Por: Arleen Rodríguez Derivet, Alejandro Azcuy Domínguez
Dicen que los rusos adoran el invierno y esperan con ansiedad las primeras nevadas. Para los cubanos es un auténtico desafío. Casi todos quieren su foto en la nieve, aunque casi nadie tiene el abrigo adecuado para la fina llovizna que ha vestido de blanco a Moscú ni zapato que aguante mucho tiempo el paso ligero sobre el asfalto helado.
Aún así, la bella capital de Rusia, resulta fascinante para quienes venimos del eterno verano caribeño y no sólo por la intensidad del tiempo.
Como suele decir una amiga que vive en La Habana soñando con Moscú, cuesta ganarse el corazón del pueblo ruso, pero una vez que lo entrega, es para siempre.
Las pruebas están a la mano en cada encuentro, público o privado, del Presidente cubano con amigos y funcionarios rusos que han venido a verlo al céntrico hotel Presidente, donde se aloja la delegación oficial, o lo han recibido en sus lugares de residencia o trabajo.
Unos tras otros, varios dirigentes políticos y legisladores de primer nivel, empresarios y finalmente el Gran Patriarca Kiril, han dejado un claro mensaje con sus declaraciones de apoyo a Cuba: el especial afecto que un día distinguió las relaciones entre nuestro país y los pueblos de la URSS, sólo necesita un motivo para manifestarse. Permanece intacto, como la memoria de quienes lo llevaron a su momento más alto. Rusia sabe calentar el corazón de los amigos.
De algún modo lo resumió el propio Díaz Canel, al hablar por invitación del Presidente de la Duma Estatal, Viacheslav Volodin, ante ese órgano legislativo (Cámara baja del Parlamento), en el día culminante de la etapa rusa de la gira.
Visiblemente emocionado, el Presidente cubano recordó, ante el pleno de los diputados, que la generosa mano rusa ha estado siempre entre las primeras que se extendieron para apoyarnos en momentos cruciales, como el pico pandémico, la explosión en el Saratoga, el incendio en la Base de Supertanqueros y el ciclón Ian, por sólo citar los más recientes.
Y, a manera de ejemplo, narró un episodio relacionado con el más vital de los auxilios: el avión enviado por el gobierno de la Federación de Rusia, con dos pequeñas plantas destinadas a paliar la crisis de oxígeno cuando se agotaron las reservas del país durante el peor momento de la COVID 19.
Después de entregar su valiosa carga, la aeronave se puso a disposición de las autoridades cubanas para el traslado de otras adquicisiones del vital recurso dentro del país y en la región.
“Es algo que no olvidaremos jamás. Ahí es cuando se reconoce a los verdaderos amigos”, dijo Díaz Canel antes de recibir el aplauso cerrado de todo el auditorio.
Minutos después, Díaz Canel era recibido por la Presidenta del Consejo de la Federación (Cámara alta), Valentina Matvienko, para inaugurar juntos la exposición itinerante ¡Oh, Habana! Tránsito, con obras de artistas de la plástica de Rusia, con motivos cubanos. Dos hermosos bustos de Fidel coronan la exposición que ha recorrido 18 ciudades del país y ha sido visitada por 1,5 millones de personas.
Llovía casi imperceptiblemente y a intervalos, cuando la delegación arribó a los predios del Monasterio Danilovskay, residencia del Patriarca Kiril, cuyas primeras palabras fueron para elogiar que se mantengan estos contactos entre la más alta dirección política cubana y la Iglesia Ortodoxa Rusa, que comenzaron hace tantos años él y Fidel.
De excelentes calificó Kiril los recuerdos de sus encuentros con el líder histórico, cuyo coraje y fuerzas para combatir contra el estado capitalista por el bien de su pueblo, calificó de ejemplo de que la fuerza, sea “política militar o física, no puede vencer a la verdad”.
“Nosotros sabemos que la victoria está en la verdad. Cuba lo confirma”, dijo la más alta autoridad religiosa de Rusia, quien comparó la situación que ahora enfrenta su país frente a las injustas sanciones de Occidente, con las que ha estado soportando Cuba por más de 60 años.
“Conocen muy mal la historia de Rusia”, precisó Kiril, refiriéndose a quienes creen que la debilitarán y harán caer al gobierno con sanciones.
Entonces recordó que para destruir su independencia, fue desatada la II Guerra Mundial. Y agregó una dura reflexión al advertir que: “Cuando los fascistas cruzaron la frontera de la URSS, no podían suponer cómo acabaría. Estaban convencidos de su victoria. La historia los devolvió derrotados.
“Es muy buena lección para todos quienes piensan que con sanciones podrán debilitar a Rusia y así alcanzar sus metas.
“Hablo con el mandatario de un país que conoce lo que significa la política de sanciones. Cuba es otra prueba de cómo la verdad puede ganar a la fuerza”.
Del Monasterio Danilovskay, la delegación partió hacia la Plaza Fidel Castro, en el Distrito Sokol de Moscú. Allí se encontraron Díaz Canel y Putin, para inaugurar el monumento al Comandante en Jefe.
Mientras ambos estadistas se saludaban, la nevada moscovita se hacía más intensa, pero apenas se sentía el rigor del hielo. Todos queríamos la foto del momento en que la vieja amistad de tantos años volvió a alzar vuelo, en el corazón de Moscú, con Fidel al centro.
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