Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 11 de octubre de 2023

De nuevo acerca de la corrupción en la construcción socialista …y el fatal error de no profundizar en sus causas

Por Jesús Pastor García Brigos

 

Durante al trabajo en plenario de la I Sesión Ordinaria de la actual X Legislatura de nuestra Asamblea Nacional, ocupó un espacio importante el tema de la corrupción, los delitos, las ilegalidades y la indisciplina social. Espacio lamentablemente de nuevo marcado por el “pecado” de mezclar fenómenos esencialmente diferentes aunque con elementos comunes. Y es necesario precisarlos para poder enfrentarlos como corresponde a nuestra sociedad.

Hablar de “corrupción” sin más, no permite identificar todo el alcance que debe tener este concepto para un proceso de transformación socialista, y puede incluso obstaculizarnos la necesaria labor para evitar fenómenos que lleguen a alcanzar esas dimensiones o nublarnos los ojos impidiéndonos verlos si están ocurriendo.

La corrupción en la sociedad: ¿un mal del desarrollo?.

Desde que hay registro de la actividad y el pensamiento de los hombres sobre la Tierra se podría encontrar referencias a fenómenos que a la luz de hoy pueden ser calificados como corrupción: hechos y actitudes corruptas. Opiniones autorizadas plantean que las prácticas corruptas, en un sentido actual de término, “forman parte de la cultura europea y muy particularmente de la cristiana”. Testimonios explícitos escritos de hechos en este sentido se cuentan por lo menos desde el siglo XIV [1]. Y en los tiempos recientes, el volumen de literatura al respecto llega a adquirir dimensiones impresionantes, lo cual puede ser un indicador de la importancia que adquieren esto fenómenos en nuestras sociedades ¿”post”? modernas.  La situación se torna algo más delicada desde el punto de vista valorativo cuando se trata de calificar la literatura: parece ser un criterio generalizado la necesidad de incrementar en cantidad y calidad el número de estudios científicos sobre el tema.

Los fenómenos comúnmente recogidos bajo la categoría de corrupción, en todo su espectro de calificadores desde la corrupción moral hasta la política y la administrativa, en cualquier contexto resultan fenómenos desarticuladores del tejido social, de las dinámicas regulares de reproducción ampliada de un sistema dado, y más específicamente, de un organismo social histórico –concreto. Incluso en el capitalismo, que a partir de su núcleo ontogenético en el sistema de relaciones del capital resulta escenario privilegiado para este tipo de procesos.

Así lo muestran las reflexiones en torno a esta categoría desde las teorizaciones en los albores de la democracia occidental, hasta la atención de conocidos politólogos, adalides de la moderna democracia del capital, como los análisis del politólogo norteamericano Samuel Hungtington al vincular “modernización y corrupción”[2].

Independientemente de matices en la expresión conceptual, los fenómenos de corrupción tienen una esencia común en el enfrentamiento de intereses individuales (personas, grupos, partidos,….) con otros más generales, durante el proceso de producción y reproducción de aspectos de la vida social.  pero sobre todo, a la hora de disponer de recursos en el sentido más amplio: desde hechos que ocurren en un proceso electoral  hasta la promulgación de determinada regulación, fenómenos que se dan en los espacios económico –administrativos, hasta los culturales, en el sentido más estrecho del concepto vinculado a la actividad artística. En este enfrentamiento la conducta que se califica de corrupta privilegia la satisfacción del interés de alcance más limitado en la definición y ejecución de las acciones que han de materializar el proceso de apropiación específico que tiene que ver con cada caso.

Incluso trabajando con una conceptualización reducida de lo que es la actividad política, la corrupción es un fenómeno esencialmente político, es un uso específico del poder, de la capacidad de disponer sobre algo con determinados fines[3]. Un elemento significativo de los estudios que profundizan científicamente en los procesos de corrupción es la vinculación de su existencia a la presencia de la burocracia en la vida pública de la sociedad.

En el capitalismo hay una fuente común natural de los procesos de corrupción:  la contradicción capital –trabajo, que determina todo el sistema de relaciones sociales en su reproducción ampliada, a través del proceso de apropiación por los individuos de su propia vida social. La esencia del sistema, la reproducción ampliada del capital, es corrupta  per se, como momento supremo de enajenación del individuo respecto al proceso de producción (apropiación) de su propia vida social, su universalidad y profundidad, que se recoge en la categoría plusvalía, no siempre interpretada en todo su alcance social.

Y, algo muy importante, el carácter sistémico de esta dominación, abarcador de todos los mecanismos de socialización y sus reguladores, que llega a condicionar incluso una legitimación ideológica de esta esencia corrupta del sistema, la cual alcanza a convertirse en la principal herramienta de dominación de los opresores, llevando a  aceptar el poder del capital y la alternativa individualista a su enfrentamiento, lo que hace tan compleja la transformación revolucionaria socialista.

En el capitalismo, el dominio del capital impone una ética de subordinación, una ética del respeto al poder económico, que se violenta dentro del orden o rompiendo el orden. Cuando se violenta dentro del orden, sin buscar subvertirlo, la ética de la apropiación del capital deriva en delitos de acuerdo a los cánones del sistema, y entre ellos hechos de corrupción, que en unos casos son penalizados como delitos, pero en otros forman parte de la propia lógica de reproducción de las relaciones sociales. Un caso muy ilustrativo en este sentido es el comportamiento de la actividad política en los Estados Unidos.

¿Qué entender por “corrupción” en un proceso de construcción socialista? ¿Existe corrupción en cuba?

Por lo menos hasta donde conozco, sí existe corrupción en nuestro país.

Las ilegalidades, los delitos, y las conductas antisociales de todo tipo, califican conductas que se alejan del ideal que nos proponemos hacer realidad y consolidar progresivamente en nuestro proceso de transformaciones, en esencia corruptoras.

Pero ¿es que existen fenómenos corruptores que no se ajustan a los conceptos de delitos, ilegalidades y conductas antisociales? ¿Qué otros fenómenos se dan en nuestra sociedad que califican como hechos de corrupción?

A la hora de analizar el fenómeno de la corrupción en nuestra sociedad, la primera voz a escuchar tiene que ser la del Ché.

Modelo del hombre al que aspiramos, realidad del hombre que construye el socialismo, sus concepciones sobre el “hombre nuevo”, además de brindarnos una categoría y un término que expresa toda la riqueza de la nueva individualidad que va surgiendo – y que tan erróneamente tratamos de presentar parcialmente como “capital humano”-, recogen toda la contradictoriedad y la conflictualidad desde el proceso mismo de surgimiento de ese individuo, con lo que nos llama la atención hacia elementos que propician las desviaciones que nos llevan al “callejón sin salida”/Ché/ antes que a mantener el rumbo socialista de las transformaciones.

En un texto fundacional dentro de su  obra escrita, el Guerrillero Heróico subraya que “Si un hombre piensa que, para dedicar su vida entera a la revolución, no puede distraer su mente por la preocupación de que a un hijo le falte determinado producto, que los zapatos de los niños estén rotos, que su familia carezca de determinado bien necesario, bajo este razonamiento deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción”.[4]

Y no lo citamos por acudir al “criterio de autoridad”. Sería traicionar su memoria, su obra, el juramento implícito en las palabras de Fidel Castro, que asumimos todos, cuando en la velada solemne por la desaparición física del Guerrillero heroico afirmara que de Ernesto Guevara nunca se podrá hablar en pasado.

En este fragmento se sintetiza toda la complejidad, contradictoriedad y la realidad de la existencia de causas y condiciones para fenómenos de corrupción en un proceso de construcción socialista. Y se concentra la esencia de una ética de comportamiento del hombre que a la vez cumple con su lugar de dirigente en la construcción de unas relaciones de nueva naturaleza:

el hombre que se molestó cuando Enrique Oltutsky le dijo que seguramente “tenía dos libretas”, pero además se ocupó de verificar y le pudo decir al día siguiente que sí, que era verdad, que “tenía dos libretas”; la ética del jefe que, aun en los momentos iniciales y siempre turbulentos del triunfo armado contra la dictadura, al detectar  un grupo de sus combatientes conduciendo un auto “expropiado” a un esbirro, los obligó a retornarlo al lugar de origen y volver a incorporarse a la caravana como correspondía; la ética del hombre- dirigente que al llegar al Ministerio acompañado de su esposa en el auto que le correspondía por el cargo, le dice que se baje del mismo, que es el auto del Ministro, y no es para llevar a la esposa a las tiendas. El Ché es la personificación de la ética del ejemplo en el dirigente como valor esencial, que en medio de todas las responsabilidades y problemas de los primeros años, se ocupaba de estudiar y superarse para enfrentar mejor las tareas constructivas; la ética del dirigente que con su actuar cotidiano, ponía en acción el “principio de democión” que hacía que una vez al año todos los que ocupaban cargos de responsabilidad en el ministerio que dirigía tenían que pasar un mes en un cargo de inferior jerarquía, y asumir lo que a ese cargo se le exigiera, como ocurrió con el viceministro Arcos Bergnes cuando tuvo que someterse a  la prueba de escolaridad que se exigió a los administradores de empresas, mientras él ocupaba temporalmente ese cargo; el dirigente que exigía en las reuniones, y cumplía con lo exigido a los demás como uno más, y en los Consejos de Dirección repartía meriendas entre los participantes, pero no a costa del presupuesto del ministerio, sino la pagaba de su bolsillo; el dirigente que llevó las sanciones al plano verdaderamente educativo y formativo, haciendo que “ir a Guanahacabibes” fuera casi un honor, y el dirigente que “lo merecía” en ocasiones iba antes de que lo mandaran. porque los hombres pueden cometer errores, equivocarse, “meter la pata”, pero en ningún caso se puede permitir “meter la mano”;….el hombre que cuando en los primeros meses después del triunfo de Enero, por su salud necesitó de ciertas condiciones, se ocupó de que se le asignara una casa lo más modesta posible en Tarará, y con la condición de que solo el tiempo indispensable para recuperarse; el dirigente que en su vida personal tenía que tener las mismas condiciones que los demás trabajadores y como expresión de la vanguardia tenía que dar más de sí que aquellos a los que dirigía…el hombre que en sus cartas de despedida no pedía nada material para sus hijos, solo les dejaba el ejemplo, la mayor herencia que  nos ha  dejado a todos los buenos cubanos.

El Ché es el hombre que desde el compromiso de ser dirigente en nuestro proceso, no “deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción”, porque está convencido de que ese fenómeno adquiere rasgos muy específicos en un proceso de transformación socialista, enmascarado traicioneramente en conductas “legales”, destruyendo lo más importante para las nuevas relaciones en construcción: la fuerza moral.

La corrupción en la transformación socialistas es mucho más que el “simple” robo, o, en el caso de los que dirigen, el uso de las posibilidades que le otorga su cargo para “desviar” recursos en beneficio propio, o influir en decisiones propias de su cargo en beneficio de terceros. Los hechos de corrupción incluyen las ilegalidades. Pero ya lo dijo Fidel en más de una ocasión, y lo ratificaba en su accionar cotidiano: no todo lo legal es moral.

En medio de la compleja situación que enfrentamos cuando Fidel impulsó el Proceso de Rectificación de Errores y tendencias negativas en el pasado siglo, el Comandante en Jefe nos alerta frente a ciertas “desviaciones”, comportamientos y acciones que no eran generadas por la acción del enemigo: eran acciones por su esencia que quizás pocos alcanzaban a identificar, y hasta consideraban justas o al menos aceptables, pero resultaban acciones contrarias al sentido estratégico socialista, generadas por el propio proceso, resultado en última instancia de la propia complejidad de la práctica revolucionaria en nuestras condiciones concretas:

En el esfuerzo por buscar la eficiencia económica hemos creado el caldo de cultivo de un montón de vicios y deformaciones, y lo que es peor, ¡corrupciones¡”[5]

Fidel criticaba en aquellos momentos las “primas” que estaban recibiendo los trabajadores sin correspondencia con el trabajo, que consideraba elemento corruptor, que venía de “la Revolución”[6] y eran una manifestación de “mecanismos de distribución” que no generaban los necesarios nuevos dueños socialistas, sino beneficiarios de unas relaciones, en las que la realización de la propiedad se materializaba con el mayor peso en lo que se recibía, dentro de un sistema de dirección con alto grado de centralización  y condiciones propicias en la economía que permitían una relativamente alta posibilidad de asignar recursos desde los centros de dirección.[7]

Fidel llamaba una vez más a la acción rectificadora, insistiendo en que tiene que ser un proceso de amplia participación, que involucre a todos plenamente, atendiendo a las complejidades del momento[8]. Y el modo de participación que se comienza a implementar está claramente marcado por Fidel, en una alerta sobre la que es imprescindible reflexionar para enfrentar el momento actual, cuyas condiciones son incomparablemente más complejas:

Estábamos entrando en un proceso de corrupción de los trabajadores.

Ya estábamos en una serie de manifestaciones raras, extrañas de todo tipo, de capitalismo. Y gente buena incurrió en algunos de esos errores.

Un relajamiento total, un caos que realmente era muy preocupante, por lo que yo dije que hay que empezar a rectificarlo. Pero si se puede empezar a rectificar cosas sin conmociones, mejor(...)

No creo que todo lo que hemos hecho es negativo, ni mucho menos. Pero hemos hecho muchas cosas que no han dado resultado.

Estamos obligados a trabajar, ahora con mucha más eficacia. (…)”

Y con el espíritu autocrítico que marca toda su trayectoria de conducción, ponía en primer plano la responsabilidad del que dirige:

“…Cuando hay algo ellos dicen: esto debe ser bueno cuando se está haciendo, esto debe ser una experiencia, esto debe ser correcto. Así que... si nosotros mismos nos hemos equivocado. ¿Qué podemos esperar, que no se equivoquen los periodistas?¿Qué podemos esperar, que no se equivoque mucha gente?. Si nosotros nos hemos equivocado, que tenemos la responsabilidad  de trazar las pautas de dirigir, si nosotros hemos hecho las cosas mal hechas. No tenemos, realmente, no tenemos por qué asombrarnos que las equivocaciones se cometan en cadena en muchas partes y que se equivoquen los campesinos, se equivoquen los trabajadores, se equivoquen los sindicatos. Porque parecía una campanada aquí a favor del economicismo, del capitalismo, del liberalismo. Me imagino que mucha gente debe haber tenido dudas; dirían, ¿esto es el socialismo?”[9]

El Ché, Fidel y Raúl siempre han hecho énfasis en el lugar del dirigente, de la vanguardia en el proceso, y su indispensable y dialécticamente contradictoria interacción con la masa: conjunto de individuos no puede ser algo amorfo como suma de intereses fragmentados, sino actor necesariamente cada vez más pleno y consciente de la transformación, resultado de un proceso de mutua influencia entre los individuos que la integran y los que desde dentro la conducen, en el que surgen y se consolidan los elementos distintivos de la nueva naturaleza.

En este interactuar, no se puede olvidar en momento alguno que la vanguardia y la masa, los dirigentes y los dirigidos, como individuos o formando parte de las organizaciones, provienen del sistema esclavizante, enajenante y deshumanizador del capitalismo, y que, en su lucha por el paso “del reino de la necesidad al reino de la libertad”/Marx/, luchan también consigo mismos. Es la “lucha de clase” identificada por Lenin como “inculcación de una nueva disciplina”[10]; la difícil tarea de lograr el “heroísmo cotidiano” del Ché.

En esta lucha tanto la vanguardia como los dirigidos se enfrentan tanto a reguladores (entre ellos los valores) arraigados desde la anterior socialidad, como a necesidades objetivas y materiales /objetuales/ conformadas también a partir de ese sistema de relaciones que se está luchando por trascender, que no son inertes como factores de reproducción de valores. En consecuencia, se enfrentan a modos, vías y formas de satisfacer esas necesidades, marcadas por la socialidad anterior, que se metamorfosean en los rasgos del proceso de transformaciones en un complejo y contradictorio proceso que abarca desde la organización del proceso del trabajo, núcleo de las fuerzas productivas, hasta el propio proceso de desarrollo de los nuevos reguladores (políticos, -en el proceso de dirección, en las normas jurídicas-, e ideológico- espirituales, entre éstos los valores).

La vanguardia, el dirigente, -que en la concepción amplia del Ché, Lenin, Fidel, y Raúl, se personifica en el cuadro o en el Partido, en los órganos estatales o en organizaciones tan importantes como los sindicatos-, tiene que ser necesariamente avanzada en todo el contenido de la nueva individualidad que se articula como una socialidad diferente.  En este sentido tiene que ser portadora de los nuevos elementos, y sembradora, formadora.  Es el dirigente, la vanguardia, para la concepción de la transformación comunista, como vanguardia /dirigente/ -líder, y orientada no a reproducirse como tal sino a “disolverse” en los dirigidos, como inexcusable vía de transición a la autodirección social comunista[11].

La transformación comunista, es un peculiar proceso de ruptura con el modo de reproducción social que le antecede. Imposible de conceptualizar en todos sus detalles, sí resulta claro, desde las ideas de Marx y Engels, que se halla asociada a la construcción de una relación individuo –sociedad de nueva naturaleza, que trascienda dialécticamente el modo de apropiación determinado por el capital, expresión de toda una prehistoria humana de relaciones de explotación, división jerárquica social del trabajo, enajenación del individuo respecto a su propia esencia material.

La consolidación del avance en la transformación comunista descansa en la medida en que se vaya trascendiendo la contradicción capital -trabajo directamente y en todas sus mediaciones, y con ello las fuentes de enajenación.

La persistencia de elementos de enajenación, heredados o re-producidos metamorfoseados en los nuevos contextos, en cualquiera de sus expresiones, genera contradicciones que devienen antagonismos y los consiguientes conflictos en la relación individuo –sociedad y con ello todo tipo de comportamientos desarticuladores del proceso de reproducción social en cualquier etapa del desarrollo humano: fenómenos de corrupción.

Pero su trascendencia es mucho mayor para el proceso de establecimiento de las relaciones sociales comunistas, que se han de identificar por un sentido emancipador diferente, por ser las relaciones entre individuos cada vez más libres y plenos como premisa y resultado de la socialidad que se construye y sustenta esas individualidades.

En un proceso de construcción socialista se dan fenómenos que se pueden agrupar taxonómicamente junto a los conceptualizados en la literatura como vinculados a procesos de corrupción. Estos fenómenos responden a una naturaleza, a una esencia que está dejando de ser, pero que no por ello deja de ser parte del sistema real, como sistema en transformación. A una naturaleza que está dejando de ser en lucha con lo nuevo, de lo cual resulta clara la importancia de profundizar en las expresiones concretas de esta naturaleza, causas de los fenómenos de corrupción en el nuevo contexto, de la corrupción en la transformación socialista.

Responden en su esencia a conflictos en la resolución de la contradicción dialéctica objetiva entre necesidades e intereses de alcance diferente en el proceso de producción (apropiación) de la vida social. Y se enmarcan en definitiva en una ruptura ética, la ética de una apropiación de la existencia de nuevo tipo, en la que lo individual se concilie con lo social en una dependencia mutua.

En tal sentido, sin pretender dar una definición terminada o “cerrada” de corrupción en la transformación socialista, sí podemos afirmar la importancia de comprender su carácter de fenómeno complejo, dialécticamente contradictorio en tanto que asociado a una esencia que está superándose pero aún forma parte de la esencia del sistema real en desarrollo, y, sobre todo, la importancia de identificar sus raíces últimas en el proceso de apropiación por los individuos de su propia vida social, en las relaciones de propiedad efectivamente actuantes.

Tanto en el capitalismo como en el socialismo la corrupción está vinculada a rupturas éticas esenciales. Lo único que en el capitalismo se trata de rupturas dentro de una ética corrupta por naturaleza: la ética de la fragmentación, como fundamento de la alienación que sostiene el “progreso” del sistema, dándose la paradoja de lo que la corrupción representa para el sistema del capital como sostén de su naturaleza y como fuente de la propia insostenibilidad eterna del sistema, a pesar de lo que este representó para el progreso humano.

Para la transformación comunista, lo mismo que hace de los fenómenos de corrupción algo ajeno y opuesto antagónicamente a la esencia del proceso, es lo que permite su aparición y hace tan difícil su enfrentamiento:

la reproducción durante el proceso de construcción socialista, de esencias alienantes en el funcionamiento y desarrollo de la sociedad.

Por eso resulta una idea central para orientar la lucha contra la corrupción en un proceso de construcción socialista, tener bien clara la esencia de la transformación comunista (socialista) como proceso de trascendencia del capital, de superación dialéctica del orden social que él conforma.

Los contenidos en torno a esta idea se hallan presentes en los escasos elementos presentes en la obra de Marx y Engels a la hora de caracterizar la sociedad que necesariamente conduce al “reino de la libertad”/Marx/, la sociedad comunista/socialista/ como proceso de emancipación humana. 

Como analiza el filósofo húngaro István Mészáros en su obra “Más allá del Capital”:

“…el objetivo de la transformación comunista es trascender el orden del capital. El capitalismo es un objeto relativamente fácil en esta empresa, porque Usted puede en cierto sentido abolir el capitalismo en una sublevación revolucionaria con una intervención al nivel de la política, la expropiación del capitalista. Cuando ha hecho esto ha puesto fin al capitalismo pero no ha ni tocado aún el poder del capital. El capital no depende del poder del capitalismo, y esto es importante también en el sentido de que el capital precede al capitalismo en miles de años. El capital puede sobrevivir al capitalismo,  afortunadamente no por miles de años, pero cuando el capitalismo es derrocado en un área limitada, el poder del capital continúa incluso en una forma híbrida.

La Unión Soviética no era capitalista, ni siquiera un estado capitalista. Pero el sistema soviético estaba muy dominado por el poder del capital: la división del trabajo permanecía intacta, se mantuvo la estructura jerárquica de comando del capital. El capital es un sistema de comando con un modo de funcionamiento orientado por la acumulación, y la acumulación  se puede asegurar por distintas vías. En la Unión Soviética el plus trabajo se extraía por un modo político y fue lo que entró en crisis en los años recientes. La extracción política del plus trabajo  resultó insostenible por una variedad de razones. El control político del poder del trabajo no es lo que se podría considerar un modo ideal u óptimo de controlar el proceso del trabajo. Bajo el capitalismo en el Occidente lo que teníamos era una extracción económicamente regulada del plus trabajo y del plus valor. En la Unión Soviética esto  fue hecho de una forma muy inadecuada desde el punto de vista de la productividad porque el trabajo retuvo una infernal cuota de poder en la forma de actos negativos, desafíos, sabotajes, empleos secundarios, etc., a través de lo cual no se podía ni soñar con alcanzar el nivel de productividad que se alcanza dondequiera, lo que minó la raison d´etre de este sistema bajo Stalin y sus sucesores, la acumulación forzada políticamente. Se atascó la acumulación, lo que condujo al sistema al colapso…..(…).

Lo que es absolutamente crucial es reconocer que el capital es un sistema metabólico, sistema metabólico socio- económico de control. Usted puede derribar al capitalista, pero el sistema fabril permanece,  la división del trabajo permanece, nada ha cambiado en las funciones metabólicas de la sociedad. De este modo, tarde o temprano, Usted encuentra la necesidad de reasignar estas formas de control a personalidades, y ahí es donde la burocracia entre en juego. La burocracia es una función de esta estructura de comando en las nuevas circunstancias donde en ausencia del capitalista privado Usted tiene que encontrar un equivalente para ese control. /La cursiva es nuestra. J:G:B/).Yo pienso que esa es una conclusión muy importante, porque muy frecuentemente la noción de burocracia se promueve como un marco mítico para explicar el contexto, y  ella no explica nada. La propia burocracia necesita explicación. ¿Cómo surge esta burocracia? Cuando Usted la usa como una cierta especie de deux ex machina que lo explica todo en términos de la burocracia, si Usted se deshace de la burocracia  entonces todo estará resuelto. Pero Usted no se deshace de la burocracia a menos que Usted ataque el fundamento socioeconómico e idee un modo alternativo de regular el proceso metabólico de la sociedad en un modo tal que el poder del capital sea cortado  y por supuesto finalmente abolirlo con todo lo que conlleva. El capital es una fuerza controladora, Usted no puede controlar al capital, Usted puede abolirlo solamente a través de la transformación de todo el complejo de relaciones metabólicas de la sociedad, Usted no puede simplemente enredarse con él. O él lo controla a Usted o Usted logra abolirlo, no hay estaciones intermedias en el camino, y este es el porqué la idea del socialismo de mercado no puede funcionar por principio. La necesidad real no es restaurar el mercado capitalista bajo el nombre de un totalmente ficticio mercado social, sino adoptar un sistema propio de incentivos. No hay sistema de producción social que pueda funcionar sin incentivos, ¿y cuales son las personas a las que hay que incentivar?. No a entidades abstractas colectivas sino a individuos. De tal modo que si las personas como individuos no están interesadas, no están involucradas en el proceso de producción, tarde o temprano ellas asumen una actitud negativa e incluso hostil hacia este proceso.”[12]

Trascender el capital significa trascender todo un sistema de relaciones sociales que van desde la relación directa capital –trabajo en el proceso de producción material, hasta las expresiones en otras esferas, lo que Mészáros llama “mediaciones de segundo orden”. Es trascender todo un sistema de producción y reproducción de la vida social, y como se desprende de la obra de Marx, es en definitiva trascender un sistema de relaciones de propiedad.

Las tendencias alienantes, consolidadas al grado máximo dentro del desarrollo alcanzado por el capital dentro de la formación capitalista, se establecen con rasgos propios durante la trasformación socialista desde el propio proceso de producción, sobre los fundamentos materiales que han caracterizado los procesos de construcción socialista,  al interactuar con los objetivos concebidos para dicho proceso, con la mediación decisiva de la política, de la dirección de estos procesos, cuando ella se desenvuelve  marcada significativamente por el fenómeno del burocratismo.

El nuevo burocratismo socialista es un fenómeno reproductor de individuos enajenados de su propia condición de individuos socializados, de su esencia.

Resulta determinado en buena medida por las condiciones de partida de los procesos reales de transformación socialista, herencia del modo de reproducción social que comienza a ser trascendido. Permanece ante todo por la ausencia del nuevo individuo, identificado por Marx en la Critica al Programa de Götha, - el individuo productor social para el cual el trabajo haya devenido “...la primera necesidad vital”-,  el “hombre nuevo” del Ché que crece día a día en Cuba en un complejo y contradictorio proceso, el trabajador que trascienda la condición de asalariado para devenir efectivamente codueño socialista “productor libre asociado”. Pero resultan importantes en su reproducción, las tensiones entre la urgencia de resultados y la magnitud de los cambios necesarios en la base económica de la sociedad, en las “condiciones de la producción de la vida material”/Engels/ por una parte, y los mecanismos de compulsión sobre los individuos, y de su organización, dirección y control en las nuevas condiciones para dar respuesta sostenible a esas urgencias.

El burocratismo en el proceso de transformación socialista es caracterizado ya en la obra leninista en su esencia estructural y funcional. Y fue conceptualizado, además de enfrentado consecuentemente en su accionar cotidiano, durante el desempeño de sus diferentes responsabilidades en Cuba, en la obra del Che Guevara[13], combatiéndolo como generador de condiciones para el florecimiento de procesos de dirección autoritarios, fenómenos de desinterés por parte de los individuos en todo el proceso de dirección de la actividad social, y en general manifestaciones claras de alienación dentro de la construcción socialista en Cuba, que afectan muy especialmente la actividad económica.

Este burocratismo socialista es identificado por Lenin y el Ché como reproductor en general de nuevas formas de alienación, desde la vida económica hasta las expresiones ideológico –espirituales- la “falta de motor interno”, el “conformismo frente a lo que anda mal”, la “falta de claridad política” señalados por el Ché-, elementos que resultan esenciales en la aparición de fenómenos tan corrosivos como la corrupción de los dirigentes y funcionarios, y en general de los individuos en el proceso de construcción socialista: se da la mano con las manifestaciones de fenómenos de la llamada “doble moral”, que en realidad es la moral falseada de quienes actúan guiados por intereses divorciados de los intereses sociales; dentro del proceso de transformación socialista es resultado a la vez que necesita de la falta de “control popular”, uno de los pilares de la nueva sociedad, articulador esencial de un modo de producción y reproducción de la vida social, de un modo de apropiación de la vida social por los individuos diferente: de un tipo de propiedad superior.

El nuevo burocratismo, erróneamente reducido en el “sentido común” a los fenómenos de “excesivo papeleo”, que lo ocultan de los análisis superficiales, resulta elemento generador de los procesos de corrupción socialista, que tiene que ser vista mucho más allá de los fenómenos de robo, “desvío de recursos”, e incluso otros tipificados internacionalmente que puedan manifestarse con los cambios económicos introducidos y en perspectiva de serlo. Al mismo tiempo los fenómenos corruptores, desarticuladores del tejido en construcción, se convierten en soporte indispensable del burocratismo, y, lo que resulta de alcance estratégico estructural, en generadores y sostenedores de actores sociales que devienen, consciente o inconscientemente, antagónicos al sentido socialista de desarrollo, individuos e instituciones:

“ Se puede establecer una relación directa y obvia entre la falta de motor interno y la falta de interés por resolver los problemas. En este caso, ya sea que esta falla del motor ideológico se produzca por una carencia absoluta de convicción o por cierta dosis de desesperación frente a problemas repetidos que no se pueden resolver, el individuo o grupo de individuos, se refugian en el burocratismo, llenan papeles, salvan su responsabilidad y establecen la defensa escrita para seguir vegetando o para defenderse de la irresponsabilidad de otros”[14]

El nuevo burocratismo socialista tiene su esencia en una separación que conduce al divorcio entre dirigentes y dirigidos, sean individuos u organizaciones, que en buena medida se hace difícil identificar, por la propias complejidades que han caracterizado a los procesos reales de transformación revolucionaria:

el papel de los liderazgos en la conducción de los procesos en el enfrentamiento a los complejos procesos de lucha de clases y “de clase”/Lenin/;  la falta de experiencia y de conocimientos para enfrentar la inédita transformación, que repercute en escasez de cuadros capacitados y en particular capaces de asumir la compleja dialéctica del “líder para dejar de ser líder” esencial a la “dictadura del proletariado” como Estado que necesita “fortalecerse para extinguirse[15]; las extremas restricciones económicas   que han enfrentado los procesos reales, y en particular para Cuba, el subdesarrollo  y ser peculiar neocolonia de los EEUU, como condición de partida[16], sumada a la guerra económica de esta potencia durante más de sesenta años; etc.

La separación entre dirigentes y dirigidos en la transformación socialista, entre el individuo-dirigente que debe ser el líder de nuevo tipo y los dirigidos, entre la organización que debe ser la vanguardia y las masas, el “pueblo” en la concepción propuesta por Fidel, se manifiesta en cuestiones como:

- situaciones que al entrar en conflicto con el discurso político, deslegitiman la condición de vanguardia del Partido, y pueden afectar sensiblemente el desarrollo socialista de nuestro proceso, tales como problemas de ejemplaridad de los militantes, en los centros de trabajo y en su comportamiento en los barrios, de incidencia en el funcionamiento de la sociedad en general y muy en particular en la actividad económica[17]; "...personas que fueron seleccionadas ejemplares e ingresaron a la organización precisamente por esa actitud destacada, y luego cuando llevan un tiempo como militantes ' dejan de ser exigentes y caen en la morosidad'"[18]; "...la labor del Partido en el barrio no es estar haciendo planes en papeles, sino estar presentes en cada actividad y movilizando a los demás"[19]; "...el rol de los militantes en sus barrios, el valor del ejemplo personal  como primer peldaño para persuadir a los demás sobre la necesidad de ser combativos ante los problemas y mantener una visión autocrítica... (…)..militantes que en la comunidad no mantienen una posición de vanguardia..."[20]

- los problemas en la atención a la política de cuadros, que son "...comunes y están presentes, en mayor o menor medida, en todos los niveles del Partido, el Estado, el Gobierno y la actividad empresarial"[21]: en la selección, preparación de la reserva, superación; la promoción de nuevos cuadros, en particular jóvenes, "... muchos que no ven el sustituto en ningún lugar por no darles oportunidad a otros y están empeñando el futuro"[22], y movimientos de cuadros sustentados voluntaristamente,- en el mejor de los casos, simplemente validados o argumentados en insuficiente medida, sin un riguroso proceso participativo de selección- no por excepción realizados en busca de garantizar la debida subordinación al nivel superior, como condición autosustentadora del dañino fenómeno del burocratismo. Los efectos de estas insuficiencias en la llamada política de cuadros, y en general en el trabajo con los cuadros dentro del proceso de dirección,  se manifiestan en la falta de idoneidad de los cuadros, que da al traste con el buen desempeño de las actividades en las que estos se desenvuelven. Pero tienen un alcance estratégico mayor, al resultar ingrediente propicio para deformaciones burocráticas, fenómenos de corrupción, nepotismo, etc., y la consiguiente pérdida de legitimidad de órganos e instituciones, minando el contenido socialista del proceso de transformaciones al devaluar lo que el Ché calificara como “columna vertebral de la Revolución”[23].

Lo concerniente a los cuadros ha sido hasta hoy objeto de atención priorizada en reuniones del Partido, como corresponde a un aspecto "...esencial para el presente y el futuro de la nación"[24].

 

-          Persistencia de un concepto administrativo en la atención a los problemas, que resulta contrario a lo promovido en el discurso político,  cuando parte importante de la planificación del trabajo de “control y fiscalización” consiste en reuniones, plenarias, recorridos, despachos con cuadros de la administración, sin tener en cuenta la participación y proyección de las organizaciones de base del Partido y dedicando menos tiempo al encuentro con las mismas, a “…la relación directa con los procesos políticos que estas desarrollaban y a la preparación de los cuadros, funcionarios e instructores."[25]. Combatir el enfoque administrativo de los problemas demanda enfrentar todo exceso de centralismo en las diversas manifestaciones, -presente aún en el funcionamiento cotidiano-, como ilustran dos intervenciones de Raúl Castro en la asamblea de balance partidista en Ciudad de la Habana correspondiente al año 1999: "Si se toma en cuenta la planificación del trabajo, vemos diferencias notables, pues. como se ha dicho, actualmente los cuadros dedican mucho más tiempo a las tareas propias del Partido. No obstante, la esencia del cambio - coinciden en todas las provincias- no está solamente en ir a más reuniones de los núcleos y comités en centros laborales, en aumentar el diálogo con los trabajadores, el contacto con las secciones sindicales y comités de base de la UJC ni en reforzar los intercambios con las personas en sus barrios, sino en dar a cada uno de esos vínculos la intencionalidad adecuada, que una vez producidos, dejen huellas, dejen trigo, no siendo ni rutinarios ni formales”[26]

 

-          Persistencia  de excesos de centralismo, tanto en la actividad de individuos en el desempeño de determinadas responsabilidades, como en la relación entre las instituciones de nuestro sistema y entre los órganos de ellas (papel de los sujetos dirigentes). No se puede ignorar que especialmente en nuestras condiciones de agudizada guerra con los Unidos de América, resulta imprescindible en ocasiones acentuar la centralización, compartimentando actividades y buscar vías para penetrar las redes del bloqueo, que plantean desafíos a los mecanismos de control, que colocan en planos de mayor responsabilidad el papel de los individuos y estructuras creadas a tales fines[27]. Hay que evaluar rigurosamente el alcance de los cambios introducidos en el Sistema del Poder Popular con la aprobación en 2019 de una nueva Constitución de la República, con la introducción de la figura del Presidente de la República, el cargo de Primer Ministro, la eliminación de las Asambleas Provinciales, y la figura del Intendente al frente de la administración en los municipios, entre otros, sin cambios que permitan substancialmente propiciar el perfeccionamiento de la labor de los Delegados y representantes electos en general [28].

 

-          Se ignora la idea reiterada en repetidas ocasiones por Raúl Castro acerca de la relación dirigentes- dirigidos, que es expresión de un principio que no ha logrado plasmarse aún como elemento esencial de nuestra cultura política:

“El dirigente que no estimule la discusión, escarbe, precise, esclarezca las discrepancias, ejerza el centralismo democrático, nunca será un buen dirigente”[29]

-          Convocatorias a la participación en el discurso político y en documentos de las organizaciones, reducidas a “ser escuchados” los convocados, o plasmadas en propuestas de acciones como “oído el parecer”. Esto coloca a los individuos dirigidos como pasivos emisores de necesidades e intereses separados de las soluciones finales a los problemas e insuficiencias, que deberán venir de otros actores.

-          Rendiciones de cuenta formales de dirigentes, órganos e instituciones, propiciada por las deficiencias en la participación efectiva “desde abajo”, “desde la base”, garantía  del necesario control popular, y concepciones presentes en los dirigentes y en buena medida en los dirigidos. Estas condiciones y las concepciones que las sustentan han sido heredadas del sistema que se busca trascender, reflejadas en expresiones como “bajar a la base”, “al pueblo”, - criticadas por destacados dirigentes como Osvaldo Dorticós y Ricardo Alarcón,- sin ignorar exigencias objetivas de etapas anteriores que se plasmaron en estilos de dirección compartimentadores, y centralización excesiva en los procesos de dirección. Esto resulta terreno propicio para procesos de dirección que no responden eficazmente a la solución de los problemas, y a falta de transparencia en la conducta cotidiana de los cuadros y organizaciones, que se refleja en modos de vida y comportamiento en general ajenos a las enseñanzas y a la práctica del Che y de Fidel.

-          Interpretaciones del “mal tratado y maltratado” “principio de distribución socialista”, que enfrentado el “igualitarismo” establecen “políticamente”, de modo discrecional, atenciones diferenciadas en los mecanismos de retribución, sin legitimación ante los colectivos y la opinión pública en general, y resultan elementos de divorcio entre los dirigentes y los dirigidos: prerrogativas en virtud de los cargos que van desde situaciones tan “simples” y aceptadas como la atención recibida dentro de los “protocolos” habituales en actos públicos, hasta el acceso a posibilidades en el disfrute de vacaciones, atención de salud, el uso de autos oficiales “asignados”, etc. El propio Fidel señaló críticamente como esto incide incluso en que algunos dirigentes busquen aferrarse a los cargos, atendiendo más a cumplir con los superiores que con los dirigidos.

El burocratismo, desde su fundamento real en las relaciones entre dirigentes y dirigidos—sean individuos u organizaciones- es el SIDA de la transformación socialista: es el comportamiento oportunista que abre la puerta a todo lo que corroe la nueva naturaleza en establecimiento.

Por eso es tan necesaria su identificación como modo de dirección, con sus métodos y estilos, más allá de los enfoques simplistas que lo reducen a la actuación de la “burocracia”, al papeleo, la complejidad de los trámites, etc., si queremos erradicar las causas de la corrupción en la transformación socialista en nuestras condiciones.

Recordamos el alerta del Primer  Secretario de nuestro Partido, General de Ejército Raúl Castro, hoy más vigente que nunca antes,  al plantear que “…una equivocación conceptual nos conduce a equivocaciones en la vida”[30].

Esta sentencia tiene particular importancia en cuanto a los fenómenos que jurídicamente se acostumbra a denominar como “asociados a la corrupción”, pero es válida para todos los demás casos de “males” presentes en nuestros procesos revolucionarios, en buena medida consecuencia de insuficiencias, que reiteradamente llamamos a superar sin la necesaria identificación rigurosa de sus causas.

La corrupción en la transformación socialista evoluciona cual reacción en cadena, con la peculiaridad de que resulta imposible controlarla, amplificando no solo los aspectos negativos que le dieron origen, sino destruyendo las células sanas, los “gérmenes del futuro”/Lenin/,  del organismo en nacimiento.

La transformación comunista de la sociedad, como ninguna otra transformación social anterior, es un proceso muy complejo por el tipo de transformación que ha de realizar en los fundamentos materiales del proceso social y consecuentemente en el sistema de valores, que, por demás, no es un reflejo, consecuencia pasiva de lo anterior. Pero, sobre todo, por la permanente batalla de ideas que plantea, cuyo núcleo generador se conforma en torno a lo que es un aspecto medular de la transformación comunista:

la contradicción dialéctica entre individuo y sociedad, el complejo proceso de formación y desarrollo de las relaciones sociales que trascenderán la prehistoria de la humanidad, como premisa y resultado de un individuo esencialmente diferente.

Esta es una indispensable revolución ideológico espiritual que debe distinguir a la transformación comunista, en la cual es imposible salir victoriosos sin la adecuada transmisión de mensajes, capaces de impulsar el proceso de “emanciparnos por nosotros mismos”/Fidel/. Sobre todo en las condiciones del mundo actual, bajo un dominio mediático sin precedentes por parte del capital. Y no se pueden transmitir mensajes que contribuyan a condicionar los comportamientos revolucionarios que necesitamos, sin el uso de las categorías correspondientes a los nuevos contenidos que se proponen y construyen en la lucha cotidiana.

El desarrollo del aparato categoríal nuevo para la realidad nueva es una tarea extremadamente compleja. En primer lugar, precisamente porque no se trata de hacer que la realidad “se ajuste” a las elaboraciones teóricas. Estamos ante una realidad en nacimiento, en construcción.

De lo que se trata es de lograr conceptos y propuestas teóricas que orienten la actividad en el rumbo necesario, en permanente interacción dialéctica con la realidad que se pretende transformar “adelantándonos” a ella.

Es una tarea tan compleja como urgente, que sería muestra de extrema soberbia y arrogancia pretender resolver por una sola persona, mucho menos en un solo trabajo.

No se trata de conceptualizar  por puro placer.

Si somos consecuentes con el legado de Marx, Engels y Lenin, la conceptualización tiene que ser un momento esencial en el desarrollo de la “guía para la acción” que nos legaron, de un método y un contenido para servir a la práctica de la transformación comunista de la sociedad, en estrecha relación dialéctica de mutua dependencia.

Hoy, más que nunca antes, es imprescindible la conceptualización de la transición socialista, con el espíritu en que Marx, Engels y Lenin desarrollaron la crítica a todo el desarrollo anterior, y desarrollaron sus aportes posibles acerca del nuevo modo de desarrollo, único capaz de evadir los riesgos de otros enfoques de “transición” que al final resultan indistinguibles de los enfoques liberales que en nada pueden servir a la esencia de la construcción socialista[31]; enfoques que incluso con ropaje de “cambios novedosos”, terminan haciendo que nada cambie, o, lo que es peor, resultan desarticuladores del sentido socialista de desarrollo hasta su destrucción: generadores y sustento de los procesos de corrupción socialistas.

No parece ser necesario pues, argumentar mucho acerca de la necesidad de elaborar cada vez con mayor precisión los conceptos que recojan los rasgos y las esencias que distinguen la nueva sociedad en construcción, so pena de caer en el error de tratar de llevar adelante la construcción socialista con las “armas melladas” heredadas del capitalismo, o melladas en experiencias anteriores de otros contextos o del nuestro propio. Y, a partir de esta elaboración de “conceptualización positiva”, avanzar con no menor prioridad en la elaboración de aquellos conceptos que recojan los rasgos y esencias de lo que niega, se contrapone, obstaculiza, impide, y hasta destruye los elementos de la naciente nueva naturaleza en establecimiento.

Y no son muchos los conceptos que responden a contenidos tan importantes por su efecto negativo, como ocurre con el concepto de corrupción y sus diferentes manifestaciones en los procesos sociales, máxime en las complejas condiciones que enfrenta actualmente el proceso de actualización, generadas por el contexto externo y por nuestros propios errores e insuficiencias.

Setiembre 22 de 2023, Año 65 dela Revolución



[1] Nieto, Alejandro, Corrupción en la España Democrática, Editorial Ariel, Barcelona, 1997,. P.7.

[2] Hungtinton, Samuel P., Political Order in Changing Societies, ver Modernization and Corruption, pp. 59 -71, Yale University Press, 1968.

[3] El chileno Patricio Orellana es muy interesante y claro en este sentido, y analizando “El sujeto de la corrupción”, concluye claramente “…quien toma la decisión en la realización o no del acto corrupto es el que tiene el poder”. /”Corrupción y Probidad. Problemas y soluciones”, de INTERNET/

[4] Ché, El Socialismo y el Hombre en Cuba Obras, T. 8, p. 270, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977.

[5] “Por el camino correcto”, Compilación de textos de Fidel Castro 1986- 1989, Tercera Edición, Ed. Política, La Habana, 1989 , p. 32.

[7] Compilación citada, pp. 9, 10, 11, 13; 18, 23, 31

[8] Es importante, y una tarea por hacer, comparar lo ocurrido en la URSS de la segunda mitad de los ochenta con el caso cubano. Ver al respecto en “De Petrogrado al socialismo en Cuba. Cien años después”, el capítulo “Cuba: revolución y socialismo”, de Jesús García Brigos, Rafael Alhama Belamaric y Daniel Rafuls Pineda, pp. 235- 398. Cuba cronológicamente se adelanta a la URSS en identificar la necesidad de rectificar el proceso social; pero, además, no incurre en “destapar el genio de la botella”, como calificara el Comandante en Jefe en la Primera Reunión de Empresas de Provincias Habaneras lo ocurrido al iniciarse la “perestroika”.

[9] Compilación citada, pp. 41- 42.

[10] Ver: V.I.Lenin “Acerca de la dictadura del proletariado” (pp. 269- 278)  y “Borradores y plan del folleto acerca de la dictadura del proletariado” (pp. 467- 475), t. 39, Obras Completas, 5ta. edición, Editorial Progreso, Moscú, URSS.

[11] Ver del autor: “Dirigentes, dirigidos, socialismo”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007.

[12] Mészáros, I, “Beyond Capital”, T. II, p. 981, K P Bagchi & Company, Calcutta, 2000. Las negritas son nuestras, JGB.

[13] Es paradigmático en cuanto al tratamiento de este fenómeno para las condiciones específicas del caso cubano el artículo publicado en la revista  Cuba Socialista en el número de febrero de 1963 “Contra el burocratismo”.

[14] “Contra el burocratismo”, Ernesto Ché Guevara, Obras 1957- 1967, T. II, Ed. Casa de las Américas, p. 178.

[15] Ver del autor “Dirigentes, dirigidos, socialismo”, ref. ant.

[16]Ver acerca de la conceptualización del fenómeno de  subdesarrollo  los libros “Cuba: propiedad social y construcción socialista”, García Brigos, Jesus P., Alhama Belamaric, Rafael; Lima Ferrer, Roberto Jesús; Rafuls Pineda, Daniel., Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2012, y García Brigos, Jesús P.,  “Construcción socialista y actualización del modelo económico”, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2018.

[17]Lo ilustran las intervenciones de los secretarios de los Comités del Partido en la Empresa de Generación  Eléctrica de Renté, y en la fábrica de cemento José Mercerón de Santiago de Cuba, y la intervención al respecto de Raúl Castro, Asamblea Provincial del Partido en Santiago de Cuba, "Hay voluntad de cambiar, pero no siempre se sabe cómo", María Julia Mayoral, Granma, 5 de octubre de 1999.

[18]Rebeca Hernández, Instructora en el Municipio Amancio Rodríguez, Asamblea de Balance de Las Tunas, "Mirar sin adornos los problemas, un buen síntoma", María Julia Mayoral, Granma, 4 de noviembre de 1999.

[19] Adán García Pupo, quien estaba al frente de un núcleo del Partido en su zona de residencia en Yateras, Asamblea de Guantánamo, "Qué busca el cambio en los métodos y estilo del Partido", Maria Julia Mayoral, Granma, 6 de octubre de 1999

[20] Asamblea de Camagüey, referencia al papel de los militantes en sus barrios, en especial la intervención de Taila de Manzanares, secretaria de un núcleo zonal, "La crítica no es opción, es necesidad", María Julia Mayoral, Granma, 3 de noviembre de 1999

[21] Raúl Castro, Granma, 28 de octubre, "Exigir la correcta aplicación de la política de cuadros, un asunto de primer orden". Asamblea de Balance de Granma.

[22] Carlos Díaz Barranco, Asamblea de Camagüey, "La crítica no es opción, es necesidad", María Julia Mayoral, Granma, 3 de noviembre de 1999.

[23] Definición que resultó en interpretaciones y aplicaciones opuestas completamente a la concepción del cuadro presente en la obra del Che, si no la estudiamos como un conjunto de “citas citables”: columna vertebral, en un sistema en el cual no se puede ignorar el papel de las otras partes, “los dirigidos”, son parte activa del funcionamiento, desarrollo y la propia estabilidad del sistema en un “complejo juego de acciones y reacciones”, tomando prestada esta ilustrativa expresión de Engels.

[24] Amado Hamut Moreno, Asamblea de Balance de Granma, Granma, 28 de octubre, "Exigir la correcta aplicación de la política de cuadros, un asunto de primer orden". Asamblea de Balance de Granma.

[25] Las Asambleas de Balance provinciales del Partido celebradas en el proceso 1999-2000 brillantemente reseñadas en el periódico Granma, de las cuales hemos citado algunos momentos, constituyen documentos indispensables para el estudio del proceso de dirección en nuestra sociedad. Así lo muestra la discusión del Informe de Balance a la Asamblea Provincial del Partido en Villa Clara, Granma, 9 de noviembre de 1999. 

[26] Asamblea de Balance Provincial de Ciudad de la Habana, “En el escenario más complejo del país, el Partido tambièn se crece”, Maria Julia Mayoral, Granma, 24 de noviembre de 1999

[27] Hoy se ha creado una situación que es importante seguir atentamente con la creación de las MIPyME, especialmente las privadas, que objetivamente tienen posibilidades de importación de productos por su condición “no gubernamental”, lo cual se está aprovechando para obtener insumos en actividades estatales.

[28] Ver “Preepílogo indispensable”, en el libro del autor “Poder Popular. Fundamentos, evolución y visión de futuro”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2019.

[29] Raúl Castro en el Pleno Extraordinario del Comité Provincial del Partido en Holguín, “El que no estimule la discusión nunca será buen dirigente”, Alexis Rojas Aguilera, Periódico Granma, pag. 1, 19 de marzo 2001. Esto ha sido planteado por Raúl Castro en distintos marcos y momentos, al igual que por el Comandante en Jefe Fidel Castro,  como hemos podido constatar en diferentes reuniones , desde la que referimos en el texto en el capítulo III al analizar Raúl Castro la apertura o no del mercado agropecuario en 1994 en la Ciudad de la Habana, hasta discusiones en periodos de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en las que el Comandante en Jefe ha puntualizado, con su modo de participar en las discusiones y con sus conceptualizaciones, el deber de todo revolucionario de defender sus puntos de vista hasta tanto no se le convenza con argumentos de lo contrario, como rasgo esencial de las discusiones y discrepancias necesarias en la labor creadora revolucionaria.

[30] Granma, 3 de noviembre de 1999, “La crítica no es una opción, es una necesidad”, Maria Julia Mayoral.

[31] Mészáros, I,  “Beyond Capital”, T. I,, “The Marxian Critique of liberal theory”, pp.429- 431., K P Bagchi & Company, Calcutta, 2000.

1 comentario:

  1. Una expresion de la corrupcion imperante es como los dirigentes le mienten y engañan al pueblo, se desgañitan diciendo que van a combatir los precios abusivos y especulativos, y cada vez es p
    eor lis frijoles negros andan por los 460 la libra, cebolla 400, boniato 50...
    La Ministra del comercio interior de clara en la mesa redonda que se va a restablecer la venta del cafe nirmadp, este mes impirtandolo y despues por la producción nacional. Pero hoy en el NTV plantean que sera a costa de la importación porque la producción nacional no es suficiente.

    ResponderEliminar