Foto: Kaloian.
23 octubre, 2017 No hay comentarios
Por: Dr.C Juan Triana Cordoví, On Cuba
La inversión extranjera directa (IED), desde finales de los años 80 ha estado dentro de los potenciales recursos de que ha dispuesto Cuba para impulsar el crecimiento y el desarrollo. Habría que afirmar que la IED hizo su trabajo y que lo hizo bien a pesar de los pesares, y que durante todos estos años ha demostrado cuán positivo pueden ser sus resultados.
Si atendemos a los sucesivos reportes sobre inversión extranjera aparecidos en la Cartera de Oportunidades de Negocios que el Ministerio de Comercio Exterior publica, desde hace ya varios años en cada Feria Internacional de La Habana, es posible verificar lo planteado anteriormente.
Llamo la atención acerca de que las exportaciones generadas en los negocios con inversión extranjera directa alcanzan una proporción importante dentro del volumen total de exportaciones de bienes de Cuba. Por ejemplo, para el año 2014 las exportaciones totales fueron de 4,857 millones de pesos (equivalentes a dólares estadounidenses) por lo que las exportaciones generadas por las Asociaciones Económicas Internacionales (AEI) significaron el 65,8 por ciento del total. En el año 2015, cuando las exportaciones de bienes se redujeron a 3,350 millones, la participación de las AEI en las mismas se elevó al 68,6 por ciento lo cual contribuyó a la balanza de bienes del país.
Habría que sumar otros efectos positivos incontestables, por ejemplo, en el caso de la generación eléctrica, la empresa mixta con Sherrit Internacional que opera la planta generadora de ciclo combinado, satisface un por ciento elevado del consumo energético de la capital del país, con efectos positivos sobre el medio ambiente, al aprovechar gran parte del gas acompañante de los pozos petroleros de la zona, garantizar ahorros de divisas en la compra de petróleo y estabilidad en el suministro energético, además de los beneficios intangibles de permitir la calificación de su personal y del empleo estable para un grupo de cubanos.
Algo parecido podría decirse de Bucanero o de Ciego Montero o de Coralac, cuyas producciones permiten abastecer al mercado nacional de productos muy demandados, y sustituir importaciones con beneficios evidentes para todos, para las cuentas del país, para los consumidores y para los trabajadores de esas empresas y sus familias.
Otro ejemplo todavía más significativo es el turismo, el sector por donde comenzó la inversión extranjera directa en Cuba hace ya prácticamente treinta años. Transferencia de know how para el manejo de este sector, cultura de calidad, garantía en mercados emisores, imagen de Cuba como destino turístico, empleo, ingresos frescos en divisas, oportunidades de encadenamientos para la industria nacional y la agricultura cubana, todas estas han sido ventajas que la IED ha reportado al sector turístico nacional y si no ha reportado más no ha sido precisamente por limitaciones de la IED sino por nuestras propias limitaciones y prejuicios.
Llamo la atención de que a finales de los años ochenta Cuba apenas recibía alrededor de un cuarto de millón de turistas internaciones, sus hoteles estaban muy lejos de los estándares de calidad exigidos por esa industria y Cuba se encontraba prácticamente fuera del mapa turístico mundial. La contribución de la inversión extranjera a cambiar drásticamente esa situación fue decisiva.
Por eso, y por las reconocidas necesidades que tiene Cuba, me cuesta tanto entender cómo es posible aún hoy que existan tantos prejuicios hacia la inversión extranjera y no logremos alcanzar los flujos de inversión que nuestro país necesita, a pesar de que el gobierno reconoce su importancia.
Sin dudas, Cuba tiene aún inmensas oportunidades para lograr un flujo de inversión extranjera que se aproxime a nuestras necesidades. El economista cubano Pedro Monreal publicaba en su blog una comparación con nuestros pares latinoamericanos y Vietnam que dice mucho de cuanto nos queda por delante. (1)
Y no es que Cuba no haya hecho esfuerzos significativos en la promoción de la IED, ferias sectoriales, misiones comerciales, FIHAV. Sin embargo, existe una asimetría notable entre la promoción de la IED que ha hecho el país y lo que se conoce como la “facilitación de la inversión”. La promoción consiste en vender un lugar como destino de las inversiones, eso se ha hecho una y otra vez, Cuba necesita además un esfuerzo significativo en la facilitación de las inversiones. La facilitación consiste en adoptar medidas para que a los inversores les resulte más sencillo establecer o ampliar sus inversiones y llevar a cabo sus operaciones del día a día. Entre ellas es dable señalar algunas que se han identificado ya hoy como requisitos casi indispensables:
– Mejoras en la transparencia y en la información a disposición de los inversores.
– Medidas para aumentar la eficiencia y eficacia de los procedimientos administrativos para los inversores.
– La mejora de la coherencia y la previsibilidad del entorno normativo para los inversores.
– Mecanismos de consulta, intermediación, servicios competitivos, variados y eficientes de consultoría.
– Establecer mecanismos de supervisión y examen para la facilitación de las inversiones.
El 2017 ya es, en términos económicos, un año tenso y difícil para la economía cubana, el 2018 no parece que será diferente. Una combinación de problemas económicos, algunos coyunturales y otros de más larga data, junto a fenómenos naturales para nada predecibles, como el huracán Irma, han puesto y pondrán a prueba la capacidad de crecer. La inversión extranjera puede ser nuevamente ese recurso que contribuya a enrumbar al país por la senda del crecimiento sostenido, es cierto que no es lo único que hace falta, pero es un ingrediente indispensable.
Llega FIHAV. Será la primera feria en tiempos de Trump. ¡Qué oportunidad para disminuir la incertidumbre!… en especial aquella que depende de cuestiones domésticas.
Notas
1 Asumiendo que se cumpliese la meta de captación de flujos anuales de 2000 millones, para que Cuba pudiese igualar el nivel promedio que tiene ese indicador en Centroamérica (38,8 %), Cuba necesitaría aproximadamente 17 años consecutivos de flujos de IED de 2000 millones.
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