Publicado: 29 dic 2016 12:50 GMT
Incertidumbre por el 'efecto Trump', desconfianza en el liberalismo económico, auge de los nacionalismos de ultraderecha... estas son las claves que manejan los analistas.
Foto ilustrativa
Hacer predicciones económicas siempre es una tarea arriesgada. La economía está tan íntimamente ligada a los imprevisibles acontecimientos sociales y políticos (atentados, guerras, cambios de gobierno...) que cualquier predicción razonable podría perder su sentido en cualquier momento. Además, 2016 ha sido un año de sorpresas: acontecimientos tan improbables como el 'Brexit' o la elección de Donald Trump nos advierten de que habitamos un mundo impredecible, por lo que cualquier estimación de futuro se observa ya con legítima desconfianza.
No obstante, a pocos días del comienzo del nuevo año, la tentación de hacer algunas previsiones es difícil de resistir, y varias instituciones y economistas han expresado ya sus opiniones y preocupaciones (en distintos grados de pesimismo) sobre nuestro futuro económico global inmediato. Si hay algo en lo que todos están de acuerdo es que Donald Trump será un factor decisivo en el devenir económico del nuevo año.
El factor Trump
"La llegada al poder de Donald Trump y su agresiva forma de hacer política se materializará en una paulatina, pero evidente, tendencia al proteccionismo comercial y al auge del nacionalismo económico, donde podemos esperar nuevas batallas comerciales que esperemos no se conviertan en una auténtica guerra", expresa el economista Jose Moisés Martín Carretero en un artículo publicado en el diario español '20 minutos'.
En el texto también advierte, con cierta amargura, que "no podremos esperar tampoco muchos progresos en el ámbito de la cooperación internacional, habida cuenta de que Estados Unidos, segundo emisor del planeta, ha propuesto como director de su agencia medioambiental a un negacionista del cambio climático". Martín Carretero también prevé unas difíciles relaciones entre Washington y la Organización de las Naciones Unidas, que podrían complicar varios asuntos de la agenda económica mundial, y todo lo relacionado con el desarrollo sostenible y las políticas medioambientales.
Shannon Stapleton Reuters
Muchos analistas ven la victoria de Donald Trump como la piedra de toque que marca el repliegue de la economía global hacia posturas más proteccionistas a nivel nacional. Probablemente el susto global de la gran recesión, provocada por la excesiva liberalización de los mercados, sea uno de los condicionantes de este cambio.
Lo explica bien un artículo del diario 'El País' titulado, precisamente, 'Trump pone en alerta a la economía mundial': "La victoria de Donald Trump es un acontecimiento de primera magnitud dentro del retroceso de la gran globalización económica liberal que comenzó hace años. En todo el mundo desarrollado, la clase dirigente que ha apoyado esta globalización está siendo rechazada por una mayoría de personas que se sienten amenazadas y quieren más protección, trabajos mejor remunerados (o simplemente trabajos) y más igualdad".
El escenario europeo
El mediocre futuro económico de la Unión Europea es también un lugar común entre los analistas. El citado Martín Carretero recuerda que Europa "se enfrentará a las elecciones presidenciales francesas y a las elecciones legislativas en Alemania con un importante auge de la extrema derecha nacionalista, al tiempo que debe concretarse la activación del proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea", y advierte que "el cambio de ciclo político puede suponer una nueva erosión en la capacidad de la Comisión Europea para ordenar la gestión económica de la eurozona".
El propio Pierre Moscovici, Comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea, reconocía que el crecimiento económico de la eurozona para el próximo año sería "modesto". Ocho años después de la Gran Recesión, las constantes vitales de la economía europea son frágiles y desiguales: el crecimiento efectivamente será modesta, de apenas el 1,5% en 2017, y vendrá acompañado de una deuda y una cifra de paro aún muy elevadas. Mientras tanto, antiguos problemas persisten: Grecia sigue asfixiada, y su problema ha dejado de ser una prioridad para la eurozona, que no está en las mejores condiciones -ni en la mejor actitud política- para ofrecer solidaridad.
Expectativas resignadas
No abunda, desde luego, el optimismo entre los analistas. La nota dominante es la incertidumbre y cierta resignación. De nuevo, Martin carretero resume bien las impresiones generales: "nos espera un año de fuertes turbulencias, donde el elemento clave será la gestión política que se realice desde los centros de poder internacional como Washington, Pekín o Berlín. Son malos tiempos para el multilateralismo; veremos qué nos aporta el auge del nacionalismo económico y la erosión del orden económico liberal. De momento, no parece que vaya a traer nada bueno, pero la historia nunca está escrita de antemano".
Yves Herman Reuters
En efecto, y como señalábamos al principio de este artículo, vivimos tiempos convulsos en los que varios factores podrían influir de manera inesperada sobre el curso de la economía global, y eso hace que cualquier previsión económica sea muy cuestionable. Será interesante, en cualquier caso, ver como el Mundo afronta los retos que tiene por delante en 2017, no sólo en el ámbito económico, sino también en el ámbito político y social, donde las transformaciones y las sorpresas no dejan de asombrar e incluso desmentir a los más expertos analistas.
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