Holanda, más pequeña que Aragón, es el segundo exportador de alimentos
Se producen muchos más tomates y patatas usando menos agua
Se enriquece la tierra y se climatizan los invernaderos para que produzcan
Foto de fresas cultivadas en invernaderos holandeses. Dreasmtime
Por Vicente Nieves
Holanda está a punto de cerrar un año récord en lo que a exportaciones de productos agroalimentarios se refiere. A falta de confirmar los datos del mes de diciembre, este pequeño país habrá exportado unos 80.000 millones de euros en productos agroalimentarios, más que España, Italia y Portugal juntos. Esta cifra impresionante es producto de años de investigación y desarrollo de nuevas técnicas que están multiplicando la productividad de este sector en Holanda.
Según la base de datos del Instituto Español de Comercio Exterior, Países Bajos es el mayor exportador de Europa de productos agroalimentarios, por encima de potencias como Francia o Alemania, a pesar de ser un país más pequeño que Aragón y con 17 millones de habitantes. Si bien es cierto que una parte de esas exportaciones son alimentos que han sido importados previamente (Holanda es centro de distribución en Europa), las exportaciones netas siguen siendo las más elevadas de Europa.
Las regiones agrícolas de Países Bajos presentan una curiosa panorámica si se observan desde el aire. Los campos están cubiertos por modernos invernaderos que reflejan la luz del sol por el día y se iluminan por la noche. Estos espacios de cultivo están climatizados y permiten que un país situado al norte de Europa sea una potencia mundial en el cultivo de patatas, cebollas, tomates o fresas.
Un invernadero de producción de tomates en Holanda. // Fuente: Dreamstime
No obstante, lo más importante es que el espacio que se necesita para producir un número elevado de hortalizas o frutas no es grande. Por ejemplo, el número de recursos dedicados a cultivar fresas se ha reducido a casi la mitad entre 2006 y 2017. El área de cultivo de esta fruta ha disminuido considerablemente, sin embargo la producción de fresas ha aumentado durante ese periodo, según datos del ministerio de Economía de Países Bajos.
El cultivo de fresas en invernaderos y politúneles (espacios en forma de túnel cubiertos de plástico o cristal) se ha disparado y ahora el 85% de las fresas se cultivan en espacios cerrados. Tras estos cambios, la producción de fresa se ha incrementado un 47% hasta las 58.000 toneladas en 2016.
Foto de los invernaderos desde el aire en Holanda. // Fuente: Dreamstime
Algo similar ha ocurrido con tomates, cebollas o patatas. Gracias a estas técnicas por cada 4.000 metros cuadrados de cultivo se producen más de 20 toneladas de patatas, frente a las 9 toneladas que se producen de media en otros países en el mismo espacio. Gracias a esto, Holanda es el mayor exportador de patatas del mundo con una cuota del 18% de todas las exportaciones del mundo. España ocupa el décimo puesto en este ránking con una cuota del 3,7%.
Ernst van den Ende, director de la Wageningen University and Research (WUR), destaca a National Geographic que "el agua no es el problema fundamental. El problema es un suelo pobre, pero la ausencia de nutrientes puede contrarrestarse cultivando plantas que actúen en simbiosis con ciertas bacterias para producir su propio fertilizante".
Este experto destaca que la iluminación LED es clave para permitir el cultivo las 24 horas. Estas nuevas técnicas usan una cantidad inferior de agua y productos químicos respecto a los cultivos tradicionales, mientras que los resultados son infinitamente superiores.
En el caso de los tomates, para obtener un kilo se necesitan unos 60 litros de agua, mientras que para obtener un kilo de tomates holandeses, con tierra enriquecida y demás sofisticaciones, sólo se necesitan 15 litros de agua. Este cambio comenzó a tomar cuerpo hace ya casi dos décadas, cuando varias organizaciones y el sector público lanzaron un programa de agricultura sostenible bajo el lema 'el doble de comida usando la mitad de recursos'.
Es decir, Holanda está logrando producir mucho más con menos, y además reduciendo al mínimo el uso de pesticidas. Con esta estrategia, Países Bajos ha conseguido colocarse como segundo país del mundo en exportaciones agroalimentarias, sólo por detrás de EEUU.
También con la ganadería
No sólo se trabaja con plantas. Por ejemplo, la empresa holandesa Kipster ha sido la primera en conseguir huevos sin emitir un sólo gramo de CO2 a partir de energías limpias, usando gallinas blancas y una alimentación procedente de desechos.
"Hace tres años nos propusimos invertir en un nuevo concepto de granja, donde las gallinas produjeran el huevo más sostenible del mundo sin que el precio se disparara para el consumidor" explicó a Efe uno de los cofundadores de Kipster, Ruud Zanders.
La granja, situada en el sur de Holanda, produce huevos de gallinas ponedoras blancas (de raza Leghorn) que son "más eficientes", según Zanders, ya que "necesitan menos recursos y menos pienso que otras razas para producir la misma cantidad de huevos".
El segundo paso hacia la producción de un huevo libre de CO2 es el uso exclusivo de energías renovables, para lo que la firma cuenta "con cerca de 1.100 paneles solares para abastecer de energía a la granja y el sobrante lo vendemos fuera", según confirmó Zanders.
La tercera pata de este proyecto es el aprovechamiento de desechos de la industria alimentaria para el pienso de las aves, a partir de "excedentes de cosecha no aptos para el consumo humano y que nosotros sí podemos dar a nuestras gallinas, como los restos procedente de la industria del aceite vegetal", explicó este experto.
Con estas modificaciones principales que están cambiando la forma de producir alimentos en los Países Bajos, los fundadores aseguran reducir las emisiones de CO2 de sus huevos en un 90%, y el restante que pueden eliminar lo compensan "con inversiones en proyectos de energía solar y reforestación".
Un pienso creado a partir de residuos alimenticios es lo que, según el científico de la Universidad de Wageningen, Bram Bos, podría servir de modelo para otros productores ya que se trata de un alimento "que no hace uso de la tierra disponible y por tanto su impacto en el cambio climático es mucho menor", aseguró el académico.
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