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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

viernes, 30 de octubre de 2020

COVID-19 EN AMERICA LATINA Y EL CARIBE. ¿PARA QUE SIRVE LA INTEGRACION?

Por José Ángel Pérez García
Máster en Relaciones Políticas y en Relaciones Económicas Internacionales
Investigador del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM)
Municipio Playa. La Habana. Cuba.
Mail pepin1353@gmail.com

 

Introducción

 

El nuevo coronavirus y la COVID-19 sigue develando las falencias de un mundo en crisis múltiples ([1]) que salvo escasas excepciones es incapaz siquiera de controlar su estela de contagios y muerte.


Al entrar al décimo mes del año  (octubre) las tendencias están ya conformadas en cuanto a la expansión y profundidad de la enfermedad y los principales impactos económicos y sociales de la misma.

 

Desde abril la cifra de contagios rebasó el millón de personas a nivel global y al 4 de octubre la enfermedad se ha extendido por 185 países, ha contagiado a 34 804 348 personas, confinado en sus casas -parcial o totalmente- a no menos de 4 500 millones de personas, llevado a la muerte a 1 030 738 enfermos con una tasa de letalidad estimada en 2,96 % (WHO, 2020).


Si bien esas son las cifras oficiales reportadas por la OMS, el director de Emergencias Sanitarias de esa entidad Mike Ryan estima que “alrededor del 10% de la población mundial puede haber contraído el coronavirus SARS-CoV-2 (20 veces por encima de las cifras oficiales) lo que representa más de 700 millones de personas” (Ryan, 2020) 

Gráfico No. 1


FUENTES: Elaboración propia sobre la base de WHO. Situation Report Coronavirus

                   Disease (COVID-19). Varios números entre enero y octubre de 2020.    

                   Ginebra, 2020 y Coronavirus Disease (COVID-19). Weekly Epidemiological   

                   Update. Ginebra. 13 september, 2020

                   Desde abril el número de contagios rebasó el millón de casos confirmados. Entre

                     enero y marzo el número de contagios fue de 281; 1 527 y 50 580,

                     respectivamente.

       

El número de muertos ha sido también creciente lo que demuestra la alta letalidad de esta enfermedad.

 

Gráfico No. 2

FALLECIMIENTOS POR COVID-19 EN EL MUNDO

(MILES)

 



FUENTES: Elaboración propia sobre la base de WHO. Situation Report Coronavirus

                   Disease (COVID-19). Varios números entre enero y octubre de 2020.     

                   Ginebra, 2020 y Coronavirus Disease (COVID-

                  19). Weekly Epidemiological Update. Ginebra. 13 september, 2020.

            

Desde el 31 de enero de 2020 la OMS estuvo alertando que el nuevo coronavirus tenía potencialidades para devenir pandemia debido a su novedad, y por tanto desconocimiento de las terapias y protocolos de salud más efectivos en ausencia de una vacuna que, hasta hoy se carece, el alto nivel de contagio y morbimortalidad([2]) que se registraba y las asimetrías de los sistemas sanitarios de  los países para enfrentar su rápida expansión, en particular los países en vías de desarrollo. 


El 11 de marzo en la Alocución de apertura del director general de la OMS en la Rueda de Prensa sobre la COVID-19, la OMS declaraba oficialmente al nuevo coronavirus y la COVID-19 como pandemia global.

 

En todo ese período -y después también- esa entidad ha cumplido las funciones para las que fue creada, y ha dado información veraz y sistemática a los países miembros para que tomaran en cuenta la magnitud de la crisis sanitaria que se estaba conformando.

 

Los datos confirman que el mundo no tiene control sobre esta pandemia.

 

Los impactos económicos y sociales son catastróficos.

El Banco Mundial considera una caída económica global de -5,2 % (Banco Mundial, 2020), en tanto la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presupone una contracción de -6,2 % en el caso que no haya un segundo rebrote global y -7,6 % si tiene lugar ese escenario (OCDE, 2020).

Por su parte, el FMI estimó en junio una caída de -4,9 % (FMI, 2020) casi dos puntos porcentuales más bajo que la proyección de abril, que fue de -3,0% (FMI, 2020 a), lo que según el Banco Asiático de Desarrollo equivaldrían a una pérdida de entre 5,8 billones y 8,8 billones de dólares (BAD, 2020).

Gráfico No. 3

COMPORTAMIENTO DE LA ECONOMIA MUNDIAL 2008-2020

(%)




FUENTES: Elaboración propia sobre la base de FMI. World Economic Outlook.

                   Washington D.C. Varios años.

                   Perspectivas de la Economía Mundial para 2020. Washington D.C. 24 de

                   junio, 2020.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que hasta abril se habían perdido en el primer trimestre de 2020 se perdió el 5,4 % de las horas de trabajo a escala mundial (frente al 4,8 % previsto inicialmente), con respecto al cuarto trimestre de 2019, equiparable a la pérdida de 155 millones de empleos a tiempo completo (OIT, 2020), lo que se suma a los 190 millones de desempleados que según esa fuente se registraron en 2019.

En cuanto al comercio mundial la Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que el volumen del comercio mundial de mercancías se reducirá este año en el 13% en comparación con 2019. Si la pandemia no se controla y los gobiernos no aplican y coordinan respuestas de política eficaces, el descenso podría ser del 32% o más” (Azevédo, 2020).

 

La Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) pronostica que más de 800 millones de personas en el mundo engrosan las filas de los hambrientos en 2020 (FAO, 2020).   

Latinoamérica y el Caribe. Escenario económico y social en deterioro 

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha mantenido un monitoreo constante sobre la pandemia consciente de sus graves impactos económicos y sociales en la región (en su mayor parte acoplada al comportamiento de la economía y el comercio mundial) y dependiente de estos para su crecimiento económico, las vulnerabilidades y debilidades que se arrastran desde 2013 en términos económicos y sociales, las asimetrías en los sistemas de salud, así como las consecuencias que esta implicaría, no sólo sanitarias sino también en el mercado de trabajo, la pobreza, y la inequidad en la distribución del ingreso.

“El panorama macroeconómico reciente muestra una desaceleración tendencial de la actividad económica en los últimos seis años (de 2014 a 2019); caídas del PIB per cápita, la inversión, el consumo per cápita y las exportaciones, y un sostenido deterioro de la calidad del empleo. Las proyecciones de crecimiento para 2020, si bien mejoran con respecto a las cifras de 2019, no son muy prometedoras; el crecimiento estimado de los países será de un 1,3 % en promedio. De proseguir este escenario, el septenio 2014-2020 sería el de menor crecimiento económico en la región en los últimos 40 años” (Cepal, 2019).

 

A inicios de abril de 2020, en el Informe Especial No. 1 de la Cepal sobre la COVID-19, ya bajo los efectos de la pandemia, esa entidad precisó que “el COVID-19 afecta a la región a través de cinco canales externos de trasmisión: la disminución de la actividad económica de sus principales socios comerciales; la caída de los precios de los productos primarios; la interrupción de las cadenas globales de valor; La menor demanda de servicios de turismo y aversión al riesgo y el empeoramiento de las condiciones financieras mundiales” (Cepal, 2020).

 

A tenor con esto ha venido actualizando constantemente su perspectiva para la región. “En ese informe especial ya se reconocía que “el efecto de la crisis ha llevado a cambiar esa previsión y pronosticar una caída del PIB de al menos un 1,8%, pero no es de descartar que el desarrollo que la pandemia lleve a previsiones de contracciones de entre un 3% y un 4%, o incluso más” (Cepal, 2020).


En el Informe Especial No. 2 de la Cepal sobre la COVID-19, la secretaria ejecutiva de esa entidad Alicia Bárcena fundamentó que La pandemia impacta a las economías de América Latina y el Caribe a través de factores externos e internos cuyo efecto conjunto conducirá a la peor contracción de la actividad económica que la región haya sufrido desde que se iniciaron los registros, en 1900”. Los estimados de la caída económica son del -5,3 %. Y continuó afirmando quePara encontrar una contracción de magnitud comparable hace falta retroceder hasta la Gran Depresión de 1930 (-5 %) o más aún hasta 1914 (-4,9 %) (Cepal, 2020 a).

En el Informe Especial No. 5 sobre la COVID-19 del 15 de julio esa entidad profundizó la revisión a la baja del comportamiento de la economía latinoamericana y caribeña para 2020 que es de -9,1 % (Cepal, 2020 b). Las caídas previstas para las tres principales economías de Latinoamérica son catastróficas; Brasil caería -9,2 %, en tanto la contracción de Argentina y México se estiman en -10,5 % y -9,5 %, respectivamente. Por subregiones, Sudamérica caerá -9,4 %; Centroamérica y México -8,4 % y  el Caribe (sin incluir Guyana) -7,9 %  (Cepal, 2020 b). En las dos últimas subregiones el turismo y las remesas serán dos duros canales de impacto por su significativa participación en el PIB.

Gráfico No. 4

COMPORTAMIENTO DE LA ECONOMÍA DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE ENTRE 2008 Y 2020

(%)


 

FUENTE: Elaboración propia sobre la base del Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe de la Cepal. Santiago de Chile, 2019 e Informe Especial COVID-19 No. 5. Santiago de Chile. 15 de julio,   2020. 

               

Con datos de Cepal, “el turismo ha sido uno de los sectores más inmediatamente afectados por el COVID-19 en la región. Los efectos han sido particularmente intensos en el Caribe, donde, para varias economías, los ingresos por turismo representaron más del 20% del PIB en 2018. En un escenario con una caída de los ingresos por turismo del 10% en 2020, el PIB se reduciría 0,8, 0,3 y 0,1 puntos porcentuales en el Caribe, México y Centroamérica, y América del Sur, respectivamente. En un escenario más negativo, en el que los ingresos por turismo disminuyeran un 30% en 2020, la caída para estas subregiones sería de 2,5, 0,8 y 0,3 puntos porcentuales, respectivamente. El impacto en el empleo será muy duro en el entendido que ese sector emplea a unos 2,4 millones de personas y representa el 15,5% del PIB” (Cepal, 2020).

 

Los efectos de la retracción en ese sector se sentirán en particular a las micro y pequeñas empresas, cuyo peso en el sector de hoteles y restaurantes es enorme: el 99 % de las empresas y el 77 % del empleo. En cuanto a las remesas, la entidad estima que “se podrían contraer entre un 10% y un 15% en 2020 y podrían pasar entre 4 y 8 años para que retomen el monto alcanzado en 2019” (Cepal, 2020). A mayo de 2020 las remesas han caído 7,0 % interanual (Cepal, 2020 b).

 

En el mercado de trabajo, el desempleo abierto urbano que ya venía aumentando desde 2016 (6,6%) y fue en 2019 de 8,2 % de la población en edad laboral (Cepal, 2019), se ubicaría en torno al 13,5%, un aumento de 3,4 puntos porcentuales respecto al nivel de ese último año. Así, el número de desempleados de la región llegaría a 44,1 millones, lo que implicaría un aumento cercano a 18 millones con respecto al nivel de 2019 (26,1 millones) (Cepal, 2020 b).


En la dimensión social, la COVID-19 encuentra en Latinoamérica y el Caribe un escenario desolador. 


Los avances registrados en el combate a la pobreza, la pobreza extrema y la desigualdad social entre 2002 y 2014, si bien insuficientes, vulnerables, potencialmente volátiles y poco empoderados, no dejaban se constituir un dato importante en un continente en el que esos flagelos han sido siempre un fardo para el desarrollo económico y una vergüenza moral.

 

En 2002 el número de pobres y en pobreza extrema en la región eran de 230 y 62 millones de personas que representaban el 45,4 % y 12,2 % de la población, respectivamente. En contraste, en 2014 la pobreza y su expresión extrema habían bajado hasta 164 y 46 millones de latinoamericanos y caribeños que representaban en ese año 27,8 % y 7,8 % de la población. En ese período de tiempo la desigualdad en la distribución del ingreso medido por el Índice de Gini, un indicador en el que Latinoamérica y el Caribe ha ocupado siempre el tristemente célebre primer lugar a nivel mundial “bajó” de 0,53 a 0,46 (Cepal, 2019 a).

 

Todo eso fue el  resultado de las políticas públicas de los gobiernos progresistas y de izquierda que aprovecharon  una coyuntura muy favorable de expansión de las exportaciones y altos precios de los productos básicos en el mercado mundial para multiplicar los ingresos fiscales y distribuirlos más equitativamente entre la población. 

 

Pero esos resultados estaban retrocediendo ya antes de la pandemia de la mano de gobiernos de derecha que desmantelaron la obra social del progresismo y la izquierda y reinstalaron el neoliberalismo salvaje rehén del FMI, el Banco Mundial y  los consabidos equilibrios macroeconómicos que se expresan en recortes del gasto público. La COVID-19 agravó dramáticamente un escenario de retrocesos sociales que ya estaba en marcha.

 

Como consecuencia de la pandemia la pobreza subirá en 2020 hasta 230, 9 millones de personas que representa una taza de 37,7 % respecto a 2019 y la pobreza extrema se situaría en 96,2 millones de latinoamericanos para un aumento del 15,5 %, lo cual representa un retroceso a los niveles que se registraban en 1999.  Por su parte, el Índice de Gini, que estaba “mejorando” aunque muy discretamente desde 2002, a partir de 2014 se ralentizó y en 2020 profundizará su caída entre 1% y 8% (Cepal, 2020 b).

 

La desigualdad e informalidad laboral en la región determinan una situación más catastrófica en comparación con otras partes del mundo. Quienes dependen de empleo informal y no tienen protección social, tienen que seguir trabajando para cubrir sus necesidades básicas, lo que atenta contra las medidas de distanciamiento físico y la protección a sí mismos y a sus familiares.

 

Un informe de la OCDE y el Banco Mundial sobre el estado de la salud en las Américas publicado en el primer trimestre de 2020 indica que “casi el 8% de las personas tienen 65 años o más, más del 80% de la población vive en zonas urbanas y el 21% de la población urbana vive en barrios marginales, asentamientos informales o viviendas inadecuadas donde los servicios básicos no están disponibles. Esta combinación exacerba los riesgos de la epidemia entre los grupos más vulnerables” (OCDE-BM, 2020).

 De esa manera, aun reconociendo el potencial destructivo de la pandemia del Sars-Cov-2, al primer semestre de 2020 cuando arreciaba el número de contagios y muertes por la COVID-19, nuestra región estaba inmersa ya en otras pandemias; pandemia económica, social y política, y esto obviamente complejiza significativamente el escenario en el que los países tendrían el efecto combinado de una grave emergencia sanitaria y que un frenazo económico como el que tiene lugar en este año.

 

Las Américas. Epicentro profundo y prolongado

 

Al evaluar los datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (Gráfico No. 5) el epicentro de la pandemia de COVID-19 duró unos 3 meses en Asia y Europa, pero lleva instalado 6 meses en las Américas. Si bien la traslación del epicentro de un continente a otro no significa que se haya controlado la enfermedad, el epicentro si indica un espacio en el que la expansión de los contagios, la morbimortalidad y la letalidad es comparativamente más alta.

 

La gráfica No. 5 refleja la persistencia y la profundidad del epicentro de la COCIV-19 en las Américas desde finales mayo de 2020 hasta el momento de escribir este ensayo.

 

Gráfico No. 5

EVOLUCIÓN DE LA COVID 19 POR CONTINENTES



 

FUENTE: WHO. Coronavirus Disease (COVID-19). Weekly Epidemiological

                Update. Ginebra. 13 september, 2020.

.

En ese período países como Estados Unidos, Brasil, México, Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Panamá y República Dominicana se sitúan a la cabeza de los contagios a nivel mundial. En Norteamérica con 8 227 694 casos confirmados y 296 406 fallecimientos (PAHO/WHO, 2020), obviamente Estados Unidos y México concentran los niveles más altos de la enfermedad. En Sudamérica, Brasil encabeza la lista de contagios con casi 5 millones de casos confirmados al 5 de octubre (PAHO/WHO, 2020) y en Centroamérica y el Caribe el epicentro pandémico fue -y es- desde marzo Panamá y la República Dominicana. 

 

Al 4 de octubre la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reportaba ya más de 9 millones de casos confirmados y más de 274 mil muertos en Latinoamérica y el Caribe (PAHO/WHO, 2020). Aunque no pocos especialistas consideran que las cifras pudieran ser mucho más altas debido a la subnotificación de casos y problemas con las estadísticas, los registros son alarmantes.

 

Respecto al gasto social la Cepal señala que “La inversión en políticas sociales en la región muestra un freno de su crecimiento respecto del PIB, pues se ha vuelto a niveles de gasto alcanzados en años anteriores. Si bien los países de América del Sur alcanzaron su valor más alto como porcentaje del PIB en 2017, se produjo una disminución en 2018, mientras que el gasto promedio del grupo conformado por los países de Centroamérica, México y la República Dominicana retrocedió a niveles anteriores a 2011 y el de los cinco países del Caribe de habla inglesa estudiados volvió a los niveles de 2014”. El gasto público como porcentaje del PIB en toda la región fue de 11,3% en 2018, más bajo que en 2017 (11,5%) e igual al de 2016 (Cepal, 2019 a).

 

El gasto público social per cápita también registró caídas en todas las subregiones de Latinoamérica y el Caribe.

 

Grafico No. 6

AMERICA LATINA Y EL CARIBE (22 PAÍSSE9. GASTO SOCIAL PER CAPITA DEL GOBIERNO CENTRAL POR SUBREGIONES. 2000-2018

(En dólares de 2010 o precios constantes)


 


El gasto social específicamente en el sector de la salud se estancó en un rango de 2,2 % en Latinoamérica desde 2015 con asimetrías entre subregiones. En Sudamérica (con datos disponibles de 9 países) aumentó muy poco entre 2015 (2,4 %) y 2018 (2,6 %). En Centroamérica, México y República Dominicana nunca llegó al 2,0 % como promedio, cayendo a 1,8 % en 2018 lo que significó el mismo porcentaje que en 2012. En el Caribe -fundamentalmente anglófono- que es la subregión donde el porcentaje de gasto social en salud rebasa la media de Latinoamérica (3,0%), también registró una caída en 2018 (3,3%) respecto a 2017 (3,5 %) (Cepal, 2019 a). 

Estos datos ayudan a explicar en general por qué la pandemia del Sars-Cov-2 ha estado haciendo más estragos en Sudamérica y Centroamérica en comparación con el Caribe. 

Al 4 de octubre de 2020 en la primera subregión se contabilizaban 8 241 785 casos confirmados y 260 312 muertes (centro de la pandemia en Latinoamérica). En Centroamérica, las cifras son 402 313 casos confirmados con 10 099 fallecimientos y en el Caribe se registraron 229 894 casos y 3 922 muertes (PAHO/WHO, 2020). 

En lo concerniente al gasto social destinado a la función de la salud([3]) en 23 países de la región el promedio de gasto del gobierno central en esa función fue de 2,4 % del PIB en 2018, lo que contrasta con la propuesta de la Agenda de Salud Sostenible para las Américas 2018-2030 en la que se afirma por la OPS/OMS que para avanzar hacia la salud universal se requiere como meta por lo menos un gasto que representa el 6 % del PIB. 

Sólo tres países de Latinoamérica y el Caribe cumplen con esa meta. En primer lugar Cuba que gasta en la función salud el 11 % del gasto social como % del PIB, en tanto Argentina y Costa Rica reportan 7,0 % y 6,5 %, respectivamente (Cepal, 2019 a). 

La cobertura de salud expresada en la relación médico/paciente, enfermera(o)/paciente camas de hospitalización en Latinoamérica y el Caribe es también precaria en términos generales y absolutamente insuficiente para enfrentar una pandemia. Peor aún la infraestructura para cuidados intensivos.

 

TABLA No. 1

COBERTURA DE SALUD EN AMERICA LATINA Y EL CARIBE

(Países seleccionados)

 País

Médico/mil habitantes

Personal de enfermería/mil habitantes

Camas de hospitalización/mil habitantes

Camas para cuidados intensivos/mil habitantes

Argentina

4,0

2,6

5,0

0,29

Brasil

1,8

1,5

2,3

0,03

Bolivia

1,6

1,6

1,1

*

Chile

2,5

2,7

2,1

0,02

Colombia

2,0

1,3

1,7

0,03

Ecuador

2,0

2,5

1,5

0,03

México

2,4

2,9

1,4

1,00

Perú

1,3

2,4

1,6

0,02

Panamá

1,6

3,1

2,3

0,02

R. Dominicana

1,5

1,4

1,6

**

FUENTE: OCDE-BM.  Panorama de la Salud en Latinoamérica y el Caribe 2020.   

                 París, 2020.

               *Página Siete publicó en junio de 2019, que en Bolivia hay 145 camas de cuidados

                 intensivos para atender a 5,6 millones de personas que acuden al sistema público de

               salud.

             ** En República Dominicana de las 445 camas que hace dos años tenía para las

                 Unidades de cuidados intensivos en la red de centros de salud 146 (33%) son

                estatales. De esa cantidad solo 268 (3,8%) están completas y el Estado dispone

                de 94 (Informe de la Sociedad Dominicana de Medicina Crítica y Cuidados

                Intensivos) (https://hoy.com.do). 5 de abril, 2016.


Los datos de la tabla No. 1 explican la débil infraestructura de salud en Latinoamérica y el Caribe y la grave situación que vive esa subregión en el contexto de las Américas en cuanto a contagios, letalidad y muertes, sin desconocer que al 1 de octubre la mayor profundidad en cuanto a esos datos corresponde a Estados Unidos (7 160 476 casos confirmados acumulados desde marzo; 205 666 muertes que representan 626 decesos por millón de habitantes (PAHO/WHO, 2020 a). 

El curso que está tomando la COVID-19 en varios países latinoamericanos y algunos caribeños apunta a que puede quedar como endemia en esa región.

 

TABLA No. 2

AMERICA LATINA Y EL CARIBE. PAISES CON MAS CONTAGIOS Y MUERTES POR LA COVID-19 AL 1 DE OCTUBRE DE 2020

País

Casos confirmados

Fallecidos

Letalidad

Argentina

   751 001

  16 937

  2,3

Brasil

4 810 935

143 552

  3,0

Perú

  824 829

   25 998

  4,0

México

   743 216

  77 646

10,4

Chile

  464 750

  12 822

  2,8

Colombia

  828 679

   25 998

  3,1 

Ecuador

  138 584

   11 433

  8,2

E.P. de Bolivia

  135 311

    7 965

  5,9

Panamá

  112 595

    2 372

  2,1

República

Dominicana

  112 728

    2 108

 1,9   

         FUENTE: PAHO/WHO. COVID-19. Region of the Americas. Washington D.C. 1  october,

                     2020.

 

La concertación y la integración capitalistas ¿para qué sirven?

Abrumados por las cifras económicas, sociales y sanitarias, todas negativas, y por constatar el epicentro de la pandemia en las Américas sin que se pueda aún visualizar no ya el control de la enfermedad, sino sólo cuando y como empezará a aplanarse la curva de contagios, muerte y letalidad, casi no se le ha dato atención a cuál ha sido el rol de las estructuras de concertación de políticas, cooperación e integración frente a este dramático escenario. 

Con 16 990 036 casos confirmados de COVID-19 al 4 de octubre en las América, y más de medio millón de muertos (WHO, 2020) la Organización de Estados Americanos (OEA) sólo ha publicado una Guía de Acción Política en la que no se cansa de enfatizar en la Carta Democrática y en la democracia -burguesa obviamente- sin proponer ninguna acción concreta, ni alcanzar ningún resultado de valor en el entendido que las Américas es escenario del 48 % de los contagios y el 57 % de las muertes a nivel global (Pérez, 2020). 

De poco han servido las reafirmaciones, coincidencias y expresiones de la Declaración de Presidentes de Mercosur del 2 de julio de 2020 para mitigar siquiera los embates de la pandemia en el así llamado cono sur latinoamericano. De hecho, en un documento de 34 acuerdos nacido de esa cumbre al más alto nivel, sólo 4 hacen referencia a la COVID-19 (Comunicado Conjunto Mercosur, 2020). Los 5 836 270 infestados en los países de ese bloque de integración al 4 de octubre (PAHO/WHO, 2020), de los cuales 86 % son brasileños, y los 187 756 muertos (77 % sólo en Brasil) (Pérez, 2020), denotan el poquísimo efecto de la cumbre de presidentes ya mencionada y de una integración de matriz neoliberal como Mercosur. 

Por su parte la Comunidad Andina de Naciones (CAN) se autocalifica por su secretario general Jorge Hernando Pedraza como “el organismo de integración más sólido del continente con 51 años de institucionalidad …” y se declara “lista para afrontar el nuevo escenario mundial postcoronavirus” (CAN, 2020). 

Sin desconocer la importancia de la estabilidad institucional, en medio de una pandemia cabe la pregunta ¿de qué sirve una institucionalidad que no puede evitar que en la subregión andina se registren 1,3 millones de casos confirmados al 4 de octubre de 2020 y casi 80 mil muertes? (PAHO, WHO, 2020). ¿Qué valor tendrá esa institucionalidad para los 824 985 peruanos contaminados por COVID-19 (63,4% del total de enfermos en la subregión andina) y para las familias de los más de 32 mil muertos (41 % de todos los fallecimientos de esa zona)? (Pérez, 2020). Al menos la CAN dijo que estaba lista para afrontar un escenario postcoronavirus, lo cual se interpreta como que no puede hacer nada para enfrentar la enfermedad, sino el escenario económico que viene después -¿cómo, con qué?- es lo que está por ver. 

¿Cómo entender que en los países centroamericanos y la República Dominicana, todos parte del Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con Centroamérica (CAFTA-DR por sus siglas en inglés) se registren a inicios de octubre más de 229 mil casos confirmados (PAHO/WHO, 2020) de los cuales casi la mitad son dominicanos, más de 4 500 fallecimientos (71 % guatemaltecos) (Pérez, 2020) y no haya ningún pronunciamiento o acción de ese modelo de integración?. 

Sería comprensible esperar que si América es el epicentro de la pandemia, la OEA, el Mercado Común del Sur (Mercosur)([4]) la Comunidad Andina de Naciones (CAN)([5]), el Sistema de Integración Centroamericano (SICA), el CAFTA-DR([6]), los otros Tratados de Libre Comercio (TLCs) se hubieran pronunciado, o mejor aún ya debían haber concretado acciones, pero no, sólo palabras y documentos virtuales. 

La Unión Europea, sin ser el foco de este ensayo tampoco ha dejado ninguna buena lección. Con 6,1 millones de casos confirmados y 225 494 y 240 148 muertos al 4 de octubre de 2020, no es un buen expediente frente a la pandemia de COVID-19 (WHO, 2020). 

Entonces surge la pregunta ¿para qué sirve la concertación y la integración capitalistas?. Obviamente para defender los intereses del capital, pero ¿de qué capital?, ¿del pequeño y mediano capital? . No, pues los hechos concretos apuntan a que entre las empresas más afectadas por la pandemia en Latinoamérica y el Caribe están las micro, pequeñas y medianas empresas, que representan 88,4 %; 9,6 % y 1,5 % de la estructura empresarial, respectivamente (Cepal, 2020 c). ¿Defender al gran capital? Es lo que se esperaría, pero tampoco eso está del todo claro pues en Latinoamérica sólo 0,5 % de las empresas clasifican en esa franja (Cepal, 2020 c) y las graves caídas de la economía de todas las naciones latinoamericanas y Estados Unidos, el cierre de empresas y el aumento del desempleo no tributa a la extracción de plusvalía a los trabajadores y la depresión del gasto de consumo, no alimenta el PIB, ni la sacrosanta ganancia. 

Sólo en la subregión del Caribe las micro y pequeñas empresas en el sector del turismo representan el 99 % del total y el 77 % del empleo (Cepal, 2020 a) y la severa caída del turismo en esa zona significará una contracción de la economía de casi 8 % en 2020 (Cepal, 2020 b). 

ALBA Y COVID-19. El valor de la solidaridad y cooperación

Mucho se ha criticado al ALBA desde la derecha y también -lamentablemente- desde no pocos sectores de la izquierda. 

Entre los principales frentes de crítica han figurado que carece de institucionalidad formal (no tiene secretaría permanente, ni presidencia protempore) que no responde a ninguna de las “escuelas” de integración de las que existen en el mundo, o sea, la integración capitalista que ha probado preferenciar la ganancia, ni a la escuela socialista (Consejo de Ayuda Mutua Económica de la época del socialismo real articulado por la Unión Soviética, o CAME por sus siglas en español), que le falta interrelación estructural en la base económico productiva y que carece de autostenibilidad económica. 

Estos señalamientos reflejan parte de la verdad, pues ALBA es un proceso de integración en plena construcción que no sigue la ruta de la integración capitalista, ni del CAME, que acierta y se equivoca pues está buscando su propio camino, que hasta ha pecado de algún idealismo al plantearse utopías, pero en honor a las más estricta verdad, es la única entidad de cooperación-integración que no sólo ratificó sus principios de solidaridad, cooperación y complementariedad en medio de la pandemia, sino que desde enero de 2020 venía preparándose para enfrentar sus impactos y hasta hoy realiza acciones concretas en defensa de la salud de los pueblos es la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), cuyos países miembros([7]) clasifican entre los que han alcanzado resultados prometedores en el combate y control de la pandemia en América. 

¿Por qué ahora los críticos -sobre todo los de izquierda- no reconocen que no sólo, ni siempre basta con la institucionalidad y la interconexión económica estructural para concretar cooperación y consolidar un tipo de integración alternativa?. No, hay silencio absoluto entre esos representantes de esa academia “científica”. 

Lo social, la solidaridad, la cooperación y la complementariedad clasifican entre sus principales ejes articuladores y principios medulares de sus funcionamiento, y si bien lo económico no ha alcanzado los resultados registrados en esas áreas, no es un dato menor los niveles de cooperación, e incluso los buenos resultados en algunas alternativas de integración económica (Petrocaribe por ejemplo) a pesar de las asimetrías en el nivel de desarrollo y de que tres de sus miembros -Cuba, Venezuela y Nicaragua- sobre todo los dos primeros, han estado bajo la más intensa agresividad económica y política de todos los gobiernos de Estados Unidos, en particular del gabinete de Donald Trump. 

Todos los países miembros del ALBA excepto Cuba, entraron a esa entidad integracionista con déficits de políticas públicas, pero construyeron fortalezas en las políticas sociales, en especial en la salud, la educación y el empleo y llegaron a construir en tiempo record redes de salud y educación universales, públicas y gratuitas, que sin ser perfectas, sí fueron -y son- funcionales . 

Tales son los casos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua que permitieron a la población de esos países rápidas mejoras en varios indicadores sociales como cobertura médica real, mortalidad infantil y hasta el quinto año de vida, esperanza de vida al nacer, alfabetización e índice de desarrollo humano. Los países insulares anglófonos junto a Cuba por su parte, reportan uno de los mejores índices de gasto en salud de las Américas. 

Cuba que lideraba en todos esos índices, puso todas sus fortalezas y voluntad política en función de la mejoría delos demás países. 

Entre 2005 y 2009 dos países que figuraban entre los más pobres de Latinoamérica (Bolivia y Nicaragua) lograban alfabetizar a su población y ser declarados por la UNESCO como territorios libres de analfabetismo, algo que también logró Venezuela. 

Entre 2005 y 2015 la esperanza de vida al nacer de los países del ALBA como promedio avanzó 3,4 años, lo cual es muy significativo en el entendido que dos países entraron a esa entidad integracionista con una expectativa de vida por debajo de los 70 años y se avanzó de 71 a 74,4 años en ese período (Pérez, 2020 a). 

Hacia 2015 ninguno de los países del ALBA figuró en los Informes de Desarrollo Humano del PNUD como países de bajo desarrollo; sólo Bolivia y Nicaragua estuvieron ubicados como de desarrollo humano medio. Los demás clasificaron como de desarrollo humano alto o muy alto. 

Todos los países del ALBA mejoraron muy rápido los índices de desarrollo social gracias a una coyuntura económica externa favorable que los proveyó de importantes ingresos por sus exportaciones, y también gracias a la voluntad política de sus respectivos gobiernos para colocar lo social entre las más altas prioridades de desarrollo, a lo cual tributó decisivamente los principios claves de funcionamiento de esa modalidad alternativa de integración.

Decenas de millones de consultas médicas fueron concretadas en todos esos países y la proporción de médicos y enfermeras (os) por habitante mejoró en todos ellos.

 

TABLA No. 3

MEDICO Y PERSONAL DE ENFERMERIA EN PAÍSES DEL ALBA

2020 

(Por cada mil habitantes)

País

Médico

Personal de Enfermería

Antigua y Barbuda

3,0

4,1

Cuba

8,4

7,6

Dominica

1,1

6,4

Granada

1,4

6,3

Nicaragua

1,0

1,5

San Cristóbal y Nieves

2,7

4,2

San Vicente y las Granadinas

1,7

7,0

Venezuela

 1,9*

 0,9*


  FUENTE: OCDE/WB.  Health at a Glance: Latin America and the Caribbean, 2020.               *La fuente no contabiliza la presencia de más de 30 mil colaboradores médicos cubanos en Venezuela, ni en ningún otro país del ALBA.

 

Asimismo, la capacidad de camas para hospitalización por cada mil habitantes también mejoró como tendencia (aunque discretamente en Nicaragua), excepto Cuba que ya venía con una buena proporción en este indicador.

  

Tabla No. 4

CAMAS DE HOSPITALIZACION EN PAISES DEL ALBA EN 2017

(Por cada mil habitantes)

País

Camas

Cuba

5,2

Dominica

3,8

Granada

3,8

Nicaragua

1,0

San Cristóbal y Nieves

2,0

San Vicente y las Granadinas

2,6

Venezuela

 0,9*

FUENTES: WHO/PAHO. Salud en las Américas. Panorama Regional y Perfiles por

                   Países. Edición de 2017. Washington D.C., 2017.

                 Cía World  Factbook. 1 enero, 2019.

              *Las fuentes no contabilizan que Venezuela dispone desde julio de 27 mil

               camas de hospitalización adicionales para la atención a la emergencia de la

               COVID-19.

              

De tal manera, que la COVID-19 no sorprendió a los países del ALBA en una situación de indefensión social ni sanitaria. En ninguno de ellos colapsó su sistema de salud; en ninguno de ellos se registraron las escenas dantescas de fallecidos en plana calle sin atención médica o contagiados que murieron en sus propias casas por no disponer de capacidad hospitalaria para atenderlos. En ninguno de ellos los fallecidos fueron a parar a fosas comunes, ni colapsaron los cementerios, lo cual ha sido parte de la vida en Ecuador y Bolivia en los últimos meses, países que eran parte del ALBA  hasta que los gobiernos de la derecha que alcanzaron el poder la abandonaron y expulsaron la cooperación médica  cubana. Es totalmente seguro que la historia dantesca de la COVID-19 en ambos países, hubiera sido otra si sus pueblos hubieran podido contar con el auxilio del ALBA y del personal médico cubano.

 

Todos los países del ALBA estuvieron entre los primeros que solicitaron a Cuba cooperación médica para enfrentar la COVID-19 y, obviamente, entre las primeras brigadas médicas cubanas Henry Reeve([8]) que partieron al exterior tuvieron como destino esos países. Tempranamente y rápido,  en sólo 13 días -entre el 16 y 29 de marzo- llegaron esas brigadas médicas a los países del ALBA, las que se sumaron a las que ya cooperaban en los mismos antes de la pandemia.

 

Tabla No. 5

SALIDA DE LAS BRIGADAS MEDICAS HENRY REEVE A PAÍSES DEL ALBA

País

Día de la partida

Cantidad de personal de la salud en cada brigada

Venezuela

16 de marzo

230

Dominica

29 de marzo

  35

San Cristóbal y Nieves

28 de marzo

  34

Antigua y Barbuda

26 de marzo

  26

San Vicente y las Granadinas

26 de marzo

  16

Granada

20 de marzo

    5

Nicaragua

18 de marzo

    5

FUENTES: Ministerio de Salud pública de Cuba. La Habana. 16-29 de marzo, 2020.

                   Unidad Central de Cooperación Médica. La Habana. 16-29 de marzo, 2020.

                   Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. La Habana. 16-29 de marzo,

                

De esa manera, un conjunto de factores explica que los países del ALBA clasifiquen entre los que han alcanzado resultados prometedores en el combate a la actual pandemia.

 

Entre esos factores figuran el compromiso de la mayor parte de sus gobiernos con el gasto social y el gasto en salud antes de la emergencia sanitaria por lo que estaban en mejores condiciones para enfrentarla que otros países. En la mayor parte de ellos se han construido redes de salud públicas con vocación incluyente, universal y gratuita. Todos actuaron rápido en el enfrentamiento a la pandemia y en el primer trimestre de 2020 ya tenían esa línea de trabajo en sus agendas de gobierno. Actuaron rápido también en la solicitud de solidaridad y cooperación a quien podía ofrecerla y han realizado dos cumbres virtuales cuya agenda ha sido el intercambio de experiencias y las capacidades de enfrentamiento al nuevo coronavirus. Al 3 de julio decidieron crear el Fondo Humanitario ALBA-COVID destinado a financiar y apoyar las acciones de enfrentamiento y control de la pandemia.

 

Al 4 de octubre de 2020 los números sobre la COVID-19 en los países del ALBA clasifican entre los más alentadores en las Américas, sin que eso sugiera si quiera que el problema del nuevo coronavirus está resuelto, pero tampoco debe desconocerse que el índice de letalidad en las Américas es de 3,33 % y en el mundo de 2,96 % (MINSAP, 2020) y en países como México y Ecuador es de 10,4 % y 8,3 % (WHO/PAHO, 2020). El índice de letalidad de Cuba es de 2,1 % (MINSAP, 2020), en Venezuela es de 0,8% (WHO/PAHO, 2020) y en Nicaragua es 2,9 % (ttps://www.lavanguardia.com/vida/20201001). En el resto de los países ALBA ese índice es cero.

 

No sin grandes presiones externas, tensiones y desafíos y si mucha voluntad política con la salud de sus pueblos, estos países se alejan de los peores números de la pandemia en las Américas y el mundo. Eso puede apreciarse en la siguiente tabla.

 

Tabla No. 6

COMPORTAMIENTO DE LA PANDEMIA DE COVID-19 EN PAISES DEL ALBA

AL  4 DE OCTUBRE DE 2020

País

Contagiados

Fallecidos

Letalidad

Recuperados

R.B. de Venezuela

77 646

649

0,8

68 098

Cuba

5 845

123

2,1

5 232

Nicaragua

5 170

151

2,9

3 898

San Vicente y las Granadinas

64

0

0,0

54

Antigua y Barbuda

3 988

3

0,0

57

Granada

24

0

0,0

24

Dominica

31

0

0,0

24

San Cristóbal y Nieves

19

0

0,0

17

FUENTES: PAHO /WHO.  Cumulative confirmed and probable COVID-19 cases reported by

                   countries and territories in the America, as of 4 october, 2020.  Washington

                   D.C. 4 october, 2020.

                   MINSAP. Información oficial sobre COVID-19 en Cuba. La Habana 5 de octubre,

                   2020.

              

Al menos tres de esos países -Cuba, Venezuela y Nicaragua- alcanzan los resultados que se han descrito enfrentando una agresividad reforzada de parte del actual gobierno de Estados Unidos y algunos otros de la Unión Europea y Gran Bretaña.

 

En medio de la pandemia el gobierno de EEUU le ha reforzado el bloqueo económico a Venezuela. Ese país ha sido objeto de subversión política desde fuera con la complicidad de los actuales gobiernos de Colombia y Estados Unidos. A esa nación le fue negado un crédito que solicitó al FMI para hacer compras de insumos y medicinas en el exterior.

 

Como si eso no bastara le fue incautado -robado- 31 lingotes de oro valorados en mil millones de dólares americanos que la nación bolivariana tenía depositados en el Banco de Inglaterra y que esa entidad se niega a entregar a sus legítimos dueños por razones políticas, a pesar de que esa nación precisó que necesitaba esos fondos para importar medios para combatir la pandemia.

 

Venezuela se vio al borde del colapso energético por déficit de gasolina y fue en ese momento que la acción valiente y soberana de Irán proveyó de ese combustible e insumos al país para su refinación. Ese es el contexto en que Venezuela enfrenta la pandemia del COVID-19.

 

En el caso de esa nación se da la particularidad de que desde abril hasta junio alcanzó resultados positivos en el combate al nuevo coronavirus cuando ya las Américas era el epicentro de la pandemia a nivel mundial. Inclusive tenía los mejores resultados entre los países del ALBA.

 

Tabla No. 7

CONTAGIOS CONFIRMADOS Y FALLECIMIENTOS EN VENEZUELA POR EL SARS COV-2 ACUMULADOS DESDE MARZO DE 2020

1 de abril

     129

  3

15 de junio

     294

 42

31 de julio

17 159

154

13 de agosto

31 381

266

13 de septiembre

58 663

464

4 de octubre

77 646

649


FUENTES: WHO. Situation Reports. Coronavirus Disease 2019 (COVID-19).  No.

                   72,102,147,193, 208 y Coronavirus Disease.

                   WHO. Weekly Epidemiological Update. Ginebra. 13 september, 2020.

                  

El desborde de casos confirmados en la nación bolivariana responde a que decenas de miles de venezolanos que mucho antes de la COVID-19 habían abandonado su país rumbo a Colombia, Ecuador, Brasil, Perú y Chile fundamentalmente embelesados por los cantos de sirena de la derecha y el Grupo de Lima, fueron abandonados a su suerte en esos países en el momento más agudo de la enfermedad y no tuvieron otra opción que regresar en avalancha a Venezuela, muchos de ellos contagiados de COVID.

 

Según  informes oficiales de la Comisión Presidencial para la Prevención y Control de la Pandemia de Venezuela del 16 de septiembre “83 mil ciudadanos venezolanos retornaron a su país a través de los pasos regulares establecidos en las fronteras terrestres, de los cuales 8 mil 195 resultaron positivos al coronavirus SARS-CoV-2.


Solo desde los territorios limítrofes de Colombia y Brasil regresaron hasta la fecha siete mil 702 personas infectadas, saldo equivalente al 94 % de los contagios importados detectados en Venezuela”.

 

Su país de origen no les dio la espalda y a pesar de la preparación mostrada por su sistema de salud ante a la actual contingencia, ahora registra números más alarmantes. Las autoridades gubernamentales están haciendo el mejor trabajo posible para detener la cadena de expansión del nuevo coronavirus. Si se quiere un ejemplo de esto, ahí está el refuerzo de personal de salud cubano y venezolano trabajando en las comunidades y el Poliedro de Caracas, una gran instalación deportiva convertida en hospital en sólo unas horas con capacidad para atender a más de 1 200 pacientes.

 

VISTA INTERIOR DEL POLIEDRO DE CARACAS ANTE LA EMERGENCIA DE LA COVID-19

 


En Cuba hacia finales de julio tuvo lugar un rebrote de la enfermedad que comprometió el occidente y el centro de la Isla, cuyos territorios (excepto la capital) habían avanzado hacia la tercera fase de la recuperación. Factores como una baja percepción del riesgo en un segmento de la población, algunas contravenciones de las medidas restrictivas que aún no habían sido levantadas y el descuido en algunos protocolos de bioseguridad explican esa situación, de la cual se han sacado las lecciones más constructivas.

 

Ese país desde 2017 ya enfrentaba un recrudecimiento significativo del bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de Estados Unidos, ha sido objeto de persecución en alta mar de los barcos que traen combustible hacia la isla, el gobierno estadounidense ha tomado otras 7 medidas de asfixia económico-financiera contra la isla, entre las que se encuentra la obstrucción del envío de remesas a las familias cubanas desde Estados Unidos y se encuentra en proceso enviar al Congreso un proyecto de ley que sancionaría a los países que reciban cooperación médica cubana. Según ellos, el personal médico cubano son esclavos del régimen y Cuba  practica el tráfico de personas.

 

Nicaragua enfrenta también la hostilidad del imperio que en 2018 casi desestabiliza esa nación y desde hace dos años es objeto de la así llamada Nica Act, que está dirigida a entorpecer las relaciones económicas internacionales de la nación centroamericana. Más recientemente se ha develado un plan de golpe de estado en esa nación ante la alta probabilidad de que el presidente Daniel Ortega sea reelegido en las elecciones presidenciales de 2022.

 

Ahora, los enemigos de los pueblos despotrican contra Venezuela y Cuba por el rebrote que no se justifica pero tampoco hay que sobredimensionarlo en el entendido que las cifras de Cuba siguen estando muy por debajo de las del promedio de las Américas. Aun cuando aumentó la cifra de contagios, la isla siguió clasificando en el lugar 21 en América y el lugar 115 a nivel global. 

 

Las propias autoridades de la OMS alertan que no se debe juzgar a los países que habiendo tenido buenos resultados en el combate a la COVID-19 registren nuevos contagios y esto es válido también para los países del ALBA.

 

Mike Rayan director de Emergencias de la entidad ha declarado recientemente que “la COVID no tendrá olas naturales, sino que surgirá en cuanto en una sociedad se debiliten el control y la prevención”. Comparó la COVID con una pelota en el agua; “si dejas de presionar la pelota saltará…No juzguen a los países ni declaren que han fracasado cuando de repente haya dos o tres grupos (de contagiados) después de un gran éxito. Eso pasa. Miren lo que hacen los países en respuesta a esos grupos. Si los países reaccionan rápidamente a los grupos, los investigan, localizan medidas de control y reaccionan de manera ágil, rápida y sistemática a los nuevos grupos de la enfermedad, entonces creo que volveremos a tener el control” (Ryan, 2020 a).

 

Eso es lo que hace Cuba desde los primeros días de agosto a partir del evento de trasmisión local ocurrido en el municipio de Bauta en la provincia de Artemisa, extendido a otras provincias del occidente y el centro de la isla y es lo que hace Venezuela frente a la avalancha de emigrantes que regresan al país contagiados en su mayor parte.

 

¿Luz al final del túnel?

 

“Nunca es más oscura la madrugada que cuando está más cerca el amanecer”, dice así un dicho popular muy recurrente en Latinoamérica y las noticias de agosto apuntan a ratificarlo.

 

Al 10 de agosto, Rusia anunciaba al mundo la primera vacuna efectiva contra la COVID-19. Identificada como Sputnik V. Sin dudas un resultado muy valioso que es fruto del desarrollo científico heredado de la Unión Soviética y la prioridad que el gobierno ruso actual encabezado por Putin le otorgan a la ciencia como parte del desarrollo del siglo XXI. La noticia por un lado dio un soplo de esperanza al mundo y  por otro destapó lo peor de la perfidia de los enemigos de Rusia. La vacuna rusa es descalificada por insegura y otros estigmas por Estados Unidos, algunos países de la Unión Europea y los lacayos de siempre. 

 

¿Podía esperare otra cosa? No. Es demasiado importante en la dimensión geopolítica un resultado como ese en este preciso momento como para esperar una respuesta equilibrada de los que han sometido a Rusia a escarnios, sanciones y castigos ya antes de la pandemia,  y saben muy bien la importancia de una vacuna efectiva como componente de la seguridad nacional y la geopolítica global.  Mi respuesta al estigma de la vacuna rusa es el mismo que le dio Sancho Pansa al Quijote que fue más o menos así; “Señor, los perros ladran, señal que cabalgamos”.

 

Un dato de mucha significación es que Rusia ha declarado estar dispuesta a intercambiar con Cuba en el área de la Ingeniería Genética y la Biotecnología para producir la Sputnik V en Cuba. 

 

No olvidar el altísimo desarrollo de las plataformas biotecnológicas cubanas y las palabras del Serguei Lavrov, canciller ruso a mediados de 2019 cuando en una visita a La Habana (no una gira por Latinoamérica y el Caribe) con motivo de la terminación de la restauración del Capitolio en que Rusia colaboró significativamente, declaró “Cuba es un fiel amigo y socio estratégico de Rusia(Lavrov, 2019). Tomen nota de cuatro palabras claves amigo, fiel, socio estratégico. Quien sepa sólo el abc de las relaciones políticas internacionales y lo elemental de las claves geopolíticas actuales, sabe el significado de esos cuatro términos.

 

Al 19 de agosto, Cuba declaraba al mundo que había arribado a un candidato vacunal propio contra la COVID-19 identificado como Soberana 01([9]), que a pesar del reconocimiento de las autoridades científicas cubanas ratificaron que se había  trabajado con celeridad pero con alta responsabilidad, aprovechando la abundancia de conocimiento científico disponible -en Cuba y el mundo-, el potencial científico y las plataformas tecnológicas cubanas en lo concerniente a la producción de vacunas en particular el Instituto Finlay de  Vacunas y otras entidades que tributan al complejo médico farmacéutico cubano como en Centro de Ingeniería genética y biotecnología, BioCubaFarma, el Instituto de Inmunología Molecular entre otros.

 

A esa fecha los científicos cubanos habían descubierto la proteína, la molécula y el antígeno que conformarían su vacuna y disponían de la plataforma tecnológica para continuar las fases de investigación que deben concluir el 31 de enero de 2021. De alcanzarse el éxito que se espera con esa vacuna, probablemente al primer cuatrimestre de 2021, Cuba y los países del ALBA estarían entre los primeros en disponer de ella y sería ese tipo de integración, el único a nivel del Tercer Mundo que habría descubierto una vacuna contra la COVID-19 y la estaría aplicando masivamente en toda la población.

 

El 2 de octubre arribó a Venezuela un lote de la vacuna rusa Sputnik V como resultado de un acuerdo bilateral a partir del cual Venezuela se incorpora al ensayo clínico de ese fármaco en su tercera fase.

 

De esa forma, dos países del ALBA están más cerca en que en Latinoamérica y el Caribe de disponer de una vacuna contra la COVID-19 que servirá para inmunizar a toda la población y compartirla con otros pueblos del mundo.

 

Más allá el impacto político de esa noticia, no hay que ser necesariamente académico, ni avezado en términos de política y economía para entender la importancia estratégica que significa para países que viven del turismo -como lo son la mayor parte de los miembros del ALBA-  disponer de una vacuna que inmunice a la población y le otorgue seguridad sanitaria a esos destinos turísticos que no sólo seguirían clasificando entre los más bellos del mundo, sino entre los más seguros.

 

ALBA sigue probando que es una opción integracionista que es más funcional a los desafíos globales y regionales que vamos a enfrentar ahora y hacia adelante; que puede ser un referente de ese otro mundo posible y necesario y ha probado desde su fundación (diciembre de 2004) que sirve para mejorar la calidad de vida de los pueblos y salvar vidas, aun cuando no haya alcanzado los mismos resultados en la sostenibilidad económica; ahí está uno de sus principales desafíos.

 

La otra, la integración capitalista nunca probó su competencia  para salvar vidas; esa no es su meta. Su objetivo principal fue -y siguen siendo- promover el comercio, las inversiones de capital y la ganancia, pero ahora tampoco sirve para salvar la economía.

 

 Con varias crisis en pleno desarrollo que deben acompañar buena parte -o todo- el Siglo XXI, es atinado entender que la pandemia actual no es la última, ni la única que puede impactar al mundo -o parte de el- en los próximos decenios. Ya antes de la COVID 19  otras epidemias alertaron al mundo sobre los riesgos y desafíos que se vivían([10])  y hay condicionantes que sugieren que pueden emerger otras.

 

Los especialistas dicen que hay factores macrodeterminantes globales capaces de generar nuevas tensiones sanitarias como las crisis simultaneas que están en pleno desarrollo, la enorme interconexión global entre países y personas, el cambio climático, la pobreza global que determinan indistintamente expansión de la frontera agrícola, alta concentración de excretas, megaincendios, desastres climatológicos, hidrológicos y meteorológicos que destruyen hábitats animales e implican que estos se desplacen hacia cualquier lugar y puedan interactuar directamente con humanos y trasladarle sus contaminantes.

 

Eso es una realidad que puede acompañar a la humanidad en el presente siglo y ante la cual, lo más funcional es la responsabilidad, la cooperación y la solidaridad global. Hasta el presente sólo ALBA, sin haber alcanzado aún todo su potencial de desarrollo, indica que es una entidad mejor preparada para enfrentar esos desafíos y atender las emergencias de los pueblos.

 

Los desafíos sociales de ahora -y los que se avecinan- son enormes. ALBA tiene lo social entre sus principales ejes articuladores y eso condiciona una respuesta económica que esté a la altura de los gastos en materia de desarrollo social, sostenibilidad de los logros que se alcanzan y la respuesta emergente que deba darse ante nuevos eventos extremos entre los cuales no sólo clasifican eventos sanitarios, sino también climatológicos y meteorológicos asociados al cambio climático. 



Notas

[1] Crisis económica, ambiental, social, energética, hídrica, alimentaria y ahora también sanitaria.

[2] Interacción entre las defunciones y las causas médicas que las producen en un periodo de tiempo y espacio concreto.

[3] Incluye desembolsos efectuados para financiar servicios prestados a particulares y a colectivos en distintos niveles de atención, tanto preventivos como curativos.

[4] El Mersocur está integrado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay como miembros plenos.

[5] La Comunidad Andina de Naciones la integran Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia como miembros plenos.

[6] El CAFTA-DR lo integran Estados Unidos, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana.

[7] Antigua y Barbuda, Cuba, Dominica, Granada, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Venezuela.

[8] Personal médico, paramédico y de enfermería especializado en el combate a graves epidemias y problemas de salud asociados a megadesastres naturales o de otro tipo. Esa brigada lleva el nombre de Henry Reeve en honor a un patriota de origen estadounidense que peleó junto a los mambises cubanos en la guerra de independencia contra España en el siglo XIX.

[9] Ese mismo día Estados Unidos sacaba a los sitios web de la Mesa Redonda de la televisión cubana y al canal Cubavisión Internacional de las redes de youtube y goglee por donde se trasmitirá al mundo el hallazgo científico cubano. ¿Casualidad o causalidad?. Probablemente otra vez Sancho Pansa le diría al Quijote “Sr. los perros ladran, señal que cabalgamos”.

[10] Otras epidemias recientes han como el SARS de 2002, la gripe aviar de 2005, la gripe porcina de 2009 y el MERS de 2012 y el Ebola en 2014

 

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