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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 15 de agosto de 2015

Libro " Socialismo y Mercado" de Fidel Vascos. Tres Congresos de los Partidos Comunistas de la Unión Soviética,Cuba y China. Capitulo IV

Tres Congresos de los Partidos Comunistas de la Unión Soviética,Cuba y China

Por Fidel Vascos

En el XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), realizado en octubre de 1961, se aprobó el Tercer Programa del Partido. Este documento rector de la actividad partidista y de toda la sociedad soviética, generalizó las experiencias de la construcción del socialismo en el país y trazó las tareas para el futuro. El desarrollo posterior de los acontecimientos en la URSS, sobre todo su desintegración en diciembre de 1991, demostraron tanto la inconsistencia del proceso de llevar a la práctica las concepciones plasmadas en el Programa, como los errores cometidos en las propias ideas incluidas en el documento. 

Quizás la concepción más errónea proclamada en el Programa consistió en plantearse como objetivo inmediato la construcción del comunismo. Se pretendió describir en sus detalles las características del comunismo y se incluyó para lograrlo un cronograma de tareas, en dos etapas. 

En la primera, de 1961 a 1970, la URSS sobrepasaría a los EEUU en la producción per cápita, quedarían resueltas, en lo fundamental, las necesidades de vivienda de la población, desaparecería el trabajo físico pesado y en la URSS se implantaría la jornada laboral más corta del mundo. 

La segunda etapa concluiría en 1980. En este año se alcanzaría la abundancia de bienes materiales y culturales y la sociedad soviética podría pasar a la aplicación del principio de distribución según las necesidades. En el Programa se planteó que en estas condiciones, en 1980 en la URSS se habrá construido en lo fundamental la sociedad comunista.71

No obstante estas y otras concepciones equivocadas incluidas en el Programa, no todas las ideas en él planteadas deben considerarse erróneas. A pesar del descalabro teórico y práctico que significa la desaparición de la Unión Soviética y de todo el campo socialista europeo, la lucha de esos pueblos por construir una sociedad más justa acumuló una experiencia, tanto en lo positivo como en lo negativo, que no puede ser desechada. 

Entre las concepciones positivas incluidas en el Tercer Programa y que deben ser tenidas en cuenta, se destaca la idea, reflejada por primera vez en un documento oficial del Partido, de que las relaciones monetario-mercantiles tienen un nuevo contenido en el socialismo. Este criterio supera las limitaciones teóricas que hasta ese momento existían sobre la naturaleza de la producción mercantil en el socialismo y se conceptúan estas relaciones no como algo ajeno al socialismo, ni como una herencia del capitalismo, sino como una categoría que tiene sus causas en el propio régimen socialista. El Programa plantea que en la construcción del comunismo se deben utilizar ampliamente las categorías mercantiles. 

En la construcción del comunismo —se dice en el Programa— es necesario utilizar totalmente las relaciones monetario-mercantiles en correspondencia con su nuevo contenido, presente en el período del socialismo. Un gran rol en esto lo juega la aplicación de tales instrumentos del desarrollo de la economía como el cálculo económico, el dinero, el precio, el costo de producción, la ganancia, el comercio, el crédito, las finanzas.72 

El Programa del PCUS definió así que la producción mercantil en el socialismo tiene un nuevo contenido, distinto a la producción mercantil en el capitalismo y en los anteriores regímenes sociales. En el sector socialista de propiedad de los activos, el contenido de las relaciones mercantiles no incluye la propiedad privada sobre los medios de producción ni la explotación del hombre por el hombre, que es la esencia de las relaciones mercantiles en el capitalismo. 

El Programa define que la utilización de las relaciones mercantiles ocupa todo el período de construcción del comunismo completo, o sea, que la producción mercantil existirá en toda la primera fase de la sociedad comunista, a todo lo largo del socialismo. La producción mercantil se extinguirá en el comunismo completo, cuando la propiedad sea de todo el pueblo y no exista la división social del trabajo. La división social del trabajo es el terreno donde surgen las relaciones mercantiles, por lo tanto, es necesario eliminar la división so-cial del trabajo para que desaparezcan las condiciones que generan la producción mercantil. 

Este hecho ocurrirá en un período muy avanzado de la sociedad comunista y probablemente requerirá que el comunismo ya abarque toda la Tierra. De aquí se concluye que la producción mercantil existirá por muchos años en el futuro y que la tarea actual no consiste en tratar de demostrar cómo eliminar las relaciones mercantiles sino en aceptar su carácter objetivo, profundizar en ellas, precisar su lugar en la dirección socialista, subordinada a la planificación centralizada de la economía, dominarlas y utilizarlas como corresponde en el proceso de construcción del socialismo, evitando las deformaciones que ocurren si se permiten la espontaneidad y la anarquía en la producción. 

Otro aporte del Programa del PCUS en este sentido consiste en subrayar que la utilización de las relaciones monetario-mercantiles tiene lugar a través de las categorías económicas que les son inherentes, con lo cual se fortalece el empleo del cálculo económico, la ganancia, los precios, los fondos de estimulación, el crédito bancario y otras palancas económicas que influyen en lograr la eficiencia de la producción social. 

La experiencia de la construcción del socialismo en Cuba durante los primeros quince años de Revolución fue analizada con profundidad en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), realizado en diciembre de 1975. En la parte correspondiente al sistema de dirección y planificación de la economía, el Congreso señaló que a principios de la década del sesenta coexistieron en el país dos sistemas de dirección económica. Uno fue aplicado mayoritariamente en la industria y fue denominado “sistema de financiamiento presupuestario”. El otro sistema se denominó “de cálculo económico” y abarcó parcialmente la agricultura, el comercio exterior y una parte menor de la industria. 

El embrión del sistema de financiamiento presupuestario lo constituyó un fondo financiero centralizado, el cual fue necesario crear para hacer la zafra azucarera de 1961. El entonces ministro de industrias, Comdte. Ernesto Che Guevara, bajo cuya responsabilidad se desarrollaba dicha zafra, impulsó la elaboración y aplicación del mencionado sistema presupuestario. El mismo resultó un importante esfuerzo por la introducción de la planificación centralizada, la aplicación de la contabilidad y la estadística económica organizada desde la base. 

Este sistema se caracterizaba por un estricto control administrativo y de los costos. Su diseño era altamente centralizado, otorgaba poca autonomía a las empresas en su gestión y utilizaba de manera muy restringida las palancas económicas y las relaciones mercantiles. No obstante, concebía una amplia utilización de las finanzas y de las unidades monetarias en el registro económico y en la dirección de las empresas por parte del Estado. También aplicaba la estimulación material, tanto en el estímulo a la producción, como en sanciones por el incumplimiento de las normas de trabajo y de los planes, aunque hacía más hincapié en los estímulos morales. 

Al respecto, en el artículo “Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento”, publicado en febrero de 1964, el Comandante Ernesto Che Guevara destacaba: 

El tema de estímulo material versus estímulo moral ha dado origen a muchas discusiones entre los interesados en estos asuntos. Precisa aclarar bien una cosa: no negamos la necesidad objetiva del estímulo material, sí somos renuentes a su uso como palanca impulsora fundamental. Consideramos que, en economía, este tipo de palanca adquiere rápidamente categoría per se, y luego impone su propia fuerza en las relaciones entre los hombres. No hay que olvidarse que viene del capitalismo y está destinada a morir en el socialismo.73 

En otra parte del mismo artículo, al exponer un análisis más amplio del papel de la conciencia social en la construcción del socialismo, el Che señalaba: 

...no puede verse el comunismo como la solución de las contradicciones de clase en una sociedad de alto desarrollo, que fueran a resolverse en una etapa de transición para alcanzar la cumbre; el hombre es el actor consciente de la historia. Sin esta conciencia, que engloba la de su ser social, no puede haber comunismo. 74 

En el Sistema Presupuestario de Financiamiento se plasmaba, en gran medida, las concepciones teóricas del Che acerca del período de transición del capitalismo al socialismo y de la construcción de la sociedad comunista. 

Un mérito indiscutible del Che fue su destaque del papel de la conciencia y la moral revolucionaria de las masas en la formación y el desarrollo del socialismo, así como su crítica a las tendencias que exageraban los aspectos de la producción, tecnocráticos y del estímulo material individual en este empeño. Posteriormente, estas ideas del Che se reflejaron en los aportes del I Congreso del PCC al sistema de dirección de la economía socialista y los métodos revolucionarios para construir la nueva sociedad. 

A su vez, los criterios que el Che expuso en su tiempo acerca de las categorías mercantiles y su papel en el socialismo resultan hoy, en el mundo de principios del siglo XXI, de alcance muy restringido. Con relación a estas categorías, en el artículo ya mencionado el Che escribió: 

Entendemos que durante cierto tiempo se mantengan las categorías del capitalismo y que este término no pueda determinarse de antemano, pero las características del período de transición son los de una sociedad que liquida sus viejas ataduras para ingresar rápidamente a la nueva etapa. La tendencia debe ser, en nuestro concepto, a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero, y, por tanto, la palanca del interés material o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas. 

Y más adelante, en el propio artículo: 

Negamos la posibilidad del uso consciente de la ley del valor, basado en la no existencia de un mercado libre que exprese automáticamente la contradicción entre pro-ductores y consumidores; negamos la existencia de la categoría mercancía en la relación entre empresas estatales, y consideramos todos los establecimientos como parte de la única gran empresa que es el Estado -aunque, en la práctica, no sucede todavía así en nuestro país.75 

Las concepciones del Che acerca de la transformación del hombre y la sociedad por los derroteros del socialismo y el comunismo no se reducen a los textos mencionados aquí. Su cosmovisión sobre estos temas excede con mucho los objetivos del presente estudio y debe ser analizada colectivamente con más amplitud y profundidad, lo que aún está pendiente de realizar de manera integral. 

Lo que sí está claro es que el Che no concebía la nueva sociedad como resultado de la suma mecánica de riqueza material, sino como un acto consciente, en el cual la educación, la ética, la formación moral y la conciencia de los individuos jugaban un papel fundamental y decisivo. 

El sistema de cálculo económico ensayado en la agricultura tenía un menor grado de centralización acorde con las propias características de esta rama y su alta dependencia de factores naturales, lo que obligaba a darle una mayor autonomía a los eslabones inferiores de dirección. No obstante, los pocos aseguramientos productivos que respaldaban la actividad agrícola determinaban constantes subsidios por el presupuesto, además de que la actividad bancaria era muy débil, los créditos se otorgaban automáticamente y no existían fondos de estimulación financiados a partir de los resultados de las actividades económicas de las granjas, lo que afectaba la aplicación del estímulo material que se concebía aplicar. Todo ello resultó en que el sistema de cálculo económico funcionó de manera parcial y muy limitada. 

El I Congreso del PCC señaló que en ese período se había discutido acerca de cuál de los dos sistemas era el más adecuado; pero no se tomó una decisión al respecto, coexistiendo de hecho ambos sistemas mencionados. 

En la segunda mitad de la década del sesenta se tomó la decisión menos correcta, a juicio del Congreso, que fue inventar un nuevo procedimiento, que se apartaba tanto del cálculo económico como del sistema de financiamiento presupuestario. Se erradicaron las formas mercantiles y las relaciones de cobros y pagos entre las unidades del sector estatal; de facto fue suprimido el presupuesto estatal; el Ministerio de Hacienda fue disuelto y el Banco Nacional reestructurado con nuevas tareas ajenas al quehacer bancario; fueron eliminados los intereses sobre los créditos y los impuestos que se cobraban a los campesinos; se elaboró un sistema de registro físico de los hechos económicos, que pretendió sustituir la contabilidad, aunque en la práctica sólo se pudo aplicar parcialmente. En paralelo, tomó auge una política de gratuidad, indebida en algunas cuestiones, y el salario se desvinculó de la norma, promoviéndose en demasía los horarios de conciencia y la renuncia al cobro de horas extras laboradas. 

El Congreso fue muy crítico con este nuevo procedimiento concebido para dirigir la economía en esta etapa. En el Informe Central presentado al Congreso por el Comandante en Jefe Fidel Castro, Primer Secretario del Comité Central del PCC, se destaca el texto siguiente: 

Cuando podría parecer que nos estábamos acercando a formas comunistas de producción y distribución, en realidad nos estábamos alejando de los métodos correctos para construir previamente el socialismo. 

Los métodos aplicados no contribuyeron en nada a crear una conciencia económica.76 

Sobre la base del análisis realizado, el Congreso se pronunció por la implantación de un adecuado Sistema de Dirección de la Economía que eduque en una conciencia económica a los cuadros y los trabajadores y que permita lograr, como uno de los primeros objetivos, la máxima eficiencia de la economía. 

Las características principales del Sistema aprobado se recogen en el Informe Central del Congreso en el texto que sigue: 

El sistema que se propone tiene muy en cuenta la presencia de las leyes económicas que rigen en el período de construcción del socialismo, y que existen independientemente de nuestra voluntad y nuestros deseos. Entre estas leyes está la ley del valor, la necesidad de que entre todas las empresas, incluyendo las estatales, haya relaciones de cobros y pagos, y que en estas relaciones y en general en las diversas relaciones que se producen en la economía, funcionen el dinero, los precios, las finanzas, el presupuesto, los impuestos, los créditos, los intereses y demás categorías mercantiles, como instrumentos indispensables para poder medir el uso que hacemos de nuestros recursos productivos y determinar hasta el último detalle, hasta el último centavo, cuánto gastamos en cada cosa que producimos; para poder decidir qué inversión nos resulta más conveniente; para poder conocer qué empresas, qué unidades, qué colectivos trabajan mejor y cuáles trabajan peor, y poder tomar las medidas correspondientes.77 

Junto a la presentación del contenido del Sistema de Dirección de la Economía propuesto y finalmente aprobado por el I Congreso del PCC, Fidel Castro alertó acerca de que la aplicación del Sistema no iba a resolver automáticamente todos los problemas de la economía cubana, y que en la construcción del socialismo tienen un decisivo papel el trabajo político e ideológico y el estímulo moral entre las masas. Al respecto, subrayó: 

Estos son mecanismos para tratar de mejorar la eficiencia, ciertos mecanismos de estímulo que contribuyen a ese objetivo, pero no podemos ni por un segundo pensar que esos mecanismos van a resolver todos los problemas; de ninguna forma eso significa la reducción del papel del Partido, del papel del Estado en la dirección de esas actividades, ni mucho menos el papel de la educación política y de la educación ideológica entre las masas. 

Si nos hacemos por un segundo la idea de que por la simple aplicación de este sistema de dirección económica las empresas van a funcionar magníficamente bien y van a resolverse todos los problemas, y que, por lo tanto, nosotros podemos prescindir del trabajo ideológico sobre las masas o podemos prescindir de los estímulos morales, sería un gran error, porque es imposible en absoluto que los mecanismos y estímulos económicos en el socialismo tengan la eficiencia que tienen en el capitalismo, porque en el capitalismo lo único que funciona es el estímulo y la presión económica a plenitud absoluta: el hambre, el desempleo, etcétera.78 

Y más adelante en el propio Informe Central, el compañero Fidel Castro destaca: 

Junto a ello, y como parte de los principios en que se basa este Sistema de Dirección de la Economía, los estímulos morales tienen que ser ampliados, porque en realidad nosotros hemos hablado mucho de estímulo moral y hemos dado pocos estímulos morales. El papel de los estímulos morales tenemos que elevarlo mucho más. Hay mucho por hacer todavía en el terreno de los estímulos morales y de la profundización de la conciencia de las masas. 79 

Once años después, en la clausura del III Congreso del PCC, en diciembre de 1986, Fidel Castro ratificó estas ideas acerca de la importancia primordial de los aspectos políticos e ideo-lógicos en su relación con las cuestiones de la dirección de la economía en la construcción del socialismo. Al respecto, subrayó: 

(...) pienso que la construcción del socialismo y del comunismo es, esencialmente, una tarea política y una tarea revolucionaria, tiene que ser fundamentalmente, fruto del desarrollo de la conciencia y de la educación del hombre para el socialismo y para el comunismo. 

Esto no niega la utilidad y el valor que puedan tener determinados mecanismos, incluso mecanismos económicos. ¡Sí, mecanismos económicos! Pero para mí está claro que los mecanismos económicos son un instrumento del trabajo político y del trabajo revolucionario, un instrumento auxiliar; me atrevo a decirlo así; los mecanismos económicos son medios auxiliares del trabajo político y revolucionario, pero no la vía fundamental de la construcción del socialismo y del comunismo. No tengo ni la más remota duda de que la vía fundamental es el trabajo político y revolucionario.80 

Y más adelante, en el propio discurso: 

No debemos renunciar a la idea de la rentabilidad de la empresa, ni a la idea del cálculo económico. No estoy en contra de ninguno de esos mecanismos o categorías, siempre que entendamos bien que es el trabajo político, el trabajo revolucionario, el sentido de la responsabilidad de los cuadros, ¡el sentido de la responsabilidad de los cuadros!, lo que puede hacer posible la eficiencia,(...) 81 

En resumen, entre los aportes de los Congresos del PCC a la teoría de la construcción del socialismo se destaca situar al factor subjetivo como el elemento clave y principal para alcanzar los objetivos de la nueva sociedad, evitando la espontaneidad y la anarquía en el desarrollo económico y social. 

La construcción del socialismo en China también aporta elementos esenciales para la formulación de la teoría de la producción mercantil en el nuevo régimen social. En este análisis debe tenerse especial cuidado en comprender las peculiaridades del desarrollo histórico de este país, bien distinto a lo ocurrido en Occidente. China constituye una sociedad milenaria con un derrotero muy diferente al seguido por los pueblos europeos y del resto del mundo. Los parámetros que sirven para identificar los conceptos y las prácticas de las ciencias sociales en Europa y América no pueden utilizarse para describir las particularidades de estas ciencias en China. No se trata de afirmar que determinadas generalizaciones abstractas en las ciencias sociales no son válidas para todo el mundo, sino que al interpretar esas generalizaciones en sus manifestaciones en China, hay que partir de la propia historia de este país, que ha determinado el contenido y la forma de las categorías sociales de manera muy particular. 

Los acontecimientos ocurridos en China en la segunda mitad del siglo XX están vinculados al triunfo de la Revolución Socialista y su desarrollo posterior. Al respecto se pueden identificar dos saltos históricos: el primero, realizado por Mao Zedong, quien logró movilizar al pueblo chino contra los explotadores internos y externos hasta alcanzar el triunfo revolucionario el primero de octubre de 1949, pero que no encontró, posteriormente, el camino adecuado para construir el socialismo en un país atrasado económica y culturalmente; y el segundo salto, promovido por Deng Xiaoping, quien des-cubrió la vía para construir un socialismo con particularidades chinas. 

La toma del poder por la Revolución en 1949 fue resultado de las correctas decisiones formuladas por el PCCh (Partido Comunista de China), bajo la inspiración del pensamiento de Mao Zedong, que consistía, en la práctica, en apoyarse en las masas y en afincarse, primero, en el campo, y una vez fortalecidas sus bases rurales, llevar la Revolución a las ciudades. 

El VIII Congreso Nacional del PCCh celebrado en 1956 fue el primero que tuvo lugar después del triunfo de 1949, pues su antecesor, el VII Congreso, se había celebrado en 1945. El VIII Congreso tomó decisiones correctas en cuan-to a la construcción del socialismo en China. Adoptó el modelo soviético de dirección de la economía, ya que no había otra referencia práctica, pero lo adaptó a las condiciones propias del país. Planteó realizar la industrialización socialista en forma gradual y no de forma acelerada como ocurrió en la URSS. La vía china para construir el socialismo se diferenciaba del camino soviético en una serie de importantes aspectos. En China se planteó introducir paso a paso la transformación socialista en la agricultura, la artesanía, la industria y el comercio; establecer una alianza entre el PCCh y la burguesía nacional; en la cooperación agrícola, transitando paulatinamente de los niveles inferiores a los superiores; crear empresas mixtas estatal-privadas; desarrollar en mayor medida la agricultura y la industria ligera; aprovechar y desarrollar más las industrias del litoral; reducir el peso relativo de los gastos militares y administrativos; ampliar los derechos de las localidades. 

El VIII Congreso eligió a Mao Zedong como Presidente del Partido y a Deng Xiaoping como Secretario General. 

No obstante la política correcta aprobada por el Congreso para construir el socialismo en China, después de su celebración se comenzaron a cometer errores en su aplicación que condujeron a la llamada “revolución cultural”, la cual se extendió por diez años, de 1966 a 1976. Al inicio de la “revolución cultural” Deng Xiaoping fue destituido de todos sus cargos. Fue rehabilitado en 1973 y designado Primer Ministro interino, pues Zhou Enlai, quien ocupaba dicha responsabilidad, estaba muy enfermo; pero Deng fue destituido por segunda vez en 1976. Este es el año en que Mao Zedong muere. Deng es rehabilitado de nuevo en agosto de 1977 y se convierte en el máximo dirigente de la Revolución China, pro-clamando la nueva política de reforma y apertura. 

Esta nueva política fue adoptada en la III Reunión Plenaria del XI Comité Central del PCCh, en noviembre de 1978, la cual puede considerarse como su punto de partida. Dentro de esta política se destaca el objetivo de realizar la reforma de la estructura económica de China. Para desarrollar esta reforma es necesario comprender correctamente la relación que existe entre las categorías “planificación” y “mercado”. Tradicionalmente se suele ver en la economía de mercado algo propio del capitalismo, y en la economía planificada, algo privativo de la economía socialista. En el análisis histórico de cómo se despejó esta importante incógnita de la dirección de la economía socialista en China, se destaca el XII Congreso Nacional del PCCh, que tuvo lugar en septiembre de 1978, en el cual Deng Xiaoping precisó la tarea de “construir un socialismo con peculiaridades chinas” y la necesidad de “conjugar la planificación y el mercado”. En el Congreso se planteó que el lugar principal en la dirección de la economía socialista lo ocupaba la planificación, dejando al mercado en un lugar auxiliar. 

En noviembre de 1982 se celebró el XIII Congreso Nacional del PCCh, en el cual se declara que “China está atravesando por la etapa primaria del socialismo”, la cual durará cien años. Antes se había definido que la economía socialista de China es una economía mercantil planificada basada en la propiedad pública. El XIII Congreso también planteó que los mecanismos de la economía mercantil planificada socialista debían ser de tal naturaleza que conjugaran en sí la planificación y el mercado. 

Posteriormente al Congreso, el Comité Central del PCCh precisó que debían establecerse mecanismos económicos y de funcionamiento que conjugaran la economía planificada con la función reguladora del mercado y que se ajustaran al desarrollo de la economía mercantil planificada. 

Pero es en el XIV Congreso Nacional del PCCh, efectuado en septiembre de 1992, donde se realiza el aporte teórico principal de China en cuanto a la producción mercantil en el socialismo. En este Congreso se plasma, por primera vez en un documento oficial del Partido, las concepciones adelantadas por Deng Xiaoping en su visita de inspección por el sur de China, llevada a cabo a principios de ese mismo año. En el Informe Central presentado al Congreso se recoge textualmente: 

(...) en sus importantes observaciones hechas a principios del presente año, el camarada Deng Xiaoping seña-ló, con mayor claridad aún, que economía planificada no es sinónimo de socialismo, pues en el capitalismo también existe planificación, y que economía de mercado tampoco es sinónimo de capitalismo, ya que en el socialismo también existe mercado. Tanto la planificación como el mercado no son más que mecanismos económi-cos. El que haya un poco más de planificación o un poco más de mercado no es lo que distingue esencialmente al socialismo del capitalismo. Esta penetrante tesis nos ha liberado totalmente de una idea que en extremo nos amarraba la mente, que es la suposición de que la economía planificada o la de mercado forman parte, cada una, de un determinado sistema social fundamental, y ha significado un nuevo e importante paso adelante, de consecuencias trascendentales, para nuestro progreso en la comprensión de la relación entre la planificación y el mercado.82 

En esta idea de Deng Xiaoping se supera la supuesta contradicción entre planificación y mercado, la cual ha estado enfrentando a los economistas socialistas durante tanto tiempo. Se abre así la posibilidad teórica de que el socialismo asimile en su sistema de dirección económica tanto a la planificación como al mercado como reguladores de la economía. De lo que se trata ahora es de precisar las relaciones que deben tener estos mecanismos en su combinación dentro del sistema socialista de dirección, y no en contraponer uno a otro. Se define que la planificación y el mercado constituyen elementos propios del contenido socialista de la dirección de la economía y que, por lo tanto, no hay que rechazar ninguno de ellos. La planificación y el mercado no son categorías contrapuestas que pertenecen, cada una de ellas por separado, a regímenes socio-económicos diferentes. 

En el concepto chino de socialismo se destaca que, en el campo económico, la primacía la tiene la propiedad social sobre los medios de producción, que incluye la propiedad estatal de todo el pueblo y la colectiva de los trabajadores de una entidad económica determinada. Junto a este tipo de propiedad también existen otros sectores de propiedad, como el individual, el privado, el de las empresas mixtas chino-extranjeras, el de la cooperación con el extranjero y el sector de propiedad exclusivamente extranjero. 

La primacía del sector social no se debe ver sólo desde el ángulo cuantitativo, sino cualitativo. No se trata de que la mayoría del valor de los activos o del valor de la producción pertenezcan a este tipo de propiedad, sino que esta propiedad detente las ramas clave de la economía del país de manera que se constituya en la principal fuente de los ingresos financieros del Estado y en la base material para que éste ejerza el control macroeconómico. 

Los cambios en los sectores de propiedad en la economía china se reflejan en su participación en el valor global de la producción industrial. Si en 1978 el 100 % pertenecía a la propiedad social, que incluye la estatal y la colectiva, en l997 este sector abarcaba el 67,0 % del total, mientras que la pro-piedad individual era del 15,9 % y otros sectores de propiedad ocupaban el 15,l %. 83 

Otro elemento esencial en la definición china de socialismo consiste en la aplicación del principio marxista de distribución “a cada cual según su trabajo”. De lo que se trata es de fomentar la prosperidad común de todo el pueblo, con el objetivo de eliminar tanto la pobreza como la polarización entre ricos y pobres, sin que se niegue la existencia de diferencias. 

Estos dos principios: la primacía de la propiedad social sobre los medios de producción y el fomento de la prosperidad común, constituyen la esencia económica del socialismo en las condiciones actuales, según la concepción china. 

Citas

71 Resoluciones del PCUS, t. 8, p. 245 (texto en ruso), Editorial de Literatura Política, Moscú, 1972. 

72 Ibídem, p. 264.


73 Ernesto Che Guevara: Temas Económicos, p. 308, Editorial de Ciencias Socia-les, La Habana, 1988. 

74 Ibídem, p. 300. 

75 Ibídem, pp. 314-315. 

76 Fidel Castro Ruz: Informe Central al I Congreso del PCC, p. 105, Editora Política, La Habana, 1990. 

77 Ibídem, p. 110.

78 Ibídem, p. 112. 

79 Ibídem, p. 113.

80 Fidel Castro Ruz: “Discurso clausura de la sesión diferida del III Congreso del PCC”, Granma, La Habana, 5 de diciembre de 1986. 

81 Ídem. 

82 “Informe presentado ante el XIV Congreso Nacional del Partido Comunista de China”, núm.43, pp. l7, l8, Beijing Informa, Beijing, 1992. 

83 “Informe presentado ante el XIV Congreso Nacional del Partido Comunista de China”, núm.43, pp. l7, l8, Beijing Informa, Beijing, 1992; Estadísticas de China, p. 99, Beijing, l998. 


Continuará

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