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viernes, 12 de julio de 2019

¿Debería moderarse la inversión en el turismo en Cuba?

Por Pedro Monreal, El Estado como tal.


Es inusual encontrar casos en los que sectores con un nivel muy elevado de capacidad ociosa reciben la tercera parte del total de las inversiones de un país. De hecho, no conozco ningún otro caso reciente excepto la inversión turística en Cuba.
Se planifica invertir en 2019 más de 3 mil millones de pesos -6 veces más de lo que se invierte en la actividad agropecuaria- en un sector como el turismo que tiene una capacidad ociosa cercana al 50% y cuyo estimado de visitantes acaba de ser reducido en un 10%.
He leído con interés los criterios oficiales para explicar por qué debe continuarse invirtiendo en el turismo y, respetuosamente, no los comparto.
Es una discusión que debe basarse en datos concretos, una parte de los cuales está disponible y otra parte que no lo está.
Los argumentos oficiales que han sido expuestos públicamente son esencialmente tres:
  • Ingresos: El turismo es una de las principales fuentes de ingresos del país, aportando ingresos líquidos en una cuantía considerable que sirven para cubrir importantes necesidades de gastos en divisas que debe hacer el país. 
  • Locomotora del desarrollo: Es una actividad que genera un nivel de empleo notable y que tiene un alto poder de encadenamientos productivos, lo cual, dado el dinamismo del turismo, lo coloca en capacidad de “halar” otros sectores.
  • Potencial de ampliación: La expansión del sector no se encuentra limitada por el bajo entorno del crecimiento interno de Cuba, sino que es estimulada por una demanda externa elevada y relativamente estable, que se complementa con el potencial de expansión física del sector, pues Cuba todavía se encuentra distante del punto de saturación de utilización de los activos turísticos del país.
Existen dos premisas básicas que deben ser claramente expuestas antes de avanzar:
En primer lugar, el turismo es una de las principales cadenas globales de valor –con una escala enorme y un alto dinamismo- y Cuba ha logrado colocarse de manera relativamente rápida en ese “carril” de la economía internacional, lo que sin duda pudiera tener un impacto favorable sobre el desarrollo nacional en el largo plazo.
En segundo lugar, el turismo cubano ha logrado expandirse a pesar de que no puede beneficiarse de tener al mayor emisor de turistas del mundo a un poco más de 30 minutos de vuelo de las costas cubanas. La prohibición del turismo estadounidense a Cuba, como parte de una política agresiva por parte del gobierno de EEUU es, a todas luces, la principal restricción a la que se ha enfrentado el desarrollo del sector.
La flexibilización de algunas restricciones para los visitantes estadounidenses que se produjo a partir de 2015 ilustra la importancia de ese mercado. En poco tiempo, EEUU se consolidó como segundo emisor de visitantes a Cuba (la condición de “turista” sigue estando prohibida para los estadounidenses), exhibiendo una descomunal tasa de crecimiento promedio anual de 47% en el número de visitantes estadounidenses entre 2013 y 2018. Sin embargo, la lección de ese éxito incluye igualmente el impacto negativo que resulta cuando las circunstancias políticas que permitieron esa expansión se modifican radicalmente, hacia restricciones abruptas y agresivas, como ha estado ocurriendo recientemente.
En cualquier caso, es importante dejar aclarado que –fuera de toda duda- el turismo es uno de los pilares de desarrollo del país y que debe ser apoyado de manera prioritaria. También debe quedar claro que eso no significa necesariamente que la manera de apoyar la actividad pasa en estos momentos por continuar colocando en el turismo la tercera parte de la inversión total del país.
Algunos elementos para reflexionar
Ingresos: El dato de ingreso que se ofrece como argumento a favor de continuar invirtiendo en turismo es su generación de ingreso bruto. Ese es el dato que se ofrece, pero ello impide evaluar la contribución efectiva del turismo al balance de divisas de país. El dato que realmente debe utilizarse en una discusión es el ingreso neto en divisas del turismo. Sin esa estadística, no es razonable aceptar las supuestas virtudes del turismo como fuente de ingresos efectiva para el desarrollo. Como el ingreso neto no ha sido informado, el argumento esgrimido hasta ahora no llega muy lejos en una discusión. Es probable, como pasa en muchas otras islas turísticas del Caribe, que la eventual existencia de un alto componente importado pudiera reducir el ingreso neto de la actividad turística en Cuba.
Locomotora: Ciertamente, el turismo promueve encadenamientos. Lo hizo en el pasado, cuando comenzó la expansión del turismo en los 1990s, y lo ha hecho de manera puntual en tiempos recientes. El caso de la industria del mueble es un ejemplo conocido. Sin embargo, cuando se cuestiona si es apropiado el muy alto nivel de inversión actual en el turismo, de lo que se trata es que el tren que debe ser “halado” ya cuenta con una locomotora demasiado grande para el uso que se le da. Si el turismo funciona hoy a “media máquina” (con un 50% de capacidad de alojamiento no aprovechada), ¿para qué invertir en ponerle un motor adicional a la locomotora, cuando lo razonable es poner a funcionar mejor el motor que ya tiene?
Potencial: Por supuesto que siempre existirá un potencial de turistas que deseen viajar a Cuba, pero el argumento no puede basarse en un potencial abstracto, sino en uno que pueda ser razonablemente cuantificado. No se trata de pronosticar con precisión, pues eso no es factible hacerlo, pero el potencial de personas que razonablemente pudiera viajar a Cuba en los próximos 5 años (algo sobre lo que seguramente se mantienen estimados actualizados) es muy diferente al potencial abstracto de las personas que pudieran tener interés en visitar el país. En un debate sobre el tema, lo relevante no es referirse a un potencial indeterminado. El estimado más reciente para 2019 es de 4 millones 300 mil turistas (10% menor que el estimado inicial) y ese es un dato relevante de potencial cuando se considera la inversión que debe hacerse ahora. Como dato para justificar cautela con las inversiones, ese estimado concreto es mucho más relevante que la idea general que pudiera tenerse acerca de los millones de personas a las que les gustaría viajar a Cuba.
Algunas representaciones visuales de datos del turismo
Una de las formas de aproximarse a la relación entre oferta y demanda del turismo pudiera ser comparar dos indicadores físicos como el número de visitantes (demanda) y el número de habitaciones turísticas disponibles (oferta).
Conocer la dinámica de esa relación en el tiempo es importante, por aquella conocida noción de la Economía de que cuando la oferta crece a un ritmo mucho mas rápido que la demanda, lo racional es ponerle freno a la expansión de la oferta.
Eso es precisamente lo que permite visualizar el siguiente gráfico. 
La disponibilidad de habitaciones (oferta) se dispara en “flecha” a partir de 2017 y se refuerza en 2018, justamente cuando la demanda comienza a evolucionar de manera moderada.
Sin embargo, para entender mejor lo que ha estado sucediendo, conviene tener en cuenta el importantísimo detalle de que el incremento del número de habitaciones (oferta) no ha estado creciendo a un alto ritmo en años recientes porque hubiese existido una baja disponibilidad de habitaciones que no permitía responder a la creciente demanda turística.
El siguiente grafico permite apreciar cómo la inversión en nuevas habitaciones no ha estado derivada en los dos últimos años con la respuesta a una situación “apretada” de disponibilidad sino todo lo contrario: se ha disparado el número de habitaciones a pesar de que se ha producido una disminución en el aprovechamiento de la capacidad instalada.
Ante una situación como esta las dos preguntas obvias pudieran ser las siguiente:
  •  ¿Cuál es la racionalidad económica de continuar con un ritmo frenético de inversión en nuevas capacidades cuando la mitad de las capacidades existentes no se utilizan?
  • ¿No tendría mas sentido “hacer un alto” en la inversión para concentrar la atención en hacer mas eficiente el aprovechamiento de la capacidad instalada?
Las respuestas a esas preguntas son relevantes porque no se trata de una inversión menor en un contexto en el que se estuviese invirtiendo lo necesario en otros sectores.
Las decisiones acerca de la inversión turística incluyen la consideración de una amplia serie de factores y probablemente muchos de ellos no sean públicos. Quizás pudiera estar justificado el elevado nivel de inversiones que se está planificando para 2019, pero esos argumentos no han sido expuestos.
No obstante, la información disponible para el periodo 2013- 2018 sobre las relaciones entre oferta y demanda y sobre la utilización de la capacidad hotelera en Cuba lo que indica es que no tiene racionalidad económica continuar invirtiendo en turismo a los elevados ritmos y niveles recientes. Conviene aclarar que lo anterior no es incompatible con la posibilidad de hacer inversiones puntuales.
Un carrusel de inversiones en un contexto de capacidad ociosa es considerado como una especie de pesadilla por casi todas las escuelas de pensamiento económico. Si no se ataja a tiempo, los efectos suelen ser negativos.
La cuestión no es si debería esperarse al fin del bloqueo de EEUU contra Cuba para construir la base material que necesita la actividad turística del país, sino tratar de asegurar que la inversión de los escasos recursos con los que hoy cuenta Cuba se haga de manera racional en un sector que ya cuenta con una amplia capacidad que no se aprovecha adecuadamente.
Notas
Fuente de los datos sobre turismo: ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2018 http://www.one.cu/aec2018/15%20Turismo.pdf
Fuente de los datos sobre inversión: ONEI, Inversiones. indicadores seleccionados. Enero – Diciembre  de  2018. http://www.one.cu/publicaciones/04industria/ejecucioninversiones/ejecucioninversiones_dic18.pdf
En el tercer gráfico, se han comparado los datos de inversión de 2018 con la cifra de inversión prevista para el turismo en 2019. El gráfico no intenta ser preciso, sino ofrecer una visualización comparada de los niveles de inversión entre diferentes sectores.

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