante décadas. Es algo que forma parte de la cultura no sólo organizacional, sino política, de generaciones, y no se borra con un aparatico en la frente, ni un llamado. Pero, ciertamente, Cuba dispone de la historia y de las capacidades para ir más allá de lo que se alcanzó hasta los años noventa en el socialismos real. 

La distribución asimétrica del poder en la sociedad, tiene determinado alto grado de legitimidad, se ha demostrado a lo largo de los últimos años, sobre todo porque no tiene que forzar las realizaciones sobre los que no lo tienen. El problema puede estar, o está, en que el poder potencial hay que actualizarlo constantemente, y en momentos en que es necesario integrar todas las fuerzas sociales, en términos de reestructuración de estructuras y modos de actuación, en definitiva, características del sistema político-socio-económico, es absolutamente necesario contar con el apoyo de todos los grupos relevantes. En caso contrario, la asimetría se hará mayor, así como el grado de coerción, que en este caso puede poco, y también se irán alejando o desviándose las concepciones de unos y otros. 

Por lo tanto se imponen unas relaciones de poder en que real y efectivamente todos los grupos sociales tengan una participación real y efectiva en la formulación de políticas, en las decisiones, y en los controles, privativos del nivel superior. Sin orden de prioridad, están los trabajadores, todos, que deben no sólo sentir, sino ejercer el poder para convertirse en fuerza hegemónica del desarrollo futuro, junto con los campesinos, y toda la inteligencia con su enorme potencial, subutilizado, como se han subutilizado las capacidades industriales. Muchas veces se ha alertado que el perfeccionamiento de alguna institución, no es un problema técnico, como lo fue el llamado perfeccionamiento empresarial; que otros procesos, sin enumerarlos todos, de los últimos diez años, no eran cuestiones de decisión de un organismo, como puede haber sido y es el desarrollo local, para no mencionar al poder popular. Todos son procesos políticos, y pasan por eliminar las diferencias en la cantidad de poder que poseen grupos e individuos a cada nivel de decisión. Esto es precisamente lo que significa socializar la política, y el o los actores que llevan la reestucturación deben establecer claro las reglas de juego, con sus responsabilidades, y cuentas a cobrar. 

Este desarrollo es complejo, y siempre se diferencia entre metapoder y poder. Mientras el primero es latente, pero superior, el segundo es cómo se manifiesta. Sin falsas expectativas, toda acción social se mueve dentro de un marco definido que determina las posibilidades de acción, los resultados y las orientaciones. Si el poder consiste en definir estos, lo nuevo, o novedoso, debe ser cómo se lleva a cabo, y si efectivamente hay mayor participación de los actores. Esto donde y cuando mejor se puede ver, es en los momentos en que la capacidad para seleccionar o establecer un resultado a alcanzar se impone. O no se pueden hacer formulaciones claras, y se pasa al metapoder para que decida, lo que ocurre muy a menudo. Puede ser por falta de capacidades, pero probablemente sea por superar las resistencias y conflictos, que aun no se conciben, y no se sabe como tratarlas, y las discusiones y diálogos se acaban por lo sano, “hasta aqui!“, y se termina con los esfuerzos hasta entonces. 

Sólo un ejemplo, que en los momentos actuales es extremo importante, acerca de la empresa estatal, sin entrar en las disquisiciones, que pueden ser importantes, pero muchas veces en diferentes momentos en los últimos cincuenta años hemos visto, cómo se traban las medidas, en algunas de estas tres dimensiones básicas para analizar su posición, o en las tres: la relación de la empresa con el Estado; la relación entre empresas, y las relaciones dentro de la empresa. En el primer caso se trata de la linea continua desde la cúspide del estado hasta el colectivo laboral, y mientras las fronteras con el entorno se destacan más, la empresa cobra mayor protagonismo; la segunda implica diferente tipo de comunicación; en la tercera las relaciones horizontales y verticales, que tantos dolores de cabeza e incomprensiones en el pasado ha generado, y que de hecho constituye la célula de la estructura el poder en la sociedad. 

Estamos ante un problema concreto, de elaboración de una estrategia de democratización de las organizaciones, y del sistema de la sociedad, capaz de llevar a cabo las propuestas que se proponga. Mucho se ha escrito que la democratización comienza „desde abajo“, desde el nivel de puesto de trabajo. Creo que no se debería descuidar, como buen ejemplo, la democratización “desde arriba“ para poder reestructurar sustancialmente el desnivel de poder hacia abajo. Siempre me acuerdo de cuando llevamos a cabo las experiencias de perfeccionamiento en la empresa estatal, y hacíamos experimentos con diferentes estructuras, lo primero que preguntaban los obreros de linea: “¿Y esto mismo lo van a aplicar a la dirección de la empresa?“

No hay comentarios:

Publicar un comentario