Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

lunes, 22 de marzo de 2021

DIALÉCTICA DE LA REVOLUCIÓN SOCIAL

Por Jorge Gómez Barata

La idea de que, en algún momento de la historia la sociedad en algún lugar, cambia de una vez y para siempre y alcanza un estado de perfección, es errónea y niega la dialéctica histórica. La afirmación es válida incluso para las revoluciones. Quienes crean que las revoluciones no pueden ser trascendidas, creen en el fin de la historia.

Hay quienes sostienen que la innovación no radica en reformar algo sino en crearlo, lo cual no resulta practicable ante fenómenos de naturaleza social que por su magnitud, por la cantidad de asuntos e intereses que involucran y por los millones de personas que intervienen en ellos, solo pueden perfeccionarse mediante acciones sucesivas, que suelen llamarse reformas.

La idea de crear una “sociedad nueva”, incluso la de “sustituir el capitalismo por el socialismo”, como si fuera posible quitar y poner, resultó inviable por la escala de los cambios y por la imposibilidad de realizarlos por la misma generación que los concibió y, también porque en algunos casos la propuesta sustitutiva no era mejor que la existente.

Entre los bolcheviques que en 1917 iniciaron la construcción del socialismo y los militantes que 70 años después pusieron fin a aquella experiencia vivieron varias generaciones que asumieron sus propias visiones e intereses. La idea de que su tarea histórica era construir el entorno en el cual vivirán las generaciones venideras, las cuales se conformarían con disfrutar del legado, resultó ajena a la condición humana.

Si bien la esencia de la concepción bolchevique basada en el uso de las palancas del poder para la edificación de una estructura estatal capaz de asegurar el bien común por medio de la instalación de la propiedad estatal, alcanzar mayor equidad en la distribución de la riqueza social y una democracia más universal y genuina, fueron justas y correctas, el modo como se intentó realizarlas rozaron el absurdo.

Entre otras cosas se entronizó la idea de que era preciso dar un tajo en el proceso histórico separando el pasado del futuro, recusar todo lo existente y volver construirlo, creando una nueva sociedad que sería habitada por personas que actuarían con arreglo al “código moral del constructor comunismo”, lo cual resultó desatinado.

La eliminación por decreto de la propiedad privada llevó a la destrucción del tejido económico creado por la humanidad a lo largo de milenios, el nihilismo en la crítica al estado, el derecho y la cultura artística dio origen a vacíos que la improvisación de nuevas concepciones y reglas no pudieron llenar y el deslinde con la fe y la espiritualidad generado por un materialismo a todo trance, auspiciaron una especie de “religión de estado” que creyó estar en posesión de todas las verdades y tener todas las respuestas.

Los revolucionarios rusos y quienes asumieron su lectura del marxismo, adoptaron su credo y compartieron sus dogmas, yo incluido, perdieron
el sentido del tiempo , ignoraron la dialéctica del proceso histórico y desoyeron a Marx cuando comentó:

“…Las revoluciones proletarias como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente…, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos…, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás" 

Allá nos vemos.

22/03/2021
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1 comentario:

  1. "y las circunstancias mismas gritan: ¡Hic Rhodus, hic salta!¡Aquí está la rosa, baila aquí!
    El 18 brumario de Luis Bonaparte, pág. 253
    Las revoluciones "socialistas" del siglo XX no hubiesen repetido estos fracasos que enumera Carlos Marx en su obra "El 18 brumario de Luis Bonaparte" que cita Gómez Barata, si hubieran aprendido de Carlos Marx la esencia de su descubrimiento, como él aclaró muy bien en su "Crítica al Programa de Gotha", el Socialismo no es un modo de distribución sino un modo de producción. Todas las "revoluciones socialistas" del Siglo XX, como las que han comenzado ya en el Siglo XXI, han fracasado y fracasarán todas las que aún no han fracasado, porque ninguna de ella aplica esa sencilla definición que hace Marx: “El Socialismo es un modo de producción, no un modo de distribución.” Cuando los partidos Comunistas, o como quieran llamarse, aplican el modelo estalinista de gobierno, con Partido Único, y falta absoluta de democracia y aplican en la economía el Capitalismo Monopolista de Estado, iniciado en la Unión Soviética por Lenin y completado su desarrollo por Stalin, al que debe su nombre, manteniendo las "armas melladas del Capitalismo", es decir el trabajo asalariado y el control absoluto de la economía por un estado todo poderoso, cuando en teoría debería tender a su extinción, la política y la sociedad civil por la burocracia partidista, convertida en una "Nueva Clase", en lugar de socializar los medios de producción y entregarlos a los trabajadores, que debería ser la clase dominante hasta la extinción de las diferencias de clases, en formas autogestionadas de producción como las cooperativas y la autogestión obrera de las empresas ya hubiera triunfado el Socialismo a escala mundial y nuestro planeta sería otro, sin armas nucleares, sin armas químicas, sin armas biológicas, sin ejércitos con millones de soldados y armamentos que consumen hasta el 30 % del presupuesto de los estados. Ya se aclaró muy bien nuestro Apóstol José Martí a su íntimo amigo, Fermín Valdés Domínguez, cuando este le contaba sobre los actos de un primero de mayo, donde había participado: “Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: –el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas: – y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados.” 1 Así han actuado, hasta el presente, todos los mal llamados “partidos comunistas”.
    1 O.C. Versión digital, Vol. 03, pág. 168

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