Por Jorge Gómez Barata
Los primeros compases del bloqueo de Estados Unidos
contra Cuba iniciado en 1959, transcurrieron en un ambiente en el cual se
combinó el entusiasmo popular generado por el triunfo revolucionario con las
tensiones derivadas de la agresividad de contrarrevolución y del imperialismo.
Entonces el bloqueo era una parte, no el todo.
En 1961 en su tercer año de la revolución soportó la
invasión por Bahía de Cochinos y se proclamó socialista, consolidando la
alianza con la Unión Soviética que duró treinta años, hasta que en 1991 la URSS
colapsó, con lo cual cesó la asistencia económica que había permitido a Cuba
contar, además de con los medios militares para su defensa, con petróleo,
materias primas, transporte, material ferroviario, aéreo, y naval,
maquinas-herramientas, y maquinaria agrícola.
La ayuda soviética aportó financiamiento para la
construcción de infraestructuras, la implementación de vastos programas
sociales, obras públicas, industrialización, electrificación, y desarrollo
agrícola. Así Cuba se dotó de magnificas flotas mercantes y de pesca. A cambio,
la URSS importaba de Cuba azúcar, níquel en cantidades considerables, así como otros
productos.
La relación con Cuba permitió a la Unión Soviética
debutar en espacios políticos occidentales, por añadidura, aledaños a Estados
Unidos que le estaban vedados. En 1962, con la aprobación de la dirección
revolucionaria, la URSS instaló en la Isla misiles dotados de ojivas nucleares,
lo cual dio lugar a la Crisis de los Misiles de 1962. En 1972 cuando Cuba
ingresó en el CAME, la alianza comenzó a convertirse en integración.
Aun con bloqueo, el nivel y la calidad de vida de las
mayorías mejoró considerablemente. A las satisfacciones materiales se sumaron
elementos subjetivos como la satisfacción por vivir en un país soberano e
independiente y dueño de su destino. El bloqueo no impidió a la revolución
realizar ninguno de sus objetivos, incluso ejercitar la solidaridad
internacional, lo cual dio lugar a un enfrentamiento basado, sobre todo, en la
crítica y la denuncia, sin que fuera perentorio realizar acciones internas para
la supervivencia.
Con la desaparición de la Unión Soviética, cesó para Cuba
todo tipo de asistencia económica. Sin nada que lo atenuara, los efectos del
bloqueo se sintieron con toda su crudeza. Fidel Castro llamó a la resistencia y
el país maniobró para insertarse en la nueva realidad, cosa que también hizo el
imperio que, entre otras cosas, introdujo las leyes Torricelli y Helms-Burton
que internacionalizaron el bloqueo.
En cualquier caso,
aquí y ahora, Cuba está obligada a ampliar sus tácticas de enfrentamiento al
bloqueo, sumando a la condena y la crítica internacional acciones internas que
incorporan a la lucha a nuevos actores y tácticas, entre ellos a los
emprendedores nacionales, cuyo talento, creatividad, y recursos de todo tipo,
deben ser puestos en función de la batalla por el crecimiento económico y el
bienestar.
Ya que no hay grandes inversiones, hagámoslas con
pequeñas y medianas, cuando Estados Unidos cierra el comercio, abra Cuba sus
aduanas para que ingresen libres de cualquier limitante tecnologías, equipos
tecnológicos, herramientas, y materiales para el fomento de empresas medianas y
pequeñas. Situaciones nuevas requieren nuevas respuestas. Allá nos vemos.
08/03/2019
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El presente artículo fue publicado por el diario ¡Por
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