Por Rafael Alhama Belamaric
Tema tempranamente puesto sobre el tapete, desde
que comenzó su “construcción”, y se comenzaron a confrontar diferentes
concepciones, corrientes y hasta escuelas, pero sobre todo se comenzó a debatir
acerca de las prácticas reales y cuestionar los métodos empleados en la década
del veinte, y sobre todo en los años treinta, por pensadores, muchos de los
cuales fueran rescatados del olvido muchos años y décadas después.
Por lo tanto, tema (s) siempre más en duda que en
discusión, en perspectiva, sin sacar lecciones, sin conceptualizar, sin
referentes teóricos nuevos, sin reflexiones teóricas, que para algunos es
inútil, o tiempo perdido, insistiendo una y otra vez en vías y caminos, métodos
y prácticas fallidas, dejando de lado aquello de que “dejarían de ser tal como
lo habíamos conocido” como dijeran Marx y Engels, refiriéndose a la política y
el Estado, pero también aplicable a prácticas establecidas como sacrosantas,
anquilosadas, que en nada conducen a la “transformaciones socialistas”. Porque
la construcción puede realizarse con, o sin transformaciones necesarias. De
ello se encargaron, tempranamente, las represiones burocráticas. Nadie se llame
a engaño. El burocratismo y las estructuras burocráticas tienen fuerza y alcance.
Ya en los tempranos años sesenta, un pensador como Kosik, su filosofía de la
praxis, su posición del hombre para la realización de la libertad de los seres
humanos, fue rechazada, su filosofía política militante y activista, molestaba
a muchos.
Como
apunta Néstor Kohan (2004): “TODO SU PENSAMIENTO GIRA EN TORNO A TRES EJES: LA
PRAXIS, LA TOTALIDAD CONCRETA Y LA CRÍTICA DE LA PSEUDOCONCRECIÓN COSIFICADA Y
FETICHISTA . En esta última dimensión, la mirada crítica de Kosík pone en
discusión la pretensión fenomenológica de “ir a las cosas mismas” a través de
la intuición inmediata. No existe mundo pre-ideológico ni pre-discursivo y, si
existe, este mundo antepredicativo no es otro que el mundo histórico de la
praxis. Como Antonio Gramsci, Karel Kosik somete a crítica –desde el punto de
vista filosófico- al mismo sentido común que tanto elogian las versiones
aggiornadas del populismo (como si el sentido común pudiera ser puro y virgen,
y nunca se “manchara” por la ideología del poder).“
“En
su reflexión filosófica, la praxis se convierte en el eje teórico con el cual
se nombra la militancia vital en pos de la revolución socialista enfocada
contra el capitalismo y enfrentada a toda burocracia. En ese horizonte político
debe inscribirse el cuestionamiento radical que Kosík hiciera ya en los ’60 de
la petrificación dogmática de aquellos mismos que hoy –conversos y/o
escépticos– abrazan entusiasmados los discursos legitimantes de nuestros
enemigos.“
Traigo a colación unas páginas de la obra “Cuba:
propiedad
social y construcción socialista” de Jesús G. Brigos et al
(Editorial Ciencias Sociales, La Habana 2012).
“El socialismo real versus
las realidad del socialismo.
“El desarrollo de la obra transformadora
socialista no ha seguido una ruta tranquila, ni al interior de los países, ni a
nivel global. Más bien, en buena medida se ha “forzado” una trayectoria
rectilínea.[i], con la estrechez que impone el pensamiento lineal, incapaz de valorar la
múltiple complejidad del individuo, del colectivo, en el desarrollo de la
sociedad, de apreciar la pluralidad de los factores que derivan en causas que
influyen apreciablemente en el desarrollo social, de captar el caos en su
organización.
Si la individualidad y la colectividad no se
asumen como distintos planos de un mismo problema, y si las relaciones sociales
se siguen abstrayendo del hombre, hasta llegar a anular la individualidad, en
busca de un instrumentalismo pragmático, ajeno a las concepciones de los
clásicos del socialismo, se pierde el fundamento humanista socialista; se
pierde la esencia de la transformación comunista, se pierden en definitiva
tanto lo individual como lo colectivo,
sin entender que lo social y lo colectivo pasa por lo individual. El limitado,
nulo, o mal manejado tratamiento instrumental de este problema, ha llevado a la
mayoría de los problemas en la esfera del trabajo y las decisiones acerca de
fondos sociales, fondos de acumulación, de la contribución del trabajo, como
partes importantes de la planificación social en el socialismo.
El socialismo, y con él
todo lo referente a la propiedad, ha transcurrido desde la práctica y la
academia, marcado por dos procesos estrechamente
relacionados.
Por una parte, en la
toma de decisiones, implementando acciones y “elaborando concepciones” en
diferentes formas, aparecen figuras como
Stalin, Gramsci, Mao, Ho Chi Min, Tito, el Ché y Fidel[ii]. Por otra, la hegemonía política de
Hay un marcado enfoque instrumental en
casi todas las respuestas, desde la década del 30 del siglo XX, que en poco o
nada se alejan de la instrumentalidad de los países capitalistas desarrollados,
cuyas bases teóricas y conceptuales se encuentran en teóricos e ideólogos,
sociólogos, economistas, pensadores desde finales del siglo XIX, generalizadas
en el mundo, y que constituyen pilares de las sociedades capitalistas, y de la
primera modernidad.
Esta situación se
identifica día a día desde 1917, especialmente después de la muerte de Lenin,
en cuanto a las concepciones sobre el Estado, el poder político, la dictadura
del proletariado, la democracia, los sistemas y mecanismos de representación,
el lugar determinante de la economía como parte del sistema reproductivo, la
producción de riqueza y su relación con la reproducción subjetiva del individuo
mediada, en compleja interacción dialéctica, por la política como actividad y
las estructuras socio clasistas, y, en todo esto, elementos más concretos como
los modos de organización de la producción, los procesos de dirección, las
relaciones monetario- mercantiles, la planificación, -entendida y realizada en
la práctica como intentos de planificación económica estrecha frente a su
contenido más amplio como planificación social encaminada a una racionalidad
diferente, - etc., aspectos todos que, si no olvidamos a Marx, integran el
conjunto de las relaciones sociales de la producción: la propiedad como
sistema.
Por ello no es de extrañar que se repitieran y
se repiten una y otra vez conceptos y formulas utilitarias, de racionalidad
burocrática, de individualismo económico que desconoce a la individualidad, todo en aras de un productivismo y
eficientismo a ultranza.
No se puede ignorar que todo esto está
condicionado en buena medida por las
condiciones objetivas de partida de las experiencias socialistas y la necesidad
de su superación para satisfacer las reivindicaciones enarboladas por el
movimiento socialista, que encuentra una fundamentación teórica supuestamente
afincada en la necesidad de hallar la solución progresista de la contradicción
entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción[iv]. Pero, en realidad, se advierte que la realidad y sus expresiones en la
teoría, “legitimadoras” a ultranza en muchos casos, transcurre por las
hiperbolizaciones deformantes en la interpretación de esta dialéctica, reflejo
de un problema metodológico central,
sobre la base de falta de preparación teórico-conceptual para aprehender la
nueva naturaleza que emerge como necesidad, pero que tiene que ser realizada en un proceso consciente, que
no emerge y se consolida espontáneamente.
Se trata de insuficiencias en la aprehensión
de que el funcionamiento y el
desarrollo son dos
“momentos” del proceso reproductivo social, inseparables y complementarios,
pero diferentes y con diferentes aparatos categoriales, unidas a
interpretaciones estrechas del contenido de las fuerzas productivas como
sistema objetivo en el funcionamiento y progreso de la sociedad. Estas
insuficiencias, -fruto podrido del árbol de la dialéctica materialista, del
ideal adelantado por Marx y Engels, -se traducen en concepciones reduccionistas que fundamentan practica como la generalizada
acerca de la absolutización del Sector I
de la economía, expresadas en los procesos de industrialización acelerada
con marcado énfasis en la producción de medios de producción, y paradójicas
concepciones acerca de la transformación de las relaciones de producción,
que dejan de ser independientes de la
conciencia para convertirse en “construibles”
casi automáticamente mediante procesos como las experiencias de
cooperativización forzosa, o la simple estatización absoluta de las formas de
organización del proceso productivo.
Es así que transcurren los procesos de
cooperativización e industrialización en la URSS[v], de lo cual se ha escrito bastante, pero aún no lo suficiente, y la
“exportación” de modelos de organización económica a Europa del Este que
trascienden incluso los marcos de la esfera económica. Se generan conflictos
importantes que trascienden y afectan a todo el movimiento revolucionario y
comunista mundial, como son los casos de Yugoslavia, Hungría y Checoeslovaquia[vi], que tratan de alejarse de los cauces universalizados, en buena medida
buscando modelos propios de desarrollo acordes a sus contextos socioeconómicos
y necesidades nacionales. .
Se alcanza un desarrollo institucional
importante con la creación del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), más
como espacio de coordinación de las relaciones internacionales, que de
coordinador del desarrollo del ya llamado campo socialista.[vii].
En lo más específico concerniente a la
construcción académica, también se sigue en buena medida este patrón de
comportamiento al interpretar y elaborar propuestas para actuar ante los
problemas que planteaba la realidad de emprender la construcción socialista en
la vida real enfrentados al desarrollo capitalista, con sus problemas nuevos y
sus potencialidades y debilidades también nuevas.
Hay un hecho incuestionable, y es que, aunque
estrechamente relacionadas, la vida al interior de los procesos de
transformación socialista, -espacio donde debían ser vitales las
profundizaciones y la creatividad para enfrentar un camino inexplorado,- mostró
una marcada hegemonía de la segunda vertiente asociada a la hegemonía de
La hegemonía política de
La reflexión académica sobre el socialismo, dividida en los detractores y
los que lo desean “promover”, gira
sobre todo y casi toda en torno al análisis del “socialismo real”, extrapolando según la interpretación de cada
cual, las posiciones de Marx, Engels y Lenin, “arrimando la brasa para su
sardina”. Todo ello, con la influencia desde la vertiente de la “creación”, aportada por la
práctica asociada al poder y a las políticas adoptadas, que desconocían sobre
todo a uno de los fundamentos del socialismo, o al fundamento central del
socialismo como proceso: el individuo como actor social, desde el
colectivo laboral, desde su posición de productor de la vida social,
inseparable de una nueva concepción e instrumentación de la riqueza social.
La concepción maximalista de la dirección de
la sociedad, con aspiraciones de poder absoluto, que llegó a pensar en la
posibilidad de apoyarse en la cibernética para estos fines, impidió a todas
luces ejercer y ejercitar la propiedad social desde el individuo y los colectivos laborales, como sujetos
articulados en la totalidad de las diversas formas de organización
socializadoras – desde la familia hasta los Estados nacionales- y a las
posibles nuevas formas, mediante las
cuales debería ocurrir la apropiación desde nuevos contenidos de producción de la riqueza hasta la
distribución del excedente económico.
La crítica a estos extremos no significa
ignorar los intereses de la sociedad como un todo, condición primaria para la
existencia del socialismo como proceso, ni ignorar el papel de la dirección
centralizada histórico- concretamente condicionada como una necesidad objetiva,
expresión de la contradicción dialéctica entre centralismo y democratismo en el
desarrollo y funcionamiento de la sociedad y la necesidad de actuar en
consecuencia para su resolución progresista en el sentido emancipador
socialista. .
Se trata ante todo de comprender que, en
primer lugar, la participación activa de los trabajadores en la toma de
decisiones, -momento decisivo, si se comprende en su amplio contenido social
más allá de las fronteras de una unidad productiva-, no pasa de ser un slogan, una consigna vacía
y finalmente desmovilizadora y erosionadora del nuevo tejido social en
construcción, en el entramado de las relaciones burocráticas desarrolladas,
incluso por necesidad de los controles centralizados, si el colectivo laboral
no ocupa el lugar que le corresponde, como sujeto de propiedad, y funciones
inherentes a él resultan transferidas al “Estado” como institución, devenido su “representante”.
Estamos ante la compleja dialéctica de un
Estado de nuevo tipo, que no puede comprenderse sin la comprensión del Estado
que brinda la obra de Marx y Engels. Es la nueva dinámica, el ideal, no como
abstracción sino como principio activo autorregulador, del Estado que se tiene
que “fortalecer” para “extinguirse”[ix]. Es el estado de la “Dictadura
Revolucionaria del Proletariado” que Lenin caracterizó como forma superior de
democracia, o, como la trata Rosa Luxemburgo al polemizar con Lenin y afirmar
que la tarea histórica del proletariado cuando toma el poder es sustituir la
democracia burguesa por la democracia socialista, no suprimir toda la
democracia. Es el Estado para trascender la organización del poder público tal
como se conoció hasta su expresión suprema en el sistema del capital, trascender
la democracia como forma de gobierno de una parte de la sociedad sobre otra,
que es lo que en definitiva ha venido materializando el concepto desde su
origen en las ciudades griegas.
Precisamente abordar la propiedad como sistema
durante los inicios de la transformación socialista/comunista, - en el “periodo
de tránsito “ o “en el socialismo”,
conceptualizaciones impuestas desde la práctica política cotidiana, -
debería permitir comprender e implementar de un modo diferente a como ha
ocurrido en la práctica, el sentido de
Marx y Engels al hablar de la necesidad
de concentrar los medios de producción en manos del Estado: un Estado como organización del “poder público”, no
reduccionistamente como instituto
político específico en la organización del poder público heredada y que es
imprescindible trascender, inseparable de sus instituciones burocráticas que,
si además no son debidamente reestructuradas
en su contenido social y especialmente en su función de vehículos de ejercicio
del poder progresivamente por toda la sociedad, terminan reproduciendo una
separación entre el individuo y la sociedad idéntica a la existente hasta el capitalismo, con
peores consecuencias.
Las ideas maximalistas reduccionistas, al
combinarse perversamente con una concepción de “dictadura revolucionaria del
proletariado” hipostasiada en el poder de “representantes” del proletariado,
-que nada o poco tenía que ver con las propuestas de Marx y Engels,
adecuadamente interpretadas por Lenin en su momento al hablar de “democracia
del proletariado” como expresión del contenido real de esa “dictadura”, - y con
la reducción atrofiante del papel del partido de vanguardia, desarrollada por
Lenin atendiendo a condiciones histórico concretas de
En este universo, la problemática vinculada a
la propiedad, ya sea explícita, o en temas relacionados con ella, identificados
a partir de las pautas presentes en la obra de Marx y Engels, se presenta
inseparable de las posiciones encaminadas a analizar el socialismo, en sus hipóstasis
de periodo de tránsito, construcción del socialismo, transición socialista, todas en
definitiva alejadas en la práctica de la concepción marxista de transformación
comunista de la sociedad como proceso revolucionario ininterrumpido
de trascendencia del orden del capital.
Estas posiciones sobre la propiedad y el
socialismo se construyen en esencia
identificando el socialismo con lo que se estaba dando en
En esta situación,
se hace más que provechoso, imprescindible, “redescubrir” autores y hacer una
nueva lectura de su obra, como ocurre con Polanyi y “
Aunque no hemos encontrado obras que aborden
concretamente, y exclusivamente, la propiedad, y consecuentemente la propiedad
socialista, sí hay una extensa obra internacional acerca de los elementos que
nos permiten sustentar la validez y necesidad de considerar la propiedad como
sistema, en sus múltiples interrelaciones,
haciendo válida la lógica de Marx y Engels de que la propiedad expresa “las
relaciones de los individuos entre sí, en lo tocante al material, al
instrumento y el producto del trabajo.”[x]
Hay un universo muy amplio de autores, desde
economistas hasta filósofos, pasando por politólogos[xi], antropólogos[xii], y juristas[xiii]. Pero, en esencia muchos son trabajos “parciales”, dirigidos a
determinados aspectos, facetas, que es necesario integrar para comprender el
sistema y que reproducen una lógica disciplinaria en distintos grados[xiv].
Esta bibliografía se inscribe en la corriente
del pensamiento racionalista,
heredado del siglo XIX, ampliado y profundizado, o criticado, y vuelto a
retomar en el siglo XX. Son marxistas, marginalistas, keynesianos,
neomarxistas, neoestructuralistas, reformadores, regulacionistas. Dejando a un
lado las diferencias ideológicas que llegan a ser enormes, casi todos comparten
el optimismo racionalista de la evolución
social hacia el progreso y la modernización; del desarrollo de las fuerzas
productivas sobre los fundamentos de la socialización de los medios de
producción.
El tratamiento de la auto expresión de la sociedad, presente en numerosos escritos
desde diferentes aproximaciones, -que por demás ha sido aspiración del
pensamiento de Marx, y del pensamiento marxista inspirado en la superación de
la alienación, desafortunadamente poco
entendido y atendido,- se articula con las discusiones acerca del papel del
estado y de la regulación estatal y la regulación mercantil, ya sea queriendo
prescindir de la mediación estatal maximizada,
o de la mediación mercantil en
las propuestas. En ambos casos, con la
complejidad dictada por los “tercos hechos”, de que la abolición de uno u otro
ha llevado a extremos, y a más alienación, pero no a soluciones.
Desde la crítica de Polanyi en la década del
20, el “socialismo cristiano”,
su solidaridad y la reciprocidad
(Congdon, 2000), como contraposición a los planteamientos de la escuela liberal
austriaca de comienzos del siglo XX, se marca una época de cambios, que renueva
su significado en los momentos actuales en que se agudizan las contradicciones
de la globalización, y se renuevan las ideas sobre una necesaria regulación
institucional estatal del mercado en las sociedades capitalistas desarrolladas.
Al margen
de las diversas interpretaciones que ha motivado este autor, lo cierto
es que intenta explicar la crisis del proyecto liberal en la década del 40,
luego de dos guerras mundiales, la caída del patrón oro y el surgimiento de
distintas propuestas no librecambistas, y los distintos proyectos
desarrollistas, y defiende la posibilidad de una economía socialista frente a
los recalcitrantes planteamientos antisocialistas de Von Mises. Considera la
economía de mercado como la antítesis, ya que supone la sumisión de toda la
sociedad a la misma.
Polanyi aboga por la superación del modo de
pensar y de actuar de aquella economía por medio del predominio de lo social y lo político. Propugna una colectivización no centralizada, cuya base
es de naturaleza humana, en términos morales, al influjo del socialismo
cristiano, articulada a través de una forma de municipalismo, que evitara que
las decisiones económicas se tomaran desde una base puramente técnica
(Congdon, 2000).
En su obra cumbre “
La alternativa al desmoronamiento del sistema
mundial de mercado de la época la veía Polanyi en el establecimiento de un
orden internacional dotado con un poder organizado capaz de trascender la
soberanía nacional, por lo cual este discurso es citado por diversos autores al
analizar la globalización actual.
Otro momento importante para el análisis de la
propiedad como sistema de relaciones, es la llamada Teoría Crítica o también conocida como
Retoman las partes del pensamiento marxista, a
partir fundamentalmente de dos obras que no habían sido divulgadas aún, y que
solo fueron publicadas en ruso hacia la década del 30, Los Manuscritos de 1844 y
Para todos ellos, y en particular para sus
exponentes principales, desde Adorno, Horkheimer, Fromm, y Marcuse y más tarde
Habermas y Offe, entre otros, es
necesario apoyarse en la valoración cultural, espiritual y subjetiva de las
manifestaciones de la vida humana y accionar para su transformación, dadas las
relaciones de dominación en que están basadas. [xv]
La expansión de
Si la racionalización creciente y la
burocratización, características weberianas de la modernidad, acentuaban el
carácter totalitario, penetraban el
tejido social y creaban una cultura de masas que desconocía antaño las culturas
locales, al igual que ahora, pero creaban una profunda interconexión entre las
grandes empresas y el Estado, que generaba más capitalismo de Estado tendiendo
al oligopolio, todo ello era posible porque
había la idea de una especie de
colectivismo capitalista, instrumentado
también, a través de las propuestas y expansión del cooperativismo, que se
rescata y enarbola con más fuerza en la actualidad.
De los representantes tardíos de
La ínter subjetividad comunicativa de
Habermas, va más allá de la acción subjetiva orientada a fines egoístas de
sujetos individuales; es la acción orientada al entendimiento en el cual los
sujetos coordinan sus planes de acción sobre la base de acuerdos motivados
racionalmente a partir de la aceptación de pretensiones. Aun cuando su idea de
establecer una teoría global de la sociedad a partir de la acción comunicativa
(Teoría de la acción comunicativa,
Habermas, 1981) trata de establecer una teoría global de la sociedad que
incluso desde la sociología se queda corta,
se debe atender su crítica al marxismo, por lo de él se asume que llama el abandono de los aspectos
superestructurales y el determinismo a ultranza de lo económico-material,
incrementando la materialidad a costa de lo social.
Otra idea importante, es la diferenciación que
hace respecto a los enfoques técnico-instrumentales de aplicación amplia, en el
capitalismo y en el socialismo, que es necesario superar para avanzar hacia la
emancipación.[xvi]
Ya desde
Marcados por esta realidad, encontramos en la
obra académica filosófica tratamientos de aspectos que, según las pautas
identificadas en la obra de Marx, Engels y Lenin, son cruciales en el tema de
la propiedad, ya sea identificando los
problemas desde la praxis (Petrovic, G.; Markovic, M.), la dialéctica de lo concreto y los problemas
del hombre y el mundo, o haciendo la pregunta ¿dónde está el hombre? (Kosik,
K.)[xvii]
La filosofía de
la praxis como corriente de pensamiento de la década de los años 60 del siglo
XX, expresa la necesidad de desarrollo de la teoría del marxismo, como una
demanda de la práctica, dictada no sólo
en el seno de la confrontación con las versiones de marxismo que arraigan en la
misma, sino también como necesidad de la crítica práctica del mundo basado en
la contradicción entre trabajo y capital, y de la crítica de la práctica
revolucionaria de su transformación comunista. Quizás es una reacción tardía a
las propuestas de las décadas anteriores de los años 20 y sobre todo los años
30 de la teoría crítica.
Con
influencias del pensamiento de Gramsci, Karl Korsch, Labriola, George Lukács,
Ernst Bloch, Herbert Marcuse, Erich Fromm y Lucien Goldmann de la primera jornada, hasta una segunda generación
(Kosik, Adolfo Sánchez Vázquez, Zeleny, Mészáros), la afirmación de
una praxis y teoría marxista “auténtica”, y destacar sus aspectos humanistas y
dialécticos en particular, como propuesta y creación frente a las prácticas de
las décadas anteriores y las diversas interpretaciones del denominado
marxismo-leninismo, distorsionado tanto por los socialdemócratas como por los
estalinistas; era una tarea urgente para los filósofos yugoslavos. Surge
Es importante
mencionar a Markovic con su teorización sobre la alienación y la
naturaleza dinámica de los seres humanos, que destaca Fromm; a Petrovic con su
énfasis en la naturaleza esencialmente creativa y práctica de los seres
humanos, y la filosofía como crítica de todo lo existente, y a Kangrga
que trata la creatividad, pero sobre todo el entendimiento de los hombres como
productores de naturaleza humana.
Más tarde
encontraremos esta corriente en Adolfo Sánchez Vázquez en América Latina[xviii], o
en Zeleny y Kosik en Europa. Al decir de Kohan (2002) sobre
Adolfo Sánchez Vázquez: “Finalmente,
en estas reflexiones de madurez emerge una puesta entre paréntesis tanto del
marxismo dieciochesco, ilustrado, cientificista y claramente deudor de la
modernidad, como del pensamiento del posmoderno. Las coordenadas actuales de
una crítica radical de la modernidad presuponen también una crítica del
posmodernismo (no quizás como descripción de una sensibilidad epocal sino en
tanto ideología que prescribe la muerte de todo proyecto emancipatorio). La
reconstrucción de un marxismo abierto y no dogmático de cara al siglo XXI se
juega en ese doble, frontal y al mismo tiempo apasionante desafío”….(…)…“Sánchez Vázquez se convierte de este modo en uno de los principales
goznes, en una de las imprescindibles bisagras intelectuales y morales que
mantienen la continuidad entre aquel fulgurante e incandescente marxismo
europeo de los años 20 y primeros 30, luego pisoteado, apagado y aprisionado
mundialmente por la cerrazón estalinista y este nuevo e irreverente marxismo
latinoamericano de los años 60.[xix]
[i] Chavance,
B. señala que: “En general los sistemas
de trabajo asalariado afrontan problemas permanentes de evolución y cambio
causados por las tensiones que surgen en el porceso de acumulación y
desarrollo…(…)..estos problemas se agudizan en períodos de crísis
estructurales…(…), los países capitalistas superaron tres o cuatro crísis
estrcuturales en los últimos dos siglos, pero la mayor parte de los países
socialistas no pudo encontrar una salida a sus crísis estructurales en el
decenio de
Recordar además
lo ocurrido en Checoslovaquia en los sesenta. Ver en “
[ii] En el caso cubano se dan particularidades que
analizamos específicamente en otra de nuestras direcciones de trabajo.
[iii] Ver en “
[iv] Ver en “
[v]Ver: Las Luchas de Clases en
[vi] Ver en “
[vii]Ver en el libro Europa centro oriental en la segunda
mitad del siglo XX”, referido anteriormente, en particular en el T. I, a partir
del capítulo XIX: El Consejo de Ayuda Mutua Económica: estructura y tareas, p. 284, Volumen I
[viii] Sin pretender con esto ignorar las propias
deficiencias de los teóricos, como ocurrió específicamente en relacion con esta
temática con el filósofo francés Althuser, y su dicotomía entre el Marx joven y
el Marx maduro.
[ix]
“Wither away”en inglés,
“amiertvlieñie”en ruso, son conceptos que transmiten más fielmente la esencia
de esta “extinción”, que es un proceso que se genera desde el propio interior del sistema a extinguirse, por ello la
conceptualizaci[on de que es un Estado que “se fortalece”para “extinguirse”: en
la medida que más la sociedad como un todo asume las funciones que antes le
eran inherentes al estado como algo colocado por encima de ella, él se
“fortalece”pero “deja de ser”, un proceso que tiene que comenzar desde el
primer día del inicio de la transformación socialista, nada sencillo, con
cmplejidades tales como las que Lenin identifica al hablar de las “formas de
lucha de clase del proletariado en el poder” (ver “Acerca de
[x] La obra de K.A. Jubiev “La propiedad en el sistema
de las relaciones de producción”, Edit. Universidad de Moscí, 1988, intenta un enfoque sistémico, pero en lugar
de un oasis resulta un espejismo en medio del desierto, a partir de ubicar a la
propiedad dentro del sistema de las relaciones de producción.
[xi] Ver: Democracy and Markets. The Politics of Mixed Economics, John R.
Freeman,,
[xii] Ver: Beyond the
market place, Rethinking Economy and Society, Roger Friedland, A.F. Robertson,
Aldne de Gruyter, New Cork, 1990.
[xiii]. Ver: Crisis
y futuro de la empresa Pública, Coordinador: Marcos Kaplan. , UNAM, PEMEX,
México, 1994; Curso de Derecho Económico, Jorge Witker, UNAM, México, 1989;
Hacia una teoría de los Derechos de Propiedad, Harold Demsetz, Traducido de
American Economic Review, Mayo 1967.;El Derecho Mercantil en
[xiv] Con intentos que resultan en
definitiva desarrollos importantes para salirse de esa lógica, las obras “Comparing Economic Systems. A Political-
Economic Approach” (los autores distinguen su enfoque no como economia política
sino como enfoque que busca integrar la política y la economía, para poder
atravesar todo el proceso desde la economía hasta el comportamiento humano en
su contenido más amplio), Andrew Zimbalist, Howard J. Sherman, Stuart Brown,
Second Edition Harcourt Brace Jovanovic, Publishers, NY, London….., 1984; Alec Nove “Comparing Economic Systems”;
Schumpeter, J. A., Capitalism, Socialism and Democracy, Harper Perennial, 1975;
Kornai, Janos, The Socialist Systenm, The Politica Economy of Communism,
Claredon Press, Oxford, rep. 2000; Mc Nally, David, Against the Market,
Political Economy, Market Socialism and the Marxist Critique, VERSO, London-
New York, 1993; Lebowitx, Michael, Beyond Capital. Marx´s Political Economy of
The Working Class, Palgrave Mac Millian, Second Edition 2003
[xv] Horkheimer, M. y Adorno, T.
“Dialéctica de
[xvi] Fernández, P.S. “Habermas y
[xvii] Kosik, K
Dialéctica de lo concreto, Ed. Grijalbo, México, 1979.
[xix] Kohan, N. "El marxismo crítico de
Adolfo Sánchez Vázquez” en Utopía y Praxis Latinoamericano V 7, Nº 18, 2002.
Pocas veces he leído un escrito tan extenso que concreta tan poco, es solo un ejercicio de lectura en los campos de la sociología como crítica de lo que fue el prolongado, doloroso y antimarxista del "socialismo real" con su "marxismo-leninismo" que no era ni lo uno ni lo otro y que sí merece el nombre de quien lo llevó hasta los extremos inhumanos y criminales que alcanzó y aún mantiene, el Estalinismo desarrollado en la Unión Soviética por Lenin y Stalin y extendido a todo el mal llamado "Campo socialista", de Socialismo tuvo muy poco porque por su modo de producción siguió siempre el modo capitalista con la única diferencia que la burguesía fue sustituida como clase dominante por la burocracia partidista que demostró su incapacidad para la administración del Capitalismo Monopolista de Estado menos eficiente que el capitalismo real. Marx aclaró muy bien que lo que había que hacer era cambiar al mundo, no interpretarlo como habían hecho los filósofos anteriores a él. Hasta el presente ningún país ha cambiado el modo de producción típico del capitalismo que se basa en el Capital, el trabajo asalariado y la obtención de plusvalía. El Estalinismo solo cambió el capital privado por el estatal, por eso ha fracasado y actualmente están recurriendo al capitalismo privado para poder desarrollarse como lo hacen China y Vietnam manteniendo el modelo político Estalinista. En nuestro país ese cambio ha sido pospuesto, lo que unido a los efectos tremendos de la Pandemia y los problemas causados por el Reordenamiento económico ha generado la crisis más grave que ha enfrentado la nación en su historia pos-republicana. El Estalinismo ha sido, hasta el presente, el sepulturero del ideal socialista.
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