MK BHADRAKUMAR, DIPLOMÁTICO SENIOR INDIO
El extraordinario artículo conjunto de los jefes de espionaje de la CÍA y el MI6, publicado en el Financial Times, muestra que, más allá de los juegos de palabras la estrategia angloamericana se encuentra en un callejón sin salida.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha burlado a Occidente con su respuesta a la ofensiva ucraniana en Kursk hace un mes, que fue ampliamente celebrada como un punto de inflexión en el conflicto.
El conflicto está en un punto de inflexión hoy, pero por una razón completamente diferente. Las fuerzas rusas aprovecharon la locura del despliegue de Ucrania de sus brigadas de élite y de sus preciados blindados occidentales en la región de Kursk para alcanzar una posición inexpugnable en las últimas semanas en los campos de batalla, lo que abre la puerta a múltiples opciones de cara al futuro.
Por el contrario, Occidente se encuentra en un «Zugzwang», una situación que se da en el ajedrez cuando se ve obligado a mover cuando en realidad preferiría pasar.
El discurso de Putin en el plenario del IX Foro Económico Oriental en Vladivostok el jueves fue esperado con impaciencia por lo que tenía que decir sobre el conflicto en Ucrania. Varias cosas llamaron la atención.
Putin ya no calificó a los interlocutores ucranianos de “régimen de Kiev”, sino de “gobierno de Kiev” y resumió: “¿Estamos dispuestos a negociar con ellos? Nunca nos hemos dado por vencidos”.
¿Se estaba burlando Putin de Estados Unidos, ya que el líder del Kremlin, ya ha bailado el tango con cuatro presidentes estadounidenses y, espera un quinto con una risa “contagiosa” que lo haga “feliz”?
Sin embargo, hablando en serio, Putin señaló que “ si las “autoridades oficiales de Kiev” hubieran respetado el documento firmado -con los representantes rusos en las conversaciones de Estambul en marzo de 2022- en lugar de obedecer a sus amos de otros países, la guerra habría terminado hace mucho tiempo”.
Putin dio a entender que Kiev debe recuperar su soberanía. Sus palabras conciliadoras fueron mesuradas, posiblemente con la vista puesta en la desintegración de los alineamientos políticos dentro del sistema gobernante en Kiev.
Es decir, Putin rechaza el proceso de arreglo de la situación en Ucrania propuesto por Zelenski, pero está dispuesto a reanudar las negociaciones en los términos discutidos por primera vez en las conversaciones de Estambul en marzo de 2022, al comienzo del conflicto.
Putin pasó a hablar de posibles mediadores. Mencionó a tres países miembros del BRICS: China, Brasil e India. Putin dijo que Rusia tiene “relaciones de confianza” con estos países y que está en “contacto constante” con sus homólogos con el fin de “ayudar en todos los detalles de este complejo proceso”.
Es evidente que Putin está preocupado porque “constantemente” le están hablando de la situación de los derechos humanos o de la violación por parte de Rusia de la soberanía nacional de Ucrania, etc. Lamentó que pasen por alto el origen del conflicto: el golpe de Estado de 2014 en Ucrania, respaldado por Estados Unidos y que fue resistido por los hablantes nativos de ruso, y la supresión de la cultura y las tradiciones rusas.
En esencia, subrayó Putin, Occidente espera “poner a Rusia de rodillas, desmembrarla… (y) alcanzar los objetivos estratégicos por los que ha luchado, tal vez durante siglos o décadas”. Por lo tanto, en la situación actual, la fuerte economía y su potencial militar de Rusia son su “principal garantía de seguridad”.
En tal escenario, ¿cuáles son las perspectivas de futuro? Putin es escéptico respecto de las intenciones de Occidente, pero es posible que haya mimado a los tres países mediadores que también son socios clave de Rusia en el BRICS en la próxima cumbre de Kazán el mes próximo (que se espera que se centre en un sistema de pago alternativo para el comercio internacional).
Moscú teme que los socios del BRICS estén batiendo sus alas en el vacío sin comprender que el conflicto en Ucrania es una guerra de civilizaciones que dura siglos, desde que los pueblos eslavos comenzaron a desarrollar sus propias iglesias ortodoxas a lo largo de más de la mitad de la historia cristiana.
Putin es un maestro de la estrategia. Por eso insistirá en que Rusia está abierta al diálogo con Ucrania (lo que, por supuesto, también es una declaración de hechos), dada la creciente presión sobre Rusia desde el Sur Global. Pero Putin no alberga ninguna esperanza que Zelenski cumpla con los requisitos previos para las conversaciones de paz, que Putin esbozó en una reunión con los altos funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso el 14 de junio. En todo caso, desde entonces han aparecido nuevas realidades sobre el terreno.
Esto se desprende de una entrevista televisiva que dio el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, en Vladivostok, tras el discurso de Putin. Lavrov expuso la conclusión: “Vladímir Zelenski no está dispuesto a mantener conversaciones honestas. Occidente no le permitirá acercarse a ellas. Se han fijado un objetivo: si no logra desmembrar a la Federación Rusa (aunque se haya declarado como meta), al menos quiere debilitarla radicalmente y asestarnos una derrota estratégica.
Occidente no le permitirá dar pasos hacia nosotros. Zelenski ya no es capaz de entender lo que responde a los intereses del pueblo ucraniano, ya que lo ha traicionado en repetidas ocasiones”.
El propio Zelenski está dando tumbos . El viernes adoptó una línea dura en la reunión del llamado Formato Ramstein, organizada por Estados Unidos, que reunió a generales y ministros de Defensa de 50 países, para coordinar el suministro de armas a Kiev. Zelenski lamentó que persistan las prohibiciones de disparar misiles y cohetes de largo alcance suministrados por Occidente a Rusia. Ahora está llevando su caso al presidente Biden.
La presencia de Zelenski en Ramstein “subrayó la sensibilidad del momento en una nueva fase más activa de la guerra”, según informó el New York Times . El periódico citó a un experto ucraniano: “La principal tarea de Zelenski en Ramstein es llevar algo de adrenalina a los socios”.
De hecho, la situación que rodea a Zelensky no es envidiable: la lenta entrega de armamento occidental; en Alemania su vacilante postura producto de su crisis presupuestaria y, la abierta oposición a la guerra contra Rusia de la regiones que pertenecían a la RDA; en Francia, un ardiente partidario de la guerra, está atrapado en una crisis política y una elección presidencial anticipada que puede traer un liderazgo pacifista en el Palacio del Elíseo; finalmente la trayectoria posterior al 5 de noviembre de las políticas estadounidenses sobre Ucrania sigue siendo incierta.
Mientras tanto, han surgido diferencias entre Estados Unidos y Europa en relación con la egoísta propuesta de Washington que la UE conceda un préstamo de 50.000 millones de dólares a Ucrania y garantice que los activos congelados de Rusia permanezcan congelados hasta que Moscú pague las reparaciones posbélicas a Ucrania.
Washington estima que de esa manera, Estados Unidos no tendrá que pagar el préstamo si de alguna manera se desbloquean los activos rusos. (Las normas que rigen las sanciones vigentes de la UE, que deben renovarse cada seis meses, permiten que un solo país descongele activos, lo que Washington cree que pone en peligro el préstamo.)
En el Donbass, los acontecimientos confirman la estrategia de Putin: una derrota aplastante de las tropas ucranianas en los sectores más cruciales del frente conduciría inevitablemente a la pérdida de la capacidad de combate de todas las fuerzas armadas de Zelenski. De hecho, ya hay indicios de que esto sucederá.
Putin dijo con tranquila confianza que Zelenski “no logró nada” con la ofensiva de Kursk. Las fuerzas rusas han estabilizado la situación en Kursk y han comenzado a expulsar al enemigo de los territorios fronterizos, mientras que la ofensiva de Donbass está “logrando impresionantes ganancias territoriales desde hace mucho tiempo”. En retrospectiva, la ofensiva de Zelenski en Kursk resultó ser un error que ha llevado la guerra a un punto de inflexión que favorece a Rusia.
En este contexto, el extraordinario primer artículo conjunto de los jefes de espionaje de la CIA y el MI6, publicado el sábado pasado en el Financial Times, muestra que, más allá de los juegos de palabras y las hipérboles, la estrategia angloamericana se encuentra en un callejón sin salida. Bill Burns y Richard Moore ni siquiera se atreven a articular cuáles son los objetivos de Biden, a pesar de admitir que “mantener el rumbo es más vital que nunca”.
Burns y Moore insinuaron que las operaciones encubiertas (terroristas) a cargo de Krylo Budanov, el jefe de inteligencia militar de Ucrania, son la opción que queda ahora en la guerra por poderes. ¡Qué caída más shakespeariana para una superpotencia!
https://www.ft.com/content/252d7cc6-27de-46c0-9697-f3eb04888e70
ResponderEliminarEvidentemente cada loco con su tema como dice el bolero.....
El articulo del FT que lei no dice nada de esa interpretación.... pero bueno. Eso se llama hiperrealidad.