Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

martes, 3 de noviembre de 2020

Sin hoy no hay mañana

Por: Jorge Gómez Barata

El mundo está pendiente de lo que ocurra hoy en las elecciones de los Estados Unidos porque el mundo depende de los Estados Unidos. No se trata de una dependencia explicita o directa, sino de una realidad derivada del papel de ese imperio en la economía global y la sociedad internacional de nuestros días.

Los Estados Unidos, el fenómeno geopolítico más notable de la era moderna son, a la vez el mayor peligro, la expectativa para la humanidad cuyo futuro, más que en la política, radica en la prosperidad económica. Para muchos, a pesar de las evidencias de que se trata de un país herido y desconcertado, en el cual comienzan a predominar el racismo y la exclusión, la violencia, enormes bolsones
de pobreza y una política corrupta, es todavía un paradigma.

Cuando Estados Unidos ha caído en alguna crisis económica, como ocurrió en 1929 y 2007, arrastra con ellos al mundo, mientras una era de prosperidad allí beneficia a la humanidad. De eso se trata hoy. ¿Continuará América como llaman los estadounidenses a su país, en caída libre o se impondrá la cordura para detener el deterioro acelerado por la errática gestión de Donald Trump?

Los Estados Unidos, es un país del Nuevo Mundo, única potencia que fue colonia y la única que no las tuvo, una nación/estado que se hizo a sí misma, aprovechando las oportunidades históricas que se le presentaron en México cuando una dictadura débil, corrupta e impotente alzó los brazos y vendió medio país, como también hizo Napoleón que ofertó Luisiana por una miseria, un zar ruso que cedió Alaska y una España derrotada que entregó a Cuba, Filipinas y Puerto Rico.

Con el tiempo, desoyendo los consejos de George Washington, su primer y mejor presidente, quien le recomendó concentrase en ellos mismos y abstenerse de mezclarse en asuntos y conflictos ajenos, como tampoco ceder ante la pugna de partidista que, según advirtió, convertirían el gobierno en rehén de las facciones, con debut en México y Cuba, Estados Unidos se volvió adicto a la intromisión, la conquista y las prácticas neocoloniales.

En Europa, otra vez se le ofrecieron las oportunidades para ejercitar sus políticas defectuosas cuando, por apetencias territoriales, las antiguas metrópolis, inconformes con el primer reparto del mundo, arrastraron al Viejo Continente a la Primera Guerra Mundial, ofreciéndole al joven imperio la oportunidad para intervenir, ganar y prevalecer sobre Europa, en cuyo auxilio, aliándose con la Unión Soviética, acudió otra vez para salvarla de Hitler y del fascismo.

En esos lances, Estados Unidos se hizo con el oro de Europa, y se convirtió en la primera potencia militar, equilibrada por la Unión Soviética que, no pudo sobrevivir a la carrera armamentista y a los errores de sus líderes y, no solo perdió la Guerra Fría, sino que colapsó, permitiendo que se estableciera la hegemonía característica del mundo unipolar.

Esos Estados Unidos, primera economía mundial y primera potencia militar, a mucha distancia de sus contendientes, atraviesa por uno de los momentos más difíciles, pudiera decirse trágicos de su historia. Los peligros que amenazan no vienen de afuera, ni están ligados al comunismo, al fascismo o el terrorismo, sino que son autogenerados, van hoy a elecciones, probablemente las más decisivas de su historia. Si Estados Unidos elige a Trump habrá optado por lo peor para ellos y para el mundo.

En la sociedad global, caracterizada por las interrelaciones económicas, culturales y sociales, la búsqueda de fórmulas de avenencias políticas mediante la concertación multilateral y de la paz por vía de la eliminación de las armas nucleares, Estados Unidos tiene un papel que desempeñar que será uno u otro en dependencia de a quién los americanos elijan. Ellos tienen la palabra y de ellos, en buena medida, depende el mundo. Son hechos y, en la política cuentan los hechos. Allá nos vemos.

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