Resulta curioso escuchar a la Directora Gerente del FMI sobre la situación de la economía mundial.
Nos dice con sorpresa:
“En menos de tres años no hemos hecho sino afrontar un shock tras otro. Primero, la COVID. Luego, la invasión rusa de Ucrania, y catástrofes climáticas en todos los continentes.”
Valdría la pena interrogarse si la pandemia nada tiene que ver con el modelo de desarrollo productivo capitalista e incluso con el deliberado deterioro de la salud pública luego de las políticas privatizadoras y de mercantilización de la sanidad en todo el planeta, incluso el creciente peso de las transnacionales farmacéuticas y su facturación en desmedro de la salud de la población empobrecida del sistema mundial.
Del mismo modo, preguntar sobre las acciones de incremento del gasto militar de los últimos años, junto a la ampliación territorial y funcional de la OTAN pese al desarme de su par del “Tratado de Varsovia” hacia fines de la bipolaridad; incluso la ampliación de las sanciones unilaterales impuesta desde EEUU y sus socios globales, especialmente Europa, a un conjunto de países, sea China, Rusia, Irán, Cuba o Venezuela, entre otros.
¿No es expresión del desorden mundial la lógica “nacionalista” de Trump o el Brexit, desde 2016, a contramano de una mundialización construida por cuatro décadas?
Entre aquellas cuestiones objetivas y estructurales del modelo productivo capitalista y estas, subjetivas, derivadas de iniciativas políticas de gobernantes de potencias imperialistas, caso de EEUU y del Reino Unido, es que deben buscarse las explicaciones de los problemas contemporáneos.
Lo cierto es que en el FMI pretenden analizar la realidad con “objetividad”, sin considerar estas causas esenciales de los problemas actuales.
Ese desentenderse de lo objetivo y la subjetividad del poder les permite posicionarse como si fueran “técnicos” y sugerir “medidas objetivas” para superar los problemas actuales.
Así, Kristalina Georgieva propone “estabilizar” la economía, lo que traducido es “ajustar” en beneficio de la lógica de la producción de ganancias.
Reitera la receta monetarista que hoy empuja el alza de las tasas de interés para contener la inflación, cuando ésta es producto de las remarcaciones de precios de los que definen precios a la salida de la pandemia y ante la situación derivada de la guerra en Europa, especialmente alimentos y energía.
No son trabajadores y trabajadoras, ni los pobres del mundo los que aumentan los precios y por ende, las medidas fiscales y monetarias asumidas y sugeridas por el FMI reproducen la lógica de explotación y saqueo del capitalismo actual.
Sostiene la Directora Gerente del FMI:
“Debemos redoblar esfuerzos para hacer frente a la grave inseguridad alimentaria, que actualmente afecta a una cantidad de gente asombrosa: 345 millones de personas”
Insistiremos que no es una calamidad, sino resultado directo del orden capitalista, y que eso es lo que debe enfrentarse, encarando una lógica de producción y circulación sustentada en la solución de los problemas de la humanidad y la naturaleza, a contramano de una lógica que aparece preocupada por la pobreza y el “cambio climático”, cuando lo que impulsa es el avance de la contaminación basada en el orden capitalista.
Finaliza con optimismo el mensaje señalando:
“Para abrirnos camino en este período de fragilidad histórica, debemos hilar un nuevo tejido económico y social, más fuerte y resiliente a las tensiones que enfrenta el mundo hoy en día.”
Hay que contestar que ello resulta imposible en el marco del capitalismo. No pretendemos que el FMI tenga un mensaje crítico del régimen del capital, pero si es interesante desnudar un mensaje que aparece como humanista, cuando solo está interesado en el restablecimiento de los negocios para la reproducción de la explotación y el saqueo.
El mundo está amenazado, agravando las condiciones de vida de la población y del propio planeta tierra, por lo que necesitamos reflexionar sobre el acontecer cotidiano y las respuestas desde el poder, para así configurar un tipo de respuestas alternativas desde los afectador por el orden capitalista.
Los pueblos del mundo demandan de una acción conjunta que en el camino construya otras formas de relaciones económicas para la producidito y circulación de bienes y servicios, poniendo por delante las satisfacciones de la mayoría empobrecida de la población, al tiempo que se promueva la reproducción natural del planeta.
Para un metabolismo social y natural con perspectivas de futuro debe criticarse el presente y recrear las condiciones para otro mundo posible. Es un rumbo a contramano del que asume el poder global, especialmente el FMI.
En estos días funcionará la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, en donde se hace el balance de gestión, con acento en las crisis potenciadas, en donde queda clara la mayor inequidad del sistema mundial.
Nada puede esperarse desde los propios ámbitos del poder global, por eso, la crítica es lo primero y las expectativas colocarlas en la propia iniciativa del poder de los pueblos.
Un mundo alternativo solo será posible si los pueblos encaminan una iniciativa compartida en un rumbo por la soberanía alimentaria, energética y financiera, en una perspectiva humanitaria y emancipadora.
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
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