Este es un artículo de opinión de Philippe Benoit, director general de Energía y Sostenibilidad de Global Infrastructure Advisory Services 2050 (Servicios de Asesoría sobre Infraestructura Global 2050).
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su secretario de Estado, Antony Blinken, durante la apertura de la Cumbre por la Democracia, el 9 de diciembre, en que participaron en forma telemática 110 países. Foto: Departamento de Estado
PARÍS – El presidente de Estados Unidos, jJoe Biden, acaba de acoger la Cumbre por la Democracia para demostrar las ventajas de la democracia en la competencia global con los regímenes autoritarios. Estados Unidos puede tener éxito en esta competencia demostrando a la gente de los países en desarrollo (es decir, la gran mayoría de la población mundial) cómo la unión de la democracia y el desarrollo es el mejor camino para mejorar sus vidas.
La capacidad de Estados Unidos para implementar esta potente combinación es una ventaja importante que tiene sobre sus competidores autoritarios. Por esa razón, el gobierno de Biden debería agregar desarrollo a su iniciativa democrática.
Como ha enfatizado Biden: «Estamos en medio de un debate fundamental sobre el futuro y la dirección de nuestro mundo… entre aquellos que argumentan que… la autocracia es el mejor camino a seguir… y aquellos que entienden que la democracia es esencial».
De forma similar, explicó en una sesión conjunta del Congreso estadounidense: «Estamos compitiendo con China y otros países para ganar el siglo XXI». Y en esta competencia, señaló, la democracia debe prevalecer: “Tenemos que demostrar que nuestro modelo no es una reliquia de nuestra historia; es la mejor manera de revitalizar la promesa de nuestro futuro», añadió.
La cumbre de diciembre fue diseñada para hacer precisamente eso. Se invitó a participar a más de 100 países, con representantes de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado. La cantidad de países y la amplitud de la representación muestra la ambición del gobierno de Biden.
La cumbre se organizó en torno a tres temáticas: defenderse del autoritarismo, abordar y combatir la corrupción y promover el respeto de los derechos humanos.
Estos son temas importantes al considerar lo que una democracia vibrante puede y debe brindar a sus ciudadanos.
Pero hay una cuarta temática crucial que falta en la cumbre: el poder de las democracias para mejorar la vida de las multitudes en los países en desarrollo que sufren de niveles de vida inadecuados.
Miles de millones en estos países luchan por satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda, salud, educación, saneamiento y más. Demasiadas familias enfrentan amenazas diarias de desnutrición, saneamiento inadecuado, inseguridad y pobreza generalizada.
Con demasiada frecuencia, los sistemas de transporte y energía poco seguros, así como la corrupción y la represión, impiden que las familias aumenten sus ingresos para mejorar sus vidas. El terror que la covid-19 constituye para los países empobrecidos ilustra el desafío.
El gobierno de Estados Unidos necesita mostrarle a la gente del mundo que las democracias brindan la mejor promesa para mejorar sus vidas y proteger a sus familias. La estrategia no debe basarse simplemente en mostrar que los países más ricos del mundo son democracias.
Más bien, la estrategia debe establecer que estas democracias ricas y el sistema que encarnan son los mejores equipados para mejorar el nivel de vida de la población del mundo en desarrollo.
Para ganar una competencia mundial, es importante hablar con la audiencia global, y la mayor parte de esa audiencia reside en países en desarrollo (más de 5000 millones de personas fuera de China). Además, es en estos países donde la población crecerá más: 2000 millones de personas más para 2050, y más de la mitad de ese crecimiento se producirá en África.
China ha entendido la importancia de esta audiencia, personificada por su masiva Iniciativa de la Franja y la Ruta de un billón de dólares para financiar infraestructura y otros proyectos en países en desarrollo.
Para varios comentaristas en Washington, esta iniciativa tiene menos que ver con la asistencia y más con la estrategia de Beijing para promover sus intereses geopolíticos en detrimento de Estados Unidos.
Sin embargo, independientemente de la motivación, los países en desarrollo han tomado nota tanto de la creciente asistencia exterior de China como de su éxito en materia de desarrollo para reducir la pobreza y aumentar los ingresos a nivel nacional.
Pero mejorar la calidad de vida de las personas no se trata solo de más infraestructura o mejores condiciones materiales. También se trata de dimensiones sociales y políticas y, lo que es más importante, de libertades (como se refleja, por ejemplo, en la Declaración de la ONU sobre el desarrollo).
Esto incluye la libertad frente al miedo y la opresión, el derecho a la expresión, a participar en la política y el derecho de las minorías a las mismas oportunidades que la mayoría. Es importante destacar que estos son elementos que una democracia vibrante debería ofrecer, y un sistema autoritario no está bien equipado para proporcionarlos.
Lamentablemente, varias de las democracias actuales, incluso en muchos países en desarrollo, no están cumpliendo la promesa de la democracia. Por ejemplo, los grupos étnicos minoritarios en varios países están siendo discriminados, o incluso oprimidos, por la mayoría (un tormento que es más frecuente y posiblemente endémico de los regímenes autoritarios).
Entonces, como ha enfatizado Biden, las democracias deben hacerlo mejor: «Tenemos que defender (la democracia), luchar por ella, fortalecerla, renovarla». Por estos motivos, los tres temas anunciados de la cumbre son realmente importantes.
Y, sin embargo, son insuficientes por sí mismos para ganar la competencia mundial. Proporcionar las condiciones para sacar a las personas de la pobreza y promover una prosperidad inclusiva sin miedo es un cuarto tema fundamental y complementario que hablaría de las aspiraciones de las personas en todo el mundo en desarrollo.
Si bien hubo algún debate sobre el desarrollo económico en relación con la cumbre, fue demasiado limitada. Entonces, además de los nuevos compromisos para contrarrestar el autoritarismo, etc., la iniciativa democrática del gobierno de Biden debe catalizar una acción sustancial y significativa para combatir mejor la pobreza y las privaciones en los países más pobres.
Entre otras cosas, esto debería incluir un mayor financiamiento y más apoyo técnico de las democracias ricas a los países en desarrollo, pero también compromisos de los gobiernos de las naciones más pobres para fomentar las condiciones a nivel nacional para un crecimiento justo e inclusivo.
Estados Unidos ha entendido históricamente la importancia estratégica de unir el desarrollo y la democracia, patrocinando organizaciones como el Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Las guerras globales del siglo pasado demostraron los beneficios de un mundo en el que la democracia estadounidense superó a los regímenes autoritarios, y también que Estados Unidos y otros países estaban más seguros en un mundo lleno de democracias vibrantes.
Esta dinámica ayuda a explicar por qué Estados Unidos sigue siendo el mayor proveedor de asistencia para el desarrollo en el extranjero, a pesar de la fluctuación del apoyo político interno. Pero hay una competencia internacional cada vez mayor.
La democracia es un sistema poderoso que se desplegará a nivel mundial para elevar los niveles de vida al mismo tiempo que se promuevan las libertades individuales y la libertad frente a la opresión. Los sistemas autoritarios no pueden hacer frente a esa promesa.
Los líderes de la democracia, incluidos muchos de los países más ricos del mundo, deben demostrar lo que ellos y la democracia pueden proporcionar a los que no tienen en el mundo.
Eso es clave para cualquier estrategia para ganar la competencia del siglo XXI.
Con este fin, el presidente Biden debería, siguiendo su anterior Cumbre de Líderes sobre el Clima y esta Cumbre para la Democracia, convocar una «Cumbre para el Desarrollo» que aborde la pobreza y otros desafíos, así como las aspiraciones, de los desfavorecidos del mundo.
T: MLM / ED: EG
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