11 mayo 2019 +
Por: Leticia Martínez Hernández
Fotos: Roberto Garaicoa
Emisión: 10/05/2019
¿Existe un socialismo cubano? ¿Qué características lo distinguen? ¿Qué hace particular a Cuba de otros procesos que también lo intentan o lo intentaron en algún momento de la historia? Sobre estas preguntas se movió la Mesa Redonda de este viernes que, desde su título, planteó una esencia: Nuestro socialismo, que nació y creció en medio de condiciones únicas, además de retadoras a la capacidad de creación de los cubanos.
Para la doctora en Ciencias, Olga Fernández Ríos, investigadora del Instituto de Filosofía, tenemos que pensar en “un proceso de construcción del socialismo”, que es complejo, contradictorio, de rasgos inéditos, que se inició en el primer lustro de la Revolución e implicó un cambio civilizatorio. “Una mezcla de combinación entre el ideal de sociedad al que aspiramos y las condiciones concretas del desarrollo del país”.
En el caso de Cuba, apuntó, lo definen el origen de la decisión del pueblo cubano de construir un nuevo tipo de sociedad y las características de un país subdesarrollado, con serias dificultades económicas, producto de siglos bajo el lastre de una sociedad neocolonial y sus pocos recursos naturales. “Es una construcción que ha tenido que confrontar muchos obstáculos, no solo los que están dado por el subdesarrollo, sino por la injerencia externa, porque hemos estado permanentemente bajo acoso”.
La doctora en Ciencias lo dejó claro: “No hay recetas, ni siquiera para Marx o lo clásicos del marxismo originario, porque el socialismo se construye en determinadas condicionantes históricas”.
Existen fundamentos, bases, principios, valores…“En el caso de la Revolución cubana no podía comenzar la construcción del socialismo sino subvertía el orden político y los fundamentos económicos de entonces”.
En su intervención, la académica precisó que al socialismo cubano lo definen particularidades concretas, como el caso de su humanismo, “este país tuvo la suerte de haber tenido un líder que bebió de dos de las corrientes más importantes de pensamiento, el martiano y el marxista en su concepción más revolucionaria”.
Además, independiente de situaciones complejas y contradictorias, “este socialismo ha tenido hitos importantes en la búsqueda de una relación entre lo individual y lo social”. Nos ha marcado igualmente “el sentido de la solidaridad, interna e internacional” y “la justicia social, que es puerta de entrada, la pieza clave del socialismo en Cuba… esa ha sido la brújula que ha marcado cualquier tipo de transformación económica”.
En este punto, el doctor en Ciencias, Miguel Limia David, académico de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba y miembro de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, puntualizó que al socialismo cubano lo definen, además, “la unidad del pueblo en torno a la vanguardia, en torno al Partido; la capacidad del pueblo de resistir con creatividad al enemigo y a la adversidad con soluciones novedosas. Eso nos ha permitido hacerle frente a la metrópolis más fuerte de la historia”
“Hemos sido exitosos y le estamos ganando la pelea cada día que sobrevivimos, cada día que logramos seguir adelante, cada día que en la ONU se condena al imperialismo por el bloqueo contra Cuba, cada día que desautorizamos con nuestro ejemplo, con nuestro trabajo, toda la política reaccionaria para denigrarnos, para disolvernos”.
Otro rasgo que nos caracteriza, acotó el investigador, es el papel de la juventud cubana en la historia, que ha sabido desempeñarlo en unidad orgánica con las generaciones anteriores.
Limia David precisó que el socialismo cubano es el resultado histórico de una cultura revolucionaria, que expresa idiosincrasia y continuidad emancipadora que comenzó en el siglo XIX y enlaza el legado marxista – leninista con el pensamiento de Martí, de Fidel, de Raúl, de nuestros próceres, con la creatividad de nuestro pueblo.
Para él, resulta indisoluble la relación entre el pueblo y la vanguardia, “pero el gran creador son las masas populares, nuestro socialismo es hijo del pueblo cubano; va con una dirección histórica, una cultura acumulada, pero es hijo del pueblo cubano, es la creación histórica del pueblo”.
Nuestro socialismo, subrayó, no pretende dar lecciones a nadie, pretende aportar soluciones al país, de independencia, de soberanía, que además aporte a la humanidad; porque es una solución que tiene que superar al capitalismo, que conduce a la humanidad a un callejón sin salidas.
No estamos hablando de un modelo, aunque la palabra se utilice en los acuerdos del sexto y séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba: “está planteada allí desde el punto de vista de las reglas del juego para configurar el espacio económico social, sus actores y las relaciones con el Estado, pero jamás como el juego en sí. El contenido del proceso es creativo, la reglas tienen que perfeccionarse y ajustarse”.
En un gran aporte al debate generado por el espacio televisivo, el doctor en Ciencias, Gilberto Valdés Gutiérrez, coordinador del Grupo de Estudios sobre América del Instituto de Filosofía, consideró que “el liderazgo histórico es una singularidad de nuestro país” y recordó las palabras de Fidel cuando se refirió a que uno de los errores más grandes era creernos que sabíamos cómo construir el socialismo. “A partir de ahí nuestro país se convirtió en un hervidero de idea y propuestas”.
Rememoró el discurso memorable de Raúl que dio pie a la discusión de los Lineamientos, luego la Conceptualización del Modelo Económico Cubano y más recientemente el proyecto de Constitución de la República. “Un proceso donde hemos aprendido y desaprendido nociones congeladas del socialismo, como decía el Che Guevara”.
La vida nos demostró, dijo el investigador, que es bien complejo, multifacético y que por tanto tenemos que eliminar determinadas nociones que se han visto como dogmas, contra eso arremetió mucho Fidel.
“El socialismo es una teoría en constante elaboración teórica de la lucha revolucionaria… en ningún contexto es un proceso que asciende de manera unilateral, sin contradicciones ni conflictos. A veces se pensó como evolución natural y no es el caso”.
Valdés Gutiérrez comentó que “cuando se habla del socialismo estamos hablando también de su proceso de actualización”. Ante una ofensiva extraordinaria, oligárquica e imperialista, que pretende desmontar el progresismo que se impuso en América Latina, “Cuba tiene que demostrar la viabilidad histórica de una alternativa no capitalista al neoliberalismo”.
Compartió su criterio personal sobre las reacciones de derecha y radicalmente de izquierda que se emitieron en los debates generados en Cuba durante los últimos años. De un lado unos que piden la completa privatización de la propiedad pública; del otro quienes se niegan al reconocimiento de la propiedad privada en el país.
Al respecto, precisó que “Cuba no está privatizando la propiedad estatal, está en un experimento de una diversidad de formas de propiedad y de gestión, donde el centro lo rectorea la propiedad estatal socialista de todo el pueblo. Se están ensayando determinados modos de gestión que contribuyen a elevar la productividad”.
No es un simple eslogan “por un socialismo próspero y sostenible”. Es necesaria la prosperidad en el sentido martiano del término, “el hombre bueno necesita cierto grado de prosperidad”. No se trata de una prosperidad a toda costa, centrada en el consumo que se nos quiere imponer; es una prosperidad en correspondencia con el medio ambiente.
Abogó por “el reconocimiento a la diversidad de actores que sustentan hoy la opción patriótica, antimperialista y socialista, donde están en primer lugar los trabajadores y sectores populares”. No podemos demonizar al sector no estatal, necesario y complemento de la economía.
“El peligro no está en que reconozcamos y legitimemos políticamente la propiedad privada en determinada magnitud, sino que debemos ensanchar el corredor político cultural no capitalista de nuestra sociedad, incorporando sectores emergentes, cooperativos y de pequeña propiedad privada”. Debemos pensarnos, agregó el académico, como una red de trabajo solidario y cooperado, donde esté en primer lugar la empresa estatal socialista, con las novedosas formas de gestión que se están implementando en ella y, por supuesto, el sector no estatal.
En ese mismo sentido, Limia David acotó que “el proceso de actualización está encaminado a hacer irreversibles nuestros principios, a hacer las conquistas del socialismo sostenibles, por tanto se fundamenta en los valores la Revolución cubana y toma en cuenta la experiencia del desarrollo del socialismo, la sabiduría del pueblo y de nuestro Partido”.
Recordó que el país está en un proceso de perfeccionamiento empresarial, para tener empresas autónomas, eficientes, competitivas, que impulsen el desarrollo de las fuerzas productivas. Eso va sumado al perfeccionamiento de la administración pública, la autonomía municipal y “también a correlacionar mejor la descentralización con la centralización”.
Ante una desafiante pregunta sobre si está garantizada entonces la prosperidad de Cuba y su socialismo, el reconocido investigador cubano respondió sin dudas: “Este país tiene fortalezas, potencialidades, podemos desarrollarnos. Este pueblo tiene una capacidad instalada, humana, cognoscitiva, científica, de voluntad política y de identidad como pueblo, que lo capacita para garantizar su porvenir. Si antes pudimos, por qué ahora no vamos a seguir pudiendo”.
Son esos los retos que tiene por delante el socialismo cubano. Ya lo dijo Martí, la palabra de orden sigue siendo Crear.
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