Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 23 de febrero de 2020

Nada nuevo bajo el sol

SINE DIE  105
SD2
juan m ferran oliva                                              Febrero 22 de 2020


El PIB per cápita es el más utilizado de los macro indicadores expresivos del bienestar de un país, pero no lo dice todo. Omite  la forma en que se reparte la riqueza, asi como el disfrute de salud, educación, cultura, vivienda, medio ambiente, justicia, igualdad, seguridad, dignidad, y participación en la vida social y política. Son atributos difícilmente cuantificables relacionados con la calidad de vida. La Organización de Naciones Unidas los reconoció como derechos de la humanidad. En consecuencia han sido desarrollados métodos complementarios que ofrecen un acercamiento más puntual en tal sentido.

En los estudios sobre el consumo sentó pautas el estadígrafo Ernst Engel quien en 1857 investigó 200 estructuras de gasto de familias de Sajonia y formuló su famosa Ley - más bien una regularidad - según la cual a medida que aumenta el presupuesto doméstico disminuye la proporción dedicada a la alimentación dentro del hogar. En el siglo XX se difundió este tipo de investigación y actualmente se realiza en muchos países por la vía de las encuestas o de la estadística continua.

Otra via para desbrozar la elocuencia del  PIB per cápita es el análisis de la forma en que se reparte. En tal propósito suele utilizarse el Coeficiente de Gini[1] que expresa la desviación existente respecto a una situación ideal de distribución del ingreso. Un Coeficiente Gini “0” sería expresión de la igualdad distributiva total. Los valores superiores hasta llegar a “1” indican distribuciones más asimétricas. Los rangos reales registrados en los Coeficientes de Gini de los diversos países suelen moverse entre 0,26 y 0,60.

El uso del dólar norteamericano es habitual en la homologación de indicadores internacionales. Pero debido a desigualdades en los precios, tarifas y salarios, la capacidad de compra de $1 suele diferir de un país a otro. El método de la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) elude ilusiones monetarias y mide el nivel de vida sobre la base del costo de la vida. Su cálculo se lleva a cabo mediante una canasta de alrededor de 1.000 productos. Tiene en cuenta el volumen de bienes y servicios adquiribles con moneda local de un país en comparación con otro tomado como patrón (Estados Unidos) al cual se le otorga un valor tope. Este procedimiento considera las diferencias en el poder adquisitivo de los ingresos en cada país.

Los especialistas han desarrollado diversos métodos para evaluar el grado de pobreza. Unos se basan en la medición de la satisfacción de bienes y servicios concretos: calidad y condiciones de la vivienda, acceso a servicios sanitarios, nivel de educación, extensión de la cultura, disponibilidad de autos, teléfonos, consumo eléctrico, etc. Se trata del cálculo puntual de necesidades básicas insatisfechas hecho por lo general en términos físicos.

También se emplean expresiones monetarias aplicando el coeficiente de Engel antes señalado[2].  A partir de de su manipulación matemática se establecen las líneas de indigencia y de pobreza. La primera señala el límite de recursos necesario para cubrir el consumo de una canasta básica de alimentos, mientras que la segunda incorpora otros bienes y servicios no alimentarios importantes que integran la canasta básica total.


En 1990 apareció el que pretende ser la vedette de las vías de medición del bienestar social. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) creado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Considera, además del PIB per cápita, la esperanza de vida; la tasa de alfabetización; la relación de matriculación bruta primaria, secundaria y superior combinada, el PIB per cápita en US$, y el PPA. Con estos elementos debidamente procesados obtiene un indicador sintético para cada país. En el informe publicado en 2014 fluctuaba entre un máximo de 0,944 para Noruega y un mínimo de 0,337 en Niger. Fueron analizados 187 Estados clasificados en 4 niveles. Al Muy Alto pertenecen 49 países; al Alto 53, Cuba entre ellos; al Medio 42, y al bajo 43.

El IDH no es absolutamente expresivo. El desarrollo humano abarca muchos más atributos. Excluye la participación política, las desigualdades de género, la homofobia, el respeto a la tradición, etc.

La ilustración adjunta muestra la correlación entre el PIB per cápita y el IDH en dichos 187 países. Su buen ajuste evidencia la importancia del nivel de ingresos. Quienes no los tienen afrontan el círculo vicioso de la pobreza. Aunque exista voluntad política carecen de recursos para acometer la desiderata social. Algunos, como Cuba, van más allá de sus posibilidades materiales y dedican atención esmerada  a la salud, la educación y la cultura, pero siempre dentro del tope marcado por su nivel de ingresos.

Como se aprecia hay numerosos medios de análisis al respecto. La conclusión obvia es que no se puede gastar más de lo que se gana. El PIB muestra un techo de posibilidades. No lo dice todo pero es el que más dice. Los análisis casuísticos pueden complementarlo.
Fin





[1] Desarrolladas por Conrado Gini (1884 1965). La distribución equitativa del ingreso se expresa a través de una Curva de Lorenz  y el Coeficiente de Gini indica la desviación respecto a dicha distribución ideal. Viene a ser  la integral de la distribución real.
[2] Tal método reafirma que los consumidores  priorizan  la alimentación dentro de su presupuesto  y el resto lo dedican, en orden de importancia, a otras necesidades. Las familias de escasos ingresos suelen dedicar a la comida más de un 30% de su disponibilidad monetaria. Por el contrario, en familias ricas el coeficiente de Engel puede ser inferior a un 20%. 

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