En estos momentos, las autoridades económicas y sobre todo los gobiernos locales estimulan y priorizan concatenar los diferentes eslabones del deprimido sector agroalimentario.
- Al técnico en electrónica Eugenio Pérez lo conocen en este pueblo del este cubano por ser el mejor productor de posturas de frutales, idear un sistema automático de riego para sus plántulas y dirigir, además, un local privado especializado en jugos naturales.
“La ‘juguera’ (expendio de jugos) se pensó para culminar el ciclo productivo de la finca y llevar fruta fresca a la población”, explicó a IPS este propietario de una parcela familiar de ocho hectáreas en el municipio de Jesús Menéndez, a unos 650 kilómetros al este de La Habana, en la oriental provincia de Las Tunas.
Las oportunidades del trabajo privado, entre otras reformas en Cuba, son aprovechadas por productores que emergen con nuevas visiones para crear algunos encadenamientos a partir de sus fincas.
Sus iniciativas surgen en momentos en que las autoridades económicas y sobre todo los gobiernos locales estimulan y priorizan concatenar los diferentes eslabones del deprimido sector agroalimentario.
El enfoque de cadenas de producción y de valor, que consiste en asociaciones empresariales para explotar al máximo una materia prima, avanza como nueva filosofía de trabajo y elemento clave en las estrategias de desarrollo del país, que importa 80 por ciento de los alimentos que consumen sus 11,2 millones de habitantes y los 3,5 millones de turistas anuales.
Investigadores recetan los encadenamientos productivos, que pueden enlazar desde lo local hasta lo internacional, para impulsar las economías en desarrollo de América Latina porque potencian las pequeñas y medianas empresas, generan empleos, diversifican la producción, al tiempo que generan sociedades más equitativas.
Con coloridas paredes y una amplia área techada y abierta, la cafetería de Pérez expende desde 2014 jugos y otros alimentos con base en los cultivos de su Finca de Producción de Plantas y Hortalizas, que obtiene anualmente 10 toneladas de frutas y 100.000 posturas de guayaba, mango, aguacate, mamey (Mammea americana) y níspero.
“El renglón fundamental consiste en jugos y dulces, para dar la mayor cantidad de servicios con producciones de la finca. También elaboramos otros tipos de comidas a partir de pollos, cerdos y cabras, que nos abastecen otros cooperativistas”, abundó Pérez, socio de la Cooperativa de Créditos y Servicios José Manuel Rodríguez.
“La mayor parte de los recursos salieron de ingresos de la finca. Y el Programa de Innovación Agropecuaria Local nos brindó algún apoyo”, detalló, en referencia al proyecto agroecológico coordinado desde 2000 por el estatal Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas y con financiamiento de la cooperación suiza.
La familia de Pérez escogió para construir su local, llamado Palma Caribe, un terreno abandonado entre su finca y la terminal municipal de buses, con servicio de transportistas estatales y privados. “El lugar fue parte de la estrategia, porque está cerca y por ahí pasan muchas personas”, apuntó el emprendedor.
“La cafetería se mantiene y prospera porque ya abre por las noches”, valoró una clienta asidua, quien resaltó el servicio nocturno por resultar poco común en asentamientos rurales como Jesús Menéndez, de 49.205 habitantes, donde a la caída de la tarde la actividad social muere y la mayoría de los comercios cierran.
Para el economista Armando Nova, “los encadenamiento productivos y de valores son elementos muy importantes a trabajar en el agro cubano”. “Parte del enfoque sistémico que requiere el sector radica en implementar cadenas”, valoró el investigador del Centro de Estudios de la Economía Internacional.
El experto considera que “el país dispone de fuerza técnica y profesional para lograr los encadenamientos” pero falta, entre otros, un mercado de insumos para toda la cadena productiva, un banco agrícola especializado, más descentralización y marcos regulatorios flexibles “donde puedan insertarse diversas formas productivas”.
“Lo que sí debe estar regulado y visto por el Estado son los márgenes de ganancia en cada eslabón de la cadena”, precisó el analista, quien señaló a la agricultura como el ramo donde la reforma del gobierno de Raúl Castro ha realizado más cambios estructurales desde que asumió la presidencia en 2008.
Publicaciones científicas destacan que el agro cubano ostenta algunas cadenas productivas exitosas en la elaboración de aceite comestible, leche vacuna y frutas, en especial los cítricos.
Con programas a corto, mediano y largo plazo hasta 2030, la industria alimentaria cubana se capitaliza y moderniza, con énfasis en los lácteos y cárnicos.
El plan estatal fomenta los encadenamientos productivos para elevar las ofertas, reducir los tiempos de entrega al consumidor y sustituir la distribución a granel por en envases y embalajes.
“Estamos siguiendo una concepción de producción, procesamiento, comercialización y consumo. Nosotros mismos hacemos toda la cadena”, sostuvo el agrónomo y ecologista Fernando Funes, que en 2011 se embarcó en aplicar sus conocimientos en una parcela ociosa de ocho hectáreas en el municipio de Caimito, a 20 kilómetros de la capital.
Promocionada hasta en la prensa internacional, en su Finca Marta trabajan ahora 16 personas que producen vegetales y hortalizas para venderlos directamente a 25 restaurantes de lujo en la capital, frutas ya empacadas con destino al consumidor y obtienen miel de abejas de 75 colmenas, que es comprada por una empresa estatal.
“Hemos ido aprendiendo en la práctica cómo vincularnos con los mercados y hacer relaciones con el resto de la comunidad”, amplió Funes, que está también asociado a una cooperativa agropecuaria. “Dos fincas vecinas están produciendo vegetales y decidimos transportar y vender juntos esta mercancía”, apuntó.
Dos veces por semana, grupos de turistas curiosos recorren la Finca Marta para conocer su sistema ecológico y la vida rural de la isla caribeña.
“El agroturismo valoriza nuestro conocimiento para armar la finca y desde el punto de vista de las inversiones, porque esos ingresos los reinvertimos en el sistema productivo”, indicó.
Para ello, el equipo sacó un alto número de licencias, incluida la de elaboración de alimentos para brindar meriendas a los visitantes, y firmó contratos con agencias estatales de viajes. “También tenemos todo en regla para recibir a turistas que vienen independientes”, detalló.
Funes aseguró que “la proyección para el futuro no es solamente seguir enriqueciendo la finca, generar nuevos empleos, pagar mejores salarios y dar más garantías sociales a los trabajadores, sino empezar a tener un impacto en la transformación del territorio, es decir, en el desarrollo local”.
Muchos más obstáculos encuentran los gobiernos locales para fomentar a gran escala los encadenamientos en el sector agroalimentario.
“Hay limitaciones porque necesitamos capitalizar toda la infraestructura productiva, no solo las industrias”, explicó Julio César Estupiñan, el gobernador de la provincia Holguín, en el este del país, cuya capital del mismo nombre es la tercera más poblada de Cuba.
“En el caso de nuestra provincia, muy afectada por las sequías, tuvimos que comenzar por invertir en la parte hidráulica, tanto en las redes como en un trasvase”, detalló a IPS el funcionario, que considera a los encadenamientos como una oportunidad para asociar más al sector estatal, cooperativo y privado.
Con aportes de Patricia Grogg desde La Habana.
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