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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

martes, 14 de septiembre de 2021

Acumulación originaria necesaria para la transición socialista

Por Rafael Alhama Belamaric

Me recordaba mi colega de investigación de muchos años, cada vez que se trababa algo en algunos de los procesos de indagación o de toma de decisiones para aplicación de resultados y sus recomendaciones, que por cierto era de los equipos de investigación de economía de la década del 60, que en los próximos mil años seremos perfectos. No sé si aquello me sacaba más de mis casillas que el no logro de los objetivos propuestos, es decir, tiempo perdido. Pero, muy interiormente, me daba cuenta que tenía razón, y no era una justificación, sino el pecado original, y en ese punto, siempre, caíamos en lo del “hombre nuevo”.

Y hoy leo a Barata en su reflexión “Progresar es producir cosas e ideas”, corto, pero abrumador y efectivo. No me voy a detener a explicar lo dicho, ni detenerme en que el socialismo era parte del “proceso histórico”, violentado muchas veces y, que por cierto, constituyó no pocas veces el pecado original de su “construcción” futura, y no transformación.

Por lo tanto, la “construcción” era dada por fórmulas y esquemas ingenieriles, con perdón de los ingenieros, pero lo que quiero decir es que estaba todo calculado y preciso en sus formulaciones, según las ideas de las relaciones de poder a establecer, lejos de un estadio civilizatorio en transformación, por lo tanto lejos de nuevos valores, cultura, e ideas, de “modificación de las esencias” como dice barata, proceso de transformación, en que insistimos tanto algunos desde hace tiempo, entendido como proceso siempre en cambio, como el propio cerebro en su actividad.

Curiosamente, hasta entre algunos entendidos, eso de la construcción y transformación se entiende como sinónimo. Es como si fuera lo mismo idear, diseñar y ejecutar un edificio con vigas, bloques y ladrillos tan firmes como las pirámides, o hacerlo con materiales duros y flexibles, y con diseño modular, de más fácil transformación.

De los recursos y la base material, ni de la reproducción ampliada,  no voy a hablar, hay bastante escrito, no es el objeto. Se entendió todo mecánicamente; se redujo todo a la base material, incomprendida hasta en los conceptos y concepciones esenciales acerca de la propiedad como totalidad.

Voy a tomar una media frase de Marx, cuando habla de una fase superior de la sociedad, digo yo, esa podría haber sido o podía ser también una fase de transformación socialista, en cuanto al “desarrollo de los individuos en todos sus aspectos”, para no tener que esperar mil años. En todos sus aspectos, no se trata de nivel de escolaridad o superación cultural de la población solamente.

Y aquí me voy a detener. En el valor “diálogo” en la política, o una concepción de la política que supere el anquilosado y trasnochado concepto de, “yo digo, tú haces”.

Vuelvo a tomar una media frase del escrito de Barata del último párrafo cuando se refiere al Estado “ejerza el poder de modo democrático, en nombre y en beneficio de las mayorías…”, cosa que lastimosamente, y dramáticamente muchas veces, falto en la acumulación originaria del socialismo histórico. Solo recordar que temas, y problemas, del poder y las relaciones de poder, del Estado, cu concepción, estructuras, funciones, fueron temas apartados de los debates y de los estudios sociológicos, filosóficos o politológicos en los países del “socialismo real“, hasta que sorprendieron por su empuje.

Hoy, nuestra realidad y el espacio mediático está llena de estos temas.

Lo primero que habría que decir que diálogo en la política no se da sin diversidad de ideas, sinceridad, confianza, consideración y respeto hacia uno y los demás. De lo contrario, no es diálogo, es monólogo. Desde Aristóteles, que entendió la política como una actividad práctica que se ocupa de organizar a la gente de la mejor manera posible, es decir, de buscar las mejores interrelaciones, debía ser el objetivo y orientación suprema.

Conversación, discurso, diálogo, eran medios que debían llevar a las mejores decisiones para la mayoría. Y si la política es realmente una actividad práctica, entonces la inteligencia práctica es lo que deben poseer las personas que la practican; ingenio y sabiduría, y prudencia al tomar las decisiones. Y el diálogo, como parte de este pensamiento virtuoso debía ser la vía primera del comportamiento político. Comunicación política, como parte de la comunicación social. No se trata de una comunicación estructurada, ni formulada, sino es un diálogo que acompaña toda acción, y toda acción debe llevar diálogo.

Y cuando se reúne un grupo de personas, en cualquier parte, lo primero que debía venir a la mente es, que esas personas quieren hablar, quieren dialogar, y para eso, debe haber disposición para escuchar opiniones de todo tipo, opiniones diferentes, que no admiten actitudes condescendientes, o un: “si, si, tú tienes razón, pero...“Esto requiere una amplitud de pensamiento, de pensamiento  creativo, de conocimientos de lo que se habla, pero sobre todo, sobre todo, de confianza mutua".

Por lo tanto, concebir, o llevar a cabo acciones de comunicación política, sin tener en cuenta estos elementos básicos, es hacer solo medio camino hacia una política democrática, porque falta el diálogo constructivo. Diálogo constructivo de ambas partes, del que comunica y del que escucha, en igualdad de condiciones. No debe haber posiciones de fuerza, ni posiciones supremacistas.

Las condiciones para el diálogo, que tan poco se practicó en los países del llamado “socialismo real“, como igualdad de condiciones, aunque solo fuera por el nivel educacional general alcanzado y las experiencias, cortesía y tolerancia hacia creencias y convicciones, opiniones o puntos de vista diferentes, no debieron faltar nunca. Si llega a faltar eso, que es además parte de la honestidad en el trato, no se puede esperar una cultura política dialógica superior, más allá de la representatividad formal, porque faltará confianza. Es, no solo punto de partida, sino punto de partida de esa acumulación originaria del socialismo como sociedad en transformación.

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