Por Emily Morris y Ilan Kelman
The Conversation, 15 de abril, 2020
Algunos países parecen estar capeando la pandemia del coronavirus mejor que otros. Un país que se movió rápidamente para hacer frente a la amenaza emergente fue Cuba.
Cuba tiene varias ventajas sobre muchos estados, incluyendo la atención médica universal gratuita, la mayor proporción de médicos a población del mundo, e indicadores de salud positivos, como una alta esperanza de vida y baja mortalidad infantil. Muchos de sus médicos se han ofrecido como voluntarios en todo el mundo, construyendo y apoyando los sistemas de salud de otros países mientras adquieren experiencia en emergencias. Una población altamente educada y una industria de investigación médica avanzada, que incluye tres laboratorios equipados* y con personal para realizar pruebas de virus, son fortalezas adicionales.
Además, con una economía centralizada y controlada por el Estado, el gobierno de Cuba puede movilizar recursos rápidamente. Su estructura nacional de planificación de emergencias está conectada con organizaciones locales en todos los rincones del país. El sistema de preparación para desastres, con evacuaciones obligatorias para personas vulnerables como los discapacitados y las mujeres embarazadas, ha dado como resultado, anteriormente, a una pérdida notablemente baja de vidas debido a los huracanes.
Sin embargo, la COVID-19 presenta diferencias. La falta de recursos de Cuba, que dificulta la recuperación ante desastres, también contribuye a la escasez de viviendas que hace más difícil el distanciamiento físico. Y la pobre infraestructura de la isla crea desafíos logísticos.
Además, la pandemia llega en un momento particularmente difícil, ya que las sanciones estadounidenses más estrictas han reducido drásticamente las ganancias del turismo y otros servicios, disuadido la inversión extranjera, obstaculizado el comercio (incluidas las importaciones de equipos médicos) y obstruido el acceso a financiamientos internacionales, incluidos los fondos de emergencia.
Dadas estas fortalezas y debilidades, Cuba ofrece un interesante estudio de caso de cómo responder a la pandemia actual.
La reacción de Cuba a la amenaza del coronavirus fue rápida. Un plan de “prevención y control”, preparado en enero de 2020, incluía capacitar al personal médico, preparar instalaciones médicas y de cuarentena e informar al público (incluidos los trabajadores del turismo) sobre los síntomas y las precauciones. Así, cuando se confirmaron los tres primeros casos reportados el 11 de marzo, se tomaron medidas para rastrear y aislar los contactos, movilizar a los estudiantes de medicina para encuestas puerta a puerta en todo el país para identificar a las personas vulnerables y verificar los síntomas, y poner en marcha un programa de pruebas.
El 20 de marzo, con el reporte de 21 casos confirmados, el gobierno anunció la prohibición de las llegadas de turistas, el aislamiento de las personas vulnerables, la provisión de trabajo a domicilio, la reasignación de trabajadores a tareas prioritarias, la protección del empleo y la asistencia social.
A medida que surgieron problemas, el gobierno cubano ajustó su respuesta. Por ejemplo, cuando las máscaras faciales y el distanciamiento físico resultaron insuficientes para mantener seguro el transporte público, se suspendieron los servicios y se contrataron vehículos y conductores estatales y privados para transportar pacientes y trabajadores esenciales. Y para reducir el hacinamiento en las tiendas, se reorganizó el sistema de distribución y se introdujeron las compras en línea. También se ha intensificado el enfrentamiento a casos de incumplimiento del distanciamiento físico.
Con 766 casos reportados para el 15 de abril (68 casos por millón de habitantes), Cuba se encuentra en la mitad del rango de América Latina y el Caribe.
La calidad de los datos varía enormemente entre los países, y algunos gobiernos subinformaron sustancialmente los casos. Los casos notificados por Cuba se basan en pruebas que utilizan los protocolos de la OMS. Dos vecinos del Caribe, utilizando métodos similares, proporcionan comparaciones útiles. La República Dominicana, la más comparable en términos de población, ingresos y dependencia turística, muestra cómo la enfermedad podría haberse propagado si las medidas hubieran sido menos eficaces. Por el contrario, Jamaica parece haber logrado detener la propagación de la enfermedad.
La respuesta inicial de Jamaica fue similar a la de Cuba, pero se registraron menos casos en el país sin ser detectados antes de que se detuviera el turismo. Habiendo identificado 16 grupos de brotes ahora, las autoridades cubanas todavía están luchando para evitar un despegue.
Lo que suceda a continuación en Cuba dependerá en gran medida de la cantidad de pruebas. Un indicador de compromiso con esta tarea es la relación entre las pruebas y los casos notificados. Según los datos disponibles, Cuba (con 18,825 pruebas realizadas) lidera la región con una proporción1 de 25:1, en comparación con 16:1 en Jamaica y 3:1 en la República Dominicana. (Vietnam y Taiwán tienen más de 100:1, Alemania 10:1, US 5:1 y UK 4:1.) Alrededor del 40% de los resultados positivos recientes de Cuba provienen de casos asintomáticos.
Si el régimen de pruebas y rastreo de contactos de Cuba logra frenar la enfermedad, su experiencia podría ofrecer lecciones para controlar la pandemia, y más de sus médicos estarán disponibles para ayudar con el esfuerzo de combatir la pandemia en el extranjero.
Pero las pruebas son costosas, en torno a 50USD cada una, por lo que si su dura batalla contra COVID-19 se prolonga, la falta de acceso a recursos financieros en Cuba podría resultar fatal*.
(Traducción: Juan Alfonso Fernández González)
1Cantidad de pruebas por cada caso confirmado. (Nota del traductor)
Notas de LPI:
*Cuba ya cuenta con cinco laboratorios capaces de diagnosticar en tiempo real el COVID-19.
**En la conferencia de prensa diaria que realiza el Ministerio de Salud Pública cubano para informar sobre el enfrentmiento a la epidemia se ha informado que a pesar de los costos Cuba cuenta con las pruebas necesarias para la etapa más intensa de la pandemia y ha asignado el financiamiento para adquirir más.
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