Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

viernes, 17 de agosto de 2018

Cuba: un periodista “resucitado” y un deseo del Héroe Ramón Labañino.

Por Manuel David Orrio
EN 15 AGOSTO, 2018 POR A PASO DE BASTÓN EN ECONOMÍA, PERIODISMO, PERSONAS CON DISCAPACIDAD

Manuel David Orrio-para perfiles_2_2

La Habana, 18-08-15.- Realmente, es halagador. Entre el 24 de julio y el 13 de agosto, mis posts en Facebook han recibido ¡30 mil!  “Me gusta”; mi blog “A paso de bastón” conquista seguidores; una vez más de tantas – pero tras bastante tiempo –  un artículo mío aparece en las páginas del prestigioso diario digital de izquierdas Rebelión, y mi presencia en redes como Twitter, Linkedin, Google+ y Pinterest se estabiliza.  Dicho así, parece hasta vanidad. Pero cuando se le ha visto el rostro a la muerte y en menos de veinte días se cosecha esa vendimia, cualquiera que tenga un corazón en el pecho se permite alguna pequeña jactancia. Quede claro: este artículo, es mi fiesta.  Y por lo tanto me extenderé en relatar mucho que hay dentro de mí.
Fajardo 2Durante casi dos años he padecido por sucesivos estados de salud bien invalidantes en lo profesional, lo social y  lo personal – aún no recuperado del todo en ninguna de esas aristas -,  más una suma de desgracias que pudiera incorporar al inventario de la “probable ingratitud de los hombres”, al decir de José Martí. A la cabeza de las infamias, aquellos que durante años consideré más que camaradas. Pues bien, sépase: en los códigos de Ifá mi signo astral es Oshe Ka; uno de sus refranes es “mal que te hacen en bien se te convierte”.
INGRESADO EN EL HOSPITAL “COMANDANTE MANUEL FAJARDO”
Guste a quien guste, pese a quien pese,  retorno a mi amado oficio de periodista. A mi proverbial  brega en las redes sociales, diríase. A ser, de nuevo, Manuel David Orrio: más viejo, más discapacitado, más pobre incluso,  pero más convencido que nunca de que un poliomielítico se mide no por las veces que cae, sino por las que se levanta. A su debido tiempo – porque “Dios nunca juega a los dados”, gustaba decir Einstein -, mis manos se apoyaron sobre la tierra y ocurrió lo que los malos temen y aborrecen. No menciono sus nombres: cuando me lean,  se autoidentificarán.
Por supuesto, no del todo solo: mis gratitudes van en primer lugar hacia mi esposa y  familia; hacia mi hijo; hacia mis médicos, enfermeras y técnicos de la salud; hacia amigos como Ilse; Ida; Pável; Alberto – desde Miami, las medicinas “en falta” ( 70-100 entre el 2016-17) -, y unos pocos más que se negaron a aceptar lo que en términos de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo es un abuso contra un discapacitado. No obstante, vayan unas líneas de particular desdén hacia quienes pudiendo hacerlo, no me avisaron de la muerte de mi colega y amigo Jesús Hernández: colega, amigo y en su momento un virtual padre.
Jesús, siempre Jesús
JESÚS HERNÁNDEZ (EPD)
Jesús Hernández_2Cuando terminó mi misión en la Seguridad del Estado, en defensa de Cuba, bajo la fachada de un supuesto periodista “independiente”, y se aprobó mi deseo de continuar ejerciendo  como periodista, pero ya dentro de la prensa cubana, asignaron a Jesús Hernández la tarea de ser mi jefe. Tenía a  favor su experiencia como antiguo Director de la revista Moncada, órgano del Ministerio del Interior durante todo el tiempo que la misma existió, y había  tratado con muchos ex oficiales y agentes encubiertos; conocía a la perfección  el drama que vivía, mis retos a la vista y  lo que me esperaba. Además, para el 2003 era un reconocido dirigente de la prensa cubana y un paradigma de ética y compañerismo.
Conocía mi ejecutoria periodística anterior, mi personalidad como periodista, y sabía  que iba a cumplir con lo que dije a un reconocido colega estadounidense: “antes escribí verdades con un lenguaje para un medio, y ahora escribiré verdades con otro lenguaje para otros medios”. Seguro estaba de que en esa decisión no iba a ceder un ápice, como sabía que tenía la capacidad y el valor para hacerlo. Sólo necesitaba, “para pilotar mi nave”, a  un navegante a la altura del reto. Jesús estaba totalmente capacitado para serlo, sobre todo en lo ético.
Apostó por mí,  y no se equivocó. Me guió; aportó la opinión necesaria para evaluar   acertadamente lo que le proponía  y animarme a hacerlo, o convencerme con    dos palabras para que desviara el rumbo. Se enfrentó a  los editores de la revista digital que entre sus funciones dirigía; no querían publicar mi primer artículo para la prensa revolucionaria porque era el gemelo de un bodrio…y tenían razón. Jesús  les expresó que  “ustedes no saben lo que para ese hombre significa ver ese artículo publicado”… y ordenó su publicación. Me enteré  meses después, por pura casualidad,  cuando ya nadie se atrevía a dudar de mí como periodista. Jesús sabía que yo buscaba desesperadamente un estilo que no significara una renuncia ética a mis ejercicios anteriores, pero que a la vez fuera a tono con las realidades del periodismo revolucionario cubano, donde estar realmente comprometido con la verdad y el deber de informar al público es un reto ¡pero de los grandes!
Quiero que se me entienda: para poder ser el periodista “independiente” que fui y ser creíble ante los enemigos de Cuba, tuve que adoptar tres principios éticos: la verdad aunque sea motivo de escándalo; lenguaje periodístico a tono con normas internacionalmente reconocidas y no estar en paz con nadie. O sea, crítico del Gobierno cubano, del estadounidense y de los grupos anticastristas dentro y fuera de mi país. Por supuesto, mil problemas. Pero con el tiempo y la profesionalidad se impuso el respeto, me atrevo a decir que sin excepciones  mencionables. Entonces, lo único que no puedo permitirme jamás es traicionar esos principios, porque automáticamente perdería el tesoro más preciado del periodista: la credibilidad.
Así, entre esos avatares, comencé como periodista de mi “nueva etapa” el 1 de junio del 2003; en agosto, mi serie de seis  artículos “Desarrollo Humano: evaluando a Cuba”, era publicada por Cubahora y replicada por medios como Rebelión.
Desconozco si en la prensa cubana alguna vez, alguien, ha hecho una evaluación objetiva de en cuál lugar creíble se halla la mayor de las Antillas  desde el punto de vista del Índice de Desarrollo Humano, en el “mundo real” un auténtico retrato de cualquier nación.  Bien, lo hice yo…  y fue cuando varios de los mejores periodistas de Cuba  comenzaron  a saludarme con una fuerte palmada en el hombro y una palabra: “¡periodista!”.
IDH
ORGANIGRAMA DEL ÍNDICE DE DESARROLLO HUMANO
Para mí, fue la constatación  de que ya no se me veía como el hombre de méritos a quien “malcriar”, para apuntalo de algún modo. Esas palmadas, ese “¡periodista!”, reconocían sin pelos en la lengua  que ya formaba parte del  gremio. Por mi mérito; no por prebendas que se conceden por ésto o aquello. Fue el principio: hoy atesoro una obra como periodista al servicio de Cuba.
Después, por mi propia iniciativa, vendría un intenso proceso de superación profesional de varios años que incluyó unos cuantos diplomados y post-grados. Por ahí tengo los certificados…
Tiempos de premios
Tres años o cuatro años  después de aquel segundo semestre del 2003, gané para mi centro de trabajo una mención en el Concurso Nacional de Periodismo “26 de Julio”,  tras tres años en los cuales mi centro nada había logrado. Conocí por boca de un jurado que competí por el premio con el colega que finalmente lo obtuvo. Pero ese ganador, quien  además es excelente en lo suyo, tiene un nombre y una ejecutoria  que, a la hora de los premios… puede decidir.
Sin embargo, ya había recibido “premios” de mayor jerarquía. En el 2005, durante una comparecencia televisada que nada tenía que ver con las denominadas “Damas de Blanco”, Fidel Castro hizo una disgresión y recomendó la lectura de un artículo sobre las mismas que yo había publicado en Rebelión. Tres días más tarde acudí a la fiesta de mi antiguo Departamento en la Seguridad del Estado, en razón del aniversario de ese órgano. Fui recibido por un grupo  de oficiales, quienes  sin vacilar preguntaron:
-¿Es el tuyo?
– Sí, es el mío – respondí.
Ahí mismo vinieron los efusivos estrechones de mano y la palabra “¡felicidades!”,  que en la jerga del “oficio”, bajo otras circunstancias,  siempre significa: “la operación fue un éxito”.
Habría otro “premio”: cuando en noviembre de ese año asistí como Invitado de Honor al VI Congreso de la Asociación de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), apareció de repente una suerte de conspiración. Mi entrenamiento como hombre de la Seguridad cubana me hizo sospechar que todo aquello tenía como objetivo que me encontrara con Fidel…y así sucedió. En menos de una hora estrechaba mi mano y, sencillamente, me sorprendió con una pregunta:
-¿Tú eres el hijo del “flaco” David?
-Sí, Comandante.
-Tu padre y yo nos fajábamos por pagarnos la merienda en El Siglo XX (1).
Con Fidel. En un Congreso de la Asociación de Economistas de Cuba_2
MANUEL DAVID ORRIO SE ENCUENTRA CON FIDEL CASTRO
Con ese diálogo, al parecer intrascendente, Fidel  confirmó de hecho  una inmensa narrativa familiar sobre la estrecha relación de mi familia y sus amigos más cercanos con él,  la cual incluyó desde ocultarle de la persecución batistiana, cuyo objetivo era asesinarle, hasta prohibirle a mi padre  una mayor participación  en la gesta antibatistiana, porque “tu misión es cuidar de tu hijo, que sufre de poliomielitis” ¡Cuán lejos estuvieron todos de siquiera imaginar que lo que no pudo hacer Orrio padre, lo haría Orrio hijo!
Para el récord, menciono nombres: Francisca “Paquita” Vivar, Mercedes de la Noval, Alfredo Galindo, Hilda Castro Vivar, Orlando Tamargo (padre). Para quien quiera evidencias, consulte los cardinales libros de Mario Mencía.
Mario_mencia
MARIO MENCÍA. PERIODISTA E HISTORIADOR. AUTOR DE LIBROS COMO “LA PRISIÓN FECUNDA”
Según Mencía, Fidel se ocultó en el edificio ubicado en Requena # 8 (interior) entre la hoy Avenida Salvador Allende y Lugareño. Lo hizo en el apartamento 7, donde residía “Paquita” Vivar; en el 6 vivía el matrimonio de Alfredo Galindo y Mercedes de la Noval; en el 4, una planta más abajo, la familia Orrio del Rosario. De seis apartamentos y correspondientes familias  que tiene el edificio, tres  involucradas en proteger a Fidel, que se sepa, sin contar al matrimonio de Orlando Tamargo e Hilda Castro Vivar, quienes aunque no residían allí, estaban tan “adentro” que al triunfo de la Revolución devinieron personas de extrema confianza de Fidel. Tamargo hasta su muerte, en 1983, debido a  un fatal accidente automovilístico. Hilda, quien le sustituyó en sus funciones, se mantenía como cercanísima auxiliar de Fidel a la altura del 2003 y durante años más tarde. Después, no sé: tras la muerte de mi madre, en el 2008, le perdí la pista…
En todas estas vivencias y recuerdos familiares existe un hecho que relataré porque en una ocasión lo hice en público, digamos que para “callarle la boca” a un reconocido colega que se propasó conmigo, y hasta se hizo parte de una misteriosa “campañita” que por esos días circulaba por el gremio, bajo una matriz de opinión: “Orrio está escribiendo mierda”. Terminó tan misteriosamente como comenzó, cuando aproveché la oportunidad de una entrevista para denunciarla en Internet.
A veces pienso que cargaré toda mi vida con una cruz, a menos que mucho en la prensa cubana cambie: soy un periodista revolucionario, pero para nada lo que se llama “oficialista”. Y ser así  tiene un precio a pagar, al menos por el momento. Aquel  colega, de siempre cercano a Fidel, casi me retó para que le hiciera una pregunta, mientras nos hallábamos en la presentación de un libro escrito a dos manos entre él y otro destacado miembro del gremio; era una provocación, y decidí no permitirla. Así que le espeté:
“Mira, cómo tú eres tan cercano a Fidel, pudieras aprovechar para preguntarle y acabar de revelar lo que parece un secreto irrevelable. Mencía cuenta, creo que en “La Prisión Fecunda”,  que Fidel se ocultó en el apartamento  de ‘Paquita’ Vivar y que de ahí marchó  para México, de donde retornó como primer expedicionario del Granma. Para ese momento ya estaba detectado por la policía batistiana, la cual tenía en acción  un operativo de vigilancia las 24 horas del día. Estaba dada la orden de asesinarle. Pero lo que no relata Mencía, y le comprendo porque no tuvo modo de confirmarlo, fue que el jefe sobre el terreno de ese operativo era un oficial pundonoroso. Un día éste se acercó o a Alfredo Galindo, o a mi padre, Herminio David Orrio, y al que fuera le avisó del plan para asesinar a Fidel. Por supuesto, a la velocidad del rayo se le informó  y creo que esa misma tarde voló hacia México. Galindo y mi padre eran muy amigos, y por alguna razón parece que se juraron no decir jamás cuál de los dos había sido. Lo concreto es que si le preguntabas a uno, decía que había sido el otro, y viceversa. Te doy la primicia de la pregunta, porque Fidel sí sabe quién fue, con la única condición de que a mi familia se le acabe de decir quién avisó”. Nunca tuve respuesta…
Como a la tercera va la vencida, vaya el relato del que considero mi “tercer premio”, un artículo al cual valoro como  el mejor de mi carrera: “Cuba: Constitución vs. Socialismo ¿reversible?”. De algún modo, una de las virtudes de ese ejercicio fue confirmar cuánto la prensa cubana pierde oportunidades, y la anécdota de cómo nació y se publicó es ésta: el 17 de noviembre del 2005 Fidel pronunció un memorable discurso en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde alertó de un peligro que se mantiene al acecho, hoy más que nunca: “… estamos muy conscientes de eso, y más conscientes de eso, y en eso pensamos más que en ninguna otra cosa: de nuestros defectos, de nuestros errores, de nuestras desigualdades, de nuestras injusticias….entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo…Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”.
Por supuesto, esas palabras desataron un vendaval de opiniones, artículos, entrevistas, el copón bendito. No recuerdo que en la prensa cubana se haya opinado a “camisa quitada” – aunque TeleSur sí realizó un reportaje muy profesional – y sí recuerdo que en el prestigioso Rebelión el silencio de los colaboradores compatriotas era notable, mientras cualquier nacional de cualquier país opinaba a más y mejor, por lo cual me dije: “bueno, si ningún cubano se expresa, lo hago yo”.  Así, el 3 de marzo del 2006 fue publicado “Cuba: Constitución vs. Socialismo ¿reversible?”, y de inmediato me trajo tres sorpresas:
  • casi de inmediato, los hasta entonces callados colaboradores cubanos aparecieron como por ensalmo; casi todos  con opiniones muy valiosas, más algún  “auto de fe” más o menos  ridículo;
  • según Pascual Serrano: “Fue curioso el silencio que siguió en los sectores contrarrevolucionarios militantes y en los grandes medios de comunicación. Décadas hablando de la corrupción de Cuba, de la inviabilidad de la revolución tras la ausencia de Fidel y, cuando desde La Habana, comienzan a discutir de esos temas, se quedaron mudos.”;
  • despareció la duda acerca de si Manuel David Orrio había sido en verdad un agente de la Seguridad del Estado cubano, y no un real opositor que se acobardó ante la posibilidad de pasar largos años en prisión, por agente pagado del Gobierno de los Estados Unidos de América. Pero entonces, otra conjetura: ¿el ex agente escribe por su iniciativa, o es un vocero secreto del Gobierno cubano? Aún al 2015, esta conjetura permanecía en pie de manera marginal: la expresó Erik Jennische, en su libro “Hay que quitarse la policía de la cabeza”.
erik             ERIK JENNISCHE
De paso, a quince años de ejercer el periodismo revolucionario, no sé si valdría la pena responder a la pregunta que en el 2005 se hizo el periodista “independiente” Juan González Febles, sobre mí, cuando me gradué de un Diplomado de Periodismo por la Universidad de La Habana :“Orrio, por su parte, tendrá que superarse a sí mismo. Habrá que ver cómo lo hace para una dictadura. Cómo realiza su trabajo sin diatribas e insultos personales. ¿Qué hará para no mentir? ¿Cómo sufrirá la racionalidad de su discurso en la adaptación al estilo chancletero del periodismo oficial castrista?”.
Juan González Febles
JUAN GONZÁLEZ FEBLES (JOHNNY)
Si “resucito”, interrogo
Mi última publicación  antes de ésta,  mi “resurrección”, data del 26 de noviembre del 2016. Fue un artículo que recordaba  un deseo del  Héroe de la República de Cuba Ramón Labañino, entonces encarcelado en los Estados Unidos de América, quien como economista que es dirigió una carta al VI Congreso de la Asociación de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), celebrado en noviembre del 2005.
Ramón Labañino
RAMÓN LABAÑINO, HOY VICEPRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE ECONOMISTAS Y CONTADORES DE CUBA (ANEC)
Lo recuerdo, lo puntualizo, porque tengo motivos para pensar que el crecimiento del Producto Interno Bruto de Cuba (PIB) anda por índices muy preocupantes.
No sumo las dudas que los números me suscitan, habida cuenta de las distorsiones provocadas en dichas cifras por las dualidades monetaria y cambiaria, lo cual es vox populi que se trata de un hecho reconocido por cuanto economista hay en Cuba. Si hago memoria, la primera vez que leí un ensayo bien fundamentado sobre el tema fue en junio o  julio del  2008, debido al talento de Pável Vidal Alejandro, entonces profesor e investigador residente en Cuba, pero  hoy docente en la Universidad Javeriana de Cali, Colombia.
Pável Vidal Alejandro
PÁVEL VIDAL ALEJANDRO
Un decenio después de ese ensayo – todo un programa para acabar con lo que llamo las “dualidades infernales” –  Vidal expresa que “Hace diez años… habría dicho un proceso gradual, pero se han demorado tanto que ahora tiene que ser lo más rápido posible.”
Por demás, aquel lejano deseo de  Labañino me parece que se mantiene mucho más deseo que realidad a la altura del 2018. Lo cito: “Que el crecimiento económico no sea sólo una cifra estadística, sino un beneficio tangible en el nivel de vida de la sociedad, tal como sabemos es premisa cimera del economista cubano”.
Y, como acostumbra a invitar el colega Reinaldo Taladrid, “saque usted sus propias conclusiones”.   Por tanto, “dejo como tarea” meditar sobre el deseo de Labañino. En cuanto a mí, parece, “resucité”…
Notas
1) “El Siglo XX”. Establecimiento gastronómico ubicado en la intersección de la Avenida Belascoaín y la calle Neptuno, Centro Habana, La Habana. Por los tiempos en que Fidel Castro y Herminio David Orrio “se fajaban” por pagarse la merienda, relata este autor, contaba con bar, cafetería, panadería y repostería, para ser uno de los establecimientos más prestigiosos de la capital, por la calidad y precio asequible de sus ofertas. La Ofensiva Revolucionaria de marzo de 1968 lo estatizó. A partir de ese momento sufrió una paulatina pero constante pérdida en su calidad gastronómica. Al día de hoy, quienes le recuerdan en sus buenos tiempos…casi lloran.

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