EVELYN M. RUSLI. WSJ
La carrera para conectar a miles millones de personas a Internet podría depender de personas como Sumarni, quién usa su teléfono inteligente para gestionar su pequeña empresa en una zona rural de Indonesia y se ha convertido en una promotora de la web. Rony Zakaria for The Wall Street Journal
Cuando Sumarni, una mujer de 39 años en un pueblo rural de Indonesia, sostuvo un teléfono inteligente por primera vez hace dos años, se limitó a pronunciar la palabra bingung, que significa confundida en indonesio.
“¿Dónde están los botones?” preguntó mientras sostenía el elegante modelo Android de color negro. El celular valía mucho más que el ingreso de US$60 que obtiene cada mes con la venta de galletas y papas fritas desde su casa.
Ahora, Sumarni es una participante entusiasta de la economía global. Accede a Internet desde el navegador de su teléfono inteligente, utiliza el servicio de mensajería WhatsApp y la red social de Facebook Inc., FB -0.23% donde tiene 40 amigos, y la cual usó como plataforma para lanzar una tienda en línea con ropa y accesorios para mujeres.
Esto la convierte en un sueño hecho realidad para la campaña de las empresas tecnológicas por alcanzar a dos tercios de la población mundial, unas 4.000 millones de personas, que aún no cuenta con acceso a Internet.
Indonesia ilustra las oportunidades y los desafíos de conectar más personas a Internet. Sólo 16% de sus 250 millones de habitantes acceden regularmente a la red, según el Banco Mundial. Entre los obstáculos figuran sueldos bajos, falta de destrezas digitales y escasez de contenido percibido como irresistible y relevante.
El acceso está marcadamente más avanzado en economías de peso equivalente en América Latina, donde Internet tiene una penetración de casi 52% en Brasil, 43, % en México, 60% en Argentina y 66,5% en Chile. En esta región hay sólo cinco países con una penetración en un rango similar al de Indonesia: 10,6% en Haití, 15,5% en Nicaragua, 18% en Honduras, 20% en Guatemala y 23% en El Salvador.
Los fabricantes de dispositivos están promocionando teléfonos baratos en China e India, mientras que Google Inc.GOOGL +0.30% y Facebook han capturado la atención con sus esfuerzos en trasmisión de la señal de Internet, drones mecanizados y globos aerostáticos.
Sin embargo, en el pequeño pueblo de Sumarni, a unas dos horas de Yakarta en auto, y otras zonas rurales del mundo, la realidad es menos optimista. Barreras sociales que escapan al control de las empresas mantienen a mucha gente desconectada y la carrera para proveer acceso a los próximos mil millones de personas podría demorar más de lo previsto.
“Es glamoroso decir: voy a ir a los lugares más recónditos del planeta para conectar a las personas. Pero hay mucha gente que técnicamente podría acceder a la web, pero no lo está haciendo”, afirma Ann Mei Chang, ex directora senior de mercados emergentes de Google y directora ejecutiva del Laboratorio Estadounidense de Desarrollo Global, que es parte de la Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.UU.
Niños en Cibeber, un pueblo de Indonesia a unas dos horas al oeste de Yakarta en auto. Solo 16% de las 250 millones de personas de Indonesia acceden a Internet regularmente. Rony Zakaria for The Wall Street Journal
El trayecto de Sumarni hacia Internet requirió de tres años de orientación y apoyo financiero de Ruma, una startup de Yakarta que intenta sacar a la gente de la pobreza mediante el uso de dispositivos móviles. Ruma le mostró a Sumarni cómo operar un negocio con su teléfono básico mediante la reventa de tiempo de llamadas, le prestó dinero para comprar su primer smartphone y le ofreció lecciones sobre cómo usarlo. Antes de eso, nunca aspiró a estar conectada. No veía la necesidad.
El presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, predijo en 2013 que todo el mundo estaría conectado a la web hacia fines de la década. El proceso, no obstante, está perdiendo bríos. La expansión mundial de usuarios de Internet se desaceleró a una tasa anual de crecimiento compuesto de 10,4% entre 2009 y 2013, luego de crecer 15,1% entre 2005 y 2008, según la consultora McKinsey & Co. Se prevé que hasta 900 millones de personas más se sumen hasta 2017, lo que llevaría el total a 3.600 millones. Aún seguirían fuera unos 4.000 millones de personas.
Kara Sprague, la directora de McKinsey que estuvo a cargo del informe, dice que inicialmente esperaba hallar una enorme porción de personas que eran demasiado pobres, con poca educación o analfabetas para estar en línea. Estos factores, sin embargo, solo influenciaban a una fracción de la gente que optaba por no acceder a la web. El informe fue realizado en conjunto con Facebook.
Mark Zuckerberg, el presidente ejecutivo de Facebook, pensaba que la pobreza era la mayor barrera cuando hace dos años formó Internet.org. Esta asociación encabezada por Facebook apunta a expandir el acceso global a Internet.
Los representantes de Internet.org encuestaron a personas en los mercados emergentes y recorrieron algunos pueblos de India puerta a puerta para conocer los hábitos de tecnología de las familias. “Les preguntamos: ‘¿Qué plan de datos usa?’”, recuerda Zuckerberg. La mayoría respondió: “¿Qué es un plan de datos?”
“Pensé que lo que se necesitaba para conectar a todo mundo era nueva tecnología y un cambio en la estructura económica. En lugar de ello, lo que importa es el contenido y la concientización”, reconoce Zuckerberg.
El país es excepcionalmente joven y social y Yakarta cuenta con un sector tecnológico emergente y animado. Google y Facebook llegaron recientemente, y la china Xiaomi Corp. vende en el país sus smartphones desde el año pasado.
Sin embargo, alrededor de 100 millones de personas viven con menos de US$2 al día, e Indonesia cuenta con la tercera mayor población no conectada a Internet del mundo, después de India y China, según McKinsey.
En Cibeber, el pueblo de Sumarni, un smartphonebásico con el sistema operativo Android hecho en China puede costar US$50, más tarifas por minutos para llamadas. La caída en los precios ha contribuido a impulsar la adopción de Internet, según Ruma, quien cree que más de la mitad de los habitantes de Cibeber sigue sin conexión.
El fundador y presidente ejecutivo de Ruma, Aldi Haryopratomo, ha dedicado los últimos seis años a encontrar a personas con teléfonos básicos, sin acceso a la web.
La empresa enseña a usarlos para vender crédito de minutos para llamadas. Las ganancias se dividen con Ruma, que es respaldada por Omidyar Network, una fundación formada por Pierre Omidyar —fundador de eBay EBAY -0.31% —, y un conglomerado indonesio.
Tras ganar un poco de dinero, los usuarios de Ruma suelen pasarse a los smartphones, en los que la aplicación Android de Ruma les permite vender crédito y aceptar pagos para terceros, como empresas de servicios públicos.
Ruma recientemente estableció una alianza con un minorista importante para ayudar a sus usuarios, conocidos como “agentes”, a realizar pedidos al por mayor y vender bienes de consumo.
Ruma puede ayudar a los usuarios a pedir préstamos para comprar un teléfono inteligente a través de Kiva, un sitio web de microcréditos sin fines de lucro. La esperanza es que los servicios de Ruma ayuden a la gente a salir de la pobreza y les enseñen que sus teléfonos pueden ser centrales en sus vidas.
“En un lugar como Cibeber, probablemente hay alguien vendiendo un teléfono Android cerca, lo que falta son las personas que enseñen el valor de Internet”, dice Haryopratomo, de 32 años y egresado de la escuela de negocios de la Universidad de Harvard.
‘Hace falta personas que enseñen el valor de Internet’, dice Aldi Haryopratomo, el presidente ejecutivo de Ruma. Rony Zakaria for The Wall Street Journal
Ruma despliega a diario unos 200 empleados en Indonesia. En motocicletas, los trabajadores de campo recorren los barrios cuadra por cuadra, reclutando nuevos clientes y manejando una red de 30.000 agentes; 75% de estos son mujeres. Aunque las mujeres en los países en desarrollo tienen mucho menor probabilidad de estar conectadas a Internet que los hombres, los estudios indican que están más motivadas a mejorar la situación de sus familias.
Mientras realizaba un recorrido por motocicleta del sudeste asiático cuando era empleado de Kiva, Haryopratomo se dio cuenta de que a muchas personas les costaba entender cómo un sitio web en una computadora portátil los podía ayudar a obtener un préstamo.
El ejecutivo recuerda que algunos aldeanos agitaban la computadora para ver si caída dinero de la “caja mágica”. “Cambiar la vida y la conducta de las personas sobre cómo se conectan a Internet requiere que los lleven de la mano”, dice. “Nada puede reemplazar el cara a cara, ni siquiera Facebook”.
El esfuerzo por lograr que la gente tenga acceso a la web está muy fragmentado. En Google, las iniciativas de acceso a Internet están a cargo de diferentes grupos. El Proyecto Loon, el programa de Google de enviar globos por todo el mundo para proveer acceso a Internet, es parte del laboratorio de investigación Google X. Otros proyectos de conectividad son dirigidos por el grupo de mercados emergentes y oficinas regionales.
Las empresas tecnológicas también tienen que trabajar con gobiernos, operadores de telecomunicaciones, organizaciones sin fines de lucro y privadas, escuelas y otras entidades, que varían por ubicación y a menudo colaboran de manera ineficiente entre sí.
Facebook y Google han intensificado sus esfuerzos por combatir las barreras sociales al acceso a Internet, especialmente con la creación de mayor contenido local.
Inicialmente, Internet.org se abocó a mejorar la eficiencia de las aplicaciones de Facebook y sellar acuerdos con los operadores de telecomunicaciones para reducir los costos de acceso.
A mediados de 2014, la red social creó una aplicación de Internet.org para Zambia que incluye información sobre el clima, empleos locales, organizaciones para mujeres, además de Facebook.
En India, la empresa llevó a cabo un concurso a finales de 2014 para motivar a grupos locales a desarrollar contenido y aplicaciones para poblaciones de bajos recursos, incluyendo mujeres y trabajadores migrantes. Los más de 100 idiomas que se hablan en India complican el esfuerzo para que más gente se conecte a Internet.
Google ha estado recorriendo Indonesia desde que abrió su oficina en el país hace más de un año.
En una gira que comenzó el año pasado, la empresa ha organizado conferencias para empresas en varias ciudades, donde se ha reunido con alrededor de 2.000 negocios por evento. “Tenemos que conocer qué tipo de cosas quiere saber la gente”, resalta Andrew McGlinchey, gerente de productos para Asia Pacífico de Google. “Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para comprender al siguiente grupo de usuarios de Internet”.
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