Para responder esta importante pregunta, debemos observar los datos. Por un lado, investigaciones que dependen de comparaciones entre países (corte transversal) han cuestionado la existencia de una relación significativa entre democracia y crecimiento económico (Sirowy e Inkeles, 1990; Przeworski y Limongi, 1993; Helliwell, 1994; Barro, 1996; Tavares y Wacziarg, 2001). En contraposición, estudios más recientes que explotan tanto series de tiempo como la variabilidad entre países (datos de panel) tienden a respaldar la postura de que la democracia tiene un efecto relevante en la prosperidad de las naciones (Rodrik y Wacziarg, 2005; Papaioannuo y Siourounis, 2008; Persson y Tabellini, 2009; Acemoglu, Naidu, Restrepo, y Robinson, 2014).
La Figura 1 explora la evidencia empírica para 38 transiciones democráticas ocurridas durante la denominada “Tercera Ola de Democratización”, incluyendo la caída del comunismo a inicios de la década de 1990 [1]. El promedio de la tasa de crecimiento anual per cápita aumenta en aproximadamente medio punto porcentual después de la democratización. Representado por las líneas rojas, el crecimiento es estadísticamente mayor tras la transición (-0.01% frente al -0.44% previo). Pese a ser aparentemente pequeño, el efecto acumulado de esta diferencia implica una reducción en un tercio del tiempo necesario para que los países emergentes converjan a los niveles de ingreso de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esta evidencia parece indicar que, tomada a simple vista, la democracia tiene un impacto considerable sobre el crecimiento económico.
Sin embargo, a pesar de esta evidencia, diversos estudios de ciencias políticas indican que en realidad son los períodos de crisis económica los responsables de causar o facilitar muchas transiciones democráticas (O’Donnell, 1973; Linz, 1978; Cavarozzi, 1992; Remmer, 1993; Gasiorowski, 1995; Haggard y Kaufmann, 1995). Bajo este argumento, la tasa de crecimiento más baja (y negativa!) que se observa en la Figura 1 antes de la democratización puede indicar que el mal desempeño económico fue el que impulsó el fin de los regímenes autocráticos. Por ejemplo, muchos investigadores identifican al shock petrolero de la década del 70, la expansión asociada de la deuda, y las subsecuentes crisis de deuda como el origen de la ola de democratización de la década del 80 acontecida en América Latina y el Caribe.
En otras palabras, la asociación positiva entre democracia y crecimiento económico mostrada en la Figura 1 podría reflejar que la democracia causa mayor prosperidad (la postura defendida por estudios económicos recientes), que el mal desempeño económico causa las transiciones democráticas (en línea con la extensa investigación en ciencias políticas) o, en cierta medida, ambos. Aunque establecer los pesos relativos de estas causas no es una tarea fácil, comprender el verdadero impacto de la democracia sobre el crecimiento económico continúa siendo una pregunta de gran importancia.
Asumimos este reto en nuestro reciente estudio “La Democracia No Genera Crecimiento: La Importancia de los Argumentos de Endógeneidad” (disponible en inglés). Para resolver este rompecabezas, proponemos una estrategia novedosa basada en una nueva encuesta global realizada a 165 expertos en democratización. De manera concisa, el estudio usa las respuestas de los expertos a una serie de preguntas destinadas a identificar las fuerzas que dieron origen a la transición democrática de cada país. En base a este enfoque, las transiciones democráticas fueron clasificadas entre aquellas originadas por inestabilidad económica—que llamamos endógenas—y aquellas ocasionadas por factores no relacionados al crecimiento económico—que llamamos exógenas—entre los que encontramos, la muerte del líder autocrático y desarrollos políticos/institucionales, entre otros [2].
La Figura 2 recrea la Figura 1, dividiendo las democratizaciones de los países entre exógenas (panel A) y endógenas (panel B).
La evidencia de la Figura 2 muestra que la democracia no causa mayor crecimiento económico. El panel A refleja que las democratizaciones originadas por factores distintos al crecimiento económico no afectan la prosperidad. Representadas por líneas rojas, las tasas de crecimiento antes y después de la transición democrática son estadísticamente iguales.
Como corolario, el panel B indica que los efectos de la democracia en el desempeño económico son explicados por las “democratizaciones endógenas”. En otras palabras, el típico impacto positivo de la democracia sobre el bienestar económico (caracterizado en la Figura 1) se origina por la inclusión errónea de transiciones democráticas endógenas en las muestras empleadas para estimar el impacto del sistema político en el desempeño económico (lo cual, a su vez, da la impresión falsa de que la democracia causa mayor crecimiento).
En resumen, mostramos que un análisis más detallado de las relaciones de causalidad señala, de manera contraria a hallazgos recientes, que desafortunadamente la democracia no parece ser un elemento clave para promover el crecimiento económico.
Por supuesto, esta verdad también aplica a la inversa. Si bien la democracia no parece ser un factor crucial para generar crecimiento económico, sería erróneo concluir que un régimen autocrático o dictatorial tendría un mejor resultado. En otras palabras, la forma de gobierno tiene poco impacto sobre el crecimiento económico.
Citas
[1] La lista de los 38 procesos de democratización incluye a Argentina, Benín, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Cabo Verde, Chile, Croacia, República Checa, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Estonia, Ghana, Grecia, Granada, Guyana, Honduras, Hungría, Corea del Sur, Letonia, Lituania, Mali, México, Mongolia, Panamá, Perú, Filipinas, Polonia, Portugal, Rumania, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Eslovaquia, Eslovenia, Sudáfrica, España, y Uruguay.
[2] Para mayores detalles sobre la metodología, ver artículo en esta página web.
Autores invitados: Julia Ruiz Pozuelo (Institución Brookings) y Amy Slipowitz (Universidad de Columbia)
Comentario HHC: Interesante aporte de profesores de Columbia e Institución Brookings, y mas que sea el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con sede en EEUU el que lo publique.
De esto se infiere para el caso de Cuba, que entonces la manera de gestionar la economía y el bloqueo de EEUU , son los problemas de mayor impacto en el crecimiento de la misma. Por otra parte, desde 1994 al 2018 hubo un crecimiento sostenido de la economía a pesar del impacto del bloqueo de EEUU, mismo que fue arreciado y continua, con la nueva administración estadunidense.
Esto además tiene implicaciones políticas, las exigencias de parte de EEUU para quitar el genocida bloqueo, como cambio de la manera de elegir nuestros dirigentes, entre otros, y un supuesto pluripartidismo, no conducen según la evidencia, a un crecimiento de la economía directamente. ¿Entonces de qué estamos hablando? ¿Nos bloquean y además nos recomiendan lo que no funciona?
De las variables que si inciden en nuestra economía, que tenemos en control, la mas importante es la gestión nuestra de la economía, en las difíciles condiciones en que operamos. Por lo que es urgente realizar las transformaciones estructurales que están contempladas, previstas, consensuadas para adecuar nuestro modelo económico a las nuevas condiciones que nos han impuesto la vida.
En Cuba hace falta democracia, aquí si pudiera generar desarrollo porque nos quitamos de arriba uns pléyade de mediocres que se sustentan en dogmad y consignas, es decir, que cualquier gobierno que en Cuba llegue al poder de manera democrática debe priorizar las reformas económicas y políticas necesarias para iniciarnos en el camino fel progreso. La autocracia cubana, sin tener los niveles de violencia que la de Pinochet, no genera riquezas, como sí lo hizo este último, en ese sentido es todavía más conservadora, de ahí la importancia de la democracia en Cuba.
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