Estremecida también por el nuevo coronavirus, la mayor de las Antillas implementa medidas emergentes para garantizar la siembra, cosecha, acopio y distribución de los productos agropecuarios. A pesar de las tensiones económicas, los campesinos plantan bandera en canteros y surcos, mientras multiplican las prácticas agroecológicas. El Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional ya comenzó a dar sus primeros pasos, a la par que se replantean las bases de una agricultura convencional en extremo maniatada a las importaciones. Acatar lo dispuesto es, en las actuales condiciones, un imperativo social
Foto: PASTOR BATISTA
Por JESSICA CASTRO BURUNATE, PASTOR BATISTA y DELIA REYES GARCÍA
Dice Pablo Frías Hernández que nació “debajo de una vaca, en un rancho de yagua, allá por el poblado de Jarahueca”. Aunque fue por tres décadas militar de profesión, al retirarse no lo pensó mucho para sumarse al programa de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar (AUSF). Este espirituano, al que la sangre campesina le salta en las venas, lleva ya casi veinte años al frente de un organopónico en el capitalino municipio de Playa, justo en 146 y 45. Lechugas, acelgas, zanahorias, son ahora el plato fuerte en la cosecha y en las ofertas a la población.
Para ilustrar sus lauros, Frías comenta con orgullo que fueron los primeros del país, y los únicos en La Habana, en obtener la Quinta Corona, la más alta distinción que entrega la dirección nacional de la AUSF. “Ahora, ante el nuevo coronavirus, hay que producir, redoblar esfuerzos, pero también cumplir las medidas sanitarias, por eso dejamos trabajando a los más jóvenes, y el resto está cumpliendo con el aislamiento social en sus casas”.
Una de las ventajas que tienen, asegura, es que ellos mismos producen la semilla para las siembras y también los abonos orgánicos. Incluso, en 5a y 44, donde está el otro organopónico que se le subordina, cuentan con un pequeño Centro de Reproducción de Entomófagos y Endomopatógenos (CREE) para combatir las plagas y enfermedades en los cultivos.
Cero canteros vacíos
La Habana, al igual que otras provincias, está llamada a hacer un uso más eficiente de la tierra. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
Para la doctora en Ciencias Agrícolas, Elizabeth Peña Turruellas, al frente de la dirección de la AUSF en el Ministerio de la Agricultura (Minag), es una fortaleza contar con este movimiento que cubre alrededor de la mitad de las tierras cultivables del país en las distintas modalidades (urbana, suburbana y familiar); y es capaz de autoabastecerse de los insumos necesarios para la producción.
En las condiciones actuales, “estamos exigiendo cero canteros vacíos, para eso hay que trabajar todo el tiempo, hoy se cosecha uno, y mañana debe quedar sembrado. El rendimiento que se debe alcanzar por cada metro cuadrado es de 15 kilogramos, el equivalente a 150 toneladas de alimentos por hectáreas, lo que produce la agricultura convencional en cultivos protegidos con fertilizantes y plaguicidas importados. Esa es la ventaja que tiene la AUSF, no utiliza productos de importación”.
Peña Turruellas explica que este tipo de agricultura gestiona 21 subprogramas, entre otros: hortalizas y condimentos frescos, semillas, abonos orgánicos; medios biológicos en los CREE, con 199 en todo el país; minindustrias, sobre todo en las zonas suburbanas, y frutales en más de un centenar de fincas.
A estos se suman el de café, “que ahora lo estamos rescatando, por eso gestionamos la semilla para responder al llamado de producir las 8 000 toneladas que se importan para el consumo interno”. A su juicio, en Cuba se puede alcanzar la soberanía alimentaria en el café, el maíz, las hortalizas, los frutales, el arroz y las viandas.
“Con el subprograma de ganado menor –agrega– tenemos un gran compromiso porque hay que llegar a los cinco kilogramos de proteína animal per cápita mensuales, como parte de la estrategia de autoabastecimiento local. Pero el único lugar del país donde se logra una cantidad aproximada es en el consejo popular La Sierpe, en Sancti Spíritus, que alcanza dos de esos cinco kilogramos.
El país precisa sustituir las 8 000 toneladas de café que se importan. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
“Hoy este subprograma es uno de los que más trabajo nos está dando, porque antes de tener los animales, hay que pensar con qué se van a alimentar. No se puede seguir pensando en importar los piensos. Por eso, en cada municipio estamos estimulando que cada productor tenga un área de alimento animal, con las plantas proteicas y forrajeras, para garantizar la carne de cerdo, de conejo, ovino-caprino y la producción de huevos. La falta de sostenibilidad que han tenido las producciones de carne y leche en nuestro país está asociada a esa mentalidad importadora”.
Distintivos dentro de este movimiento también pueden citarse el subprograma de capacitación in situ, y la filosofía que lo sustenta de “aprender haciendo”; así como el de plantas medicinales que garantiza la materia prima para la salud pública.
A diferencia de otras provincias donde hay extensiones de tierras dedicadas a la agricultura convencional, La Habana es atípica, pues se gestiona desde la AUSF. “Esto nos permite hacer un uso más intensivo y eficiente de la tierra”, explica Ailín Cairo del Cristo, subdelegada general de la Agricultura en la provincia.
Los municipios capitalinos son atendidos por cuatro empresas: Agropecuaria Bacuranao, con La Habana el Este, Guanabacoa y Regla; Agropecuaria Habana, Cotorro y San Miguel del Padrón; Agropecuaria Forestal, Arroyo Naranjo, y todas las unidades silvícolas de la capital; y Agropecuaria Metropolitana, la más grande de todas, pues incluye Boyeros, La Lisa, Playa, Marianao, y las localidades más urbanas como Diez de Octubre, Centro Habana, Cerro, La Habana Vieja y Plaza de la Revolución. Todas estas entidades se subordinan a las Organizaciones Superiores de Dirección (OSDE); mientras que el programa de la AUSF es atendido metodológicamente por la dirección respectiva del Minag.
Bajo la dirección de estas empresas en la urbe metropolitana hay 88 Cooperativas de Créditos y Servicio (CCS); 24 Unidades Básicas de Producción Campesina (UBPC), y 34 Unidades Empresariales de Base (UEB).
“El compromiso en la capital es dedicar el 70 por ciento de las áreas a las hortalizas, para abastecer todos los días 1 599 centros de la salud pública y la educación. Esta es una agricultura de pequeña escala, que nace en el barrio, con el barrio y para el barrio, esa fue su concepción fundacional”, precisa Cairo del Cristo.
Los trabajadores del organopónico en el capitalino municipio de Playa multiplican esfuerzos para incrementar las ofertas a la población. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
Por la densidad poblacional de la capital, con más de dos millones de habitantes, otras provincias como Artemisa y Mayabeque tributan al abastecimiento territorial con volúmenes significativos. También desde otros territorios se calza la alimentación de la urbe.
“Pero, en La Habana todavía quedan tierras ociosas, parcelas familiares sin sembrar. Si se hiciera un uso más eficiente de las áreas, pudieran aportar mucho más”, valora la directora de la AUSF.
A su juicio, de manera general en el país, “si fuésemos más disciplinados en el manejo de la tecnología para cada uno de los cultivos, tuviéramos más eficiencia productiva. Eso es una realidad. Pero todavía somos chapuceros en la agricultura, por decirlo bruscamente”.
En Pinar del Río, precisa Ortelio Rodríguez Peregurría, uno de los subdelegados en la Delegación Provincial, “se trabaja muy fuerte en la recuperación de la agricultura urbana, sobre todo para rescatar el cultivo de los 10 metros cuadrados por habitantes. Es una tarea que se está enfrentando por todas las cooperativas, y avanza, solamente nos faltaba por completar el municipio cabecera con una decena de hectáreas.
“Tenemos la fortaleza de que las empresas de tabaco tienen túneles que se utilizan para producir posturas, y cuando termina la campaña, los ponemos todos en función de la producción de hortalizas de hojas. Andamos bien, cumplimos con los 15 kilogramos por metro cuadrado que establece el movimiento de la AUSF”, precisa el también ingeniero agrónomo.
En el país, hay alrededor de mil productores en el movimiento de la agroecología que desarrollan todas sus prácticas bajo esos principios. Y están en camino de lograr esa categoría alrededor de 20 000 campesinos, sostiene Rafael Ramón Santiesteban Pozo, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). “Pero creo que en el desarrollo agropecuario no se puede negar ni el uso de la agroecología y los productos naturales, ni tampoco el uso de otros productos que son químicos, por las condiciones que tienen los suelos cubanos”.
Regar o no regar
Los dolores de cabeza de Pablo Frías Hernández con el sistema de riego lo tienen a punto de estallar en La Habana. Por la extensión del organopónico que dirige es imposible pensar en regar los canteros a mano. Pero la solución a sus cuitas no parece estar a la vuelta de la esquina.
Después de 30 años de explotación, los sistemas de riego de la AUSF requieren una atención diferenciada, pues los organopónicos son “máquinas de producir comida”. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
Así lo reconoce la directora de la AUSF del Minag. “El subprograma de hortalizas y condimentos frescos abarca la modalidad de organopónico, huerto intensivo, parcela tecnificada y el organopónico semi-protegido. Entre todos, hoy tenemos 7 320 hectáreas en producción, pero la mitad de esas áreas están afectadas por roturas de los sistemas de riego, que ya llevan tres décadas de explotación y muchos no han recibido mantenimientos, ni partes o piezas para reponerlos.
“La industria nacional, por problemas objetivos como la falta de financiamiento necesario para adquirir materias primas, no ha podido dar respuesta a estas demandas. Los sistemas nuevos que han entrado son gracias a algún proyecto de colaboración”.
En Pinar del Río, incluso, reconocieron autoridades de la Agricultura, ese por ciento puede ser mayor, porque hace tiempo no se atienden esos sistemas. Aunque la AUSF logra autoabastecerse de los insumos que requiere para producir, hay necesidades tecnológicas que siguen quedando a la buena voluntad de organizaciones y gobiernos foráneos que la financian.
Es llamativo que dentro del plan de inversiones del Minag que se aprobó para este 2020, y fue ratificado en medio de la epidemia precisamente por la importancia estratégica de este sector para el país, aun reconociendo la falta de respaldo financiero que tienen muchas de estas inversiones, ninguna de las aprobadas vaya dirigida a la AUSF.
Luis Enrique Díaz Burón, director de Inversiones y Desarrollo del Minag argumenta: “el año anterior se ejecutaron solo 217 000 pesos, por no tener respaldo financiero. Ahora hay fondos que se gestionan con la Agencia Francesa para el Desarrollo, que van a impactar en la agricultura, de los cuales están previstos unos cinco millones de euros para fortalecer la AUSF, y se podrán poner de manera operativa en el plan 2020”.
Doy más, ¿y tú?
Ante las adversidades de la naturaleza Román Almelo Brito no se desanima. “Soy más terco que un potro cerrero. Por eso cuando las lluvias de finales del año pasado inundaron el campo, me remangué el pantalón, porque el agua y el fango daban a las rodillas, y salvé lo que pude del tomate, el frijol y la calabaza que tenía sembrados”. Ya vendrán mejores tiempos, pensó entonces. “Pero que va mi’ja, nada de eso, esto de la pandemia es peor que una guerra mundial, porque no sabes dónde está el enemigo”, afirma con cierto recelo el sexagenario. Cuenta Almelo que era miembro de la cooperativa Epifanio Rojas, pero hace unos meses “me brinqué para la CCS Máximo Gómez”, que tributa sus producciones a la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco San Luis, una de las mejores de la provincia.
“Ahora hay que sembrar más, de todo lo que se pueda, no dejar un cachito de tierra vacío, ese coronavirus, no sé por qué, le da más hambre a la gente. Por eso tengo maíz, arroz, calabaza, plátano y pepino; menos el plátano que tarda más, cada vez que recojo un cultivo ya tengo la semilla para el otro”, detalla el campesino.
Para Rafael Ramón Santiesteban Pozo, presidente de la ANAP, se han dado pasos de avances en la contratación tanto individual como colectiva con las bases campesinas, y existe una mayor correspondencia con los programas de autoabastecimiento territorial, de sustitución de importaciones y del incremento de las exportaciones.
El extra de los guajiros
En territorio avileño los productores le extraen el zumo a la tierra. (Foto: PASTOR BATISTA).
Con el propósito de buscar niveles superiores de producción en el agro, durante los últimos días representantes de la ANAP y del Minag en Ciego de Ávila, han estado visitando, finca por finca, a unos 7 000 campesinos de los diez municipios de la provincia, para buscar un extra productivo y alimentario, decisivo para responder a las necesidades de la población.
Ese contacto directo, por tanto, no solo tiene como propósito meditar en torno a la necesidad de cumplir el compromiso de entrega pactado para el presente año, sino también, y sobre todo, valorar la posibilidad de un aporte complementario, superior.
Tal y como enfatiza Rubén Antonio Gutiérrez Macías, miembro del Buró Provincial de la organización que agrupa al campesinado cubano, entre las indicaciones inmediatas está estimular la siembra de cultivos de ciclo corto.
Con ese objetivo, ya los miembros de CPA como la Paquito González y la Revolución de Octubre, ambas del municipio de Baraguá, desarrollan estrategia para la siembra inmediata de áreas donde concluye la cosecha de la papa.
“Tal alternativa, explica Enrique Ávila Matamoros, presidente de la Revolución de Octubre, tiene como ventajas que en esas tierras no hay margen a enyerbamiento, permite obtener más producción allí, y aprovechar un suelo mucho más favorable en fertilización, por haber sido recién empleado en el cultivo del tubérculo”.
Víctor Gonzalo Romero Morales, vicepresidente de la CCS Máximo Gómez añade un asunto también en línea con lo orientado por el país: el destino que se le debe dar (para el consumo de la población) a producciones concebidas para el turismo.
“Eso, agrega Víctor, significa que además de poner en práctica siembras de cultivos de ciclo corto, seguiremos aportando, para beneficio social, las 20 toneladas que cada mes hemos venido entregando para la actividad turística”.
Sin renunciar al boniato, calabaza, frijol y otras variedades que pueden concretar más rápido saldo, la CPA Paquito González (la de mejores resultados de la nación en cultivos varios) fija pupila, con su habitual “luz larga”, en el plátano y la yuca, porque, como asevera su presidente, José Alberto González Sánchez, miembro además del Comité Central del Partido, lo importante es que la población pueda satisfacer en el mayor grado posible las necesidades de alimentación en medio de la actual situación.
Los productores agrícolas están convocados a trabajar, pero adoptando todas las medidas de seguridad ante la COVID-19. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
En Pinar del Río también las autoridades del Minag y de la ANAP tocaron a las puertas de todos los productores pidiendo ese extra productivo, asegura el subdelegado Ortelio Rodríguez Peregurría. Pero, “todavía el territorio tiene alrededor de 30 000 hectáreas ociosas, sobre todo, infestadas de marabú.
“Y se ha trabajado de forma permanente para tratar de recuperar aquellas que estén en condiciones de sembrarse, cualquiera que sea la tenencia de la tierra y, sin violar lo establecido, agilizar los trámites para hacer préstamos temporales o permanentes a los productores que estén en condiciones de trabajarlas y ponerlas a producir, siempre y cuando garanticen la entrega al Estado”.
Una de las aspiraciones del territorio vueltabajero es sembrar alrededor de 15 000 hectáreas de yuca, para garantizar la distribución a la población y la alimentación animal. En lo que va de año el per cápita mensual de 30 libras de viandas, granos frutas y hortalizas, que fija el programa de autoabastecimiento local, alcanza las 22. Y pudiera seguir creciendo, asegura el también ingeniero agrónomo, con nuevos campos de plátano extra denso donde exista posibilidades de riego, y de burro en secano.
También prevén en esta campaña de primavera sembrar 13 000 hectáreas de maíz, de estas unas 5 000 para alimento animal, y el resto para el autoabastecimiento municipal. Sin embargo, subraya Rodríguez Peregurría, “en la provincia no están garantizados los recursos para esta campaña de primavera, hemos tenido que recoger lo poquito que quedó de la anterior con el tabaco, y destinarlo a las áreas que tienen riego para los cultivos varios.
“Al fertilizante que quedó de los semilleros de tabaco, le estamos agregando materia orgánica y humus de lombriz para producir unas 500 toneladas del organomineral, que emplearemos en mil hectáreas más”, precisa.
Además, están poniendo en explotación todos los CREE de la provincia, extienden el uso de la tabaquina y otros fertilizantes biológicos como el Codamin, Codafol y el Severfel. “Ya los productores han adquirido cultura –asegura–, y ahora no damos abasto para satisfacer la demanda de estos productos. La campaña nuestra es muy grande, son 36 294 hectáreas, y nunca vamos a cubrir ni el 12 por ciento con los recursos que tenemos.
“Ni antes del coronavirus, ni en época del coronavirus, se ha garantizado el ciento por ciento de las áreas con fertilizantes químicos; y tampoco con los biológicos, en la cantidad que necesitamos. No es una queja, porque como tenemos tabaco, que sí se le aseguran los recursos, nos queda un nivel de fertilizantes y de pesticidas que de alguna manera nos da una cobertura para la siembra”.
Buscando resarcir las pérdidas en el frijol por la plaga que infestó los campos, trabajan en la siembra de unas 500 hectáreas de la variedad caupí. En el caso del tomate, “tenemos un plan de 5 360 toneladas contratadas con la industria, y realmente con los serios problemas que tuvimos, de plagas, enfermedades, falta de combustible, hoy estamos al 83 por ciento, y todavía seguimos guapeando en el campo”.
Con el resto de las hortalizas han tenido una situación relativamente más favorable, por ejemplo, con la calabaza y el pimiento que, además de abastecer al territorio, han mandado para La Habana. De pepino y berenjena están obteniendo volúmenes nada despreciables.
Rodríguez Peregurría resalta de manera muy significativa la actitud y la voluntad de los 32 000 productores en la provincia, “si hoy hay comida, y la habrá mañana, es gracias a esa tropa”.
Papa que has de comer
Aunque la papa no se contempla dentro del programa de autoabastecimiento local, tiene una alta demanda en la población y se distribuye por el balance nacional. (Foto: PASTOR BATISTA).
Desde horas bien tempranas, más de cien trabajadores, algunos contratados y otros de apoyo, llegaron al Polo Productivo Hermanos Balcón en el municipio cabecera de Pinar del Río. Después de una década, se volvió a sembrar el tubérculo en tierra vueltabajera, y ahora es tiempo de cosecha.
Sergio Travieso Sánchez, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Tabaco Balcón, está en el campo asegurando que no quede en el surco nada por recoger. Recuerda que la papa se sembró a finales de diciembre, porque la semilla llegó un poco atrasada, “pero cuando las cosas se hacen con deseos y dedicación, los resultados son buenos. Son 27 hectáreas y los rendimientos son altos, unos 500 quintales por hectárea, que a decir verdad nos sorprendieron. Este primer año ha sido bueno y los pinareños tienen muchas expectativas con la papa”.
El sistema de riego que se empleó para este cultivo fue por enrolladores, amplía Sergio Travieso. Les entregaron una bomba diésel y para la próxima siembra se prevé que sea con pivote y riego eléctrico. “Pero el principal problema que tiene el Polo Productivo Hermanos Balcón es con los sistemas de riego, a pesar de estar cerca de una presa con más de 90 millones de metros cúbicos de agua, y todas las áreas están canalizadas para regar –muchas por gravedad–, y ya se sabe los daños que ocasiona eso a los suelos y a la economía”.
Travieso Sánchez recuerda que cuando llegaron a aquellas tierras, más de 2 000 hectáreas estaban infestadas de marabú de punta a punta, y las entregaron poco a poco a usufructuarios que fueron los primeros del país en asociarse a una UEB.
Después de la cosecha, en esas mismas tierras que recibieron el paquete tecnológico para la papa, sembrarán maíz y boniato, y utilizarán los bioproductos. Según el director de la UEB, solo bastará un pase de grada.
“En la provincia se cultivaron 50 hectáreas totales y debemos cumplir el plan de más de mil toneladas de papa. Con eso podemos asegurar las cuatro libras per cápita que son balance nacional, y no entran dentro del programa de autoabastecimiento local”, indica Rodríguez Peregurría.
La tarde comienza a caer en el Polo Productivo Balcón, ya algunos camiones han entrado a cargar los sacos de papa apilados a lo largo de los surcos. Quienes participaron en la faena del día esperan el transporte que los llevará de vuelta a casa. Cuando llegaron en la mañana tenían puesto el nasobuco. Después de horas de intenso trabajo, muchos decidieron bajarlo peligrosamente hasta el cuello.
Notamos que a la entrada del campo no hubo nada para desinfestarse las manos, tampoco a la salida. Cuando llega la carreta, mujeres y hombres se apresuran a subir. La carreta se llena al tope, y sale zigzagueante por la guardarraya. Pocos se protegen nariz y boca; la mayoría quiere respirar aire puro. A bolina se va la percepción del riesgo ante la COVID-19.
Plato fuerte
El tabaco, uno de los principales rubros exportables del país, apasiona a Reinier, quien sueña con ganar algún día el título de “Hombre Habano”, dentro de la categoría de mejor productor. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
Orgulloso de su tabaco, el joven Reinier Rojas Medina muestra la casa de cultivo protegida del sol. La pasión por este cultivo le llegó de su padre, Ricardo, un veguero consagrado como muchos en Vueltabajo. Ya lleva cuatro años de usufructuario, con más de siete hectáreas.
“Alrededor de la mitad del tabaco que produzco es para la exportación, y ya tengo listos más de 25 000 cujes de las variedades Criollo. Los rendimientos que obtengo son altos, porque además de los fertilizantes químicos que le aplico al suelo, también le riego cachaza, un subproducto de la caña de azúcar; y abono orgánico. Como la situación va a seguir complicada en el país por la epidemia de coronavirus, ya tengo preparadas las condiciones para empezar a hacer también humus de lombriz”, asegura el joven.
Osvaldo Santana Vera, director de la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco en Pinar del Río, asegura que Reinier Rojas es el productor con mejores resultados en el municipio y dentro de la CCS Gervasio Hernández Silva, a la que pertenece.
Pero la zafra tabacalera no tuvo en la provincia la buena estrella que guio a este veguero, por eso fue necesario reajustar el plan del año. Además, BOHEMIA pudo conocer de buena tinta, que por falta de capacidad en los almacenes, se echó a perder tabaco en Vueltabajo.
PASOS HACIA LA SOBERANÍA ALIMENTARIA
La efectividad de las prácticas agroecológicas aumenta considerablemente cuando son utilizadas de manera permanente, y no como contingencia. Una lección que se debe tener siempre presente
Cuba tiene que mirar hacia dentro, a las potencialidades que le permitan romper las férreas ataduras a las importaciones de productos para el agro. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
Entre los fertilizantes y los productos químicos para la protección fito-sanitaria el país planifica anualmente unos 395 millones de dólares, de acuerdo con las demandas que fijan las diferentes formas productivas de la agricultura, asegura Wilson Ramírez Peña, vicepresidente primero del Grupo Empresarial de Logística (Gelma).
Debido a las tenciones financieras de la economía cubana, el plan de compra de fertilizantes solo se pudo cumplir en un 24 por ciento el año pasado. En el actual escenario de extensión del nuevo coronavirus por el planeta, adquirir estos insumos puede ser mucho más complejo, mientras que el Gobierno de Donald Trump continúa con la pretensión de asfixiar a la mayor de las Antillas.
En tales circunstancias, a la Isla le urge mirar hacia sus potencialidades internas y rescatar las prácticas agroecológicas que permiten producir alimentos para la población, poniendo fin a la mentalidad importadora que, como ha quedado demostrado durante las últimas décadas, atenaza la balanza comercial cubana e impide un encadenamiento efectivo con la industria.
En tal sentido, el Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, anunciado por Gustavo Rodríguez Rollero, titular de la Agricultura, el pasado 30 de marzo en el espacio televisivo Mesa Redonda, se enrumba precisamente hacia estos horizontes.
Sobre ese estratégico plan del Estado cubano, la doctora en Ciencias Agrícolas Elizabeth Peña Turruellas, al frente de la dirección de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar del citado ministerio, adelanta algunas primicias a los lectores de BOHEMIA.
Elizabeth Peña Turruellas, al frente de la dirección de la AUSF en el Minag, considera que desde la elaboración del plan, se ha ganado en integración. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
Ella confiesa que pasó meses sin dormir, después que le encomendaran la misión de coordinar, en representación del ministerio, tan importante asunto. “Es un programa de Estado, de ahí la significación que tiene. Se trabaja en este desde hace un año, por indicación del presidente de la República Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez. Tuve que estudiar mucho la experiencia de otros países, documentarme sobre el tema para poder tener ideas claras de lo que queríamos.
“En dicho plan están involucrados los 22 Organismos de la Administración Central del Estado, 12 Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial, 27 entidades (centros de investigaciones), 11 organizaciones de la sociedad civil cubana, y nos acompañó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
“Los conceptos de seguridad alimentaria y soberanía alimentaria se relacionan, pero no son lo mismo. Eso hay que dejarlo claro. El Estado cubano garantiza la seguridad alimentaria, es la prioridad que traza para asegurar la producción nacional o las importaciones de alimentos. Pero la soberanía alimentaria va más allá.
“A mi modo de ver, lo primero que descubrimos fue que independientemente de que somos un país bien organizado y estructurado, hemos logrado una unión, pero nos faltaba mucha integración de los organismos.
“Y este Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional ha dado respuesta en estrechar los vínculos y que se encadenen los organismos. Ese ha sido el mayor impacto que ha tenido la elaboración del documento final. El pasado 10 de marzo tuvimos un encuentro con el presidente y le expusimos el plan, el cual será debatido y aprobado por el Consejo de Ministros.
“La soberanía alimentaria para Cuba la definimos así: ‘es la capacidad de la nación para producir alimentos de forma sostenible y dar acceso a toda la población a una alimentación suficiente, diversa, balanceada, nutritiva, inocua y saludable; reduciendo la dependencia de medios e insumos externos, con respeto a la diversidad cultural y responsabilidad ambiental’.
Producciones sanas, más salud para el pueblo. (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA).
“Es un plan flexible, que no trata de imponer nada. Ahora, el gran reto que tenemos es implementar eso a nivel de territorio, localmente, porque ningún consejo popular es igual a otro”.
A propósito de este plan, el presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), Rafael Ramón Santiesteban Pozo, valora la incorporación de un elemento nuevo, el de educación nutricional. Es un concepto de desarrollo, porque se trata de producir los alimentos que más puedan nutrir al ser humano, muy atinado en situaciones como las que vive el mundo, donde priman criterios financieros y los márgenes de utilidad.
“Actualizar un plan que vaya encaminado a tributar a estos conceptos constituye una fortaleza. Diría que también es una cuestión de justicia, por el valor que tiene el ser humano en nuestra sociedad. Porque la dimensión no es económica, es humana. Con lo que tenemos, cuánto más podemos hacer para que se alimente mejor la población”, concluye el presidente de la ANAP.
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