El número de personas que pasan hambre en el mundo ha aumentado por primera vez después de una década de descensos continuados. Según el último informe anual de la ONU sobre seguridad alimentaria y nutriciónpublicado este viernes, en 2016 el hambre afectó a 815 millones de personas -el 11% de la población mundial-, y 38 millones de personas más que un año antes.
El informe de la FAO, coordinado junto con el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y, por primera vez, con la Organización Mundial de la Salud (OMS), y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), apunta a los conflictos –cada vez más agravados por el cambio climático- como uno de los principales motivos del resurgir del hambre y de muchas formas de malnutrición en el mundo.
“En la última década, el número de conflictos ha aumentado de forma dramática y se han vuelto más complejos e irresolubles por su naturaleza”, afirman los responsables. Esto ha hecho saltar alarmas que no podemos ignorar: no acabaremos con el hambre y todas las formas de malnutrición para 2030 a menos que abordemos todos los factores que socavan la seguridad alimentaria y la nutrición. Garantizar sociedades pacíficas e inclusivas es condición necesaria para ese objetivo".La situación de la seguridad alimentaria "ha empeorado" sobre todo en determinadas zonas del África subsahariana, Asia sudoriental y Asia occidental, y se ha observado un deterioro en situaciones de conflicto, a veces acompañadas de sequías o inundaciones.
A nivel mundial, la prevalencia de desnutrición infantil crónica descendió del 29,5% al 22,9% entre 2005 y 2016, aunque todavía hay 155 millones de niños menores de cinco años afectados por este trastorno. La desnutrición infantil aguda, pos su parte, afectó a uno de cada 12 niños menores de cinco años (es decir, 52 millones) en 2016, más de la mitad de los cuales (27,6 millones) viven en Asia meridional.
Al mismo tiempo, la FAO refleja que cerca de 41 millones de niños tienen sobrepeso y que casi una tercera parte (33%) de las mujeres en edad fértil en todo el mundo sufren de anemia, lo que también pone en peligro la nutrición y la salud de muchos niños.
"El sobrepeso en niños y la obesidad en adultos están aumentando en todo el mundo, incluso en los países de ingresos bajos y medianos". "Estas tendencias son consecuencia no sólo de los conflictos y el cambio climático, sino también de profundos cambios en los hábitos alimentarios y de las crisis económicas", señalan los expertos.
Hambrunas, guerras y refugiados
"Estas noticias tan graves llegan en un año en que se ha declarado una hambruna en un país (Sudán del Sur) y se han identificado varias situaciones de crisis en cuanto a la inseguridad alimentaria que corren el riesgo de convertirse en hambrunas en varios países (entre ellos, Nigeria, Somalia y Yemen)", alertan los dirigentes del organismo internacional.
Además, se informa de que la inmensa mayoría de las personas que padecen inseguridad alimentaria y malnutrición crónicas viven en países afectados por conflictos: se estima que la cifra asciende a 489 millones de los 815 millones de personas subalimentadas, y a 122 millones de los 155 millones de niños con retraso del crecimiento.
"Si bien en los últimos 25 años la mayoría de los países han alcanzado progresos significativos con respecto a la reducción del hambre y la desnutrición, estos avances se han detenido o revertido en la mayor parte de los países afectados por conflictos", explican.
En el documento también se da cuenta de que "el número de refugiados y desplazados internos ha aumentado significativamente con el creciente número de conflictos y se ha doblado entre 2007 y 2015 hasta alcanzar un total de aproximadamente 64 millones de personas". "Actualmente hay nueve países con más del 10% de su población clasificada como refugiada o desplazada; en Somalia y Sudán del Sur, más del 20% de su población son personas desplazadas y en la República Árabe Siria, más del 60%", se explica.
Los expertos advierten de que incluso en regiones que no sufren de tanta violencia, las sequías o inundaciones -ligadas en parte al fenómeno climático de El Niño-, así como la desaceleración económica mundial, han llevado también a un deterioro de la seguridad alimentaria y la nutrición.
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