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Un mural con la bandera cubana fuera de la galería del artista Kcho en Romerillo. PHOTO: LISETTE POOLE FOR THE WALL STREE
WSJ. Ellen Gamerman y Kelly Crowjueves, 4 de febrero de 2016 0:05 EDT
Luego de que el año pasado el presidente Barack Obama aliviara las restricciones a los viajes y el comercio estadounidense con la isla, ésta ha recibido un aluvión de visitantes culturales. Ejecutivos de arte, entretenimiento y tecnología de EE.UU. recorren el país en busca de nuevas locaciones para filmar y para lanzar nuevos programas de TV y artistas al mercado.
El horario de atención al público de 331 Art Space, una galería de arte de La Habana, debió ampliarse debido al incremento en el tráfico de visitantes. Adrián Fernández, un fotógrafo de 31 años que comparte el espacio con otros dos artistas, dijo que en los últimos seis meses la galería ha recibido visitantes a través de Facebook, Google, UPS, el Museo de Arte Moderno y el Smithsonian.
Las visitas estadounidenses autorizadas aumentaron 50% el año pasado, dijo recientemente Jeffrey DeLaurentis, encargado de las relaciones diplomáticas de EE.UU. en La Habana. Y aún más estadounidenses están en camino: el Departamento de Estado ha anunciado un acuerdo para permitir vuelos comerciales directos a la isla. Este año, la empresa de cruceros Carnival tiene previsto realizar su primer viaje a Cuba en más de 50 años.
Turistas y empresarios culturales están ansiosos por conocer Cuba antes de que cambie y dispuestos a hacer negocios allí cuando lo haga. Universal Pictures está buscando la aprobación del gobierno cubano para filmar parte de su próxima película “Rápido y Furioso” en Cuba, según fuentes al tanto. La marca de lujo Chanel ha anunciado que en mayo presentará parte de su colección cruise en La Habana, y cubanos que trabajan en la industria local del entretenimiento afirman que los Rolling Stones están tratando de organizar un concierto en La Habana, quizá como cierre de su tour de América Latina en marzo (un representante de la banda dijo que no se ha confirmado ninguna presentación).
La isla seduce a los VIPs del arte y entretenimiento. El mes pasado, el arquitecto Frank Gehry fue recibido como una estrella de rock en una conferencia para 150 arquitectos cubanos en La Habana. Natalie Portman, la actriz de “Cisne Negro”, fue vista hace poco en la misma ciudad con Alicia Alonso, la leyenda de 94 años del ballet cubano. El pintor Frank Stella tiene previsto hablar en allí en marzo. Los presentadores de la versión para EE.UU. de la serie británica “Top Gear” recorrieron recientemente las calles fuera de La Habana en autos llenos de combustible para aviones. Matthew Carnahan, creador de la serie de Showtime “House of Lies”, estuvo dispuesto a mostrar los primeros borradores de su guión al gobierno cubano si éste le permitía filmar en La Habana el final de temporada del programa. Los funcionarios cubanos estuvieron más que felices de aceptar el trato. “A cada paso eran como, ‘Esto es muy bueno, qué más tiene’ [para mostrarnos]”, dijo Carnahan, que consiguió todos los permisos de EE.UU. y Cuba en cuatro meses. “Estoy un poco sorprendido de que todo haya salido tan bien”, dijo.
Una instalación de elefantes en Trade Center en La Habana. PHOTO: LISETTE POOLE FOR THE WALL STREE
Mientras los estadounidenses quieren devorar la cultura de la isla, ésta lucha para satisfacer esa demanda. Las esperas en el aeropuerto principal para los vuelos estadounidenses duran habitualmente más de tres horas y todas las habitaciones en hoteles y casas de huéspedes de La Habana están normalmente ocupadas (las más recientes cifras disponibles del gobierno cubano ubican el número de habitaciones en cerca de 9.700, aunque algunos expertos estiman que sólo alrededor 3.500 de ellas son utilizables). Alrededor de La Habana, los vestíbulos de los hoteles están llenos de estadounidenses que se quedan bizcos tratando de ingresar en sus dispositivos móviles los códigos de acceso y contraseñas de 24 dígitos de las tarjetas cubanas de Wi-Fi de una hora de duración, que no siempre funcionan.
La logística en torno a estas visitas culturales es enorme. Los estadounidenses que hacen negocios en Cuba deben navegar cuidadosamente las leyes de ambos países para no infringir el embargo. Traen sus propios suministros, desde carretillas hasta clips. Un ejecutivo de cine cubano dijo que en todo el país hay sólo seis camiones “no tan malos” para transportar equipos de filmación, y tal vez una docena más en peores condiciones. Ninguna gran productora de Hollywood que venga a la isla dispone de suficientes autos como para transportar a todos los miembros cubanos de sus equipos. Los artistas sufren escasez de pintura, papel y lienzos. El equipo eléctrico para conciertos es peligrosamente obsoleto. Los clavos brillan por su ausencia.
Y luego está la burocracia. La semana pasada, un equipo de Fox Sports de Los Ángeles que estaba filmando un documental sobre béisbol cubano se topó con un problema en una escuela de La Habana. El equipo de producción había conseguido permiso de un entrenador para rodar dentro de un aula, pero la solicitud nunca llegó hasta la línea de mando superior. Para complicar las cosas, la mitad de la escuela, en donde se encuentra el campo de béisbol, es supervisado por un ministerio, mientras que otro ministerio tiene a su cargo la supervisión de las aulas.
Después de infructuosas negociaciones, Boris Crespo, gerente de producción cubano, envió al equipo a otra escuela, un edificio más fotogénico color azul con un retrato de Fidel Castro mirando de atrás de las rejas de las ventanas de la planta baja.
Las leyes cubanas han permitido desde hace mucho tiempo a los artistas de la isla a vender su trabajo en el extranjero, dando así lugar a una incipiente clase adinerada que ha dado impulso a la empresa privada local. Los artistas, que durante décadas han hecho giras fuera de Cuba, se encuentran entre los ciudadanos más recorridos del país. Los artistas visuales, que a menudo visten elegantes accesorios como gafas de sol Ray-Ban y los últimos iPhones, están renovando sus hogares, compran propiedades y crean programas y espacios de arte.
Los buscadores de locaciones para filmaciones se quejan de que los cubanos ricos están arruinando las mejores casas de La Habana, muchas de ellas en mal estado, debido a las renovaciones que les hacen. Esas casas son una parte esencial del turismo cubano: a los estadounidenses les encanta posar delante de los edificios más ruinosos, tomándose fotos que luego comparten con sus amigos de Facebook.
Una escultura de Rafael San Juan. PHOTO: LISETTE POOLE FOR THE WALL STREE
Cuba tiene dos monedas, una para los residentes y otra para visitantes. Los precios para los extranjeros se han disparado. Corey McLean, de 28 años, realizador de Los Ángeles que está rodando un documental sobre surf cubano, dijo que el alquiler de la casa de La Habana que él y dos colaboradores iban a utilizar como base saltó de repente de US$140 por semana a US$820, la cantidad que había pagado el equipo de filmación que acababa de dejar la casa. “Hay tantas personas tirando dinero a los cuatro vientos que la gente dice, bueno vamos a cobrar más”, dijo.
A finales del año pasado, la italiana Galleria Continua se convirtió en la primera galería europea autorizada por el gobierno a operar un espacio de exposición en La Habana. La galería, sin embargo, aún no está autorizada a vender arte en Cuba. “Nuestra apertura fue un éxito”, dijo el co-fundador de la galería Lorenzo Fiaschi, añadiendo que al menos 5.000 personas se presentaron a la primera noche.
Grandes coleccionistas de Miami como Ella Cisneros, que regresó a su nativa Cuba hace seis años, están alentando a sus colegas a venir a Cuba. En la víspera de la Bienal de La Habana del año pasado, Cisneros dio una fiesta que según el coleccionista de Ohio Ron Pizzuti rivalizó con cualquiera de Beverly Hills. En su moderna casa de La Habana con un Range Rover estacionado en el frente y una orquesta de 17 piezas tocando, los invitados tuvieron a su disposición “probablemente más comida de la que la mayoría de los cubanos ven en un mes”, dijo Pizzuti.
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