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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

martes, 13 de septiembre de 2022

Peligroso espejismo en la transformación socialista: ¿gestión y propiedad separadas?. Cuba en el proceso de actualización. (III y Final?


Por Jesús Pastor García Brigos

Cuba en el proceso de actualización.

Al comenzar la segunda década del siglo xxi Cuba presenta un sistema de relaciones sociales en un profundo proceso de cambios.

De hecho nos encontramos ante un sistema de relaciones sociales que se está estructurando a partir de acciones orientadas de modo consciente, dirigidas al perfeccionamiento de dicho sistema, pero con potencialidades de generación de tendencias ajenas a lo planteado explícitamente, por la complejidad de cualquier proceso social, de las características internas propias del nuestro, y por errores de concepción o de implementación. Los efectos de dichas acciones se entrecruzan con los de las acciones derivadas del contexto en que se desenvuelve el proceso cubano. Ese contexto externo, a pesar de elementos positivos vinculados en particular a las relaciones en los marcos del ALBA y en particular con Venezuela, actúa generando fuerzas cuyo carácter no puede ser neutralizado en todos los casos, y está marcado por el objetivo proceso de globalización, que transcurre con una orientación neoliberal que es imposible ignorar.

A estas alturas la acción de los elementos externos al desarrollo de la sociedad, en un escenario político-económico internacional determinado por las leyes del desarrollo capitalista y una recrudecida guerra económica de los EEUU contra Cuba, ha renovado y reforzado su influencia, con particular trascendencia en la formación de las posibles tendencias de evolución de las relaciones de propiedad efectivas.

Son imprescindibles cambios en lo que se ha denominado “el modelo económico”, desde su propia concepción y alcance. Pero no solo en él.

El desafío está claro:

Niveles superiores de salida en la producción material, en volumen y eficiencia, son imprescindibles; pero tienen que ser alcanzados en el contexto de relaciones sociales de la producción, -relaciones de propiedad-, socialistas.

Son indispensables acciones sobre elementos directa e inmediatamente vinculados con la producción material. Pero su ejecución no es un simple problema técnico. resulta mediado decisivamente por la actividad integradora de la política, responsable final de la agregación y asignación de los recursos materiales y los recursos sociales en su integralidad: de la nueva naturaleza del sistema reproductivo.

Las perspectivas de consolidación de potenciales tendencias positivas en el desarrollo de la salida material del sistema de las fuerzas productivas, dependen de elementos externos e internos muy complejamente entrelazados. Ilustrativo de esa complejidad es lo relacionado con los efectos del bloqueo,[1] cuyo levantamiento crearía un entramado de condiciones para el desarrollo, en el cual se entrecruzan las francamente positivas, con otras que plantearían potenciales fuentes de amenazas al desarrollo del sistema de relaciones sociales como un todo, generadas en los propios fundamentos del proceso productivo material, además de las acciones especialmente en la subjetividad, elemento activo decisivo en el establecimiento del sistema de propiedad socialista.

Se confirma el papel decisivo de la política, con un contenido necesariamente nuevo, más allá de la simple esfera de las relaciones de poder.

En el análisis del cuadro de contradicciones esenciales objetivamente actuantes en nuestro proceso de transformaciones se reafirman elementos del contenido de la contradicción centralismo-democratismo:

en sus expresiones en el modo de dirección del proceso, el perfeccionamiento de las vías y modos de participación en la dirección del proceso social; en actividades dentro del proceso de producción material propiamente, tanto como en los procesos de dirección política de la actividad social, vinculado con: los métodos y estilos de dirección; las relaciones entre los institutos del sistema político; entre los órganos ejecutivos y los representativos de las diferentes organizaciones que integran nuestro sistema político y, en particular, del sistema de órganos estatales y la organización partidista; entre los distintos niveles estructurales de organización de la actividad política y el papel real de los individuos en los procesos de elaboración, toma de decisiones y control de su ejecución.

Atendiendo a las características de nuestro sistema ocupan un lugar central los elementos relacionados con la necesidad de perfeccionar la labor del Partido, como rector del proceso de construcción socialista; el sistema de Órganos del Poder Popular, con alcance universal y posibilidades de obligatorio cumplimiento de sus decisiones dentro del espectro social, atendiendo a la contradicción entre su condición como espacio universal para la intervención de los ciudadanos en la dirección del Estado y la necesidad de garantizar el ejercicio del poder en manos del “pueblo”, consecuentes con la propuesta fidelista planteada en “La Historia me Absolverá”; y la CTC y los sindicatos, espacios decisivos en la integración del productor-consumidor, desde su posición de productor, al proceso de dirección social.

Se reflejan insuficiencias en las relaciones técnicas de dirección y tecnológico organizativas, elementos esenciales en los procesos de gestión dentro de cualquier esfera, en particular en la actividad económico productiva, directamente vinculados con la esfera política de actividad.

El estadio actual en la correlación centralismo- democratismo en nuestro sistema, está marcado por una conflictiva relación entre tendencias centralistas a partir de la actividad política, contradictoriamente vinculadas a un discurso descentralizador, promotor de la ampliación de la “participación popular” y dinámicas centrífugas introducidas mediante la actividad económica a partir de cambios estructurales y funcionales en el sistema de propiedad objetivamente en establecimiento, que en buena medida favorecen esas dinámicas.

Hoy se propicia la reproducción de fenómenos como el burocratismo “actualizado”, con su esencia en un divorcio alienante entre dirigentes y dirigidos, propiciador de nuevas manifestaciones de individualismo, negligencia, irresponsabilidad, falta de control, desvío de recursos, etc. Se presenta una nueva y más dañina expresión de “falta de dueño”, asociada ahora a las manifestaciones del “beneficiario individualizado individualistamente”[2].

Todo ello está matizado negativamente, y en buena medida condicionado, por comportamientos criticados en etapas anteriores y no erradicados, dentro de la tendencia a convocar reiteradamente a la solución de problemas viejos no resueltos, que se refuerzan con los cambios ocurridos en los años recientes:  “personas que se han aflojado y otras están confundidas (...)” relacionado con “...un conjunto de medidas que han provocado incremento de desigualdades sociales (...)”; “(...) comportamientos contrapuestos a la naturaleza de nuestra sociedad (...)” asociados a “diferencias en el nivel de vida y el poder adquisitivo”  (...) que no se corresponden con el aporte social y la ética de la nueva naturaleza en establecimiento.[3]

Estamos ante las consecuencias de atender a los problemas, no a las contradicciones, de ir a los fenómenos sin profundizar en las causas, algo que se expresa en “políticas  sociales” en esencia asistencialistas y programas y “medidas” para la economía insuficientemente articuladas entre sí y con su alcance a la actividad social, política e ideológico- espiritual, como ha ocurrido con el “proceso de ordenamiento”, y como se percibe en la “innovadora” creación de MiPyMes

En la actualidad resulta poco probable la obtención de niveles de salida del sistema de las fuerzas productivas superiores en lo “directamente vinculado a la producción material” los cuales pudieran actuar aceleradamente en la consolidación de este sistema como un todo en la condición de fuente del autodesarrollo.

Ello está determinado, ante todo, por las restricciones externas al desarrollo a que se halla sometido el sistema —sin ignorar los factores internos—.Y en términos relativamente más mediatos, por el “recalentamiento” sui géneris que se produciría en el sistema, de mantenerse el acento en determinadas actividades, en detrimento de desarrollos en cuestiones directamente más vinculadas a la vida cotidiana de la población: reparación y construcción de viviendas, alimentación, transporte, bienes de consumo cotidiano en general, aspectos de la salud y la educación, la recreación, etcétera.

Más probable resultaría mantener tasas de crecimiento que en su expresión a través de indicadores como el producto interno bruto estuvieran en el entorno, o ligeramente más elevados, que la media de 4% planteada por el V Congreso del Partido como objetivo de aquellos años de recuperación.

En esta tendencia de desarrollo cabrían igualmente las consideraciones anteriores en lo concerniente a las restricciones y al “recalentamiento”, incluso de modo más agudo, si no se modifican las proporciones en la dialécticamente contradictoria interacción entre los avances en los aspectos directamente vinculados con la vida cotidiana de la población y con otras actividades.

En cualquiera de estas dos condiciones —tasas de crecimiento algo más elevadas o moderadas, pero en ambos casos manteniendo la estructura actual que las sustenta, se presentan potenciales conflictos, con alcance social y salida incluso a la actividad política:

 la prolongación por muchos años de una situación en la que la satisfacción de necesidades básicas y elementos de la vida cotidiana en general continúa siendo insuficiente (condiciones de vivienda, transporte, alimentación, e incluso en el momento actual, la realización de intereses en el plano del desarrollo de las capacidades del individuo —aspecto íntimamente ligado con el desarrollo de la nueva socialidad, que adquiere un peso significativo en nuestra sociedad a partir del propio desarrollo de la componente humana del sistema de las fuerzas productivas, de los niveles educacionales y culturales en general alcanzados que, por demás, seguimos empeñados en elevar convencidos de su valor estratégico), en los contextos de crecimiento y profundización de las desigualdades no asociadas a fuentes de sustentación de las mismas socializadoras socialistas,[4] condiciona la aparición de intereses opuestos al modo de desenvolvimiento del sistema.[5] Estos intereses inevitablemente buscan su expresión ante todo en la actividad política, como la vinculada directamente con el ejercicio del poder y, por tanto las posibilidades de cambio. Y trascienden a todas las esferas de actividad social.

Para la estrategia de desarrollo y la definición de las políticas y acciones en este sentido, tienen un peso muy importante las concepciones acerca de los “medios fundamentales de producción”.

Según la Conceptualización al plantear las Las transformaciones de la propiedad socialista de todo el pueblo, dichos “medios” conforman la  columna vertebral de dichas transformaciones:

“Los medios fundamentales de producción en el Modelo son aquellos que facilitan al Estado socialista conducir el desarrollo económico y social. Su composición específica está determinada por las condiciones existentes en cada período.

La consecución de los objetivos del desarrollo socialista es garantizada mediante el poder que otorga la propiedad sobre estos medios, entre los cuales se encuentran las tierras que no pertenecen a los agricultores pequeños o cooperativas integradas por estos, el subsuelo, las minas, principales infraestructuras e industrias, los más importantes medios vinculados a la prestación de servicios sociales básicos de salud, educación, ciencia, cultura y deportes.”

Sin restarle importancia a los medios descritos en esta conceptualización, llamamos la atención acerca de la necesidad de un enfoque con atención al funcionamiento efectivo del proceso reproductivo como totalidad. No se trata solo de una visión estructural eminentemente macroeconómica. Si para el Estado es imprescindible el dominio de las estructuras mencionadas, su “poder” no se “garantiza” solo con eso, máxime en un sistema de propiedad como el que se ha ido conformando en los últimos años, precisamente por el peso de la subjetividad como elemento activo decisivo en la transformación comunista, de la necesaria nueva relación “propiedad social- propiedad individual”: no se garantiza la evolución generadora de la “nueva estatalidad comunista” premisa sine qua non  y resultado de la propiedad comunista en establecimiento:

el sistema que ha de trascender la propiedad privada, restableciendo la “verdadera propiedad individual” [Marx] y por consiguiente, desarrollando la propiedad social comunista como nuevo sistema de producción-apropiación-reproducción de la riqueza, capaz de asimilar los contenidos emancipadores de la riqueza social alcanzados y ser núcleo del paso al “reino de la libertad” [Marx], expresión y condición de una interacción individuo-sociedad-naturaleza sobre la base de lo progresista acumulado en las etapas anteriores, de las adquisiciones liberadoras de las potencialidades humanas, controladas conscientemente por los individuos desde su vínculo al proceso de producción.; sustento de un nuevo estadio de progreso humano[6] que posibilita y requiere de un nuevo contenido de la riqueza resultado del proceso de producción, el estadio de los “productores libres asociados”, que se constituye en “reino de la libertad” más allá del “reino de la necesidad”.

Es un sistema de propiedad que “más allá” de destruir al que le antecede, sustituyendo las expresiones de sus elementos constituyentes por otros de igual naturaleza (desde los sistemas de división social del trabajo siempre en esencia jerárquica vertical y excluyente, hasta sus reguladores sociales externos condensados en la mercancía, el salario, el Estado y el Derecho esencialmente), está llamado a generar y consolidar uno diferente, esencialmente orientado desde el individuo y al despliegue de la potencialidad del productor como fuerza social. Es el sistema para y a la vez resultado de la “extinción” de Estado, las clases, el mercado, la mercancía, (…), para la reapropiación por el individuo de su verdadera esencia, de su propia vida social, inicio de la “verdadera emancipación humana” [Marx] como proceso.  

Una vez planteado el problema en este plano, entran a jugar otros muchos factores que complejizan enormemente su solución socialista, de no haberse preparado de manera adecuada el sistema con anterioridad, mediante la gestión como proceso del sistema de contradicciones presentes en la sociedad como totalidad.

En este sentido resulta esencial considerar las particularidades actuales de funcionamiento de la actividad política, consecuentemente proactiva, para una resolución socialista de las contradicciones,  capaz de adelantarse a los potenciales conflictos de intereses, que pudieran llegar a reclamar el uso del poder y la violencia revolucionaria para enfrentarlos, afectando substancialmente la gobernabilidad del sistema en complejos procesos que en definitiva dificultarían el avance en un sentido emancipador comunista.[7]

De mantenerse la desvalorización de las actividades vinculadas a la producción estatal tradicional —desvalorización que alcanzó niveles significativos a inicios de los años noventa por los efectos combinados de la crisis y de las acciones para su enfrentamiento y una segmentación de mayor profundidad en los niveles de consumo, con el rasgo importante en este segundo aspecto de que los niveles superiores se hallan de modo parcial o total vinculados directamente a elementos tales como ilegalidades, precios especulativos de coyuntura en los mercados liberados y remesas familiares del exterior – se refuerzan  los efectos negativos de feedback sobre la salida del sistema de las fuerzas productivas con efectos sociales de mucho mayor alcance estratégico por constituir una fuente de enajenación entre el individuo y la producción y se consolida un freno a su  desarrollo, que se identifica de inmediato asociado con incapacidad de las formas predominantes estructuralmente dentro del sistema de propiedad cubano para sustentar la sostenibilidad del proceso reproductivo.

Se necesita desencadenar un sistema de acciones encaminadas al fortalecimiento de la propiedad estatal a partir de su perfeccionamiento, que la consolide efectiva y sosteniblemente como la “locomotora” del sistema de propiedad.

Sobre este fundamento indispensable, se trata de lograr la complementariedad y cooperación conscientemente dirigida en sentido emancipador socialista, de la forma estatal perfeccionada, libre de elementos alienantes del productor —cuestiones que no dependen solo de cambios al interior de las unidades económicas, pero ellos le son indispensables—, articulando su desarrollo con el de otras formas de propiedad, para formar conscientemente y consolidar de modo sostenible, con el decisivo papel de la política, un sistema de propiedad socialista.

Esto, por supuesto, modificaría la composición estructural del sistema actual, en cuanto al peso de la forma estatal.

Se trata del perfeccionamiento, consolidación y progresivo fortalecimiento de la unidad, de la totalidad, que debe caracterizar al sistema de la propiedad socialista en las condiciones histórico concretas cubanas.

Tal sentido y contenido de perfeccionamiento no depende solo de cambios en las relaciones de funcionamiento dentro del “proceso del trabajo”. Se trata de cambios en las relaciones de propiedad efectivas que exigen necesariamente cambios en el proceso de la dirección social como un todo.

Se necesitan cambios dentro del “proceso del trabajo”, de la labor de gestión de las distintas unidades del sistema, que sean todo lo amplios y profundos como para transformar substancialmente el papel del individuo, en el sentido de un vínculo más pleno al proceso de producción, superando la condición de asalariado en tanto expresión de alienación (“trabajo alienado”), como parte del complejo proceso de emancipación “verdaderamente humana” que constituye la transformación comunista.

Es decir, resulta imprescindible el perfeccionamiento de la propiedad estatal socialista como eje articulador de la propiedad socialista, e introducir las formas de propiedad que se consideren adecuadas para los necesarios avances sostenibles en la generación de bienes y servicios. Ello es premisa para perfeccionar el lugar y las relaciones de la propiedad estatal dentro de la actividad económica como un todo, que garantice los elementos “materiales-objetuales” al Estado para mantener la “capacidad rectora en la conducción de la economía”[8] y a la política mantener el sentido socialista en la conducción del proceso social, un proceso reproductivo que trascienda efectivamente el modo de reproducción del capital.

Para el enfrentamiento exitoso a los desafíos planteados ante la sociedad cubana, esta cuenta con importantes fortalezas en los elementos socializadores socialistas asociados al poder político con esa orientación. Esos elementos son predominantes en el sistema actualmente por la estructura y la salida del sistema de las fuerzas productivas a escala macroeconómica.

Pero los cambios en la actividad económica y el modo en que se han introducido desde el inicio del proceso de recuperación del “periodo especial”, obligan a prestar atención al comportamiento y la evolución a la salida de funcionamiento del sistema de fuerzas productivas como totalidad, y de la efectiva conducción de su interacción sostenible con el proceso reproductivo social con una visión de desarrollo socialista.

Hoy vienen a complejizar la situación los cambios estructurales que se están llevando a cabo en este sistema con la introducción de las llamadas MiPYME, al crearse mayoritariamente empresas privadas dentro de ese calificador, con elementos de gestión específicos que hay que articular consecuentemente con los intereses socialistas. Además de los cambios en la gestión dentro de las que jurídicamente son estatales.

Todos ellos, más allá de la buscada repercusión positiva en la salida de funcionamiento del sistema de fuerzas productivas, “desatándolas”, son en primer lugar cambios cuya trascendencia a la conformación del sistema de propiedad objetivamente existente es imprescindible considerar.  

Según cifras publicadas por el Ministerio de Economía y Planificación, el 14 de Julio de 2022 existían 4180 MiPYME privadas y 51 estatales[9].

Aunque son poco numerosas, la presencia de las MiPYME estatales plantea una primera interrogante acerca de la necesidad de su creación, que en esencia pone a funcionar de modo diferente medios que hasta ese momento estaban integrados en una empresa estatal, asumiendo como premisa que no ocurren cambios en la propiedad al distinguir entre el ejercicio de las facultades de propietario y las correspondientes a la posesión o la gestión (administración)” y se populariza el discurso de separación de la gestión y la propiedad.

Es significativa la abrumadora mayoría de las privadas. Sin profundizar en las características específicas de estas empresas en cuanto a su perfil, considerando cada una con un mínimo de 3 trabajadores significarían 12540 trabajadores en esta categoría que, según la composición promedio de los núcleos familiares cubanos de 3 personas, implica una incidencia socioeconómica directa en la vida de 37620 personas. Otras cifras expuestas por el economista Juan Triana  plantean que existen hoy 70 mil empleados en Mipymes en total, lo que nos daría el estimado de unas 210 mil personas socioeconómicamente vinculadas de manera directa a estas formas[10].

Una primera estimación que incorpore las trabajadores vinculados al turismo y otras ramas del sector “emergente” nos llevaría a que en la actualidad una importante cifra de cubanos se desenvuelven socioeconómicamente vinculados a fuentes de ingresos con características específicas, bien distintas de las empresas que continúan siendo tradicionales empresas estatales, sustrato propicio para necesidades e intereses “propios”, cuyo desarrollo es imprescindible atender.

Esos cambios, sumados a la situación ya existente de insuficiencias de las formas  de propiedad estatal en cuanto a la satisfacción de las necesidades para la autorreproducción del sistema social (alimentación, condiciones de vivienda, y transporte esencialmente) – tanto por su peso en la salida del sistema de las fuerzas productivas como en la sustentación de las fuentes de ingreso institucionales de los individuos vinculados a dichas formas, - plantean potencialmente el surgimiento de tendencias opuestas al sentido socialista de desarrollo.

La consolidación de los elementos más vinculados al sentido socialista de desarrollo, que deberían ser los vinculados a formas jurídicamente estatales perfeccionadas en primer lugar, con una planificación social como proceso desde los individuos productores consumidores, que demanda perfeccionar el funcionamiento del Estado como espacio articulador en sus dos proyecciones[11], puede impedir que los elementos ajenos a este sentido introducidos en la actividad económica productiva-material y cambios en general que se puedan introducir conscientes de su alcance, trasciendan más allá de lo positivo que deben aportar en la fase de producción y se constituyan en rasgos desocializadores regresivos respecto al proceso de construcción socialista.

Los elementos socializadores progresistas descansan en las potencialidades de la presencia estatal y cooperativa en la actividad económica, lo cual refuerza la importancia de la actividad política, en particular el sistema de organización estatal en lo concerniente a los Órganos del Poder Popular, su protagonismo directo en la consolidación necesaria a niveles superiores de la salida del sistema de las fuerzas productivas, núcleo de la primera fase del ciclo de producción material.

“Desatar los nudos” que atan el estado actual de desarrollo de las fuerzas productivas es un complejo proceso que va más allá de lo meramente tecnológico;  coloca en primer plano de importancia, el fortalecimiento del papel del Estado socialista en la actividad económica, el papel del plan económico como elemento ordenador, aglutinador y regulador de la actividad en esta esfera, en la condición de componente de la unidad que debe conformar la planificación como proceso social desde los individuos productores –consumidores, y un modo progresivamente socializador de su gestación e implementación. Y, vinculado a todo lo anterior, el fortalecimiento del papel del Partido Comunista en su condición de máximo dirigente político, desarrollando su labor de “conducción” (Che Guevara) del desarrollo de la sociedad.[12]

Lo concerniente al Estado, particularmente, significa ante todo el indispensable perfeccionamiento de la labor de gobernar con nuevos contenidos, premisa de una gestión administrativa, que permita elevar el volumen, la eficiencia y la eficacia de los resultados de las actividades que son parte de los elementos estatales de propiedad, eliminando las inarmonías, deficiencias e insuficiencias actuales.

Pero, además, por el contenido, alcance y carácter de la labor estatal en el contexto cubano, su papel es decisivo en la definición, instrumentación y aplicación del proceso de planificación de modo que articule y encauce según los intereses sociales socialistas la participación de los elementos no estatales en el desarrollo del sistema de propiedad.

 En el momento actual esto obliga, también desde la economía, al perfeccionamiento del carácter socialista del Estado cubano, lo cual se halla aún vinculado con el fortalecimiento de su lugar como espacio de participación en el proceso de dirección de la actividad social, en particular la económica: el perfeccionamiento de las vías y modos de la participación popular en la dirección del desarrollo social, atendiendo en primer lugar a lograr la correlación que resulte históricamente  progresista entre vías y modos directos e  indirectos de participación, necesidades individuales, particulares y sociales, ante todo de la esfera económica.[13]

Este perfeccionamiento necesariamente ha de pasar a través del fortalecimiento del papel de los colectivos laborales y de los territorios en la labor de los Órganos del Poder Popular, siempre como acción sistémica sobre todos los elementos estructurales y de funcionamiento que conforman esta forma de organización estatal.

Consolidar el desarrollo progresivo acelerado del sistema de las fuerzas productivas, como factor que sustente la orientación socialista del funcionamiento del sistema, dentro del contexto actual de globalización neoliberal, es el gran desafío que enfrenta Cuba en la actualidad.

Para acometerlo debe resultar decisivo positivamente el fortalecimiento de la actividad económica estatal socialista, acompañado necesariamente del fortalecimiento socialista del sistema político cubano, en particular el Partido Comunista, el sistema de Órganos del Poder Popular y el sistema sindical, como elementos definitorios en nuestras condiciones de la consolidación del sistema de propiedad  socialista.

Pero, además, la continuación de las acciones de transformación de la sociedad cubana, atendiendo a la complejidad de la situación actual y los escenarios previsibles, plantea continuar reforzando el papel de las ciencias sociales en la dirección del proceso, como elemento esencial en la gestión de la actividad social como unidad dialéctica. Y a estas, la clara demanda de continuar los estudios multidisciplinarios integrados sistémicamente, de modo creador, consecuente con el espíritu de la obra fundacional de Marx, Engels, Lenin y de los aportes teóricos que ha generado la Revolución cubana con la conducción de Fidel.

En la segunda década del siglo xxi el cuadro resultante del análisis de la realidad cubana confirma que única opción real compatible con la existencia misma de la nación cubana, está determinada por los resultados económico-productivos que se logren alcanzar. Pero, es un proceso esencialmente político, que se decide por la participación popular en la dirección del proceso social, y requiere de un permanente y elevado nivel de gobernabilidad democrática[14] para la cual nuestra principal fortaleza tiene que estar en la acción de lo positivo en el individuo socializado que se ha alcanzado en estos más de sesenta años de Revolución, que lo va definiendo como individuo portador del hombre nuevo socialista, hombre en transformación, capaz de aprehender como fundamento de sus acciones los elementos positivos de la práctica en el inédito proceso de construcción comunista a partir del subdesarrollo.

Cuba se enfrenta a una guerra que hay que ganar con producción material y con producción de pensamiento, porque es una guerra por la emancipación “verdaderamente humana” [Marx].

Y en esta guerra en la etapa actual, entre otros aspectos, pasa a primer plano la necesidad de un trabajo teórico profundo, que sirva como fundamento de la acción práctica-cotidiana, de la permanente “batalla de ideas” que es la construcción comunista, como complejo proceso de conformación de una socialidad e individualidad esencialmente diferentes, eje de la “verdadera emancipación humana” concebida por Marx y Engels desde su aproximación al desarrollo del proceso social, y por nuestro José Martí.

Como ha señalado el General de Ejército Raúl Castro Ruz, durante la celebración de la Asamblea Provincial de Balance del trabajo del Partido en la provincia de Guantánamo en 1999:

(...) al reflexionar sobre uno de los problemas esenciales a debate hoy en la organización: como perfeccionar sus métodos y estilo de trabajo, para encauzar de mejor manera el desarrollo económico, político y social de la nación cubana La construcción del socialismo en las actuales circunstancias, es un viaje a lo ignoto; tenemos que ver las experiencias de otros, pero seguir creando nuestros propios conceptos.[15]

Esta búsqueda es crucial en lo positivo porque nos permite encauzar la actividad. Pero como el propio Raúl Castro subrayaba en otra de sus intervenciones durante esos balances partidistas: “No se olviden que una equivocación conceptual nos conduce a equivocaciones en la vida (...)”[16].

Se trata de un trabajo teórico para la labor integradora de las transformaciones en un sentido socialista del desarrollo, conclusión que no hace más que insistir en el papel decisivo de la actividad política en el momento actual del proceso transformador cubano.

Esto implica como uno de los problemas prácticos más importantes, la atención a los contenidos de conceptos que adquieren nuevas facetas para expresar la naturaleza de procesos esencialmente diferentes, y de conceptos nuevos para realidades que surgen.

Así, pasan a primer plano importantes aspectos conceptuales como lo concerniente a la propia naturaleza esencialmente nueva como proceso, de la transformación socialista de la sociedad, complejizada aún más en nuestras condiciones, la relación entre la voluntad de cambiar, el deseo de cambiar y el cómo llevar a cabo los cambios, como definir y concretar sus contenidos y el orden y modo de implementarlos y evaluarlos: “viabilidad” del socialismo, eficiencia y eficacia; los vínculos entre autoridad y poder, tan importantes en la actividad de dirección, y vinculados a la relación entre los diferentes institutos del sistema político y entre su componentes estructurales; los cambios cualitativos que ocurren en los contenidos de funciones, como es el caso del Partido al ser un partido en el poder, y por consiguiente un partido de gobierno, con un Estado de nuevo tipo y una actividad de gobernar con contenidos esencialmente diferentes a los del Estado y la función de gobierno en etapas anteriores del desarrollo clasista de la sociedad, el papel de las organizaciones de masas y las organizaciones sociales en general; la necesidad de la cabal comprensión e implementación del concepto de planificación como proceso social desde el individuo, tan vinculado a la esencia de la nueva sociedad, una nueva estatalidad elemento esencial articulador del sistema de propiedad; hasta el propio concepto de unidad, que explícitamente sale a relucir de manera sistemática en el discurso político cotidiano.

En el enfrentamiento a este desafío se juega el destino de la nación cubana, y lo mejor de su pueblo está decidido a salir victorioso.



[1] Acerca de esta temática resulta muy importante la producción de los especialistas del INIE, Instituto de Investigaciones Económicas adscrito al Ministerio de Economía.

[2] Ver: Cuba: propiedad social y construcción socialista, ref. Ant.

[3]En  los artículos “Tres preguntas para los cuadros del Partido”, Granma, 28 de septiembre de 1999 y   “La utilidad de poner el dedo en las llagas” en Granma, 23 de noviembre de 1999,  de  María Julia Mayoral, dos de los que reseñaron como pocas veces- por no ser absolutos- ha hecho nuestra prensa, el proceso de balance del Partido Comunista en la estructura provincial, se recogen estos señalamientos críticos, con plena vigencia para los momentos actuales.

[4] La distribución de los resultados de la producción, incluso la distribución de la riqueza social que permita la satisfacción de las necesidades básicas en la transición comunista, máxime en condiciones de partida de subdesarrollo, es un proceso extremadamente complejo, por factores culturales en sentido amplio (el propio contenido de la categoría “necesidades básicas” está marcado por esto: ver Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, Louis A. Pérez Jr, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006), y , más evidentemente, por factores objetuales Lo que sí tiene que ser una pauta en este sentido es que la parte de riqueza que es apropiada individualmente por los individuos lo sea en un proceso asociado cada vez más a lo que el individuo entrega de sí a la conformación de esa riqueza con el necesario nuevo contenido. Y cuando las posibilidades de mejor alimentación, condiciones de vivienda, vestir, recreación, etc., empiezan a diferenciarse por las posibilidades de recibir remesas, por posibilidades de ingresos elevados coyunturalmente asociados a procesos especulativos, e incluso, por trabajar en actividades “emergentes” (no solo asociadas al turismo con sus propinas: especialistas y trabajadores en general vinculados a empresas mixtas que reciben retribuciones en divisas off the record, “comisiones” extraoficiales …etc.), —entre otros fenómenos—, el proceso de apropiación de la riqueza resulta sometido a una fuerza socializadora contraria al progreso en el sentido del objetivo comunista, con todas sus consecuencias en la generación de elementos que sustenten la nueva naturaleza  en todas las esferas de actividad, política, socio-clasista e ideológico-espiritual.

[5] Como se señalaba por el especialista Dario Machado en el evento del INIE del 2004, estudios sociológicos realizados en años previos a la crisis, arrojaron “posicionamientos más críticos” de segmentos que vivían en condiciones de desventaja social. En las condiciones actuales tales condiciones resultan de manera natural mucho más sensibles, al contrastarse las oportunidades de mejoramiento asociadas a fuentes de sustentación con inferior carácter socializador socialista, estimuladoras de individualismo y comportamientos egoístas que conducen a rechazar consciente o inconscientemente el sentido de desarrollo promovido en el llamado “trabajo político –ideológico”. Ver de dicho autor “¿Es posible la construcción del socialismo en Cuba?”, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2004

[6] “Marx afirmaba también que —si andamos en busca del punto de Arquímedes a partir del cual las contradicciones mistificadoras de nuestro orden social se pueden volver inteligibles y superables— en las raíces de todas las variedades de la alienación hallaremos la alienación del trabajo desenvolviéndose en la historia: un proceso de auto alienación esclavizadora. Pero precisamente porque estamos inmersos en un proceso histórico, impuesto no por un agente mítico externo de predestinación metafísica (caracterizado como la ineludible “suerte humana”) ni ciertamente por una “naturaleza humana incambiable”-la manera como a menudo es representado tendenciosamente ese problema-sino por el trabajo mismo, es posible superar la alienación mediante la reestructuración radical de nuestras condiciones de existencia establecidas desde hace largo tiempo, y con ello “toda nuestra manera de ser”.

En consecuencia —continúa el autor— la necesaria intervención consciente en el proceso histórico, orientada por la tarea adoptada de superar la alienación a través del nuevo metabolismo reproductivo social de los “productores libremente asociados”, constituye un tipo de acción sostenida estratégicamente que no puede ser nada más cuestión de una negación, no importa cuán radical. Porque en opinión de Marx, todas las formas de negación siguen siendo condicionadas por el objeto de su negación. Y en verdad es peor que eso. Como la amarga experiencia histórica nos lo ha demostrado ampliamente en el pasado reciente, la inercia condicionadora del objeto negado tiende a hacerse más poderosa con el paso del tiempo, e impone al comienzo el seguimiento del “camino más fácil” y luego-con intensidad cada vez mayor-la “racionalidad” de retroceder hasta las “prácticas ya aprobadas” del status quo ante, destinadas a sobrevivir en las dimensiones sin reestructurar del orden anterior”. Ver “La educación más allá del capital”, de István Mészáros, Editorial Boitempo, julio, 2005, pp. 60-61.

[7] Aquí es importante el análisis de la gobernabilidad socialista del sistema, que, como se desarrolla en  nuestro libro Gobernabilidad y Democracia. Los Organos del poder Popular, Ed. Cienias Sociales, La habana, 1998, no puede valorarse reduciéndola simplemente a posibilidades de mantenimiento controlado, ordenado, de su funcionamiento de la sociedad.

[8] Resolución Económica V Congreso, Folleto Editora Política, La Habana, 1998, p. 11

[9] De ellas 56 son cooperativas, el 53% son reconversiones y el 47 % nuevas empresas, y han creado 71888 nuevos puestos de trabajo. Ver Cubadebate.

[10] En entrevista a este investigador publicada en ON CUBA el 22 de Julio señala que entre los ocupados en MiPYNES, en los proyectos de desarrollo local, cooperativas , artesanos representan más del 40 por ciento de los ocupados en el sector estatal. Además según esta entrevista,existen hoy 302 negocios con inversión extranjera.

[11] Ver del autor “Poder Popular: fundamentos, evolución y visión de futuro”, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2019.

[12] El papel del Estado, interactuando dialécticamente con el Partido Comunista, formando parte ambos del “nuevo Estado” en el sentido de “organización del poder público” de que hablaran Marx y Engels, es decisivo en el proceso de construcción socialista. Ver: “Poder Popular. Fundamentos, evolución y visión de futuro”, Jesús García Brigos, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2019.

[13] Jesús P., García Brigos: Gobernabilidad y Democracia. Los Órganos del Poder Popular en Cuba, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1998.

[14] Idem,  p. 122.

[15] María Julia Mayoral: “Qué busca el cambio en los estilos y los métodos del Partido”, Granma , 6 de octubre de 1999.

[16] María Julia Mayoral: “La crítica no es opción, es necesidad/, , Granma, 3 de noviembre de 1999.


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