30 mayo, 2016
Otxotorena visitó un “market” para personas de clase alta en Altamira, mostrando como viven las personas más adineradas. Pero también visitó abastos populares en el centro de Caracas, tomó fotos y las publicó, mostrando qué hay y que no hay.
Agustín Otxotorena, un ejecutivo vasco residenciado en Caracas, se cansó de que todos los días sus amigos le preguntaran si es cierto que en Venezuela no hay comida, si los venezolanos cazan perros, gatos y palomas para poder sobrevivir, si de verdad ya no se consiguen las galletas Oreo, cerveza ni Coca Cola, si es normal que los caraqueños busquen comida entre la basura y si se necesita una inmediata intervención extranjera en el país que lleve ayuda humanitaria. Se dedicó a pasear por la ciudad de Caracas, tomando fotos en las calles, tiendas y supermercados, publicándolas en su muro en Facebook. ¿Será que Gustavo Petro y Delcy Rodríguez tenían razón? Juzgue usted mismo.
Texto: Alba Ciudad
A comienzos de marzo, el exalcalde de Bogotá y dirigente del movimiento Progresistas de Colombia, Gustavo Petro, visitó la ciudad de Caracas y presentó en su cuenta Twitter varias fotos de supermercados de Caracas llenos de alimentos. “Entré a un supermercado en Caracas y miren lo que encontré. ¿Me habrá engañado RCN?”, se preguntaba mientras mostraba fotos de varios pasillos de un automercado Plaza’s en el este de la capital. La respuesta ante sus tuits fueron una ola de agresivos insultos, llamándolo mentiroso.
Dos meses después, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, reclamaba en una sesión de la OEA que el mundo tenía la equivocada idea de que en Venezuela las personas no tenían nada qué comer. Señalaba que la foto de un supermercado casi vacío, tomada en Rockaway Beach, Nueva York por la agencia Reuters en la víspera de un huracán, había sido manipulada y publicada por decenas de medios de varios países, alegando que era en un supermercado venezolano. La realidad era que, si bien hay dificultades y problemas en Venezuela, en los establecimientos había comida. Nuevamente, fue insultada, descalificada y vilipendiada por decenas de políticos, medios de comunicación y tuiteros.
Y es que la imagen de Venezuela que se transmite en el exterior, principalmente por los medios de comunicación de Colombia, España y Estados Unidos, es la de que se requiere una intervención internacional urgente que lleve ayuda humanitaria a la población para salvarla de una hambruna. Con frecuencia se esparcen de forma viral noticias falsas, como que los venezolanos cazan palomas, perros y gatos para alimentarse, o de que los caraqueños han sido forzados a recoger comida de los basureros, lo que hace pensar a muchos que la situación de Venezuela desesperada, y semejante a la de cualquier país donde se viva una prolongada guerra civil.
CNN afirmó en febrero que el fabricante de Oreo daría por perdido el negocio en Venezuela
Otras noticias que se repiten constantemente, como que ya no habrá más galletas Oreo en Venezuela (noticia de febrero, aunque aún se consiguen) o de que el país se queda sin Coca Cola ni cervezas (y nuevamente: los supermercados caraqueños siguen llenos de estos productos, aunque a mayores precios) también preocupan mucho a quienes no viven aquí.
Y es que nadie puede dejar de desconocer los problemas que hay en Venezuela con el acceso a los alimentos y las medicinas. El poder adquisitivo de las y los venezolanos se ha reducido enormemente en comparación a como se vivía hace 5 años. El gobierno denomina a esta situación “guerra económica”, causada principalmente por políticos y empresarios que aprovecharon la enfermedad y posterior muerte de Hugo Chávez para tratar de derrocar al gobierno bolivariano usando diferentes modalidades de sabotaje.
La caída en más de 70 por ciento de los ingresos petroleros, la intensa sequía de tres años, el contrabando hacia Colombia, fenómenos climáticos como El Niño, y la corrupción e ineficiencia de algunos funcionarios públicos agudizaron aún más el problema.
Dificultades
En la actualidad, los productos que tienen precios regulados por el Estado son bastante difíciles de conseguir, pues los empresarios los producen en baja cantidad (ellos prefieren producir los productos no regulados, pues le ganan mucho más dinero). Las personas tienen que hacer inmensas colas para acceder a los pocos productos regulados que se consiguen, y tienen que competir con vendedores informales (“bachaqueros”) que compran estos alimentos para revenderlos a 10 veces su precio. Empresarios venden los productos a estos bachaqueros de forma clandestina, a precios muy por encima de la regulación, para ganarles más. Hay un fuerte contrabando de alimentos a Colombia, nuestro país vecino, donde la pobreza es mucho mayor.
Y no se puede negar que muchas personas han tenido que modificar su dieta y dejar de consumir determinados alimentos que antes abundaban: el arroz, los granos y la harina de maíz precocida son muy difíciles de conseguir a precios regulados, y el pollo, la carne o los embutidos tienen precios impagables para el asalariado venezolano normal, por lo que han tenido que sustituirlos por otros productos más económicos y “apretarse el cinturón”.
Pero, ¿quién tiene la razón entonces? ¿Es la situación de Venezuela parecida a la que vivió la España de la posguerra? ¿Debe ser intervenida por potencias extranjeras que “salven” a su población de una hambruna? ¿O es que los venezolanos, a pesar de la caída de su poder adquisitivo y de la dificultad en acceder a numerosos productos, en realidad aún viven bien comparados con ciudadanos de otros países?
Eso es lo que intentó responder Agustín Otxotorena, un ejecutivo vasco residenciado en Caracas, quien se cansó de que todos los días sus amigos le preguntaran si es cierto que en Venezuela no hay comida. Se dedicó a pasear por la ciudad de Caracas, tomando fotos en las calles y supermercados y publicándolas en su muro en Facebook para contrastarlas con las frecuentes fotos de medios de su país, que muestran supermercados vacíos. Su intención era mostrar que, a pesar de los problemas agudos que sí existen, en Caracas se sigue viviendo de forma normal. En los supermercados sí hay comida (si bien no todos pueden acceder a ella), hay numerosos puestos de perros calientes y hamburguesas en las calles y la gente los usa.
El blog La Tabla, conducido por Víctor Majano, ha colgado una noticia resumiendo las vivencias de Otxotorena en Caracas, y sus notas han sido tan visitadas, que prácticamente obligaron al diario derechista ABC a reseñar los descubrimientos de Otxotorena (nota: este lunes ABC borró la noticia,pero en Alba Ciudad la recuperamos y la dejamos acá).
“Estas fotografías son de una panadería y una tienda de abastos, normales y corrientes, zonas populares, con clientes trabajadores, asalariados. Son negocios prósperos e igual tienes que ir a tres o cuatro para completar todo lo que quieres, pero en todos hay comida y resuelves tu dieta normalmente”. Todas fueron tomadas el 27 de mayo.
“Los puestos callejeros donde comes una hamburguesa o un perrito caliente son miles y estan en cada calle de Caracas. Un perrito caliente con todo tipo de aderezos, cebolla, salsas, cuesta 400 bolívares: 0,35 euros al cambio”.
“Una botella de Coca Cola de 2 litros cuesta 620 bolivares: unos 0,55 euros al cambio. Un kilo de platanos cuesta 400 bolos. Un kilo de yuca 700 bolos. Un kilo de patatas, cebollas, zanahorias, pimientos: 1000. Esto en las tiendas (supermercados). En los mercados populares, que hay por doquier, los precios bajan”.
Las fotos de Otxotorena fueron tomadas en pequeños abastos particulares. Las grandes cadenas, como Central Madeirense, Excelsior Gama, Plaza’s o Makro, prohíben a las personas tomar fotos en sus locales, los empleados suelen estar muy vigilantes y ser bastante molestos cuando se dan cuenta de que alguien está usando su teléfono móvil para captar fotos. Periodistas de Venezolana de Televisión, canal público estatal, han hecho programas con cámara escondida desde dentro de los supermercados para denunciar la especulación y otras formas de sabotaje.
Sin embargo, Otxotorena se las ingenió y logró tomar fotos desde el supermercado Excelsior Gama de La Trinidad y un automercado Plaza en Prados del Este, ambas urbanizaciones del sureste de Caracas, donde la mayoría de la población es de clase media-alta.
Cadenas de supermercados
“Pongo estas fotos porque ya estoy harto de todos los que me llaman o escriben diciéndome que en Venezuela NO HAY comida y que vivimos como en Somalia o Etiopía”, dice compartiendo las fotos del supermercado Plaza’s del centro comercial Galerias Prados del Este. Son del 19 de mayo.
“Con esto no digo que haya mucha gente pasándolo mal y a la cual no le llega el dinero para vivir. Lo mismo que en Colombia, México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Brasil, Argentina, y un largo etcétera de países latinoamericanos. La pobreza es un mal endémico en esta región del mundo, lo que no impide que haya una clase alta que viva con estándares de vida superiores a los europeos”.
“Riqueza mal repartida. Espero que ésto le sirva a alguno, aunque también se que no hay mas ciego que el que no quiere ver”.
El 26 de mayo, Otxotorena compartió fotos tomadas en el supermercado Excelsior Gama ubicando en La Trinidad, Caracas, tomadas ese mismo día a las dos de la tarde. “Vuelvo a poner fotos de otro supermercado venezolano donde efectivamente NO HAY producto regulados”. Explica que el gobierno importa alimentos y obliga a venderlos a precios muy bajos, pero no es lo que se vende en estos supermercados del sureste caraqueño.
“Comida hay. Faltan cosas, evidentemente. Hay un sector privado que juega al desabastecimiento, y no le importa vender menos o no vender, ya que hay una alta concentración de la oferta y saben que volverán a recuperar mercado cuando se den las condiciones que ellos quieren. Son fuertes, retan al gobierno”.
“Eso sí: en éstos supermercados como los Excelsior Gama, Plaza’s, Luvebras, no hay colas, como se ve en las fotos y hay el suficiente producto como para vivir holgadamente, y darse mas de un capricho, aunque la oferta de productos sea menor. El alarmismo, comparar Venezuela con Siria como ha hecho un diputado opositor y pensar que los cientos de miles de Caraqueños de clase alta, muy alta o ricos están viviendo como en la posguerra española, es una manipulación y una mentira”.
Recientemente, el gobierno de Mariano Rajoy convocó al Consejo de Seguridad Nacional, una instancia de su gobierno que no era usada desde los recientes ataques terroristas en París, ydeclaró a Venezuela “una amenaza para la seguridad nacional”, justificado supuestamente en el “bienestar” de la colonia española en Venezuela, calculada en aproximadamente 200 mil ciudadanos.
Tiendas y “markets” para la clase alta
Para contrastar, Otxotorena también se fue a una tienda para la clase alta: Fresh Fish Gourmet Market de Altamira. “Una tienda exclusiva para la clase alta de Caracas, con carnes exquisitas, fiambres, jamón español, aceites de oliva virgen de varios países del mundo, vinos estupendos,champagne francés, salmón noruego, sal Maldon, etcétera.”
“En Caracas faltan cosas y el que no tiene plata tiene que buscar y conseguir en varios sitios, pero si tienes dinero no hay ningún problema”, señala. “Si tienes dinero hay whisky 18 años, exquisito ron venezolano, champagne francés, vodka ruso o sueco, bombones belgas, carnes sabrosas, langosta, ropa de marca, restaurantes exclusivos, discotecas espectaculares, playas con yates, clubs de golf, de Hipica, de Tenis, de futbol y todo un país dentro de otro país donde no hay pobres, las mujeres y los niños son rubios, van a colegios exclusivos, universidades exclusivas, y se divierten en la Isla Tortuga o el Archipiélago de Los Roques, donde los unicos negros o pobres son los camareros, el servicio o los de seguridad”.
“Aquí no hay colas, el personal es atento y de trato exquisito y y haces tus compras con comodidad, mientras te tomas un cafecito y un pastel, comentas con los demás clientes la actualidad del país, lo bien que va España, ese paraíso donde fluye leche y miel de las fuentes publicas, y el personal te carga en el maletero del coche tus compras mientras disfrutas de la hospitalidad venezolana”.
“Es lo que tienen las ‘dictaduras’ como la venezolana: periódicos, radios y televisiones así… políticos extranjeros que se pasean por el país denigrando al gobierno y pidiendo intervenciones humanitarias. El país es maravilloso y la gente de éste país, es espectacular. Toda. Los pobres, los ricos y los mediopensionistas. Todos. Gente es gente, y si hay algún pueblo acogedor, cariñoso, generoso y bueno es el venezolano. Por eso me duele tanto que se humille y se ataque a Venezuela de esta manera”.
Otxotorena continúa en su Facebook: “Esta es la realidad, bonita o no. Es dura para las clases populares, porque el poder adquisitivo es bajo. Pero esto es Venezuela”.
“La gente se rebusca: trabaja en una oficina, le pone una pegatina (calcomanía) al carro y hace de taxi (decenas de miles de taxis informales). Cose y vende ropa, busca con contactos keratina y champús y los vende en su círculo. Si trabaja en una aerolínea te busca cupo de viaje cargando su ‘comisión'”.
“Corta el pelo a domicilio, hacen pedicuras y manicuras a domicilio (No hay hombre y por supuesto mujer que no se haga las uñas de los pies…increíble para nosotros, pero es así), venden lencería femenina, te buscan repuestos para el carro, limpian casas, oficinas… estudian las carreras por las noches, en un país en el que la tasa universitaria se ha multiplicado por siete”.
“En definitiva, aquí la gente no come perros ni palomas”, señaló. “Trabajan, se esfuerzan, son pilas, se mueven, buscan, inventan, y sacan a sus familias adelante, arañando el cristal si hace falta… con solidaridad entre sus vecinos”.
En las calles
El empresario vasco también mostró fotos de un paseo normal por la Plaza Altamira o por el Bulevar de Sabana Grande un viernes por la mañana de 9 a 11. Para el venezolano, tal vez estas imágenes no tengan nada de noticioso porque es nuestro día a día. Pero para el español típico, que se imagina ―gracias a sus medios― que Venezuela es una suerte de Afganistán, seguramente se llevará una gran sorpresa.
Nuevamente, son fotos del 27 de mayo.
“Gente trabajadora, abriendo su negocio, trabajando en sus puestos de comida, haciendo diligencias, sacando plata del cajero automático… peleando en la vida, trabajando, esforzándose, luchando por sus familias, por sus trabajos, por sus sueños”, cuenta Agustin Otxotorena.
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