Con una demanda de 24 000 toneladas al año, el otrora importante exportador debe importar café de otros países, pero en cantidades que no suplen las necesarias.
ECONOMÍA Luis Brizuela 26 agosto, 2022
Un camarero sirve café en un vaso a una clienta en el exterior de una cafetería en el barrio del Vedado, en La Habana. Tomar café en la calle y los hogares es una costumbre en Cuba, que se ha vuelto cada vez más difícil de mantener, por la escasez y la carestía del producto.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
LA HABANA – Mientras fructifican los planes del gobierno para aumentar la producción, la cubana Mireya Barrios confiesa que busca cada vía posible para disfrutar de una taza de café diaria, ante los altos precios y la escasez de un producto hoy esquivo al paladar nacional.
“Si no lo tomo se me descompone el cuerpo, paso el día con dolor de cabeza. Para mí tomar café es casi tan importante como comer”, afirma Barrios, quien recibe de familiares cantidades del grano “traído de oriente, donde se da el mejor café” en el país, que tuesta mezclado con chícharos (guisantes) para aumentar la cantidad.
Tras separar una parte para el consumo de su vivienda, esta trabajadora informal prepara otra cantidad de la infusión que vende cada amanecer en uno de los centenarios portales del municipio de Centro Habana, uno de los 15 que conforman La Habana.
“Ese ‘buchito (traguito)’ de café caliente es, a veces, el desayuno de quienes van a sus trabajos y no lo hacen en sus casas porque salen apurados, o porque no tienen el producto que además de escaso se ha puesto muy caro”, enfatiza Bermúdez en entrevista con IPS.
El café forma parte de la canasta de alimentos básicos en la isla. El gobierno vende cada mes, por persona y de forma subsidiada, un paquete de 115 gramos mezclado con chícharos a 50 %.
En los últimos meses se registran atrasos en la distribución por la llegada tardía de materias primas, incluido el papel para envasarlo, dados los problemas de financiamiento que confronta este país insular caribeño en medio de la profundización de la crisis estructural de su economía, que data de tres décadas.
Consultados por IPS, residentes en algunos de los 168 municipios cubanos reconocen que la cuota de café “apenas alcanza para entre siete y 10 días, siendo ahorrativos”.
Las personas suelen recurrir al mercado negro para adquirir cantidades adicionales. Allí, el mismo paquete de 115 gramos, muchas veces sustraído de almacenes o establecimientos estatales, se comercializa al equivalente a medio dólar.
Marcas de café cubano y extranjero, de mejor calidad, se comercializan casi exclusivamente en tiendas en divisas convertibles, inaccesibles para numerosas familias que devengan salarios en el devaluado peso cubano.
Por ejemplo, un kilogramo de la marca nacional Cubita cuesta unos 15 dólares en un país con un salario medio equivalente a 32 dólares, de acuerdo con la tasa oficial de 120 pesos por dólar.
Potenciar café en el llano
El café llegó a Cuba en 1748 y tuvo un fuerte impulso tras la revolución haitiana (1791-1804), con la inmigración de colonos franco-haitianos que se establecieron en áreas montañosas del este de la isla donde montaron haciendas cafetaleras, algunas de cuyas ruinas fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000.
Durante parte del siglo XIX este país fue el principal exportador de café hacia Europa, con 29 500 toneladas en 1833, por ejemplo.
En 2021 recogimos media tonelada, de buena calidad. Esperamos que poco a poco Doña Esperanza se convierta en una finca de café en el llano con mayores volúmenes de producción con calidad exportable y para el consumo nacional, que tanto se necesita”. Esperanza González
Estadísticas indican que el récord histórico se alcanzó en la cosecha 1961-1962, con 60 300 toneladas, pero luego declinó la producción y en la actualidad los volúmenes no sobrepasan las 10 000 toneladas anuales.
Con una demanda de 24 000 toneladas al año, el otrora importante exportador debe importar café de otros países, pero en cantidades que no suplen las necesarias.
De acuerdo con Elexis Legrá, director de café y cacao del Grupo Agroforestal (GAF), adscrito al Ministerio de la Agricultura, Cuba exporta la variedad arábiga, la de mayor calidad, que producen caficultores de zonas montañosas.
La perspectiva es comenzar a exportar pequeñas cantidades de la variedad robusta, la más demandada en el mercado internacional.
Para 2022 la meta es exportar unas 2700 toneladas, cifra similar a 2020, refieren directivos del sector.
Según especialistas, los principales factores detrás de la caída productiva son las plagas, ciclones tropicales que azotan con frecuencia la isla, los efectos del cambio climático, la despoblación de las zonas rurales y montañosas y la obsolescencia tecnológica.
Alrededor de 90 % de la producción nacional de café proviene de las montañas de las cuatro provincias más al este: Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, donde se cultiva las variedades de mayor calidad, debido a la tradición y microclimas de sus ecosistemas.
No obstante, desde 2014 el gobierno cubano inició la identificación de suelos con condiciones para la siembra de café en regiones llanas, y se han realizado cursos de capacitación y asesoramiento técnico para los nuevos cafetaleros.
Granos de café secados al sol en Palenque, en el municipio de Yateras de la provincia de Guantánamo. La más oriental de las provincias cubanas es una de las mayores productoras locales de café, donde se cultivan las variedades de mayor calidad, debido a la tradición y microclimas de sus montañas.
“Se decía que aquí no se daba el café, y hoy tenemos unas 2000 matas en apenas media hectárea”, explicó a IPS el productor Juan Miguel Fleitas, quien además de tubérculos, hortalizas y frutas y la cría de animales, apuesta por los cafetos en su finca familiar Victoria 1, en el capitalino municipio de Guanabacoa.
La finca de 29 hectáreas, y con seis trabajadores, pertenece a la Unión Básica de Producción Cooperativa (UBPC) 26 de Julio.
Las UBPC son entidades que gestionan tanto propiedades privadas como tierras estatales entregadas en usufructo en este país de gobierno socialista y economía mayormente centralizada.
“En la cooperativa tenemos alrededor de ocho hectáreas de café, dispersas. Trabajamos en la introducción de café vietnamita. Tiene buen rendimiento, con un grano más grande”, señaló a IPS el jefe de producción agrícola de la finca, Jorge Luis Gutiérrez.
Los granos para la reproducción del café llegaron mediante bancos de semillas del este de la isla, como parte del proyecto de colaboración Cuba-Vietnam, desarrollado de 2015 a 2020.
En la década de los años 70, especialistas cubanos enseñaron a contrapartes de la nación asiática a cultivar esta especie, en una nación entonces devastada por la guerra con Estados Unidos (1955-1975).
Vietnam es hoy la segunda nación exportadora del grano y comparte sus saberes con la isla caribeña para lograr esquejes de café robusta que garanticen plantas renovadas y de características superiores, a fin de elevar la calidad y rendimientos. ( HHC: negritas nuestras)
El Programa para el Desarrollo de Café en el Llano contempla la siembra de 7163 hectáreas de café en polos productivos de varias de las 15 provincias.
Bolsas de café son apiladas en una carretilla para su posterior comercialización en un establecimiento estatal en el barrio del Vedado, en La Habana. El gobierno aporta 115 gramos de café al mes a las familias cubanas en forma subsidiada, pero en los últimos meses lo entrega con atrasos por dificultades en los insumos.
Hasta el momento se sembraron 1200 hectáreas, otras 700 hectáreas se encuentran en preparación, y se pretende recolectar más de 4000 toneladas para 2030, según las estimaciones oficiales.
Para esa fecha, el Programa de Desarrollo de la Caficultura en Cuba aspira a cosechar en el país 30 000 toneladas.
Café ecológico
La productora Esperanza González apuesta por cultivar un café “sin químicos o herbicidas, solo utilizando técnicas de manejo agroecológico, mediante el humus de lombriz, mucha materia orgánica y el pastoreo de gallinas que contribuyan a fertilizar el suelo con las excretas”.
González, una cubana que se reasentó en la isla tras residir durante años en la provincia canadiense de Manitoba, recibió en 2017 en usufructo la finca 878 que rebautizó como Doña Esperanza, y que con sus ocho hectáreas se ubica en la localidad de Santa Amelia, en el capitalino municipio del Cotorro.
Desde 2008, el gobierno cubano entrega tierras en usufructo para rescatar tierras improductivas y/o degradadas e incentivar la producción de alimentos.
Tal política conecta con planes para incrementar la seguridad alimentaria, en un país dependiente hasta en 70 % de las importaciones de alimentos, cuyos crecientes precios mantienen un mercado interno con necesidades insatisfechas y desabastecimiento como el actual.
González, quien con esfuerzo propio importó “el equipamiento y el paquete tecnológico para lograr el procesamiento final del café”, explicó al dialogar con IPS que aspira con la cosecha 2022 “disponer de un producto local, de calidad y empacado con nuestra propia marca”.
No obstante, también destacó “el intercambio con caficultores del municipio de Segundo Frente (en la provincia de Santiago de Cuba), de quienes hemos recibido canastas para recoger el café y preparar las atenciones finales al cultivo”.
En 2021 “recogimos media tonelada, de buena calidad. Esperamos que poco a poco Doña Esperanza se convierta en una finca de café en el llano con mayores volúmenes de producción con calidad exportable y para el consumo nacional, que tanto se necesita”, valoró la productora.
Varias iniciativas con apoyo internacional buscan fortalecer las cadenas de valor asociadas a la producción de café, restaurar los suelos y ecosistemas donde se cultiva, así como identificar mercados para la comercialización de productos resultado de prácticas sostenibles.
En febrero inició Prodecafé, iniciativa de desarrollo cooperativo agroforestal que se extenderá hasta 2027 y que con un presupuesto superior a los 63 millones de dólares prevé beneficiar a 300 cooperativas de 27 municipios de las cuatro provincias orientales donde se concentra la producción cafetalera.
Este proyecto conjunto del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida) y el Ministerio de la Agricultura, propone fortalecer las cadenas de valor del cacao y el café e incluye el enfoque de género al estimular la inclusión de la mujer en la actividad agroforestal.
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