Comienza 2025 con la probabilidad de que demore al menos seis años la recuperación del nivel prepandemia del Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba, manteniéndose una inflación de dos dígitos, una dinámica negativa que han registrado muy pocas economías del mundo.
La crisis estructural que afecta al país, que no es solamente económica, tiene causalidades múltiples que incluyen —entre otras— la quiebra del modelo de crecimiento, un persistente desequilibrio macroeconómico, el fracaso de la reforma conocida como «ordenamiento», la inefectividad de la política económica y factores geopolíticos como las sanciones de EE. UU, conflictos bélicos, y la inestabilidad del orden internacional.
¿Pudiera superarse esa profunda crisis con programas y políticas económicas delimitadas por el documento programático de la «conceptualización»?
Una hipótesis de trabajo es que el actual estancamiento, que abarca tanto una política económica relativamente conservadora como su efecto entorpecedor en el crecimiento económico, es el resultado de una decisión del poder político. Se trataría de un estancamiento de «diseño», considerado por el liderazgo del Partido Comunista de Cuba (PCC) como un riesgo político más aceptable que la renuncia al esquema de planificación centralizada, descrito en la «conceptualización».
La gestación «programática» de un modelo «light» de planificación centralizada
El reconocimiento oficial del deterioro del modelo de crecimiento, y del impacto de desequilibrios macroeconómicos asociados a factores externos e internos, condujo a la adopción de los «Lineamientos» en el VI Congreso del PCC (abril de 2011) para «actualizar» un modelo económico basado en la primacía de la planificación centralizada, sin renunciar a esta.
Posteriormente, el VII Congreso del PCC (abril de 2016) renovó los «Lineamientos» y emitió un nuevo documento sobre la «Conceptualización del modelo económico y social», que dictaminó que la planificación socialista centralizada era «la categoría rectora, definitoria del sistema de dirección» y que «considera» y «regula» las relaciones de mercado.
Esos dos documentos, cuyas versiones finales fueron publicadas en julio de 2017, reconocieron la función de la propiedad privada en el modelo, incluyendo las «empresas privadas de mediana, pequeña y micro escalas». La «Conceptualización» describió los elementos generales de un modelo de gestión que incluía elementos de «descentralización» y de «autonomía». Probablemente el aspecto práctico más interesante de las revisiones en 2016 – 2017 consistió en que los «Lineamientos» actualizados indicaron «concluir la unificación monetaria y cambiaria», algo que se materializó en la «tarea ordenamiento» implementada a partir de enero de 2021.
Sin embargo, al seguir siendo esencialmente un esquema de planificación centralizada, con altísimo peso del sector estatal y con monopolio político del PCC, tanto las propuestas de modelo económico y social como el «ordenamiento» fueron propuestas conservadoras.
La breve vida de la «cabeza de playa» del establecimiento del modelo «light» de planificación centralizada.
El «ordenamiento» fue una propuesta de reforma amplia e integral, en el sentido de su transversalidad e interconexión de sus componentes, como puede comprobarse en el diverso e interrelacionado conjunto de normas jurídicas publicadas en nueve ediciones sucesivas de la Gaceta Oficial de Cuba. El hecho de que las premisas, secuencia y estimaciones del «ordenamiento» hayan sido erróneas no niega su carácter integral.
El VIII Congreso del PCC validó los «proyectos» de una tercera versión de los «lineamientos» y de una segunda versión de la «conceptualización» en abril de 2021, poco tiempo después de iniciado el «ordenamiento» y cuyas versiones finales fueron publicadas en junio de 2021, poco antes del reconocimiento oficial, a regañadientes, del fracaso del «ordenamiento» a finales de octubre de 2021. Entre el inicio y el fracaso reconocido del «ordenamiento» apenas transcurrieron 10 meses, un período en el que se produjeron protestas políticas de amplitud.
El lodazal conceptual post «ordenamiento»: aquellas aguas trajeron estos lodos
Lo que siguió al fiasco del «ordenamiento» fue una sucesión de medidas económicas reactivas, frecuentemente inconexas e inefectivas, con denominaciones imprecisas como «proyecciones para corregir distorsiones y reimpulsar la economía», acompañadas de un relato oficial propagandístico, acciones de control y de represión política, y con el trasfondo de la «válvula de escape» que ha representado una emigración de amplia escala.
El agravamiento de la situación económica y social no ha conducido a una actualización post «ordenamiento» —al menos pública— de la «conceptualización» del modelo económico, que esencialmente sigue siendo un esquema de planificación centralizada.
El anclaje en la planificación centralizada del marco programático del modelo económico («conceptualización»), de las políticas económicas derivadas, y de las tibias medidas de incorporación del capital privado, dinámicas de mercados, «descentralización» y «autonomía» de la empresa estatal, acercan más el esquema actual de reformas «con características cubanas» a la esencia del anacrónico esquema de reformas de la «etapa soviética», y las aleja de las reformas que en China y Vietnam condujeron al reemplazo de la planificación centralizada por modelos de «economía de mercado». Es difícil asumir que el liderazgo del PCC no entiende claramente esa situación.
Tres problemas esenciales no resueltos en Cuba: cálculo económico efectivo, mercado de capital para las empresas, y modelo de crecimiento y principios claros para la gestión de sus desequilibrios.
La experiencia histórica indica que los esquemas de economía centralmente planificada no generan un «cálculo económico» efectivo, entendido este como el proceso que asegura que los recursos escasos son sistemáticamente utilizados mediante los métodos menos costosos de producción, con el propósito de satisfacer la mayor demanda posible de consumo. Cuando las señales necesarias para que funcione ese proceso no provienen fundamentalmente de precios de mercado, sino de decisiones políticas, el «cálculo económico» no es efectivo. Lo anterior no implica que el «calculo económico» sea infalible cuando se basa en precios de mercado, pero en general este es superior al que provee la planificación centralizada.
No es suficiente decretar que exista una separación entre las empresas estatales y la función del Estado en un sentido amplio, sino que las empresas estatales deben estar separadas entre ellas. Para todas las empresas (estatales y privadas) debe funcionar un mercado de capital, diverso por sus fuentes de financiamiento, donde exista competencia. Esto facilitaría que las empresas pudiesen tomar decisiones autónomas sobre la venta y compra de medios de bienes de capital con información proporcionada por precios reales del mercado, algo crucial para adoptar procesos eficientes. Con esto cesaría la situación de que solo un agente económico tuviese poder de decisión sobre la estructura económica a partir de criterios no necesariamente económicos.
Tampoco es funcional un modelo de crecimiento como el actual, con bajas tasas de acumulación en condiciones de una amplia descapitalización en muchos sectores. Las altas tasas de ahorro que apoyarían la inversión requerida serían posibles en caso de existir un permanente superávit comercial o con significativas transferencias unilaterales de recursos desde el exterior, algo que para Cuba no está a la vista. Adicionalmente, el patrón sectorial de inversiones es económicamente irracional, algo relacionado con la ausencia de «cálculo económico» y con el monopolio estatal en la definición de la estructura económica. Es uno de los factores que explica el exceso de inversión en una actividad como el turismo con demanda floja, y la escasa inversión agropecuaria a pesar de la sostenida demanda de alimentos.
Finalmente, habría que diferenciar las situaciones de desequilibrio macro y de desequilibrio micro del modelo de crecimiento, identificando el desequilibrio macro con la descoordinación entre la oferta y demanda total de dos grandes categorías (medios de producción y bienes de consumo), en tanto el desequilibrio micro se refiere a que una vez que se hubiera alcanzado el equilibrio macro, existiera descoordinación en la oferta y demanda de producciones específicas. El desequilibrio macro requeriría monitoreo estatal, y eventual «ajuste planificado» en un contexto fundamentalmente de relaciones de mercado relativamente reguladas, mientras que a nivel micro las soluciones de equilibrio deben funcionar —en general— en condiciones de un mercado ampliamente libre para las unidades de producción.
La política, siempre la política…
La visión oficial de diseñar y aplicar políticas económicas conservadoras enmarcadas en el modelo de planificación centralizada de la «conceptualización » no manifiesta principalmente falta de entendimiento económico; ni quiera expresa una visión ideologizada de la economía. Refleja fundamentalmente el interés del liderazgo del PCC de fortalecer simultáneamente su poder político y económico en medio de la crisis.
La jefatura del PCC es un círculo relativamente pequeño y estable que controla verticalmente la administración pública (recursos y burocracia) y los aparatos de seguridad y comunicación. Por tanto, su poder político —incluso en tiempos de crisis y de relevo generacional— tiende a encontrarse en mejor posición en comparación con su poder económico, erosionado por la crisis y por los efectos de políticas fracasadas.
La «actualización» del modelo económico en medio de la crisis incluye varios componentes (empresa privada, mayor espacio para las relaciones de mercado, dolarización) y algunos efectos políticamente polémicos (desvalorización de salarios y pensiones, pobreza y desigualdad) que exigen que la élite partidista deba reposicionar al PCC y al Estado en ese contexto de cambios del orden social tradicional.
La adaptación genera tensiones económicas y sociales (que también son políticas) con la emergente clase empresarial capitalista porque, por una parte, la actividad del sector privado es vital hoy para el consumo. Por otra parte, el liderazgo del PCC no admite competencia política y trata de evitar que el rápido avance económico del sector privado pudiera resultar en una articulación política de lo privado.
La jefatura del PCC también necesita que los ciudadanos consideren que hay beneficios por la ampliación del mercado y del sector privado. Esa percepción, aunque fuese discutible, tiene una función en la estrategia oficial de comunicación para poder avanzar en la «actualización» del modelo.
La estrategia de «doble carril» del PCC en relación con el capital nacional implica la gestión de contradicciones, incluyendo medidas administrativas (prohibiciones y restricciones de licencias, «topes» de precios, etc.) para contener un sector privado económicamente más dinámico que el estatal, principalmente en la esfera del consumo familiar. También se culpa al mercado y al sector privado por los altos precios y la corrupción. Es una tensión permanente que explica las marchas y contramarchas del componente de mercado y de sector privado de la política de «actualización» del modelo.
El progresivo agotamiento de ponerle parches de capital privado y mercado al esquema de planificación centralizada de la «conceptualización» pudiera conducir al menos a tres hipotéticos escenarios:Estacionario:
- La continuación de la crisis económica no se traduciría en efectos políticos anti-sistémicos y continuaría la estrategia oficial de «doble carril» respecto al sector privado como parte de la modalidad de «actualizar» la planificación centralizada sin renunciar a ella, manteniéndose el proceso dentro de los límites de la «conceptualización».
- Discontinuidad: La agudización de la crisis económica y la incapacidad del PCC para resolverla tendría efectos políticos anti-sistémicos, difíciles de pronosticar, que descartarían la permanencia de cualquier variante de modelo «socialista».
- Reforma del modelo: Desmantelamiento oficial del esquema de planificación centralizada y su reemplazo «controlado» por un esquema que, de forma simplificada, se aproximaría a una variante de capitalismo de Estado con el PCC dominando el sistema, sin compartir el poder político.
Aunque en modo alguno se trata de un pronóstico, la ausencia actual de un componente «pedagógico» en el discurso oficial de política económica, parecería indicar que la jefatura del PCC otorga mayores probabilidades al escenario «estacionario». Es un hecho que desde hace un tiempo predomina una narrativa de propaganda porque oficialmente se piensa que con eso sería suficiente.
Los otros dos escenarios exigirían un componente «pedagógico» muy activo del discurso oficial. En el caso de un escenario de «discontinuidad» el componente «pedagógico» sería crucial para intentar mitigar el eventual aumento de la decepción con el sistema mediante argumentos razonados y no solamente con propaganda. Aun cuando pudiera no ser suficiente, es probable que ese componente «pedagógico» fuese visible al principio.
El escenario de «reforma del modelo» inevitablemente requeriría un componente «pedagógico» para explicar detalles de un nuevo orden social y sus eventuales impactos, un ejercicio aclaratorio probablemente más complicado que el dilatado proceso de explicaciones que antecedió a la aplicación del «ordenamiento».
Resumiendo: la opción de la jefatura del PCC parecería ser continuar una política conservadora enmarcada en un modelo económico planteado hace 15 años que no ha mostrado ser funcional para las necesidades del país.
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.....un modelo económico planteado hace 15 años que no ha mostrado ser funcional para las necesidades del país.
ResponderEliminar15 años nada más profesor....es usted benevolente. No es funcional desde 1968 , quizas antes Si excluimos los subsidios soviéticos el sistema nunca fue funcional.