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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 28 de enero de 2024

Pocos incentivos para producir energías renovables en Cuba

Las políticas y medidas no estimulan lo suficiente las inversiones del sector no estatal y la ciudadanía en las energías renovables.




Alrededor del 95 % de la generación eléctrica en Cuba proviene de fuentes fósiles. Para facilitar la producción sustentable de energía limpia en comunidades rurales, varios proyectos de cooperación internacional financian la instalación de paneles fotovoltaicos en diversos territorios del país.

Foto: Jorge Luis Baños/ IPS

Este producto periodístico forma parte de la cobertura especial Nuevos actores económicos y desarrollo local en Cuba (2023-2025).
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La Habana, 24 ene.- Aunque cada vez más personas y negocios privados buscan la autonomía energética mediante la instalación de paneles solares, muy pocos deciden invertir en las energías renovables con el fin de vender su excedente de electricidad al Estado cubano.

Cuba promueve y expande el uso de energías “limpias” desde hace décadas, al punto de convertirlo en política. En 2019, el gobierno emitió el Decreto-Ley No. 345 sobre el “desarrollo de las fuentes renovables y el uso eficiente de la energía”.

Dos mipymes privadas en el sector de energías renovables

Los fundadores Lucendi empezaron en 2016 como electricistas, con una licencia de trabajadores por cuenta propia. Dos años después, incursionaron en el sector emergente de la energía renovable.

Pronto se centraron en tres aristas de servicios: luminaria, energía fotovoltaica y automatización de procesos vinculados con la domótica.

En marzo de 2022, Lucendi se reconstituyó como una mipyme y empezó a importar por sí misma. Hoy está compuesta por tres socios y unos 10 trabajadores.

La mipyme Renova surgió en Camagüey, en noviembre de 2021. Además de instalar paneles solares y sistemas de energía eólica, ofrece servicios técnicos en todo el país relacionados con las tecnologías de la comunicación, la informática y sistemas de protección y vigilancia. Ya suma más de 500 contratos.

Incluso trazó un programa con vistas a lograr en 2030 que el 37 % de la electricidad producida en la nación caribeña provenga de fuentes hidráulicas, fotovoltaicas, eólicas o de biomasa.

La estrategia de cambiar la matriz energética del país no solo pretende aunar el esfuerzo estatal, sino también el de la ciudadanía.

Por ello, el Ministerio de Finanzas y Precios emitió en 2021 la Resolución 359, que fijaba el precio por la energía –procedente de fuentes renovables– entregada al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) por productores independientes del sector residencial: tres pesos cubanos el kilowatt hora (kWh), que hoy equivalen a 0,025 centavos de dólar al cambio oficial.

En octubre de 2023, la misma entidad aprobó la Resolución 238 que duplicó ese monto. Además, en la normativa se eximió hasta ocho años del impuesto sobre utilidades a los actores económicos que ejecutan proyectos de generación de electricidad con fuentes renovables de energía, y del impuesto aduanero en la importación de los equipos para dicho propósito.

Sin embargo, los resultados son poco alentadores De acuerdo a los últimos indicadores de la Oficina Nacional de Estadística e Información, apenas 4,1 % de la oferta energética en 2022 no provino de combustibles fósiles.

La producción de energías renovables fue menor a la del año anterior: 753 gWh (1 Gigawatt hora es igual a 1 000 000 kWh) contra los 925,2 de 2021. Esto se debe esencialmente a la decadencia de la industria azucarera cuyo bagazo sirve de materia prima para la electricidad.

La energía renovable como prioridad

Ante la demanda en el mercado de sistemas de respaldo energético con dispositivos generadores de energías renovables, brotan negocios dedicados a la instalación y el mantenimiento de estos, como Lucendi, en La Habana, y Renova, en la central provincia de Camagüey.

Según Javier Amador, uno de los socios de Lucendi, la política empleada por el Estado cubano para incentivar el uso de energías renovables no llega a ser tan estimulante como parece.

“La energía fotovoltaica en Cuba debería ser una prioridad, más con la situación energética que padece el país ahora mismo. Un cliente que tenga ahorros considerables es uno menos que consume de la red y una potencia menos que debe generar el país”, analiza.

Además, especifica que no existen regulaciones que eximan de impuestos aduaneros a la importación de estas tecnologías con destino a la comercialización; tampoco, de impuestos sobre la venta (las exenciones son específicamente para “proyectos de generación de electricidad”).

“Cuando traemos y vendemos un contenedor de materiales fotovoltaicos, pagamos lo mismo que si fueran hornos eléctricos. Los primeros son beneficiosos para el consumo energético y los otros, muy perjudiciales”, dice César Santos, otro de los socios de Lucendi.

Tales gastos impositivos encarecen el precio final del servicio y espantan a posibles clientes interesados, comenta.

Si no da negocio, nadie invierte


“La energía fotovoltaica en Cuba debería ser una prioridad, más con la situación energética que padece el país ahora mismo. Un cliente que tenga ahorros considerables es uno menos que consume de la red y una potencia menos que debe generar el país”, considera Javier Amador, uno de los socios de la mipyme Lucendi. (Foto: Tomada de la página de Lucendi en Facebook)

Para exportar energías renovables al SEN, explica Amador, la empresa eléctrica comprueba si los equipos instalados cumplen con las normativas técnicas cubanas y si el sistema está aterrado de forma correcta. Entonces cambia el contrato y entrega un metrocontador bidireccional, que permite tanto suministrar como recibir electricidad.

Pero: “¿Cuánto te cuesta si la consumes y cuánto te pagan si la exportas? Son dos caras a analizar”, advierte.

Después de todo, la tarifa de electricidad, que además se salda en una moneda devaluada, es ínfimamente menor que el coste de importar en divisas los equipos necesarios. “Cuando haces los cálculos, te conviene más consumir de la red”, añade.


Aerogeneradores en el parque eólico Gibara 1 utilizan el viento para obtener electricidad, en el municipio homónimo, en la provincia de Holguín, en el oriente cubano. El país aspira a que en 2030 al menos el 37 % de su electricidad provenga de energías renovables. (Foto: Jorge Luis Baños/ IPS)

Bajo esa lógica, el incentivo para exportar energía es muy bajo (6 pesos cubanos el kWh, que equivalen a 0,05 centavos de dólar al cambio oficial): “Entre lo que te ahorras supuestamente, lo que te pagan y lo que cuesta comprar e instalar el sistema, no hay un beneficio económico”, sentencia.

De acuerdo a Rusbel Álvarez, especialista de comunicación y marketing de Renova, no tienen casi solicitudes con el objetivo de inyectar energía en redes.

“En el país eso todavía está muy incipiente. No hay una propuesta que sea atractiva para que las personas se decidan a invertir (en energías renovables). Ese problema no sucede en Europa, donde muchas personas viven de vender energía. La mayoría de nuestros clientes nos contratan para obtener una autosuficiencia energética”, puntualiza.

Emprendimientos como Lucendi y Renova tienen demanda en el mercado por esa razón: la de poseer energía aun cuando se va la luz.

“No es la parte económica, ni ahorrar dinero en gasto de electricidad, sino cuánto vale cuando no hay”, refiere Amador sobre algunos emprendimientos, por ejemplo de informática, que pueden perder ingresos con los cortes energéticos. “Si no da negocio, nadie invierte”, concluye Álvarez. (2024)

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