Por Oscar Ugarteche y Larry Vargas
ALAI AMLATINA, 25/10/2018.- “Made in China 2025” es un plan maestro industrial, anunciado por el Consejo de Estado chino en 2015[1], cuyo propósito es consolidar a la economía asiática como una superpotencia mundial, a través de la innovación tecnológica en las actividades manufactureras como eje central. Esta política industrial no sólo tiene objetivos específicos para el 2025, sino hasta el 2049[2], en el centenario de la fundación de la República Popular de China y del maoísmo, como contexto.
Esta estrategia lleva implícito el proyecto político-económico “Belt and Road”[3], también conocido como “Nueva Ruta de la Seda”, debido a que reconstruye las antiguas rutas comerciales que unían a las civilizaciones de Asia, en particular, vinculaba a China con África y Europa en el siglo XIX, incorporando una ruta marítima paralela. Belt and Road tiene el propósito de generar el 55% del PIB mundial[4], con implicaciones económicas sobre el 75% de las reservas energéticas y el 70% de la población mundial, para el año 2049.
De esta forma, el presidente chino Xi Ping, considerado el líder político chino más influyente después de Mao Zendong, con su credo del resurgimiento de La Gran Nación China, une a las diversas economías del globo, bajo los cinco pilares de Coexistencia Pacífica[5]: respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial; acuerdo mutuo de no agresión; acuerdo mutuo de no intervención en los asuntos internos; igualdad y el beneficio mutuo; coexistencia pacífica. Es casi la inversa perfecta de EEUU para América Latina. Aunque este discurso suena seductor para las economías emergentes, habrá que conocer cuál será el costo de oportunidad social y económico de subirse al tren Made In china 2025.
En este sentido, las inversiones económicas y en infraestructura que realiza China, en diversos países del globo, como parte de sus estrategias industriales, pone a prueba la supremacía de las principales economías y corporaciones mundiales actuales, además de colocar a China como líder en innovación, con la capacidad de influir en los estándares globales y las cadenas de suministro. Ante este panorama, ¿cuáles son las implicaciones de América Latina y el Caribe (ALC) en el alcance de los objetivos de Made in China 2025?
En los últimos años, China ha manifestado interés económico y geopolítico en los diversos países de ALC. Muestra de ello es la fuerza comercial que, a través del crecimiento de las exportaciones e importaciones, ha tenido el bucle ALC-China. Sin embargo, China mira a los países sudamericanos como proveedores para materias primas y, en algunos casos, como una fuente de financiamiento para inversiones en infraestructura,[6] mientras los países de la Cuenca del Caribe considera a China un dragón benéfico[7], al recibir paquetes económicos para el desarrollo social. Para China el comercio con el Caribe es minúsculo en comparación con el resto del mundo, empero, su interés en esta región es principalmente geopolítico, al desplazar a Taiwán de las fuentes de materia prima en el largo plazo e instalarse en la Cuenca, incomodando a Cuba, mientras EEUU se limita a militarizar la relación con la región.
Actualmente, aunque son muchos los países de ALC considerados en el proyecto Belt and Road, Panamá es el único que ha firmado un memorándum de participación dentro de este marco. Al respecto, en el segundo Foro de China con los Estados Latinoamericanos y caribeños (ECLAC), celebrada en enero de este año[8], los funcionarios chinos se refirieron a ALC, como una “extensión natural” de Belt and Road, añadiendo que la región es un “participante indispensable” en su construcción.
Con lo anterior, es evidente que la región de ALC tiene vínculos comerciales estrechos con el mecanismo central de la economía mundial del siglo XXI. No obstante, lo está haciendo de la manera errónea, ya que no existe una diversificación en los bienes y servicios que se comercializan. Como se observa en el Gráfico 2, la mayor parte de las importaciones de China desde ALC son commodities, manteniéndose una relación centro-periferia.
Es también evidente que el déficit comercial de México con China representa el grueso del déficit comercial de toda América latina con el gigante asiático. Los países de la Cuenca del Caribe, incluyendo Mesoamérica, tienen un déficit explicado esencialmente por el tamaño del déficit mexicano.
Es inminente la incorporación de la región ALC como el engrane en la máquina Made in China 2025, al representar el papel de proveedor de materias primas importante, así como un consumidor potencial de manufacturas. Es esencial que los gobiernos de los dos subbloques de ALC, próximos a incorporarse al proyecto industrial chino, consideren la integridad y diversificación comercial, sus alcances.
La situación a 2017 es que el promedio del déficit comercial con China de los países de la Cuenca del Caribe suma 93.4% del total de los flujos comerciales con ellos. El más grave es San Vicente que no le exporta nada a China y el menos grave es Trinidad y Tobago que tiene un déficit de 54% del total comerciado. Ellos le exportan petróleo. Esto indica que la Cuenca del caribe y Centro América no ofrecen bienes y servicios hacia China, sino se limitan a comprar. México, en ese escenario, compra insumos para la industria ensambladora para fabricar para el mercado estadounidense. Su déficit con China suma el 84% de lo que comercia con ellos.
En Sudamérica la situación es distinta. China invierte en minas, sobre todo, y compra grandes
producciones agrícolas. De este modo el déficit sudamericano promedio es de 20.7% del total comerciado, habiendo países superavitarios como los mineros del Pacifico y Brasil y deficitarios como Paraguay. Bolivia, Ecuador, Argentina y Uruguay.
El tamaño del déficit comercial mexicano con China equivale al 88% del déficit latinoamericano con China, por su inmenso tamaño. Es 71,881 millones de dólares de un déficit total agregado de los 22 países de 81,028 millones de dólares. Por el tamaño del déficit, México compra Made In China en forma abrumadora sin vender casi nada a cambio. Aparentemente, China compra materias primas y vende productos industriales, siguiendo el viejo patrón del dependentismo latinoamericano del siglo XIX.
- Oscar Ugarteche es Investigador titular IIEc-UNAM, SNI / Conacyt, Coordinador del obela.org
- Larry Vargas es miembro del obela.org
URL de este artículo: https://www.alainet.org/es/ articulo/196163
[3] Para mayor información consultar la página oficial de Bel and Road del gobierno de China en: https://www.yidaiyilu.gov.cn/
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